Una película muy bien hecha. Transmite con dureza el mundo de la mafia. Alejada de los clásicos tópicos de películas de cine negro consigue crear una atmósfera gris y turbulenta, en el que los personajes conviven con la violencia y la crueldad de una forma que llega a impactar. Los caracteres aparecen tan bien dibujados que realmente te hacen sentir desde el principio la dureza de la vida que han llevado.
Una buena actuación por parte de todos los actores, una fotografía que se acopla perfectamente a al mundo gris en el que sea desarrolla la historia, un guión original y un buen trabajo por parte del director, que consigue transmitir el fondo de la historia sin trucos que habrían estropeado el drama que se vive. Una buena película para ver.

Grandísima película sobre la mafia rusa en el Londres actual. Dura, sangrienta y fiel a la realidad de un mundo muy utilizado en las películas como es el del gangsterismo pero pocas veces realizado con tal maestría que te deje perplejo y asombrado. Gran reparto y gran historia con un final muy poco convencional. Imprescindible para los amantes del cine.

Un tétrico cuento de Navidad en Londres, centrado en el mundo de las mafias del Este, al que por azar va a parar una joven y guapa enfermera (Watts: definitivamente de lo mejor de su generación). Excelente de principio a fin, con sublimes momentos (la secuencia de la sauna es antológica, de lo mejor de la década), roza la obra maestra en todo momento, pero su flojo final no casa con la fuerza, franqueza y glacialidad del resto.
Cronenberg logra, no obstante, una gran película: compleja, pavorosa, absorbente, conun soberbio guión de Knight y unas interpretaciones imponentes, especialmente de un irresistible Viggo Mortensen y de un gélido Mueller-Stahl.
El submundo de los tatuajes, por cierto, y en casi todas las culturas, es tan apasionante como terrorífico.
"Promesas del Este", en conjunto, pervive en la memoria.

Con esta frase abro la película, porque es una frase que prácticamente engloba el cine de Cronenberg que esta en constante metamorfosis y catarsis, un cine que odiarás o amarás pero sin duda alguna en lo que a la mayoría se refiere Cronenberg es un genio, un genio que sabe escoger los guiones, fotogramas y cada micro milímetro de sus películas, pero también el que domine (o lo intente) varios géneros es de solo unos cuantos, alejado esta el retrato que nos brindo Scorsese con Goodfellas y la menor (en calidad) Casino, ni hablar del mundo de Puzo y Coppola del Padrino, porque ni siquiera va tanto hacía ellos es como dijo uno de los críticos es, "Un cuento de navidad" en el cual efectivamente sucede un milagro una obra que vas mas allá de la vendetta de las obras antes citadas porque ahonda (como es costumbre con el director canadiense) en la persona misma y crea un relato que enmarca las conductas mas grotescas del ser humano pero también las que aveces afloran y nos hacen mejores, no es una obra redonda pero se me quedo en primer lugar con las actuaciones que sin duda alguna son alma de la película, y creo que allí radica el problema, que no se siente una obra de Cronenberg o por lo menos en los últimos 10 min. de la misma, creo que lejos ya esta el Cronenberg que nos sorprendió en A History of Violence en 2005 o el The Fly.

Promesas del este ofrece el enésimo repaso anglo, superficial y autocomplaciente, a la cultura rusa. Soy incapaz de situar a los rusos que conozco en las coordenadas culturales que me da la película: vodka, acento fuerte y música melancólica, por decir algunas. Bueno, vodka sí, pero sin pasarse. Podría olvidar la falta de sensibilidad de Cronenberg si me atrajera la historia, pero no lo hace, y así su dificultad para tratar esta cultura me queda patente. Que dos personajes rusos de nacimiento prefieran, en la versión original, hablar un inglés turbio a su idioma materno me parece cómico. Que a la voz en off de la chica rusa del diario, de fuerte acento, le acompañe un sonar lastimoso de violines, directamente ridículo. Los intentos de Mortensen y Cassel por dar vida a sus mafiosos tienen mérito, y también la fotografía, de tonos naturales, pero no salvan para mí un conjunto que se levanta, casi por entero, sobre clichés agotados.