En primera plana
7.3
49,170
Drama
En el año 2002, un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets. La publicación de estos hechos, que la archidiócesis de Boston intentó ocultar, sacudió a la Iglesia Católica como institución. (FILMAFFINITY)
28 de febrero de 2016
28 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente no sea casualidad que dos producciones dedicadas a los abusos sexuales a niños por parte de curas católicos hayan coincidido este año en la cartelera. La chilena El club, aunque compartía temática con esta excepcional Spotlight, no se limitaba a hablar de los abusos sexuales, sino que mostraba el resto de horrores cometidos y convenientemente escondidos por la iglesia católica: la connivencia y apoyo a las dictaduras o sus turbias finanzas económicas.
Esta excelente Spotlight se centra en la meticulosa investigación periodística por parte del Boston Globe sobre los casos de pederastia en la iglesia católica en la ciudad de Boston. Con Todos los hombres del presidente como claro referente, Spotlight hace referencia al equipo de investigación que destapó el escándalo en el tabloide norteamericano.
Con una puesta en escena sobria y directa, el filme nos hace partícipes de todos los pasos seguidos por unos tenaces periodistas por revelar un gran escándalo: no solo el abuso sexual a niños, sino el vergonzoso comportamiento de la cúpula eclesiástica, que no solo enterraba (y entierra) todos los casos, sino que permitía (y permite) su repetición a lo largo de los años.
Debemos alabar la maestría del director, Tom McCarthy, que huye de todo sensacionalismo y hasta de los detalles más escabrosos, de los que apenas ofrece un par de ejemplos, para centrarse en la investigación periodística, con una rigurosidad y objetividad complicada de realizar en un caso tan sensible como el que trata esta producción.
Y a pesar de que todos somos conscientes de estos despreciables actos, McCarthy consigue contagiar la emoción de las minuciosas pesquisas de cuatro periodistas que poco a poco abren la caja de Pandora, desvelando las vergüenzas de la importante e intocable institución religiosa.
Cada pequeño triunfo, cada piedra en el camino, cada sentimiento que sufre este pequeño grupo de investigadores se traslada al patio de butacas, donde el público se convierte casi en un integrante más de la redacción, experimentando la frustración, la conmoción y la inquietud de unas personas que no se dejaron amedrentar por las presiones y todos aquellos que pretendían que abandonaran la historia.
El reparto está en consonancia con el gran nivel de esta maravillosa producción, especialmente Michael Keaton y Mark Ruffalo, sin olvidarnos de Liev Schreiber, John Slattery, Brian d'Arcy James o Stanley Tucci, siendo Rachel McAddams la pieza más débil de esta encomiable producción.
El filme no solo nos recuerda las bondades y la trascendencia del buen periodismo, sino que forma parte de ese tipo de cine tan esencial como necesario, aquel capaz de mostrar historias que deben ser contadas y que nunca deben ser olvidadas. Pero es que si además se hace de manera tan perfecta como ha conseguido Tom McCarthy, entonces encontramos ese Cine con mayúsculas, capaz de emocionar a tan diferentes niveles y que tanto cuesta ver en una sociedad que prefiere consumir banales entretenimientos.
Lo mejor: la sobria puesta en escena y el nulo sensacionalismo de una historia que trata hechos tan terribles; el sólido elenco de actores.
Lo peor: que ninguno de los autores de los hechos y sus encubridores han pagado o pagarán jamás por ello, y el (triste) convencimiento de que la historia sigue repitiéndose.
http://www.bollacos.com/spotlight-esplendido-cine-necesario
Esta excelente Spotlight se centra en la meticulosa investigación periodística por parte del Boston Globe sobre los casos de pederastia en la iglesia católica en la ciudad de Boston. Con Todos los hombres del presidente como claro referente, Spotlight hace referencia al equipo de investigación que destapó el escándalo en el tabloide norteamericano.
Con una puesta en escena sobria y directa, el filme nos hace partícipes de todos los pasos seguidos por unos tenaces periodistas por revelar un gran escándalo: no solo el abuso sexual a niños, sino el vergonzoso comportamiento de la cúpula eclesiástica, que no solo enterraba (y entierra) todos los casos, sino que permitía (y permite) su repetición a lo largo de los años.
