Haz click aquí para copiar la URL

Gonin

Acción. Intriga. Thriller Cinco hombres que tienen cuentas pendientes con la yakuza, acuerdan un plan para robar más de cien millones de yens a la mafia japonesa. El problema es que la jugada les sale mal, y el jefe de los yakuza contrata a un implacable asesino a sueldo que buscará a los responsables... (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
4 de junio de 2008
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace ya bastante tiempo deseaba ver la ficha de esta película por estos lares. Aquí está por fin y me alegra ser el primero en ponerle una crítica.
Para empezar, no es ninguna casualidad que Gonin sea por méritos propios, una de las mejores películas japonesas de los noventa.
Detrás de las cámaras se encuentra Takashi Ishii, dibujante de cómic adulto en los setenta y posteriormente guionista de series. A destacar su participación como guionista en la adaptación de uno de sus cómics en 1978, Tenshi no harawata. Que a finales de los ochenta volvería a ser llevada al cine, pero en esta ocasión con Ishii como director.

Gonin no es nada más y nada menos que la plasmación directa de un mundo de violencia, sexo, yakuza y venganzas. Es un conjunto bien orquestado en el que prima la ambientación oscura, que tan presente está en el estilo del creador.
Tampoco es ninguna casualidad que los cinco personajes protagonistas sean un grupo de perdedores.
Está el dueño de la discoteca, aparentemente rico pero endeudado hasta las cejas. El gigoló homosexual con su particular estética, una prueba más del estilo manga que se impone. El que trabaja en un local donde se juega a béisbol, colocando las pelotas en la máquina. El padre de familia que ha perdido su empleo, tocando continuamente la delgada línea de la locura. Y el ex policía que ha acabado de portero en un bar.
Todas las variantes del clásico perdedor, que se encuentran en esta historia y deciden unir sus fuerzas para robar a la yakuza cien millones de yens.

Visualmente sublime y con un montaje ágil e inteligente. La estética manga se deja notar en muchas de las secuencias de la película y en los personajes que habitan ese mundo. Estoy recordando esos planos del joven punk navaja en mano o el padre de familia y su continuo tic facial, que no presagia nada bueno.
En medio de todos estos elementos, se coloca una trama romántico amorosa entre dos de los protagonistas, expuesta de manera sutil, sin llegar a ser algo explícito o desagradable y que precisamente va tomando forma conforme avanza la trama.
Se puede considerar a esta película en parte, como uno de los orígenes bastardos y en parte como la influencia de todos esos mangas y animes del nuevo milenio. Claro que esto es una valoración a título personal y que puede que poco o casi nada tenga que ajustarse a la realidad. Aun así, es totalmente recomendable su visionado tanto a los fans de este género, como a los que como un servidor se ven atraídos por las historias de yakuzas. Por esto y por la presencia de un maestro como Takeshi Kitano. Esta vez dando vida a un asesino implacable, que tiene como misión acabar con la banda de ladrones.
JVMarq
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de noviembre de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre rico sumido en una gran deuda con la consabida mafia japonesa (Yakuza), amenazado de muerte por su falta de pago, golpeado, humillado y mancillado en su honor (todo sabemos que para los japoneses es sagrado).
Para pensar lo mejor ir a dar unos tiritos en una cancha con un bate de beisbol, allí conoce a un hombre un poco tarado, que recientemente nos enteramos de su pérdida de empleo después de muchos años en la empresa, como muchos hombres oculta esa información a su familia por miedo al des honor y la vergüenza. Tras una discusión se hacen amigos.
Tras ir a ver al jefe Yakuza y doblegarse empieza a gestar nada más enloquecido que robarles, para eso forma un grupito, el hombre de familia, un ex policía vigilante de un puticlub, un drogata enamorado de una prostituta y un muchacho gay muy impulsivo que frecuenta la discoteca de él.
El plan es entrar a punta de pistola y robar el dinero de la mafia, nada más sencillo y descabellado que eso, en principio sale bien, lo peor es cuando la Yakuza contrata a dos matones (Takeshi Kitano) el jefe y su joven amigo.
Como base está muy bien y en momentos es cómica, la acción hay que esperar para verla, pero aun así es interesante el desarrollo del film, para mí el personaje más interesante es el de Takeshi, la pena que sea un papel corto, un matón como dios manda, disparando sin mediar palabra, no como en algunas películas que el despiadado asesino se tira dando la brasa hasta que lo mata el bueno (parodia que reflejan muy bien en El último gran héroe).
Film recomendable para aquel que no lo vio, tiene una segunda parte de la que haré la crítica a continuación.
max
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de agosto de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Por méritos propios, "Gonin" figura como uno de los más brillantes y salvajes "thrillers" asiáticos jamás realizados.
La historia de cinco hombres desesperados que harán lo que sea por cambiar sus vidas; una historia de sangre, venganza, traición, dolor y, sobre todo, dinero.

