Wolf Creek
5.5
7,374
Terror
Kristy, Ben y Liz son tres jóvenes excursionistas que se adentran en el Parque Nacional de Wolf Creek, en Australia. Los problemas empiezan cuando su coche no arranca. Mientras buscan ayuda, se cruzan con Mick Taylor, un agradable habitante de la zona que les promete reparar el vehículo. Los jóvenes acceden a acompañarle a su campamento, sin saber que su viaje se convertirá en una encrucijada terrorífica... (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2012
28 de septiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me esperaba más. Está demasiado rato presentando a unos personajes en los cuales no te acabas de identificar del todo. Eso sí, los momentos de suspense están muy logrados, con una dirección muy parecida a la de A.Aja (Alta Tensión). El guión no está mal, aunque tiene mucho parecido con La Matanza de Texas. Y otra cosa que no me acabó de gustar es el final, el/la protagonista no tiene ningun obstáculo mayor para mantener un buen clímax. A parte de esto, la interpretación está muy lograda y la fotografía es acojonante, lo justo para merecerse el 5...
1 de octubre de 2012
1 de octubre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sucia, áspera, rancia, desengrasante y con un asesino creíble. Una película que va directa, que rescata los mejores pilares del género slasher y proporciona una experiencia muy gratificante desde el punto de vista terrorífico. El desarrollo de los personajes, el grupo de chicos, raya a muy buen nivel y aunque abuse de ciertos clichés característicos del género, la película no defrauda para el amante de los slashers. Bajo mi punto de vista le sobra algo de metraje en la primera mitad de la película donde el ritmo de la misma es algo lenta, sin dejar de pensar que puede que sea para crear ese ambiente previo de calma antes de la tempestad. Recomendable.
28 de junio de 2013
28 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película "slasher" australiana heredera de "La matanza de Texas" y, al igual que ella, basada en hechos reales.
El filme cuenta la historia de tres jóvenes, dos británicas y un australiano, que deciden hacer una excursión al cráter de Wolf Creek. Todo marcha bien hasta que su coche decide no arrancar, y se encuentran a un amable lugareño que les ayuda. Pero, después de compartir una velada nocturna con él, se despiertan en medio de una pesadilla...
"Wolf Creek" presenta todos los clichés propios del género "slasher", con asesinos en serie paletos y de gatillo fácil, que viven en lugares alejados de la civilización y disfrutan haciendo cosas malas, muy malas, a los incautos que osan perderse por su territorio. Tal es así, que la cinta de Greg McLean sigue todos los tópicos habidos y por haber y no aporta nada de originalidad a la historia. Lo que sí aporta, y es muy de agradecer, es una conseguida tensión ambiental tanto en los minutos previos a que arranque la película, como en los que se encuentra en toda su esencia sádica. También ofrece algún giro de guión inesperado, que también es de agradecer cuando la trama avanza por caminos ya conocidos por todos los seguidores de este tipo de películas.
McLean divide la película en dos partes y recurre a dos estilos diferentes. Una primera parte, con elementos de "road movie" en la que vemos a los protagonistas disfrutar de su periplo, se presenta de forma cuasi-documental, como si se tratara de un "reality" cámara en mano. Esa forma de mostrar las andanzas de los jóvenes de forma tan luminosa y alegre incrementa de forma indirecta la sensación de tensión, predisponiendo al espectador a lo que viene después. Y una segunda parte, más tétrica y oscura, en la que se muestra todo el sadismo y la locura del asesino y la angustia de sus víctimas por sobrevivir, se presenta de forma más convencional pero con una ejecución bastante correcta.
El objetivo principal de la película es dar miedo, lo cual no logra del todo debido a la ya comentada falta de originalidad, pero sí logra mantener en tensión continua al espectador, que se preguntará en qué puntos la historia se basa en los testimonios reales y cuáles son licencias artísticas en pos de un mayo efecto. Sea como sea, es una cinta aceptable para pasar un buen "mal rato".
El filme cuenta la historia de tres jóvenes, dos británicas y un australiano, que deciden hacer una excursión al cráter de Wolf Creek. Todo marcha bien hasta que su coche decide no arrancar, y se encuentran a un amable lugareño que les ayuda. Pero, después de compartir una velada nocturna con él, se despiertan en medio de una pesadilla...
