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Calígula

Drama Fue producida por la revista para adultos "Penthouse". Se trata de un drama de muy alto contenido erótico que narra el ascenso y caída del emperador romano Calígula (12 D.C-41 D.C), sobrino e hijo adoptivo del emperador Tiberio. Sus crueles métodos para ocupar el trono y su afición por todo tipo de orgías, humillaciones y vejaciones son el núcleo de esta polémica película. (FILMAFFINITY)
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
19 de enero de 2007
186 de 213 usuarios han encontrado esta crítica útil
El proyecto nació por iniciativa de Franco Rossellini, nieto de Roberto Rossellini, quien le echaba una mano. Por falta de dinero, se vieron obligados a recurrir a Bob Guccione, fundador de la revista Penthouse, para que desempeñara labores como productor. La cosa comenzó bien y consiguieron reunir a reputados profesionales: Gore Vidal para el guión, quien ya tenía experiencia y reconocimiento en la adaptación de biografías sobre emperadores romanos –suya es la novela "Juliano", e incluso participó activamente en la escritura del guión de "Ben-Hur"–; un compositor habitual colaborador de Morricone; un gran elenco de actores...
Los primeros problemas surgieron en pre-producción. La película, inicialmente, iba a llamarse "Gore Vidal's Caligula", pero, debido a las constantes intromisiones en el guión de Brass y, sobre todo, de McDowell, Vidal decidió retirarse del proyecto. Algunos actores, como Maria Schneider, vieron lo que se avecinaba y también abandonaron.
Lo peor vino cuando Guccione decidió rodar, paralelamente y en secreto, fragmentos pornográficos con la idea de insertarlos por su cuenta una vez finalizado el montaje original de Brass. Debido a su desconocimiento del arte cinematográfico, el resultado final fue una chapuza con fuertes contrastes de calidad de imagen, interpretación y contenido entre las escenas originales y las añadidas. La mayoría de profesionales que intervinieron en el rodaje oficial, entre ellos el director, se sintieron traicionados y pidieron la retirada de sus nombres de los créditos.

Hoy por hoy, se calcula que hay más de diez montajes diferentes. Yo he visto dos: uno erótico, de unos 110 minutos, que supongo que sería el de las primeras versiones, y la versión extendida, interminable, que añadía como unos 40 minutos orgiásticos más de mamadas y sobeteo que considero gratuitos por no aportar nada nuevo –en la parte seria ya quedaba perfectamente claro, gracias a suficientes momentos eróticos y sangrientos, que la megalomanía de Calígula alcanzó cotas de locura– y, lo que es mucho peor, pésimamente rodados.

Ya centrándome en gustos personales, me desmarco de la opinión generalizada que alaba la dirección artística. Esos decorados tan teatrales, con sus falos gigantes de cartón piedra y su iluminación carmesí de prostíbulo, más que onirismo, me transmitieron una molesta sensación de cutrez.

Lo único que destaco, y es algo tan importante que me ha llevado a aprobar la película, son los abundantes momentos de conspiraciones senatoriales y palaciegas, con diálogos y situaciones propios de cine clásico de calidad –vamos, las partes que más respetan el trabajo inicial de Vidal–. Pero el resultado global está descompensado.
jastarloa
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22 de junio de 2009
92 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
El problema de leer críticas como las de jastarloa antes de confeccionar la tuya es que todos los argumentos que habías esbozado previamente se van al carajo. Sí, al carajo. Y se van al carajo porque toda esa valiosísima documentación que te aporta el colega altera y ‘contamina’ irreversiblemente tu percepción personal. Aún así, intentaré hacer ‘oídos sordos’ a todo lo que ahora sé y procuraré comentar la peli de Brass de la forma más ecuánime y objetiva posible. Limitándome a teclear mis propias sensaciones. Sin más.

