Muere una mujer

La intriga de Muere una muje se basa en una acción que mezcla más de una corriente o estilo, una de ella podría corresponder a la Nueva Ola francesa, una acción a la expectativa en la que se ve a un hombre que hace cosas nada especiales, que va a un sitio y otro sin más, para que, al cabo de los minutos, pase algo por fin. La labor de Mario Camus y Saura para crear dicho personaje, Javier (Alberto Closas), dentro de ese ambiente descrito de apariencia intrascendente, es acertada para el estilo que busca. No es una mala película ya que se trata de presentar a un individuo cínico de aspecto cuasi infantil que no queda carente de interés. Tampoco es que Javier cause simpatía ya que le dice a su mujer que está en una reunión de trabajo cuando en realidad está tomando unas copas en buena compañía, pero su doble juego queda lejos de caer odioso por esa curiosidad que el ambiente crea en el espectador.

Es una película que quiere resultar equívoca, en la que la duda está presente desde el principio con dicho personaje, muy bien interpretado por Alberto Closas, o sea, que el objetivo se ha logrado, y para ello además se apoya en la personalidad de la cuñada, una mujer sumisa, apropiada para su carácter (la desgracia deriva en fortuna). Encima la aparición de los inspectores de policías en un plan de comprensión exagerada, razonables, pacientes, dispuestos a escuchar, hace de la película un extraño ejemplo del cine policíaco de la época que sin llegar a ser una obra clave, es curiosa y digna de atención.

Película española a lo "Hitchcok" en plan cutrillo, de trama harta enrevesada, y hasta a veces rídícula y desconcertante que sin embargo logra mantenerte en vilo.
Destacar la omnipresencia del gran Alberto Closas, que lleva todo el peso del film, apoyado por el inspector de policía y su cuñada a los que les mete en el entuerto, sin ningún tipo de sospecha ni objeción sobre la posible implicación del protagonista.
El ritmo es brioso y adecuado pero adolece de ribetes fantasiosos que lacran el desarrollo real de la historia ya que hay que estar atentos con los giros y apaños a que nos someten los guionistas, Camus y Saura.
Sin mayores pretensiones de pasar hora y media recordando un poquito también, el ambiente de las España de los 60 que influye decisivamente en la factura de la peli.

Durante los 60 existió una corriente de cine negro en España que se centró básicamente en Barcelona, mientras en Madrid se producían mayoritariamente películas de humor, costumbristas, musicales...

Asimismo, el color predominaba en las cintas madrileñas y el blanco y negro - muy ad hoc para el género - en la Escuela de Barcelona.

Es curioso que este título los personajes comiencen su periplo en Barcelona y deban viajar a Madrid, siendo el tema de los viajes entre ambas ciudades fundamental para la trama, porque se trata de una extraña mezcla entre elementos del género negro barcelonés pero con el color y los ambientes del cine de amor y lujo de Madrid.

También el actor protagonista sorprende, ya que Alberto Closas no se prodigó en el cine policíaco, aunque claramente interprete aquí - una vez más - a su personaje más habitual (el sinvergüenza encantador, o algo así).

La película es pues una rareza por muchos motivos y está bien resuelta, pero algunos puntos del guión y en concreto del tratamiento de uno de los personajes femeninos, le hace perder muchos puntos.

Si hubiera estado presente en el rodaje de esta película le habría dicho a Camus: “¡Ánimo, mete caña! Más ritmo, menos palabras”
Porque la intriga de la trama, incluso transcurrida una hora, sigue interesando, como siempre que matan a alguien y hay que adivinar quién.
Pero la película se detiene demasiado en aspectos desechables. Y todo transcurre con una lentitud exasperante. Para eso están las elipsis.
El mismo Closas anuncia que el final va a ser espectacular...Si él lo dice... Es de un previsible que apesta. ¡Uf!
Empeora todo una música, que estaba entonces muy de moda para el thriller, una especie de jazz. Mala y repetitiva.

He leído por aquí y por allí que es una cinta curiosa... lo que no quiere decir que sea ni medio buena (esto último es cosecha mía).
Y es que en definitiva y tras haberla visto entera, se trata de un algo menos que mediocre trabajo del más tarde bastante grande Mario Camus, que guionizó junto con la ¿inestimable? ayuda de Carlos Saura. Pues bien, ¡se lucieron de verdad!
Y es que resulta a todas luces ridícula, inverosímil, con fallos en el guión y situaciones algo bochornosas que no tienen la más mínima credibilidad.
Sí, el gran y siempre recordado Alberto Closas está estupendo, pero es que siempre lo estaba. Pero eso no es suficiente para levantar una cinta vulgar, no en el plano técnico quizás, pero sí con mínima credibilidad y convencimiento en el resultado final.
Todo se ha de aceptar porque sí y la resolución del caso no puede ser menos climática de lo sosa y traída por los pelos que es.
En fin, que yo me la he tragado entera, pero ha sido una pérdida de tiempo.

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