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Historia de fantasmas de Yotsuya

Terror Las relaciones amorosas entre el despiadado ronin Iemon y la bella Iwa no cuentan con la aprobación del padre de ésta. Iemon lo asesina y huye a Edo con Iwa y su hermana, Sode, aparentando inocencia ante ambas. Poco después, una joven perteneciente a una familia poderosa, Ume, se enamora de Iemon, lo cual motiva que el ronin, aconsejado por sus cómplices, mate a Iwa, con el fin de casarse con aquélla y superar sus míseras condiciones de vida. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
15 de julio de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el folclore japonés, una mujer es el ser más inofensivo del mundo... Hasta su muerte. Porque si resulta que has sido un mal marido que la ha hecho sufrir en vida, esa criatura sumisa y complaciente a la que conociste volverá del más allá convertida en un fantasma sediento de venganza, que te atormentará sin piedad.

'Ghost Story of Yotsuya', en su origen una obra de Kabuki, es una de las historias de fantasmas más populares en Japón, que supera las cincuenta adaptaciones al cine. La trama se toma su tiempo, antes de arrancar con lo espectral, para mostrar las fechorías de Iemon, un mezquino samurái que no duda en pasar por el filo de su espada a todo aquel que supone un obstáculo para su ambición. Uno de esos malos de libro, prototipo de personaje clásico de película de terror, cuya inmoralidad está tan subrayada que cuando su castigo le llega desde el mundo sobrenatural, el sádico que hay en cada uno de nosotros está deseando verle padecer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miguel Emegé
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17 de julio de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cualquier aficionado al cine japonés que viva en España se dará cuenta de lo difícil, o muy difícil, o imposible, que resulta ver cine japonés de género, al menos en los canales habituales (dvd, filmotecas), y especialmente si es de décadas pasadas, por lo que, cuando se da la oportunidad, hay que aprovecharla al máximo y al instante, como un kamikaze de la cinefilia. Una de estas oportunidades especiales se me presentó hace unos días cuando pude ver, en el Cine Doré de la Filmoteca Española, en Madrid, "Tôkaidô Yotsuya kaidan", una producción Shin-Toho dirigida en 1959 por Nobuo Nakagawa, basada en una obra de teatro "kabuki", que, al parecer, cuenta con muchas más adaptaciones cinematográficas.

La película de Nakagawa está bien, en general, aunque vista hoy día resulta un tanto ingenua y maniquea: los malos son muy, pero muy malos; los buenos son muy, pero muy buenos. Por otro lado, el fantasma de la mujer asesinada, con el pelo largo y negro, la tez pálida, y el rostro desfigurado, es, posiblemente, un icono de largo recorrido en la cultura audiovisual japonesa -como prueban los fantasmas de algunos episodios de la posterior serie televisiva de animación "Doraemon" - , y el plano en el que este fantasma femenino aparece pegado al techo de una habitación, uno de los mejores momentos del film, seguramente fue copiado por John Carpenter años después para "Vampiros de John Carpenter" (John Carpenter´s Vampires, 1998). El trabajo con el color, y con la composición del plano, es, por otro lado, digno de reseñar.
Pedro Triguero_Lizana
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6 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No parece que arranque del todo y va a ritmo más bien lento, poco a poco sin querer sin embargo se va cocinando una historia que tiene sus mejores momentos en la última parte, como tiene que ser en realidad en el tipo de cine orientado a la consumación de una venganza que todos deseamos. Para que llegue finalmente la satisfacción por parte del espectador de esa venganza, ha de quedar clara la mezquindad de la otra parte, y es ahí donde en parte necesariamente la película se recrea, en la parte masculina, cuya actitud es de una crueldad sin límites. No hay justicia sin una buena represalia, no hay buen cine sin un final como el de "Historia de fantasmas de Yotsuya".

