Splice: Experimento mortal
5.0
10,583
Ciencia ficción. Thriller. Terror
Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son dos brillantes científicos que, por medio de la ingeniería genética, se dedican a crear variaciones de especies conocidas. Aunque han alcanzado el éxito, su ambición les hará perder el control, cuando, en secreto, decidan llevar sus experimentos más allá de la moral. Combinando ADN humano en sus experimentos genéticos obtendrán un nuevo escalón en el árbol evolutivo actual. (FILMAFFINITY)
16 de junio de 2010
16 de junio de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Natali es un tipo con ideas, un director al que le importa más el contenido que el continente, lo cual se agradece. Pero es que es una pena que se desaproveche su talento por no saber desarrollar historias correctamente. Ya le pasó con la buenísima e imperfecta Cube.
Con Splice vuelve a tropezar en la misma piedra. La idea base no es tan brillante como la del cubito, no es ni siquiera muy original, pero podría ser una vuelta de tuerca interesante en el género de científicos que juegan a ser Dios y la acaban liando. Lástima que peque tanto de convencionalismos en el guión, en la dirección y en el desarrollo de la historia, haciendo perder el interés de vez en cuando y malgastando el tiempo en escenas de tensión y suspense propias de un telefilm. Y hablando de telefilms, ¿a qué viene eso de Experimento Mortal? ¿Acaso la protagoniza Van Damme o Seagal? De verdad que no sé en que se basan las distribuidoras para poner los títulos.
Brody no es que se deje la piel por su personaje precisamente, pero Sarah Polley sí realiza una convincente interpretación. Y eso sí, el bicho en cuestión no es que sea una maravilla de los efectos especiales, pero está bien hecho y diseñado.
Recapitulando, es una película que se deja ver, pero que ofrece menos de lo que promete. Un 5'5. Una pena.
Con Splice vuelve a tropezar en la misma piedra. La idea base no es tan brillante como la del cubito, no es ni siquiera muy original, pero podría ser una vuelta de tuerca interesante en el género de científicos que juegan a ser Dios y la acaban liando. Lástima que peque tanto de convencionalismos en el guión, en la dirección y en el desarrollo de la historia, haciendo perder el interés de vez en cuando y malgastando el tiempo en escenas de tensión y suspense propias de un telefilm. Y hablando de telefilms, ¿a qué viene eso de Experimento Mortal? ¿Acaso la protagoniza Van Damme o Seagal? De verdad que no sé en que se basan las distribuidoras para poner los títulos.
Brody no es que se deje la piel por su personaje precisamente, pero Sarah Polley sí realiza una convincente interpretación. Y eso sí, el bicho en cuestión no es que sea una maravilla de los efectos especiales, pero está bien hecho y diseñado.
Recapitulando, es una película que se deja ver, pero que ofrece menos de lo que promete. Un 5'5. Una pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como pasó con Cube, Natali da opción a futuras secuelas que seguramente no rodará él, pero sí que recolectará billetes.
