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Perdidos en La Mancha (Lost in La Mancha)

Documental En el año 2000 Terry Gilliam intentó llevar el Quijote a la gran pantalla en un proyecto llamado "El Hombre que Mató a Don Quijote". Sin embargo, una serie de desgracias para la historia del cine hace que nos tengamos que conformar con el documental "Lost in la Mancha" de Keith Fulton y Louis Pepe sobre el rodaje de éste magnífico sueño de Gilliam en España. En él veremos como los técnicos se desesperarán por el modo de trabajar de ... [+]
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
15 de octubre de 2005
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un ejemplo de cómo nunca hay que hacer las cosas en el cine.

El extravagante director, Terry Gillian, en todo momento tiene una imaginación desbordante (aunque dudo mucho que su estilo visual sobrecargado fuera el idóneo para retratar las fantasías de Don Quijote) y una actitud eufórica, pero no dialoga bien con el resto del equipo y es demasiado exigente para el presupuesto que tiene. No pudo soportar todo el peso de la película.
Es inevitable que el espectador no se desespere con los acontecimientos que se suceden. A la mala planificación se une la mala suerte. ¡Mira que no planificar los posibles diluvios de las Bárdenas en esa estación del año...! Es como ir a rodar a Valencia a finales del verano y no prever una posible "gota fría". Tampoco es buen lugar para rodar un desierto sobrevolado por aviones militares, ni la acústica de un simple almacén.

Que no se os olvide contratar los seguros necesarios cuando rodéis en estas situaciones y con algún actor ya mayor.
Como dice el refrán, "a perro flaco, todo se le vuelven pulgas".
jastarloa
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10 de diciembre de 2007
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2000 Terry Gillian se hizo con los servicios de los directores Keith Fulton y Louis Pepe para que rodaran el making off de la película en la que estaba trabajando en aquellos momentos, “El hombre que mató a Don Quijote”, una versión libre y postmoderna de la afamada novela de Cervantes.

La mala suerte y las incidencias se cebaron con la película de Gillian, hasta el punto de que ésta tuvo que ser suspendida a los 6 días de rodaje, por lo que, si nos atenemos a una lógica puramente comercial, la cancelación del rodaje de la película debería haber supuesto automáticamente la suspensión de su consiguiente making off, pero no sucedió así. El documental de Fulton y Pepe siguió adelante, se finalizó, y se convirtió en el testimonio de meses de trabajo y de ilusiones creativas que nunca llegaron a materializarse en una película.

Imprevisiblemente lo que inicialmente tenía que ser un making off, se trasformó en la crónica de un fracaso, diario audiovisual del derrumbe de una producción cinematográfica. Una propuesta temática atrevida, pues si bien los making off son documentales con una clara vocación promocional sobre la realización de un filme, “Lost in la Mancha” es la reivindicación de un “no filme”. Un documental sobre una película que nunca existió, y que hoy por hoy solo existe en la cabeza de Terry Gillian. Una vuelta de tuerca al género documental de los making off en la que algunos críticos han querido ver el primer “un-making off” de la historia del cine y producto pionero de, quizás, un nuevo subgénero documental.

Inicialmente, y durante buena parte de la película, “Lost in la Mancha” si que se desarrolla como un making off, no en vano era lo que pretendía ser. Recoge declaraciones del equipo técnico y de los actores, incorpora los storyboards de Gillian, muestra la lectura del guión y los ensayos, y da testimonio de los primeros días de rodaje. Pero la desgracia cae sobre la película, y una serie de acontecimientos desafortunados truncan el proyecto. Del desmantelamiento de la película y los sinsabores que esto provoca a su director, Terry Gillian, y sus colaboradores más allegados se hace eco el documental.

De una manera tragicómica, a la par que íntima, “Lost in la Mancha” relata como, una vez más, la frialdad de los números, el mecanicismo de la industria cinematográfica, y los imperativos económicos se acaban imponiendo a la emotividad creativa, que no entiende ni de números, ni de rentabilidades. Estableciéndose así un paralelismo metafórico del personaje literario a adaptar, Don Quijote, y el director de dicha adaptación cinematográfica, Terry Gillian, quien, al igual que el hidalgo cervantino, verá como sus sueños e ilusiones se desvanecen ante el envite de la cruda realidad. Los inversores, los aseguradores, y la falta de liquidez serán las aspas del particular molino que derribe a Gillian.
FERNANDO BERMEJO
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24 de noviembre de 2006
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terry Gilliam puede ser un loco genial, un iluso útopico o simplemente un tipo con demasiada imaginación, pero por encima de adjetivos es un artista. Y este documental sobre el rodaje fracasado de su proyecto "The man who killed Don Quixote" nos enseña como el proceso creativo es a veces un camino demasiado doloroso y complicado.