El reputado artista de cómics para adultos reciclado en director de cine a finales de los '80, Takashi Ishii, siempre supo inmiscuirse en los terrenos del "thriller" y el drama con mucha habilidad, lo que puso de manifiesto en "A Night in Nude" o "Alone in the Night", buenos films aunque tristemente desconocidos para la mayoría; Ishii imprimía a sus trabajos grandes dosis de violencia, erotismo y crítica social introduciendo a sus estereotipados personajes en ambientes sórdidos y sucios, influenciándose del más clásico cine negro y las historias de yakuzas, perdedores y criminales de la vieja escuela.
Sin embargo poco tienen que ver sus anteriores obras con "Gonin". Mientras el cineasta siempre desempeñaba su labor en producciones de bajo presupuesto, en esta ocasión su guión es respaldado por la poderosa Shochiku para concebir la que sería su obra maestra. El director nos vuelve a traer ni más ni menos que la clásica historia de perdedores y desamparados, de tipos rodeados de violencia y viviendo más mal que bien en un mundo corrupto, dominado por los más fuertes, un mundo repugnante y gris donde el tener esperanzas e ilusiones se puede evaporar rápidamente con el silbido de una bala.

Mikihiko Bandai, propietario de un pub cargado de deudas con el clan yakuza Okoshi-gumi. Junichi Mitsuya, timador de poca monta y supuestamente amante del anterior. Kaname Hizu, ex-policía aficionado al juego que ahora trabaja como vigilante en un bar de mala muerte. Shohei Ogiwara, padre de familia en paro con una crisis mental progresiva. Jimmy, un joven trastornado que mantiene a una chica sin pasaporte extorsionada por la misma mafia. Cinco tipos unidos por el aciago destino y agravados por una pésima situación económica cuyas ambiciones les llevan a aliarse y planear el robo de 100 millones de yenes al clan yakuza que presiona a Bandai.
Una secuencia de apertura onírica y que sirve de prematuro signo de muerte y desastre al espectador, inicia este relato visceral que empieza y acaba en las mismísimas entrañas donde inicio, nudo y desenlace se prestan a una historia de sencilla apariencia; pero no es tanto más importante qué se cuenta como el qué va sucediendo y cómo según la visión que Ishii arroja sobre el Mundo que nos rodea, una visión torcida y rematadamente despiadada de la realidad de la sociedad y los seres humanos que la pueblan, quienes únicamente se sirven, se nutren y viven de violencia, la cual pasa a través de ellos incesante y ferozmente. Una violencia que se ejerce en maestro de ceremonias, en auténtico motor de la trama, dominando a todos y cada uno de los personajes, atrapados y atormentados hasta la extenuación.

Personajes cuyo avance en pos de lograr la felicidad o la redención no se dará de otro modo salvo a través del dolor, la ambición y el sufrimiento. Tras perpetrarse el atraco, excitante y frenético, Ishii, haciendo las veces de espectador demasiado clarividente ante el progreso de la inhumanidad, prepara el escenario para una verdadera carnicería donde se trascienden todos los límites de la locura y el horror; así nos veremos sumergidos en una cacería despojada de toda ética donde los cinco hombres intentarán sobrevivir a pesar de verse acorralados por dos crueles asesinos a sueldo, representación inequívoca de la muerte y la destrucción.
Juegos de masacre y masoquismo, de intercambio de mezquindades, de placeres perversos e irreprimibles a través de aberrantes atmósferas (tremendamente detallistas, sobresaliendo en su aspecto formal la fotografía de Yasushi Sasakibara y una arrolladora puesta en escena) impregnadas de un calor agobiante donde el rojo de la sangre se confunde con el blanco del fulgor de los neones y de los disparos. Desde el "Gohiki no Shinshi" de Gosha, "La Jungla de los Gangsters", "Atraco Perfecto" o "La Jungla de Asfalto" pasando por Scorsese, Fukasaku, Suzuki, Hasebe o Peckinpah, Ishii se nutre de poderosas influencias al tiempo que deja patente su estilo único, sombrío, recargado de una ácida ironía y adornado con salvajes estallidos de violencia gráfica y grandes momentos de acción.

A los geniales Koichi Sato y Masahiro Motoki (cuyos personajes están marcados por una relación como los de Kazuma y Kyoya, sus superficies de proyección, lo que tendrá su repercusión en el encuentro final) y los habituales del director Jinpachi Nezu, Naoto Takenaka y Kippei Shiina, sorprendentes por igual, con la preciosa Megumi Yokoyama encarnando a Nami (retornando en el universo de Ishii), destaca la colaboración de un Takeshi Kitano en su papel más detestable y aterrador, junto al del Uehara de "Boiling Point", como el asesino Kyoya, que encarnaría poco después de recuperarse del trágico accidente que le desfiguró y dejó medio cojo (el parche que lleva por los fluidos que aún le brotaban del ojo sirve de inconsciente tributo a "look" de Bunta Sugawara de la 5.ª parte de "Batallas sin Honor ni Humanidad").
Una obra retorcida, macabra, vibrante y sórdida que se define como el cénit de la creatividad del cineasta; mientras se distribuyen los más significativos simbolismos y metáforas uno puede sentir el crujir de los huesos y el olor de la sangre porque, aunque sean los protagonistas los que se matan y destrozan, al espectador le duele, de puro bestia. Al año siguiente Ishii estrenaría la innecesaria "Gonin 2" y, tal como Kitano retornaba a su cine de yakuzas con "Outrage" en 2.010, éste hizo lo propio en 2.015 con la aceptable "Gonin Saga" para resucitar de algún modo el espíritu de la original, que funciona como su verdadera secuela.

Pero ninguno de esos films, ni los posteriores realizados durante su carrera, estarían a la altura de la incuestionable obra maestra que es "Gonin".
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow