Uno, dos, tres
8.2
28,207
Comedia
Época de la Guerra Fría. C.R. MacNamara, representante de una multinacional de refrescos en Berlín Occidental, hace tiempo que proyecta introducir su marca en la URSS. Sin embargo, en contra de sus deseos, lo que su jefe le encarga es cuidar de su hija Scarlett, que está a punto de llegar a Berlín. Se trata de una díscola y alocada joven de dieciocho años, que ya ha estado prometida cuatro veces. Pero lo peor es que, eludiendo la ... [+]
9 de julio de 2007
9 de julio de 2007
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brutal crítica hacia el comunismo y al capitalismo, uno de eso filmes que deberían exponerse en los museos.
El guión no decae en ningún instante, un desconocido James Cagney marca el tiempo de la risas que desaparecen para convertirse en carcajadas.
Genial una vez mas Billy Wilder.
El final tan inesperado como necesario nos extrae la penúltima sonrisa del filme.
El guión no decae en ningún instante, un desconocido James Cagney marca el tiempo de la risas que desaparecen para convertirse en carcajadas.
Genial una vez mas Billy Wilder.
El final tan inesperado como necesario nos extrae la penúltima sonrisa del filme.
9 de julio de 2011
9 de julio de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una, dos, tres... Ya he perdido la cuenta de las veces que he visto esta película desde que la vi por primera vez en televisión, cuando era un crío que todavía no sabía quien era Billy Wilder. Quedó en mi recuerdo como una de las películas más divertidas que había visto nunca. Con las sucesivas revisiones la diversión se ha incrementado, pues en aquella primera ocasión no pude comprender muchos de los chistes de matiz político o ideológico. Y es que esta comedia funciona casi como un slapstick plagado de gags visuales. Pero si le añadimos la gran cantidad de gags verbales y el ingenio de réplicas y contrarréplicas obtenemos una comedia que no da tregua a la risa.
Billy Wilder, el judío vienés que comenzó a trabajar en el cine en Alemania, seguro que tenía fundados motivos para preferir el modo de vida americano al soviético. No recuerdo ninguna gran comedia producida en un país comunista. Por eso, tampoco me parece mal que Wilder y Diamond hagan apología del american way of life y dediquen lo más afilado de su sátira al comunismo o al nazismo, totalitarismos opuestos a la democracia. Tal vez algunas bromas resulten coyunturales, pero da escalofríos pensar que tanto en esta película como en "El apartamento", que es del año anterior (1960), se haga referencia a Castro, el camarada Fidel, aún en activo.
Si el guión es sobresaliente, el ritmo de la puesta en escena es prodigioso: al ritmo de la "Danza del Sable" de Kachaturian, empieza acelerada y termina frenética. Cagney arrasa la pantalla y los demás le dan perfecta réplica. A destacar los actores alemanes, sobre todo a Lilo Pulver y al que hace de asistente de Cagney, Hanns Lothar, un clown magistral. Y, como no, uno de los finales más memorables de la historia del cine. Una comedia imprescindible.
Billy Wilder, el judío vienés que comenzó a trabajar en el cine en Alemania, seguro que tenía fundados motivos para preferir el modo de vida americano al soviético. No recuerdo ninguna gran comedia producida en un país comunista. Por eso, tampoco me parece mal que Wilder y Diamond hagan apología del american way of life y dediquen lo más afilado de su sátira al comunismo o al nazismo, totalitarismos opuestos a la democracia. Tal vez algunas bromas resulten coyunturales, pero da escalofríos pensar que tanto en esta película como en "El apartamento", que es del año anterior (1960), se haga referencia a Castro, el camarada Fidel, aún en activo.
Si el guión es sobresaliente, el ritmo de la puesta en escena es prodigioso: al ritmo de la "Danza del Sable" de Kachaturian, empieza acelerada y termina frenética. Cagney arrasa la pantalla y los demás le dan perfecta réplica. A destacar los actores alemanes, sobre todo a Lilo Pulver y al que hace de asistente de Cagney, Hanns Lothar, un clown magistral. Y, como no, uno de los finales más memorables de la historia del cine. Una comedia imprescindible.