"Wolf Creek" presenta todos los clichés propios del género "slasher", con asesinos en serie paletos y de gatillo fácil, que viven en lugares alejados de la civilización y disfrutan haciendo cosas malas, muy malas, a los incautos que osan perderse por su territorio. Tal es así, que la cinta de Greg McLean sigue todos los tópicos habidos y por haber y no aporta nada de originalidad a la historia. Lo que sí aporta, y es muy de agradecer, es una conseguida tensión ambiental tanto en los minutos previos a que arranque la película, como en los que se encuentra en toda su esencia sádica. También ofrece algún giro de guión inesperado, que también es de agradecer cuando la trama avanza por caminos ya conocidos por todos los seguidores de este tipo de películas.
McLean divide la película en dos partes y recurre a dos estilos diferentes. Una primera parte, con elementos de "road movie" en la que vemos a los protagonistas disfrutar de su periplo, se presenta de forma cuasi-documental, como si se tratara de un "reality" cámara en mano. Esa forma de mostrar las andanzas de los jóvenes de forma tan luminosa y alegre incrementa de forma indirecta la sensación de tensión, predisponiendo al espectador a lo que viene después. Y una segunda parte, más tétrica y oscura, en la que se muestra todo el sadismo y la locura del asesino y la angustia de sus víctimas por sobrevivir, se presenta de forma más convencional pero con una ejecución bastante correcta.
El objetivo principal de la película es dar miedo, lo cual no logra del todo debido a la ya comentada falta de originalidad, pero sí logra mantener en tensión continua al espectador, que se preguntará en qué puntos la historia se basa en los testimonios reales y cuáles son licencias artísticas en pos de un mayo efecto. Sea como sea, es una cinta aceptable para pasar un buen "mal rato".
3 de mayo de 2015
3 de mayo de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Urbanitas perdidos y sometidos al desconocido e infravalorado poder del espacio rural, siendo cruelmente ajusticiados por subestimar al lugareño ante una supuesta posición privilegiada del habitante de ciudad. Esta atractiva premisa alimentó buena parte del terror de los años 60 y 70, desde los inicios del splatter de la mano de Herschell Gordon Lewis en su 2000 Maniacos (Two Thousand Maniacs!, 1964), pasando por el Tobe Hooper que fomentara toda una oleada de terror que abrasaba con su calurosa y asfixiante ambientación del territorio rural con La Matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), surgiendo a raíz de ella toda una retahíla de émulos. Greg McLean parte en Wolf Creek de una premisa idéntica a la ideada por Hooper, heredando dos principios básicos: el abrumador y desasosiego provocado por la amplitud del terreno campestre (la sofocante Texas es sustituida aquí por la aridez del estéril campo australiano) y un intento de fomentar una violencia realista, dura y muy directa, que en el caso de La Matanza de Texas, en un ejercicio de ponderación de la sutileza, trabajó en base a una siniestra insinuación en detrimento de una tendencia expositiva. Supuestamente basada o inspirada en hechos reales, el poso que Wolf Creek deja en el espectador es el de un trabajado revival de aquel horror, aunque aquí se abogue por un exhibicionismo, controlado y comedido, de lo explícito de la violencia, no enturbiando la mejor de las intenciones de este tipo de propuestas: el dibujo de un terror primitivo y natural, basado en la recreación realista.
A pesar de una idea global lejana de la novedad, Wolf Creek fue una película tremendamente exitosa en su día para los aficionados, sin mostrar casi ningún ápice de originalidad en su concepción primaria, aunque sea en su desarrollo donde McLean apunte alto y logre ese tanto al que aspiran tantos productos de género: el impacto. Este se basa, siendo algo explotado en el primer tercio de la película, en un ambientación desolada y embaucadora del terreno rural australiano, que en un primer segmento se percibe más predispuesto al encuadre formal que al desarrollo argumental. Como hacía Hooper en su matanza tejana, la atmósfera persuade al espectador y le insinúa el tono posterior, en un ejercicio de tensión original e inteligente. Argumentalmente este primer tercio es una reversión y aprovechamiento del tópico del subgénero, aquel en el que los jóvenes perdidos en territorio hipotéticamente inofensivo acabarán por corromperse ante la hostilidad de lo desconocido. Algo, por cierto, que el espectador sabe de antemano, y al que McLean ha de añadirle ese elemento sutil que impida la distracción de la pantalla. Puro trabajo de dirección que aboga por la puesta en escena, ofreciendo un cuadro impresionante de presión ambiental en el desconocido paisaje campestre de Australia.