Empezaré diciendo, pues, que “Calígula” no es una peli erótica. Y no lo es porque su contenido carnal no se manifiesta a través de imágenes sugestivas, sensuales, sino a través de imágenes incuestionablemente pornográficas. No discuto que probablemente la idea de Brass era confeccionar una peli mucho más suave, hermosa quizás, pero la versión extendida que yo he visto (tres horas, casi) deja bien patente que la peli es pornográfica. Con argumento, pero pornográfica. El amplio catálogo de prácticas sexuales que la peli de Brass muestra de forma explícita (masturbaciones, felaciones, cunnilingus, orgías, relaciones lésbicas, homosexuales, sadomasoquistas...) es, a todas luces, concluyente. Su carácter abiertamente sicalíptico, sin embargo, no me disgusta. En absoluto. No me disgusta porque tras ese potente fundamento lascivo y obsceno “Calígula” mantiene indemne un espíritu grotesco y teatral que casa muy bien con la propia leyenda de este personaje (enorme McDowell, por cierto) y que me recuerda, inevitablemente, el pollo que montó Pasolini con “Salò...”. Pero, claro, como Pasolini es un artista y Brass, un salido…

En fin, si te gusta el cine de romanos y no te importa ver -entre conspiración y conspiración- alguna que otra bacanal, no te la pierdas. Disfrutarás.

-Niños, ¿Qué estais viendo?
-Una porno, mamá.
-¿Una porno?
-Sí, pero de romanos. Y con argumento.
-Ah, entonces vale.
Taylor
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20 de junio de 2009
74 de 111 usuarios han encontrado esta crítica útil
Selena nació en Londinium. Fue adiestrada en las artes amatorias por un viejo druida de las tierras altas y vendida como esclava al precio más alto jamás pagado en los ruinosos muelles de la ciudad de Albans. Hipertus era por aquel tiempo el senador romano encargado de mantener la pax en Britania. La condujo a Roma bajo su protección la primavera del año siguiente a hacerla suya, para revenderla por una fortuna al emperador Calígula, quien cayó al instante hechizado por su belleza. No era común entre los romanos las mujeres rubias y de ojos verdes que medían más de seis codos de altura.

La llevaron a la sala principal. Se asustó. Vio como numerosos hombres desnudos tomaban sin aliento a bellezas de todos los lugares conocidos. Se quedó inmovil, temerosa, en medio de la sala. Portaba una única prenda, una toga blanca semi transparente que dejaba entrever todos sus encantos: dos senos firmes, un par de piernas torneadas y un trasero que podía servir de atril para que un par de pícaros con ella tumbada y las piernas bien abiertas comiesen uvas sobre sus tersos glúteos.