Debemos alabar la maestría del director, Tom McCarthy, que huye de todo sensacionalismo y hasta de los detalles más escabrosos, de los que apenas ofrece un par de ejemplos, para centrarse en la investigación periodística, con una rigurosidad y objetividad complicada de realizar en un caso tan sensible como el que trata esta producción.
Y a pesar de que todos somos conscientes de estos despreciables actos, McCarthy consigue contagiar la emoción de las minuciosas pesquisas de cuatro periodistas que poco a poco abren la caja de Pandora, desvelando las vergüenzas de la importante e intocable institución religiosa.
Cada pequeño triunfo, cada piedra en el camino, cada sentimiento que sufre este pequeño grupo de investigadores se traslada al patio de butacas, donde el público se convierte casi en un integrante más de la redacción, experimentando la frustración, la conmoción y la inquietud de unas personas que no se dejaron amedrentar por las presiones y todos aquellos que pretendían que abandonaran la historia.
El reparto está en consonancia con el gran nivel de esta maravillosa producción, especialmente Michael Keaton y Mark Ruffalo, sin olvidarnos de Liev Schreiber, John Slattery, Brian d'Arcy James o Stanley Tucci, siendo Rachel McAddams la pieza más débil de esta encomiable producción.
El filme no solo nos recuerda las bondades y la trascendencia del buen periodismo, sino que forma parte de ese tipo de cine tan esencial como necesario, aquel capaz de mostrar historias que deben ser contadas y que nunca deben ser olvidadas. Pero es que si además se hace de manera tan perfecta como ha conseguido Tom McCarthy, entonces encontramos ese Cine con mayúsculas, capaz de emocionar a tan diferentes niveles y que tanto cuesta ver en una sociedad que prefiere consumir banales entretenimientos.
Lo mejor: la sobria puesta en escena y el nulo sensacionalismo de una historia que trata hechos tan terribles; el sólido elenco de actores.
Lo peor: que ninguno de los autores de los hechos y sus encubridores han pagado o pagarán jamás por ello, y el (triste) convencimiento de que la historia sigue repitiéndose.
http://www.bollacos.com/spotlight-esplendido-cine-necesario
29 de febrero de 2016
29 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi Spotlight motivado por tres grandes cosas: el elenco, el premio Óscar a mejor película y el trailer. La verdad es que a pesar de ser un buen filme no sorprende en lo absoluto. No existe un rol actoral que destaque ni nada en el argumento que gatille una sensación distinta. Me parece un premio excesivo el galardón de Mejor Película. Insisto, no es un mal candidato, pero no sé si un ganador con creces.
29 de febrero de 2016
29 de febrero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que va de menos a más. Te invita a meterte en la piel de los periodista y a las frustraciones que tienen durante la investigación para conseguir datos. Una película que resalta lo peor de la iglesia y lo mejor del periodismo. Para mi el premio a la mejor película me parece un poco exagerado.
1 de marzo de 2016
1 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he tenido fascinación por las historias y en este caso me pareció que aquí había una muy importante que contar.
Han pasado ya unos años de estos acontecimientos y todavía siguen saliendo escándalos de este tipo esporádicamente y me parece que han tratado de avivar la voz de las víctimas y recordarnos lo podrido que está todo el bendito sistema, es por esto que entiendo perfectamente los premios y alabanzas, que a comparación de las demás, aquí la historia es algo que a cualquiera pudiera afectar y en la que todos nos deberíamos implicar para decir no a los abusos.
Todo esto está bien, pero me parece que al tratarse de una PELÍCULA debes tratar de que tus personajes tengan más chicha, porque aparte del personaje de Ruffalo, los demás me saben a nada. Es él el único que logra emocionar porque sí se cuenta algo de su historia. De vedad creo que esta es una parte importante. A mí la película me gustó, mucho, pero puede que a otro publico esto les vaya a aburrir, y no nos olvidemos que esto se trata de entretenimiento, de emociones, un medio en el que te puedes expresar libremente, pero al menos debes tratar de que el espectador tenga cierta complicidad y empatía con los personajes.
Por lo demás, perfecta. Como fuente de acceso para personas que aún no se hayan documentado sobre estos escándalos está perfecta.