¿Esa excesiva maldad es necesaria?; yo entiendo que sí, pero por necesidad, para obtener el efecto coherente que se produce de estirar tanto como sea posible por un lado. Es además ciertamente una película con moraleja, de fantasmas y de irrealidades, sí, pero con moraleja: nadie puede permanecer impune después de tanta tropelía seguida. Se produce ese efecto rebote necesario, desde la parte femenina, y el espectador en ese sentido no puede estar más de acuerdo. Por ello creo que es un relato universal y por ello creo que "Historia de fantasmas de Yotsuya" es buena, independientemente de las afinidades cinéfilas.

Si además al espectador que cae aquí (es complicado llegar, es cine minoritario) le gustan las de terror, el goce está asegurado. No quiero acabar sin elogiar el uso de la fotografía en color, evidentemente una película así sólo se puede realizar con un buen uso del color. Hasta ahora no he querido compararla con "Kwaidan" de Kobayasi, pero no deja de sorprenderme que una es de 1959 y otra de 1964... Y la de Kobayasi es posterior. Mejor o no, eso da igual, lo que está claro es que la calidad de su estética es un elemento decisivo.
Luisito
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4 de agosto de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Engañada, maltratada, traicionada y sentenciada a muerte, Oiwa se arrastra en la habitación, cubierta por la penumbra, mientras le arde la cara, el pelo se le cae y se le debilitan las extremidades...
Su rostro en el espejo no es el de una bella mujer, sino el de un monstruo, y por ello clamará venganza.

El culpable es Iemon Tamiya y todo ello se trata en la historia de fantasmas "Tokaido Yotsuya Kaidan", la más famosa de su género desde que se estrenó como obra kabuki en 1.825 del puño y letra del autor Katsujiro, cuarto miembro de la generación Nanboku; la historia sobre un hombre infame, cruel hasta las últimas consecuencias, que termina en un complot contra la vida de su mujer para más tarde ser perseguido por su espíritu vengador, causó un furor tremendo en la época no sólo por su violencia y uso del horror fantástico, sino por la reversión del papel de la esposa sumisa, estándar de la tradición japonesa, transformada en asesina.
La que nos ocupa sólo es otra más de una extensa lista de versiones cinematográficas, pero ha llegado a ser la más conocida e influyente; en competencia con la que deseaba estrenar Daiei el mismo Julio de 1.959, Shintoho le ofrece el encargo a Nobuo Nakagawa, su maestro del horror sobrenatural y hábil en cuanto a profesionalidad y rapidez para trabajar se refiere. El guión, sin embargo, pasa por algunas reescrituras y, como ya era costumbre en el cine, el texto original vuelve a cambiarse para una adaptación mucho más simplificada (teniendo en cuenta el tiempo de rodaje y el bajo presupuesto...).

Pero tanto el guión como el cineasta respetan el origen kabuki y así comienza todo, con una escena directamente teatral rica en movimientos y detalles que parece estar narrada por el penetrante lamento de la misma Oiwa; el segundo sigue haciendo gala de su destreza tras la cámara en un largo plano-secuencia exterior donde el ronin Iemon confronta a Samon, padre de aquélla y en contra de su matrimonio. Los colores de la fotografía de Tadashi Nishimoto (en tonos terrosos por un error en el proceso de montaje) y la labor del genio Haruyasu Kurosawa para con los escenarios y la composición formal dota premeditadamente del aspecto irreal del kabuki al film, al estilo de lo que hizo Kinoshita en "La Balada de Narayama".
Entrará así en escena Naosuke, otro personaje que sirve para subrayar la corrosiva inmoralidad omnipresente que perfila este Japón feudal (tal vez de la era Kanei) muy del gusto del director, quien como veremos apelará a unos altos niveles de violencia, tanto física como psicológica, un tanto inusuales para la época. Se eliminan nombres, la trama reduce sus complicadas intrigas secundarias y el montaje adquiere cierta velocidad; Sode deja de ser prostituta para convertirse en hermana casta e inocente de Oiwa, por ejemplo, dejando que Naosuke la siga deseando.