Resulta casi imposible creer como la mala suerte se va adueñando del rodaje. Desde el primer día va hundiendose poco a poco. Inclemencias temporales, retraso de los actores, falta de comunicación entre Gilliam y su equipo, aviones que pasan en pleno rodaje y hasta un protagonista de 70 años con una hernia... En fin, un caos absoluto que termina con la entrada en escena de de las aseguradoras y de los señores que ponen el dinero.

Ojalá algún día veamos la película terminada, porque las pocas escenas filmadas son fántasticas. Impresionante el mini trailer con los tres "gigantes" avanzando hacia la cámara. Recomendada para fans de Terry Gilliam, que sabe que el fracaso absoluto puede ser la más resplandeciente victoria.
lutran
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26 de julio de 2005
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy seguro de que la película de Don Quijote hubiera sido magistral.... pero cuando todo se pone en tu contra te ves desesperado y sin ánimo de seguir hacia delante con el proyecto. Esto es lo que le sucedió al maestro Gilliam al intentar rodar su proyecto más ambicioso. Una serie de catástrofes que hizo imposible continuar el camino. El documental está tratado para hacer sacar una sonrisa al espectador, viendo todos los problemas que se van desencadenando a medida que pasan los días... y en verdad hace gracia, pero, también es cierto que sientes una profunda pena porque no vamos a poder ver (por el momento) la gran pelícuala que Terry Gilliam tiene en su cabecita, y conociendo la cabeza de Gillian y sus ideas... Nos va a tocar esperar.
abelitto
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4 de octubre de 2010
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pobre Terry Gilliam, ese ex Monty Python kamikaze, dominado por una desbordante imaginación incontenible que no puede evitar intentar plasmar en celuloide, caiga quien caiga. Y en este caso, todo lo que pudo caer, cayó. Y de qué manera.

El proyecto soñado de su vida, una reinterpretación de "Don Quijote de la Mancha" bajo su extravagante prisma particular, se fue al garete por una serie de catastróficas desdichas que diríase fueran cosa de vudú. Lluvias torrenciales, irrupciones de cazas aéreos arruinando con su estruendo una escena tras otra, interiores que no eran estudios sino almacenes de carga, inversores tránsfugas, Quijotes herniados, Dulcineas indispuestas... tal cúmulo de desgracias concatenadas que cualquier persona cabal no haría sino tirar la toalla; pero ahí está Gilliam, erguido en la intemperie, batallando contra viento y marea, haciendo frente a las adversidades con empeño, ilusión y terquedad, como el hidalgo manchego empeñado inútilmente en derrotar a esos gigantes con aspas en lugar de brazos.

El cómo no se hizo "The man who killed Don Quixote" es un documental la mar de curioso para ver cómo se mueven los entresijos de un rodaje, las diferentes etapas en la creación de lo que se supone llegará a ser celuloide; sí, sí, celuloide, películas, esas cosas que desde la comodidad de nuestro asiento y pose de sobrados solemos despellejar con alevosía y nocturnidad en estas páginas.

Y no es más que un trabajo, un trabajo de cojones, que depende de múltiples factores: director, guión, actores, clima, financiación, beneplácito de los productores y mil y un equilibrismos hasta llegar a ese resultado final llamado film. Al amigo Terry no pudo torcérsele más la cosa, y así lo vemos: con drama, humor negro, esperanza, desilusión, alegría y frustración; la odisea de un cineasta irreductible pese a todo, empeñado testarudamente en cristalizar la obra de sus sueños, aunque éstos no hagan sino estrellarse una y otra vez contra los molinos de la puta realidad.

Siguiente intento: 2011 con Ewan McGregor y Robert Duvall. Recemos.
RandolphCarter
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