PD: La interpretación de Mark Ruffalo está perfecta, intensa, el único personaje que fuera del ambiente laboral llega a emocionar, pero es que debo decir que no soporto ver su mueca rara en toda la película, en todos sus personajes. Simplemente me chirría eso.
Han pasado ya unos años de estos acontecimientos y todavía siguen saliendo escándalos de este tipo esporádicamente y me parece que han tratado de avivar la voz de las víctimas y recordarnos lo podrido que está todo el bendito sistema, es por esto que entiendo perfectamente los premios y alabanzas, que a comparación de las demás, aquí la historia es algo que a cualquiera pudiera afectar y en la que todos nos deberíamos implicar para decir no a los abusos.
Todo esto está bien, pero me parece que al tratarse de una PELÍCULA debes tratar de que tus personajes tengan más chicha, porque aparte del personaje de Ruffalo, los demás me saben a nada. Es él el único que logra emocionar porque sí se cuenta algo de su historia. De vedad creo que esta es una parte importante. A mí la película me gustó, mucho, pero puede que a otro publico esto les vaya a aburrir, y no nos olvidemos que esto se trata de entretenimiento, de emociones, un medio en el que te puedes expresar libremente, pero al menos debes tratar de que el espectador tenga cierta complicidad y empatía con los personajes.
Por lo demás, perfecta. Como fuente de acceso para personas que aún no se hayan documentado sobre estos escándalos está perfecta.
PD: La interpretación de Mark Ruffalo está perfecta, intensa, el único personaje que fuera del ambiente laboral llega a emocionar, pero es que debo decir que no soporto ver su mueca rara en toda la película, en todos sus personajes. Simplemente me chirría eso.
2 de marzo de 2016
2 de marzo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contra todo pronóstico, Spotlight (2015), de Thomas McCarthy, ha sido galardonada con el Oscar a la Mejor película en la edición de 2016 en una gala donde González Iñárritu ha obtenido el galardón al mejor director por segundo año consecutivo, porque uno pensaba que la nominación de Spotlight era algo así como una candidatura de relleno para llegar al cupo mínimo exigido en la ceremonia. Pero, claro, uno pensaba eso antes de ver la película, puesto que, una vez cumplido este requisito básico para opinar, opino que se trata de un filme excelente y un digno merecedor de la estatuilla.
Contra todo pronóstico, Spotlight toca un tema que prácticamente ha pasado desapercibido durante toda la historia del cine, al menos en Hollywood. Y es curioso que sea precisamente en la católica Italia donde directores como Fellini o Bertolucci hayan sido los principales azotes de la crueldad clerical o las connivencias con los fascismos de la curia vaticana. Pero dentro del mundo anglosajón, que yo recuerde, tenemos Confesiones verdaderas (1981), de Ulu Grosbard, que aborda la cuestión de las relaciones de la Iglesia con la mafia, y Las hermans de la Magdalena (2002), de Peter Mullan, producción irlandesa, y La duda (2004), de John Patrick Shanley, que si bien se inspiran en la realidad, reproducen historias de ficción. En la filmografía latinoamericana, también dentro de las coordenadas de la ficción sobre realidades, tenemos la chilena El club (2014), de Pablo Larraín, que trata de pederastia, tráfico de bebés y apoyo a la dictadura de los sacerdotes. Seguro que hay más, pero muy pocas, en todo caso.
Contra todo pronóstico, sin embargo, Spotlight reconstruye hechos reales, como fueron la serie de artículos que The Boston Globe inició el Día de la Epifania de 2002 para denunciar los casos de pederastia cometidos por los sacerdotes bostonianos durante varias décadas. Sin duda por ello, esta película tiene una textura muy documental, donde los actores son caras que no forman parte del mundo del famoseo habitual, puesto que lo que esta cinta pretende es que los posibles protagonismos individuales se disuelvan en la gravedad de los hechos narrados. Stanley Tucci es un actor con el que los espectadores españoles están medianamente familiarizados, pero cuando estamos acostumbrados a verle con una estética de calvo cool, como en comedias ligeras como El diablo viste de Prada (2006), de David Frankel, o en Burlesque (2010), de Steve Antin, en Spotlight aparece bajo una óptica de abogado desgreñado. Bueno, sí, Michael Keaton también forma parte del reparto de Spotlight, pero es que hasta Birdman (2014), de Iñárritu, tan sólo le habíamos visto detrás de la máscara de Batman. Mark Ruffalo, protagonista asimismo en Spotlight, tampoco forma parte del elenco habitual de celebrities.