1 de agosto de 2010
1 de agosto de 2010
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy un confeso admirador de la ciencia ficción. Siempre he disfrutado con películas que sitúan al hombre en un contexto diferente al actual, o que fantasean con reacciones científicas/biológicas peligrosas para el futuro de la humanidad. Claro que para eso hace falta algo tan sencillo y a la vez tan complejo como es la imaginación. De esta manera me resulta paradójico que el director que nos regaló la interesante “Cube” y que años más tarde nos deslumbró con la estética de “Cypher”, ahora caiga en el más estrepitoso fracaso replicando una vez más títulos como “Alien” o más concretamente, la infame saga de serie “B”, “Species (especie mortal)”. Para colmo de males, en toda la película se percibe un evidente tufo de moralina contra los experimentos genéticos, cosa que hace aún más ridículo todo el planteamiento: una pareja de científicos está a punto de realizar uno de los mayores descubrimientos médicos de la historia, cuando crean dos seres genéticamente modificados y que son capaces de sintetizar unas extrañas proteínas capaces de acabar con muchas de las enfermedades actuales. Pero justo en el momento en que quieren avanzar en su experimento y añadir información genética humana, la empresa que los financia decide cerrar la historia, no vaya a ser que la liemos con los experimentos. (SIGUE EN SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como la científica es muy intrépida y entregada, decide hacer de su capa un sallo, y lo hace por su cuenta, creando un híbrido entre humano y vaya vd. a saber qué. Ahí es cuando ya uno estalla en carcajadas, viendo cómo el ser va evolucionando y convirtiéndose rápidamente en toda una mujercita, pasando en poco tiempo todas las fases del crecimiento humano, desde jugar con una barbie que le regalan, hasta la coquetería adolescente. Un verdadero recital de despropósitos, que además de ser completamente ridículos, no resultan en absoluto creíbles. Resulta verdaderamente penoso que la impresionante fotografía de Tetsuo Nagata –a quien ya tuvimos oportunidad de admirar en “Paris, Je t’aime”- y la ambientación de la película, y las esforzadas interpretaciones de Adrien Brody –recordemos, Oscar al mejor actor por “El Pianista”- y Sarah Pollye, queden miserablemente desaprovechadas con el paupérrimo resultado de este refrito que no tiene ni un ápice de originalidad. Solo busca apabullar con algunas secuencias visualmente muy espectaculares, pero que a la postre, solo provocan la carcajada del espectador en los momentos dramáticos supuestamente álgidos de la historia. Un título completamente olvidable, que merece no figurar en ninguna parte, y por supuesto, ser eliminado de la filmografía de sus protagonistas… e incluso de su director.
21 de marzo de 2011
21 de marzo de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un popurrí de elementos extraños que enganchan al espectador hasta el final. Los científicos por ejemplo van en plan Emo-rockero y no se entiende muy bien el porque. Una vez que llega el final, se empieza uno a preguntar porque no ha parado de verla antes. porque la verdad es que es pésima y por mucho que esperes que pase algo, no va a pasar. A no ser que el espectador encuentre excitante ver las penosas escenas de sexo de circo de los horrores, creo que es mejor evitar ver esta película que es la peor de la historia del cine de ciencia ficción!
29 de julio de 2010
29 de julio de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene un comienzo interesante, un desarrollo más que aceptable y un final ridículo; tópico y con olor a rancio. Amén del subtítulo made in Spain, Vincenzo Natali destaca por su visión para nada convencional del cine. Splice pretende ser un thriller inquietante y conmovedor, pero al final se queda en el eterno film con monstruo.
4 de agosto de 2010
4 de agosto de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante nueva propuesta de Vicenzo Natali, el otrora novel director revelación que sorprendió al mundillo del fantastique con su magnífica ópera prima “Cube”. Ahora nos descubre un film mucho menos revolucionario pero igualmente perturbador, adscrito al consabido subgénero de las criaturas de laboratorio rebeldes a sus “mad doctors” creadores, con evidentes ecos a producciones Hammer como “Frankenstein creó a la mujer” (Terence Fisher, 1967).
Los FX son espléndidos, con unos diseños de los diferentes estados del ser realmente fascinantes y originales. Destaca también un marcado carácter realista dentro de sus parámetros de film de temática fantástica en muchos detalles, como en el hecho de que absolutamente todo el instrumental y el laboratorio genético que vemos, son reproducciones de material científico real, no fruto de la imaginación del realizador. La puesta en escena destila aires clásicos y su fotografía es magnífica, con un próvido uso del encuadre y un perfeccionismo formal que desgraciadamente no se aplica al irregular guión, que tiene sus altibajos con un desarrollo tambaleante, sobre todo en su segunda mitad. A pesar de esto, el film plantea cierta incomodidad ética y estética en su tratamiento que la convierte en una de las producciones con más meollo de la última ciencia ficción.
