Es como si el grupo de genios que hizo la primera mitad de la película, hubiera sido relevado por otro de obtusos que tomaron a su cargo la segunda mitad. A partir de ahí, las actuaciones, los diálogos y las escenas, se tornan tan plañideras y cursis, tan absurdas, que parecen sacadas de “La pistola desnuda" ("Agárralo como puedas" en España). La alumna tras la red de alambres siguiendo al profesor, es una de las tantas escenas forzadas y ridículas, que van desboronando toda la historia hasta dejarla reducida a una penosa mediocridad. Y créanme, me estoy conteniendo para no revelar la torpeza del final.

¿Qué pasa con los sentimientos en esta página? Estoy diciendo que esta película forma parte de mi infancia y que gracias a Internet pude averiguar su nombre y dar con ella. Pero temo que mi entusiasmo pueril no llegó a calificar como reseña crítica, y fue rechazado. Así que lo intentaré de nuevo:

Como muchas historias de ciencia ficción, esta no se presta para un análisis demasiado serio, y de no ser por alguna que otra escena especialmente perturbadora, podría tratarse de una película para chicos adolescentes. La producción es austera, más pensada para televisión que para cine. Podría inscribirse dentro del rubro “Frankenstein”, es decir, una variante del científico fanatizado, donde tanto criatura como creador participan de la monstruosidad. El aplazamiento de la metamorfosis, no sólo la hace más verosímil, sino que refuerza la atención del espectador, quien deseará acompañar al engendro hasta su última mutación. Los efectos de maquillaje responden a los recursos de la época. Hay algunos fundidos groseros que le restan mérito, aún así, la película no defrauda en absoluto y sigue conservando su frescura original.

Once años antes de que Kubrick haga "Full Metal Jacket”, Bellocchío aparecía con este retrato de la vida en los cuarteles; un expediente sobre la competencia y los rigores de la educación militar. Mientras que un soldado trata de ganarse el respeto de sus compañeros y superiores, la mujer de un capitán aparece para darle un vuelco a toda la historia y complicar aún más las cosas.
Desconozco las repercusiones del film en su momento, pero sorprende que una obra tan intensa no tenga un lugar más destacado en el cine de culto. Por momentos sus gags chapuceros dan toda la impresión de estar ante una comedia boba para adolescentes cachondos. Pero el film no tarda en enmendarse y mostrarnos el fondo oscuro de sus personajes, con sus relaciones escabrosas, atravesadas por los celos, la violencia, la envidia, la soledad y el desamparo. Tanto el humor como el drama corren parejos, y el director sabe dosificar los elementos. Cuando los diálogos abusan del melodrama, el humor irrumpe justo a tiempo para salvarlos.
Repleto de escenas memorables.

Otra película de este director que, junto con “Dillinger ha muerto”, se suman a mi lista de infravaloradas.
El peor insulto para un director serio es que alguien vea sus películas porque alguna actriz del momento muestre el culo o las tetas. Este proyecto va mucho más allá de una Ornella Muti como recurso decorativo o de taquilla. Al contrario, las actrices que desfilan no tienen desperdicio, personajes tan desquiciados como el protagonista mismo. El sexo es a los personajes femeninos, lo que el alcohol y la escritura al protagonista: un infierno del que no pueden ni quieren salir.
Ben Gazzara, para muchos un actor intrascendente e insulso, aquí se reivindica y más de uno lo verá con otros ojos. Desconozco los trabajos de Gazzara junto a John Cassavetes, pero su profusa trayectoria en el cine parece cobrar sentido a partir de esta obra.
Salvo a los palomiteros, no entiendo que esta película pueda parecerle aburrida o lenta a nadie. Por el contrario, todo el tiempo los personajes nos llevan de la risa al asombro en situaciones que sobrepasan el absurdo.

Uno de los cuentos más conocidos de Leopoldo Alas llevado a la pantalla grande. Ambientación, actuaciones, registros diversos, todo lo hicieron bien en esta película. Cuando la tensión dramática viene a mezclarse con la mirada inocente de los niños, entonces la poesía asoma en los contornos, la más sublime y honesta poesía, que desde los tiempos de “La vida es bella”, ya casi teníamos olvidada.