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Voto de Frank Booth :
8
7.0
25,816
Drama
Un matrimonio con tres hijos vive en una mansión en las afueras de una ciudad. Los chicos, que nunca han salido de casa, son educados según los métodos que sus padres juzgan más apropiados y sin recibir ninguna influencia del exterior. Creen que los aviones son juguetes o que el mar es un tipo de silla forrada de cuero. La única persona que puede entrar en la casa es Christine, guardia de seguridad en la fábrica del padre. (FILMAFFINITY) [+]
3 de noviembre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Su brillante puesta en escena, y especialmente sus perturbadoras premisas, crean un film, único, incomparable y especialmente magnético que aguarda suspense, sexualidad, intriga, y un juego rocambolesco de humor negro y psicologismo que come de la mano de las perversiones más intimas de Lanthimos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Quizá podríamos aventurarnos como espectadores a crear hipótesis sobre lo arriba que quiere poner las expectativas el largometraje, desde abarcar la dualidad de nuestra realidad, con el Mito de la Caverna de Platón a la tesis del constructivismo psicológico de Piaget y Vigostsky o quizá más afinado aún; una crítica a la educación humana desde la comparativa entre la psicología inversa y el refuerzo positivo , la base de la educación de nuestras mascotas y que de alguna manera son parte de lo incuestionablemente más querido que tenemos.
Pero no seria más que parafernalia, aviones de plástico aterrizando en un jardín o madres amenazando a sus hijos de que parirán un perro. Creo sinceramente que la suerte de Lathimos es precisamente, convertir sus perversidades en una teatralización coherente y finita, sin más, pero con todo el valor que se debe presuponer a un experimento complicado pero eficiente, que es tan imposible que no interpele a tu sensibilidad como que lo olvides.
Pero no seria más que parafernalia, aviones de plástico aterrizando en un jardín o madres amenazando a sus hijos de que parirán un perro. Creo sinceramente que la suerte de Lathimos es precisamente, convertir sus perversidades en una teatralización coherente y finita, sin más, pero con todo el valor que se debe presuponer a un experimento complicado pero eficiente, que es tan imposible que no interpele a tu sensibilidad como que lo olvides.