Cual "jidai-geki", gran parte del metraje reposa sobre las raíces del melodrama, el más doloroso que pueda existir; mientras los hombres son dibujados desde la pura fealdad por Yoshihiro Ishikawa, haciendo de ellos viles asesinos y conspiradores, las mujeres, como las de Mizoguchi, son objetos de deseo que sucumben al maltrato, la forzada servidumbre y el silencio sacrificial y tortuoso, un tétrico escenario de corrupción moral bastante insoportable que desde un lejano plano de realidad es frecuentado por la presencia de las serpientes, signo de mal presagio, muerte y castigo.
En la nómina de actores que han dado vida al ronin nadie se sobrepone a Tatsuya Nakadai en la posterior versión de Shiro Toyoda, pero no desmerece el interpretado por Shigeru Amachi, un Iemon terrible, detestable y, todo hay que decirlo, bastante idiota (obsérvese la facilidad con la que le maneja Naosuke), sin dificultad para ganarse nuestro desprecio en la maraña conspiradora preparada a la pobre Oiwa (encarnada por la heroína de Shintoho, Katsuko Wakasugi, quien puso en riesgo su integridad física y mental en el papel debido a las exigencias del obseso del detalle y el realismo que era Nakagawa).

Quitando todo rastro de importancia a Ume y la familia Ito y su participación en la traición, este último convierte a su musa, quien estaba siempre en un plano secundario, en estrella de la función cuando la tragedia haga de las suyas. De aquí en adelante la inventiva visual también se hace con el protagonismo y la lógica del mundo de los vivos será arañada por formas aberrantes que irrumpen para desfigurarla; con el asesinato de su propia esposa, Iemon ya ha perdido sin remedio su condición humana y ha sido lanzado al Infierno, donde le espera la anterior para torturarle sin piedad.
Se desata un espectáculo delicioso para todo fan del terror sobrenatural: miembros cercenados en brutales actos de violencia, lagos que tornan sus aguas en termas de sangre en ebullición, sombras que emergen desde mohosos rincones para traer el lamento de espectros de piel blanquecina y rostros desencajados, el grito desesperado de un Iemon arrojado al infierno de los pecadores y perversos, una experiencia macabra de pura abstracción que el director a veces filma sin evidenciar la disociación entre mundos (esto es, pasando sin cortes entre escenas desde la realidad tangible a la fantasmagórica en un único plano, dejando que aquí "lo invisible" se infiltre de manera fluida y casi sin alteraciones del espacio).

Y es que antes de su joya "Jigoku", el de Kyoto ya brindó al cine una de las muestras de horror más sólidas, entretenidas y bellamente formales, todo un éxito en su momento que logró hacer sombra a la más cara adaptación de Kenji Misumi y poco después sería elogiada a nivel internacional (para Francis F. Coppola es una obra maestra incontestable del género).
La esforzada Wakasugi, por su parte, queda como una de las mejores encarnaciones de Oiwa...desgraciadamente solapada por Mariko Okada en el film de Toyoda.
Chris Jiménez
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29 de abril de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film desconocido para el gran público pero que el buen aficionado al cine de terror, especialmente los amantes de la oleada asiática de principios del siglo XXI, debería visitar aunque sólo fuese por curiosidad. Y es que resulta cuanto menos curioso comprobar desde cuando ya se utilizaba ese icono fantasmagórico ya tan manido de la mujer pálida vestida de blanco, con pelo largo y negro y rostro desfigurado. Lo más novatos pensaran que esto se creo con RINGU o JU-ON, pero no, ya se puede comprobar en obras cuarenta años más jóvenes como KWAIDAN o la que comentamos ahora.
Esta historia basada en obras del teatro "kabuki" arranca como un melodrama casi telenovelesco, para terminar con una media hora ya dedicada al terror, cuando al fin las apariciones atormentan a los personajes que durante el film han demostrado ser miserablemente crueles.
Con todo, un film un tanto ramplón y no especialmente muy memorable, salvo como referencia de partida para tantos productos que, a partir de la citada RINGU, tambalearon el cine de terror contemporáneo para bien.
Friki del Terror
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