El punto de inflexión del film llegará con la aparición de John Jarratt (intérprete de abrupta fama actual pero que sería un emblema de la llamada ozploitation, ese apasionante movimiento de géneros nacido en la Australia de los 70 y de la que Greg McLean se ha considerado uno de sus actuales renovadores), que compone el villano de la función, estoico y arrogante, exégesis hiperbólica e impasible del redneck norteamericano, aquí en un prototipo tratado de manera exagerada y hasta con cierto aire auto-referencial. En realidad, una versión extremada y desmesurada del lugareño australiano más universal, Mick “Cocodrilo” Dundee, como la propia película hace alusión, bajo el cual se compondrá el tono de la segunda parte del film y que enriquece sobremanera todo lo expuesto anteriormente en la película. Ese primer tramo del film, del que muchos acosarán su lentitud y falta de ritmo, es construido como falsa maniobra de introducción de un componente básico en la película: una estética totalmente ligada a sus orígenes naturales, la ambientación rural de casi obligada recreación cuando es la propia película la pretende ligarse a esa corriente del terror que escapa de localizaciones habituales para confeccionar lo campestre como elemento diferenciador. Su atmósfera se nutre básicamente de esto, lo que hace indispensable las recreaciones visuales con las que McLean presenta a sus personajes, y que guarda alguna escena de notoria turbación, como el primer enfrentamiento de los protagonistas con los rednecks del bar; un preámbulo claro y premonitorio de lo que acontecerá a continuación.
(continúa en Spoiler)
A pesar de una idea global lejana de la novedad, Wolf Creek fue una película tremendamente exitosa en su día para los aficionados, sin mostrar casi ningún ápice de originalidad en su concepción primaria, aunque sea en su desarrollo donde McLean apunte alto y logre ese tanto al que aspiran tantos productos de género: el impacto. Este se basa, siendo algo explotado en el primer tercio de la película, en un ambientación desolada y embaucadora del terreno rural australiano, que en un primer segmento se percibe más predispuesto al encuadre formal que al desarrollo argumental. Como hacía Hooper en su matanza tejana, la atmósfera persuade al espectador y le insinúa el tono posterior, en un ejercicio de tensión original e inteligente. Argumentalmente este primer tercio es una reversión y aprovechamiento del tópico del subgénero, aquel en el que los jóvenes perdidos en territorio hipotéticamente inofensivo acabarán por corromperse ante la hostilidad de lo desconocido. Algo, por cierto, que el espectador sabe de antemano, y al que McLean ha de añadirle ese elemento sutil que impida la distracción de la pantalla. Puro trabajo de dirección que aboga por la puesta en escena, ofreciendo un cuadro impresionante de presión ambiental en el desconocido paisaje campestre de Australia.
El punto de inflexión del film llegará con la aparición de John Jarratt (intérprete de abrupta fama actual pero que sería un emblema de la llamada ozploitation, ese apasionante movimiento de géneros nacido en la Australia de los 70 y de la que Greg McLean se ha considerado uno de sus actuales renovadores), que compone el villano de la función, estoico y arrogante, exégesis hiperbólica e impasible del redneck norteamericano, aquí en un prototipo tratado de manera exagerada y hasta con cierto aire auto-referencial. En realidad, una versión extremada y desmesurada del lugareño australiano más universal, Mick “Cocodrilo” Dundee, como la propia película hace alusión, bajo el cual se compondrá el tono de la segunda parte del film y que enriquece sobremanera todo lo expuesto anteriormente en la película. Ese primer tramo del film, del que muchos acosarán su lentitud y falta de ritmo, es construido como falsa maniobra de introducción de un componente básico en la película: una estética totalmente ligada a sus orígenes naturales, la ambientación rural de casi obligada recreación cuando es la propia película la pretende ligarse a esa corriente del terror que escapa de localizaciones habituales para confeccionar lo campestre como elemento diferenciador. Su atmósfera se nutre básicamente de esto, lo que hace indispensable las recreaciones visuales con las que McLean presenta a sus personajes, y que guarda alguna escena de notoria turbación, como el primer enfrentamiento de los protagonistas con los rednecks del bar; un preámbulo claro y premonitorio de lo que acontecerá a continuación.