30 de septiembre de 2010
30 de septiembre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor comedia jamás rodada, y si alguien no está de acuerdo qué se levante si es valiente. Billy Wilder (el "Dios" de Trueba) está entre los poquísimos directores de la historia incapaces de no hacer una buena película, incluso sin Jack Lemmon, y aquí rueda una feroz parodia de la entonces pujante Guerra Fría (de hecho, y aún siendo una comedia, es sin duda de las mejores películas hechas para entenderla, y lo mejor es que no toma partido ni por unos ni por otros) y de nuevo en y sobre su Alemania natal y los alemanes (y no oculta que muchos sentían nostalgia de los tiempos nazis).
No puede ocultar su origen teatral, pero el ritmo es tan frenético y los "gags" tan buenos y tan acumulados qué no hay más remedio que rendirse, todo está medido al milímetro, todo está en su sitio, sobre todo la última y tronchante media hora. La única pega es que para entenderla bien hay qué saber un poco de historia, estar versado sobre la situación internacional de entonces, porqué hay docenas de alusiones, como el mismo nombre del protagonista (Mc.Namara, igual que el ministro de Defensa yanki de entonces, clave en la posterior crisis de los misiles y el inicio de la Guerra de Vietnam) o de la chica-guapa-pero-muy-muy-tonta (Scarlett, que es de Atlanta y su madre se llama Melania, solo falta la "mami").
Pero no es solo Wilder, los actores están magníficos y no sobra ni uno solo: un increíble James Cagney (jamás creí que alguien pudiera hablar tanto y tan rápido, y yo qué me quejaba de algunos profesores que tuve), Arlene Francis (siempre preparada para el sarcasmo), Horst Buchholz (que más que comunista es un infeliz de campeonato y que en el rodaje se llevó muy mal con Cagney, al igual que sus personajes), los 3 rusos (claramente inspirados en los de "Ninotchka"), el aristócrata venido a menos (con monóculo y todo) y unas bellísimas Pamela Tiffin (la que bailaba en bikini al borde la piscina en "Harper", una de las actrices más preciosas de su época pero que como tantas otras fue engullida por el tiempo) y Lilo Pulver (en un papel pero que muy distinto al de "Tiempo de amar, tiempo de morir").
Como ha pasado y pasa con tantas películas, en su época no gustó mucho pues por mala suerte se estrenó justo cuando en Berlín se levantaba el muro, por lo que se acusó a Wilder de reírse de los infelices que morían intentando alcanzar la libertad, pero el tiempo la ha puesto en su sitio, por suerte.
No puede ocultar su origen teatral, pero el ritmo es tan frenético y los "gags" tan buenos y tan acumulados qué no hay más remedio que rendirse, todo está medido al milímetro, todo está en su sitio, sobre todo la última y tronchante media hora. La única pega es que para entenderla bien hay qué saber un poco de historia, estar versado sobre la situación internacional de entonces, porqué hay docenas de alusiones, como el mismo nombre del protagonista (Mc.Namara, igual que el ministro de Defensa yanki de entonces, clave en la posterior crisis de los misiles y el inicio de la Guerra de Vietnam) o de la chica-guapa-pero-muy-muy-tonta (Scarlett, que es de Atlanta y su madre se llama Melania, solo falta la "mami").
Pero no es solo Wilder, los actores están magníficos y no sobra ni uno solo: un increíble James Cagney (jamás creí que alguien pudiera hablar tanto y tan rápido, y yo qué me quejaba de algunos profesores que tuve), Arlene Francis (siempre preparada para el sarcasmo), Horst Buchholz (que más que comunista es un infeliz de campeonato y que en el rodaje se llevó muy mal con Cagney, al igual que sus personajes), los 3 rusos (claramente inspirados en los de "Ninotchka"), el aristócrata venido a menos (con monóculo y todo) y unas bellísimas Pamela Tiffin (la que bailaba en bikini al borde la piscina en "Harper", una de las actrices más preciosas de su época pero que como tantas otras fue engullida por el tiempo) y Lilo Pulver (en un papel pero que muy distinto al de "Tiempo de amar, tiempo de morir").