“Splice” nos ofrece la historia de los instintos y los impulsos que rigen las decisiones y comportamiento de su trío protagonista: Clive (Adrien Brody) brillante genetista que cede a su ambición y Elsa (Sarah Polley), igualmente genial en su campo de investigación pero aún menos precavida que su compañero sentimental, desatarán el experimento que resultará en la creación de Dren (Delphine Chaneac), imposible ser quimérico cuyo mutante y desconocido metabolismo depara a través del metraje una sorpresa tras otra.
En el fondo, más allá de los terrenos del cine de monstruos, es un drama fantástico sobre la irresponsabilidad e incomprensión humanas ante lo desconocido. Natali parece advertirnos que a pesar de nuestra inteligencia, de los avances científicos de los que somos capaces, de poseer las grandes claves que abren las puertas a los mapas de la vida, nuestra iniquidad existencial nos avoca indefectiblemente al acto destructivo. Tratar a Dren como experimento, como prisionera, como monstruo, cediendo a los impulsos egoístas y los intereses lleva al caos y a la catástrofe.
Dren obedece a su imperativo instinto de reproducción y supervivencia frente a unos padres que no saben cómo lidiar con su incomprendida e incomprensible criatura, limitándose a aislarla del mundo exterior, utilizarla y observar, y esta se revela por su libertad y su instinto, mediante su desconocido e intratable poder depredador. Un trágico triángulo de amor bizarro, disfuncional e inquietante en el que las fronteras del bien y del mal se desdibujan en un fresco que agradará a los aficionados a la ciencia ficción más reflexiva y menos rimbombante.
Los FX son espléndidos, con unos diseños de los diferentes estados del ser realmente fascinantes y originales. Destaca también un marcado carácter realista dentro de sus parámetros de film de temática fantástica en muchos detalles, como en el hecho de que absolutamente todo el instrumental y el laboratorio genético que vemos, son reproducciones de material científico real, no fruto de la imaginación del realizador. La puesta en escena destila aires clásicos y su fotografía es magnífica, con un próvido uso del encuadre y un perfeccionismo formal que desgraciadamente no se aplica al irregular guión, que tiene sus altibajos con un desarrollo tambaleante, sobre todo en su segunda mitad. A pesar de esto, el film plantea cierta incomodidad ética y estética en su tratamiento que la convierte en una de las producciones con más meollo de la última ciencia ficción.
“Splice” nos ofrece la historia de los instintos y los impulsos que rigen las decisiones y comportamiento de su trío protagonista: Clive (Adrien Brody) brillante genetista que cede a su ambición y Elsa (Sarah Polley), igualmente genial en su campo de investigación pero aún menos precavida que su compañero sentimental, desatarán el experimento que resultará en la creación de Dren (Delphine Chaneac), imposible ser quimérico cuyo mutante y desconocido metabolismo depara a través del metraje una sorpresa tras otra.
En el fondo, más allá de los terrenos del cine de monstruos, es un drama fantástico sobre la irresponsabilidad e incomprensión humanas ante lo desconocido. Natali parece advertirnos que a pesar de nuestra inteligencia, de los avances científicos de los que somos capaces, de poseer las grandes claves que abren las puertas a los mapas de la vida, nuestra iniquidad existencial nos avoca indefectiblemente al acto destructivo. Tratar a Dren como experimento, como prisionera, como monstruo, cediendo a los impulsos egoístas y los intereses lleva al caos y a la catástrofe.
Dren obedece a su imperativo instinto de reproducción y supervivencia frente a unos padres que no saben cómo lidiar con su incomprendida e incomprensible criatura, limitándose a aislarla del mundo exterior, utilizarla y observar, y esta se revela por su libertad y su instinto, mediante su desconocido e intratable poder depredador. Un trágico triángulo de amor bizarro, disfuncional e inquietante en el que las fronteras del bien y del mal se desdibujan en un fresco que agradará a los aficionados a la ciencia ficción más reflexiva y menos rimbombante.
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