El centurión Icaro se fijó en ella. Observó como la luz centelleaba entre los amarillentos rizos que resbalaban sobre sus hombros. Apartó de su pene los gruesos labios de la espigada nubia con la que retozaba y por la espalda se dirigió a ella. Sus fuertes manos se posaron sobre sus hombros. Selena sintió que hiciese lo que hiciese jamás podría escapar de allí. Icaro le mordió el cuello mientras sus garras acariciaban con destreza sus pezones. Se sentó y le obligó a abrir las piernas encajándola entre sus muslos y trazando con su lengua verticales de saliva sobre su espalda. Ella gimió. Icaro levantó sus brazos y la despojó de su fina toga traslucida. Toda su belleza resplandeció como un faro que alertó al resto de la sala. Icaro la irguió mientras se arrodillaba para degustar los frutos que aquella joven vestal le ofrecía. Jugó con aquellos manjares mientras Selena, aterrada, comenzaba a gemir en contra de su voluntad. Un forzudo ex gladiador etíope se acercó a la pareja. La cogió por la nuca y la obligó a arrodillarse justo donde se entrelazaban sus poderosos muslos. Mientras Icaro continúaba su cunilungus particular, Asef el gladiador tapó con sus dedos la nariz de Selena obligándola a abrir su boca. Consiguió introducirle menos de la mitad del miembro en la garganta, lo cual ya era un logro para él. Icaro apretó sus nalgas entre las manos y de un empujón Selena sintió que el fuego invadía lo más oculto de su ser. Arrodillada, violada, a gatas entre dos hombres, la joven britana se sintió desfallecer. Asef se tumbó sobre el mármol etrusco y apartó los muslos de Selena, quién gritó como jamás lo había hecho cuando el miembro del gladiador ensanchó de golpe lo que Icaro había comenzado. Le dolía. Y gritó. Las manos que apresaban sus piernas la izaban en una brutal caída de arriba abajo mientras Icaro introducía la lengua en el único orificio que permanecía cerrado. Poco duró.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Txarly
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9 de marzo de 2007
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entiendo porque esta película tiene tan baja nota. Solamente por la actuación de Malcolm McDowell ya se merece una nota superior a la que tiene.
Y como he dicho en el título de la crítica, hay una buena película detrás de tanto sexo, que hace que sea en ocasiones un tanto aburrida, aunque si analizamos un poco la vida de Calígula, nos damos cuenta que todo lo que rodeaba a su vida estaba relacionado con el sexo.
No es una obra maestra, pero tampoco es el cayo que nos quieren meter en la cabeza.
Recomendable para pasar un buen rato y para conocer a este peculiar personaje de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ale8jandro
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29 de marzo de 2010
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Calígula, el demonio.

“Mi nombre es legión y soy dios viviente”
“Que me odien mientras me teman”

Las noches de Calígula eran tormentosas, se creía el alter ego de Júpiter, ni más ni menos. Miraba a la luna llena como la de esta noche y hablaba con los dioses.
Los legionarios le dieron su mote que le hizo famoso. Debido a las pequeñas sandalias que llevaba cuando acompañaba a su padre en la revista a las tropas; tenía tan solo tres años. Y su padre era un general perfecto. Las pequeñas sandalias de aquel niñito, pisarían demasiadas cabezas.
Creció en el palacio imperial, una bestia, un demonio, como una hidra criada por Tiberio.
Feo, alto y desgarbado y dominado por la calvicie que disimulaba con pelucas. En su adolescencia alberga traumas mientras visitaba los prostíbulos. Era bisexual y durante este tiempo ya golpeaba salvajemente a sus amantes. Comenzaba a practicar la tortura. Su mirada era perdida, distante, atravesada. Poder y maldad.
A los 24 años comienza el imperio del terror. La sangre de Calígula estaba emponzoñada. No era lo que los pretorianos esperaban al ser el hijo de su gran héroe Germánico.
Una noche de Kalifax, la obsesión lo invadió y volvió al mundo con ferocidad. Luego solo dormiría a partir de esa noche solo tres horas llenas de pesadillas y seres monstruosos que le azuzaban a matar con crueldad. A pesar de su poder le corroía la envidia.
Se veía a si mismo como un demonio en la forma de cabra.
Su barco fue legendario al mandarle incrustar joyas y oro para sus paseos. Elevó los tributos y creo su propio prostíbulo en el palacio y se autonombro en heredero de todos los ricos del imperio. Esto creo una psicosis en la sociedad romana. ¿Quien lo detendría? Incesto, zoofilia, su locura parecía no tener fin. Amaba a su caballo Incitatus, veloz como el viento lo nombro cónsul. Y luego mato a su hijo antes de que saliera del vientre de Drusila. Deshacía bodas, probando a la novia primero. No era buen militar, con dos legiones no pudo conquistar Britania. Y monto una farsa. No pudo emular a su padre. Y elevo su odio con la sociedad romana y los pretorianos preparan su muerte. La guardia lo masacra:
¡Dale una vez mas! Grita alguien y murió el cruel emperador. Como cuando él gritaba en el circo romano mientras la gente moría ante las sandalias del atroz Calígula.
RAMON ROCEL
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