Como ha pasado y pasa con tantas películas, en su época no gustó mucho pues por mala suerte se estrenó justo cuando en Berlín se levantaba el muro, por lo que se acusó a Wilder de reírse de los infelices que morían intentando alcanzar la libertad, pero el tiempo la ha puesto en su sitio, por suerte.
6 de octubre de 2013
6 de octubre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial comedia de ritmo frenético y mordaz humor obra del gran Billy Wilder, una de las películas más divertidas de la historia del cine con momentos realmente brillantes en la que con fina ironía se nos muestra a toda una serie de personajes y situaciones absolutamente desternillantes: el empresario capitalista que se inmiscuye y pretende dirigir la vida de todos, la hija tonta del jefe, los “cabeza cuadrada” alemanes, la secretaria sexy, el afán de coca-Cola por llegar a todos los rincones del mundo, la lucha entre Pepsi y Coca-Cola...
Aquí nuestro amigo Wilder nos cuenta la historia del Señor Macnamara, un importante ejecutivo de la Coca-Cola en plena guerra fría. Viejo y conservador capitalista, frio, calculador, visionario, ambicioso, algo verde con una secretaria despampanante, casado, con hijos y una vida acomodada, Macnamara está hasta el moño de vivir en Berlín Oeste, en medio de una ciudad aún en ruinas y a cinco minutos de los pelmazos de Berlín Este con sus manifestaciones constantes y sus cartelones con la cara de Khruschev. Un día, el presidente de la compañía le pide que cuide a su alocada hija, de visita en la ciudad. ¿Una oportunidad de oro para un ascenso? Eso es lo que a él le gustaría…
Wilder se ríe de todo y de todos, la situación entre las dos grandes potencias, los defectos de una y otra, sus personajes... Un chiste detrás de otro, a un ritmo que te deja sin aliento y que no te permite reír sin perderte el siguiente, una interminable serie de gags, juegos de palabras, guiños históricos (el ayudante de pasado nazi, sensacional). Y otro final perfecto, durante toda la película Coca-Cola, sí, pero al final Pepsi.
Cagney es un prodigio, pletórico, lanzado y exigente en todos y cada uno de sus planos, encarnando la quintaesencia del entrañable capitalista norteamericano. El veterano actor supo captar el vertiginoso ritmo de su personaje y dirigió la acción del film como un director de orquesta que enloquece ante "La danza del sable" de Aram Katchaturian, una pieza musical que, por cierto, sirvió de banda sonora para acentuar aún más el desenfreno de la película.
La comedia perfecta para pasar un buen rato, una película con un guión de locos, un ritmo de locos, unos personajes absolutamente locos y en la que, efectivamente, el espectador se vuelve loco con tanta carcajada.
Aquí nuestro amigo Wilder nos cuenta la historia del Señor Macnamara, un importante ejecutivo de la Coca-Cola en plena guerra fría. Viejo y conservador capitalista, frio, calculador, visionario, ambicioso, algo verde con una secretaria despampanante, casado, con hijos y una vida acomodada, Macnamara está hasta el moño de vivir en Berlín Oeste, en medio de una ciudad aún en ruinas y a cinco minutos de los pelmazos de Berlín Este con sus manifestaciones constantes y sus cartelones con la cara de Khruschev. Un día, el presidente de la compañía le pide que cuide a su alocada hija, de visita en la ciudad. ¿Una oportunidad de oro para un ascenso? Eso es lo que a él le gustaría…
Wilder se ríe de todo y de todos, la situación entre las dos grandes potencias, los defectos de una y otra, sus personajes... Un chiste detrás de otro, a un ritmo que te deja sin aliento y que no te permite reír sin perderte el siguiente, una interminable serie de gags, juegos de palabras, guiños históricos (el ayudante de pasado nazi, sensacional). Y otro final perfecto, durante toda la película Coca-Cola, sí, pero al final Pepsi.
Cagney es un prodigio, pletórico, lanzado y exigente en todos y cada uno de sus planos, encarnando la quintaesencia del entrañable capitalista norteamericano. El veterano actor supo captar el vertiginoso ritmo de su personaje y dirigió la acción del film como un director de orquesta que enloquece ante "La danza del sable" de Aram Katchaturian, una pieza musical que, por cierto, sirvió de banda sonora para acentuar aún más el desenfreno de la película.