(continúa en Spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es en su segundo segmento donde la película aguarda todo su componente para/con el horror, ya en caminos mucho más parejos al género. Se afrontan una serie de secuencias que abogan por un tonalidad directa de violencia, en muchas ocasiones incómoda y de gran resolución (destacables las luchas, tanto física como emocionales, del villano con las protagonistas, amparadas mayoritariamente por el hechizante elemento de la oscuridad), para lucimiento de un personaje que se gana un gran peso iconográfico con el atronador encanto de un John Jarratt cínico y mordaz, con un sentido para la violencia irritante en su condición primaria de cazador. La falta de concesiones y la sensación del “todo vale” es una de las mejores impresiones que supura el tono de árida crueldad impuesta por McLean, quien no escatimará en promover una inflexión ligada al arrebato y la furia, con ciertos escarceos con el documental: los ángulos de cámara laboriosos con clara búsqueda del impacto y la sabia utilización de un elemento clave en la historia, como es la mixtura del patán de naturaleza animal dentro de un terreno que parece extensión a su primigenias maneras de cotidianidad. Dibujo del mal sumiso a la esencia más pura de su naturaleza, aquí representada por los vacuos y sofocantes parajes campestres de una Australia incómoda para los urbanitas. Una proposición argumental que, como reincidimos, la emparenta con la Texas recreada por Tobe Hooper, de la que hereda, ante todo, una violencia cargante, en la que la puesta en escena es concebida de manera inteligente en búsqueda de la perturbación.
http://elgabinetedelreverendowilson.wordpress.com/
http://elgabinetedelreverendowilson.wordpress.com/
22 de diciembre de 2015
22 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un slasher a la vieja usanza, de ritmo pausado, gore sin abuso y momentos de gran tensión y angustia. Consta de una excelente atmósfera consecuencia de, entre otros, unos paisajes y muertes que desbordan frialdad. La sensación palpable que parece desprender en todo momento es la de soledad, frío y peligro.
Los protagonistas caen bien, lo que resulta poco habitual en este tipo de cine. No son los rutinarios imbéciles cortos de mente que sueltan banalidades y tópicos hasta la hora de su deseada muerte, al contrario, y es algo en lo que el director se esfuerza estando la primera mitad de la película destinada a presentarlos, con calma, buscando una conexión con el espectador para que se inmiscuya en la trama y sufra con ellos.
Esta parte inicial de tranquilidad también sirve para poner al público en una posición relajada, logrando un mayor impacto cuando la cosa se pone más seria, contrastando ritmos y estilos. De todos modos, desde el inicio hay una intranquilidad persistente.
Nuestro asesino en serie de turno se perfila como un hombre inicialmente amable, pero de miradas escalofriantes y risa estremecedora. Cuanto más sale en pantalla más cabrón es y más odioso resulta. Le encanta que sus víctimas escapen y tenga que perseguirlas, jugando a la cacería. Un enemigo detestable aunque no falto de cierto carisma.
Sobre lo de 'basado en hechos reales', una etiqueta utilizada con demasiada ligereza en el cine, cabría concretar que utiliza elementos de diferentes sucesos, asesinatos y asesinos australianos. Por lo que he encontrado se basa, por ejemplo, en el caso real del asesinato de Pedro Falconio, un hombre que desapareció junto a su pareja por el lugar donde se sitúa la película; por otra parte en Ivan Milat, un asesino en serie australiano que recogía mochileros y los torturaba hasta matarlos, y que parece ser la principal inspiración de la película.
Recomendada para seguidores del género.
Los protagonistas caen bien, lo que resulta poco habitual en este tipo de cine. No son los rutinarios imbéciles cortos de mente que sueltan banalidades y tópicos hasta la hora de su deseada muerte, al contrario, y es algo en lo que el director se esfuerza estando la primera mitad de la película destinada a presentarlos, con calma, buscando una conexión con el espectador para que se inmiscuya en la trama y sufra con ellos.
Esta parte inicial de tranquilidad también sirve para poner al público en una posición relajada, logrando un mayor impacto cuando la cosa se pone más seria, contrastando ritmos y estilos. De todos modos, desde el inicio hay una intranquilidad persistente.
Nuestro asesino en serie de turno se perfila como un hombre inicialmente amable, pero de miradas escalofriantes y risa estremecedora. Cuanto más sale en pantalla más cabrón es y más odioso resulta. Le encanta que sus víctimas escapen y tenga que perseguirlas, jugando a la cacería. Un enemigo detestable aunque no falto de cierto carisma.
Sobre lo de 'basado en hechos reales', una etiqueta utilizada con demasiada ligereza en el cine, cabría concretar que utiliza elementos de diferentes sucesos, asesinatos y asesinos australianos. Por lo que he encontrado se basa, por ejemplo, en el caso real del asesinato de Pedro Falconio, un hombre que desapareció junto a su pareja por el lugar donde se sitúa la película; por otra parte en Ivan Milat, un asesino en serie australiano que recogía mochileros y los torturaba hasta matarlos, y que parece ser la principal inspiración de la película.
Recomendada para seguidores del género.
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