Contra todo pronóstico, Spotlight no se ceba en escenas escabrosas. Digo más: es que no hay ni una sólo plano con imágenes de violaciones, que hubieran sido perfectamente lícitas, por otro lado, pero fiel a esa textura documental de que hablaba más arriba, este filme se construye sobre las diferentes entrevistas que los periodistas realizaron a las diferentes víctimas, así como a los abogados de los sacerdotes, así como los debates que tuvieron lugar en la redacción de The Boston Globe. Todo ello intensifica, a mi modo de ver, el efecto de realidad que se persigue: no hace falta ver lo que todos sabemos, tan sólo es necesario exponerlo.
Contra todo pronóstico, los héroes de este largometraje, es decir, los periodistas, no son héroes irreales, inmaculados, omnipotentes, sino que son héroes con encarnadura humana, que dudan, que tienen debilidades en ocasiones, e incluso un pasado poco glorioso. Un filme correcto, sobrio, una peli sin postureo.
Contra todo pronóstico, la sociedad bostoniana sabía y callaba, incluso se buscaban compensaciones económicas para las víctimas, que procuraban pingües beneficios a los abogados de los sacerdotes: un tercio de las compensaciones iba a parar a los bolsillos de los letrados. El tema de los abusos a niños fue enterrado durante más de veinte años por el propio The Boston Globe hasta que apareció un nuevo editor que, contra todo pronóstico, era de Miami y además judío: era necesario el contraste con una mirada nueva y una religión diferente para que se pusiera en marcha la investigación periodística.
Contra todo pronóstico, en Spotlight no necesitamos saber el final. Si es que ya lo sabemos desde el principio. Todo lo que se cuenta en esta película apareció en la prensa a partir del 6 de enero de 2002, como ya hemos señalado, que además fue domingo, y para quienes no estamos muy acostumbrados a leer la prensa de Boston, el propio cartel de la película ya anuncia de qué va y remite a unos hechos concretos. No cabe hablar de spoiler cuando desde el primer momento se sabe el final. Por eso, Spotlight se disfruta por lo que se ve en cada fotograma, sin que nos agobie la angustia de saber quién es el asesino. Se trata de una película en que cada escena se disfruta por sí misma.
Contra todo pronóstico, la Iglesia Católica que se supone que nació por el mandamiento nuevo del amor, ha degenerado hasta cobijar la mayor atrocidad que puede cometer el ser humano: destruir la infancia. En Spotlight se cuenta que muchos de los niños que tuvieron que pasar por esas prácticas repugnantes se suicidaron y los que no lo hicieron, no lo superaron jamás. Pero la Iglesia Católica consiguió ocultar una verdad sangrante con total frialdad. Una actitud propia de mentes muy crueles. Se calcula que un 6% de los sacerdotes de Boston cometieron dichos abusos y lo que Spotlight denuncia no son los casos de manzanas prohibidas, sino todo un sistema que ha destruido la vida de muchos miles de niños con total impunidad. Una Iglesia que cosifica la vida, que ignora el dolor humano.
Contra todo pronóstico, Spotlight toca un tema que prácticamente ha pasado desapercibido durante toda la historia del cine, al menos en Hollywood. Y es curioso que sea precisamente en la católica Italia donde directores como Fellini o Bertolucci hayan sido los principales azotes de la crueldad clerical o las connivencias con los fascismos de la curia vaticana. Pero dentro del mundo anglosajón, que yo recuerde, tenemos Confesiones verdaderas (1981), de Ulu Grosbard, que aborda la cuestión de las relaciones de la Iglesia con la mafia, y Las hermans de la Magdalena (2002), de Peter Mullan, producción irlandesa, y La duda (2004), de John Patrick Shanley, que si bien se inspiran en la realidad, reproducen historias de ficción. En la filmografía latinoamericana, también dentro de las coordenadas de la ficción sobre realidades, tenemos la chilena El club (2014), de Pablo Larraín, que trata de pederastia, tráfico de bebés y apoyo a la dictadura de los sacerdotes. Seguro que hay más, pero muy pocas, en todo caso.