La comedia perfecta para pasar un buen rato, una película con un guión de locos, un ritmo de locos, unos personajes absolutamente locos y en la que, efectivamente, el espectador se vuelve loco con tanta carcajada.
17 de octubre de 2010
17 de octubre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertidísima comedia de principios de los 60 que hay que ver más de una vez como bien dijo TOSHIRO MIFUNE en su crítica y que comparto al 100%. Son demasiados chistes y situaciones cómicas y absurdas como para que se te escapen en una sola visión. Por lo demás, que se puede decir, es una auténtica locura de película, recomendable para todo el mundo. Otto (Horst Werner Buchholz), Scarlett (Pamela Tiffin), Schlemmer (Hans Lothar), Phyllis (Arlene Francis) y demás secundarios están todos perfectos pero nada comparable a el señor MacNamara (James Cagney, que casi se despedía del cine con este papel), un hombre sin escrúpulos que nos acompaña todo el film a un ritmo trepidante, el que él nos impone (si me tengo yo que aprender ese cacho de guión con la mierda de memoria que tengo....).
Billy Wilder se mofa del miedo a una posible guerra nuclear y propone una brutal crítica a los dos grandes sistemas en alza: el comunismo y el capitalismo.
Mención especial a la increíble banda sonora que acompaña perfectamente el ritmo del film.
Obtuvo una nominación al Oscar, a la mejor fotografía.
Algunas frases (de las mil que hay) en el spooiler:
Billy Wilder se mofa del miedo a una posible guerra nuclear y propone una brutal crítica a los dos grandes sistemas en alza: el comunismo y el capitalismo.
Mención especial a la increíble banda sonora que acompaña perfectamente el ritmo del film.
Obtuvo una nominación al Oscar, a la mejor fotografía.
Algunas frases (de las mil que hay) en el spooiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1. Scarlett: ¿Se da cuenta de que Oto leído al revés es Oto?
Phyllis MacNamara: Sí, es capicúa.
2. Phyllis MacNamara: Encerraste a ese chico.
C.M. Macnamara: Por supuesto, no iba a dejar que ese embrión de comunista arruinara una vida.
Phyllis MacNamara: Pero ella le quiere.
C.M. Macnamara: No es su vida, es la mía.
3. Atlanta es como Siberia pero con discriminación racial (C.R. McNamara)
4. Oto: ¡¡¿¿Luego todo el mundo está corrompido??!!
Comisario Perpechicov: No conozco todo el mundo.
5. C.M. Macnamara: Creo que tienen un nuevo plan, en lugar de que una mujer tarde nueve meses en tener un bebé pondrán a nueve mujeres para hacerlo en un mes.
6. Algunos policías de la Alemania Oriental eran rudos y suspicaces, otros eran suspicaces y rudos (Narrador)
7. Mandará los papeles a Berlín Este con la dama rubia por triplicado
- ¿Los papeles por triplicado o la rubia por triplicado?
- Si puede las dos cosas
Phyllis MacNamara: Sí, es capicúa.
2. Phyllis MacNamara: Encerraste a ese chico.
C.M. Macnamara: Por supuesto, no iba a dejar que ese embrión de comunista arruinara una vida.
Phyllis MacNamara: Pero ella le quiere.
C.M. Macnamara: No es su vida, es la mía.
3. Atlanta es como Siberia pero con discriminación racial (C.R. McNamara)
4. Oto: ¡¡¿¿Luego todo el mundo está corrompido??!!
Comisario Perpechicov: No conozco todo el mundo.
5. C.M. Macnamara: Creo que tienen un nuevo plan, en lugar de que una mujer tarde nueve meses en tener un bebé pondrán a nueve mujeres para hacerlo en un mes.
6. Algunos policías de la Alemania Oriental eran rudos y suspicaces, otros eran suspicaces y rudos (Narrador)
7. Mandará los papeles a Berlín Este con la dama rubia por triplicado
- ¿Los papeles por triplicado o la rubia por triplicado?
- Si puede las dos cosas
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