Contra todo pronóstico, sin embargo, Spotlight reconstruye hechos reales, como fueron la serie de artículos que The Boston Globe inició el Día de la Epifania de 2002 para denunciar los casos de pederastia cometidos por los sacerdotes bostonianos durante varias décadas. Sin duda por ello, esta película tiene una textura muy documental, donde los actores son caras que no forman parte del mundo del famoseo habitual, puesto que lo que esta cinta pretende es que los posibles protagonismos individuales se disuelvan en la gravedad de los hechos narrados. Stanley Tucci es un actor con el que los espectadores españoles están medianamente familiarizados, pero cuando estamos acostumbrados a verle con una estética de calvo cool, como en comedias ligeras como El diablo viste de Prada (2006), de David Frankel, o en Burlesque (2010), de Steve Antin, en Spotlight aparece bajo una óptica de abogado desgreñado. Bueno, sí, Michael Keaton también forma parte del reparto de Spotlight, pero es que hasta Birdman (2014), de Iñárritu, tan sólo le habíamos visto detrás de la máscara de Batman. Mark Ruffalo, protagonista asimismo en Spotlight, tampoco forma parte del elenco habitual de celebrities.
Contra todo pronóstico, Spotlight no se ceba en escenas escabrosas. Digo más: es que no hay ni una sólo plano con imágenes de violaciones, que hubieran sido perfectamente lícitas, por otro lado, pero fiel a esa textura documental de que hablaba más arriba, este filme se construye sobre las diferentes entrevistas que los periodistas realizaron a las diferentes víctimas, así como a los abogados de los sacerdotes, así como los debates que tuvieron lugar en la redacción de The Boston Globe. Todo ello intensifica, a mi modo de ver, el efecto de realidad que se persigue: no hace falta ver lo que todos sabemos, tan sólo es necesario exponerlo.
Contra todo pronóstico, los héroes de este largometraje, es decir, los periodistas, no son héroes irreales, inmaculados, omnipotentes, sino que son héroes con encarnadura humana, que dudan, que tienen debilidades en ocasiones, e incluso un pasado poco glorioso. Un filme correcto, sobrio, una peli sin postureo.
Contra todo pronóstico, la sociedad bostoniana sabía y callaba, incluso se buscaban compensaciones económicas para las víctimas, que procuraban pingües beneficios a los abogados de los sacerdotes: un tercio de las compensaciones iba a parar a los bolsillos de los letrados. El tema de los abusos a niños fue enterrado durante más de veinte años por el propio The Boston Globe hasta que apareció un nuevo editor que, contra todo pronóstico, era de Miami y además judío: era necesario el contraste con una mirada nueva y una religión diferente para que se pusiera en marcha la investigación periodística.
Contra todo pronóstico, en Spotlight no necesitamos saber el final. Si es que ya lo sabemos desde el principio. Todo lo que se cuenta en esta película apareció en la prensa a partir del 6 de enero de 2002, como ya hemos señalado, que además fue domingo, y para quienes no estamos muy acostumbrados a leer la prensa de Boston, el propio cartel de la película ya anuncia de qué va y remite a unos hechos concretos. No cabe hablar de spoiler cuando desde el primer momento se sabe el final. Por eso, Spotlight se disfruta por lo que se ve en cada fotograma, sin que nos agobie la angustia de saber quién es el asesino. Se trata de una película en que cada escena se disfruta por sí misma.
Contra todo pronóstico, la Iglesia Católica que se supone que nació por el mandamiento nuevo del amor, ha degenerado hasta cobijar la mayor atrocidad que puede cometer el ser humano: destruir la infancia. En Spotlight se cuenta que muchos de los niños que tuvieron que pasar por esas prácticas repugnantes se suicidaron y los que no lo hicieron, no lo superaron jamás. Pero la Iglesia Católica consiguió ocultar una verdad sangrante con total frialdad. Una actitud propia de mentes muy crueles. Se calcula que un 6% de los sacerdotes de Boston cometieron dichos abusos y lo que Spotlight denuncia no son los casos de manzanas prohibidas, sino todo un sistema que ha destruido la vida de muchos miles de niños con total impunidad. Una Iglesia que cosifica la vida, que ignora el dolor humano.
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