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España España · Gijón
Críticas de Kiwo
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Críticas 36
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
3 de octubre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante toda la historia de la humanidad, los medios de los líderes mundiales para manipular a las masas han sido muy rudimentarios. No he hecho ningún estudio pormenorizado sobre la propaganda anterior al siglo XX, pero un rápido vistazo a la Wikipedia basta para realizar que hasta la WWI no se sistematiza el uso de la información. Se asocia el uso de la propaganda principalmente a Joseph Goebbles, cuyo uso de todos los medios posibles habidos y por haber para manipular a los alemanes durante el régimen nazi se estudia aún en las escuelas, pero antes que a Goebbles, se considera a Edward Bernays – sobrino de Sigmund Freud – el inventor de la propaganda tal y como la conocemos hoy en día. Probablemente sea el cine, inventado precisamente en los primeros años del siglo XX (época en la que vivió Bernays), el medio mediante el cual se ha aprovechado para emitir más mensajes propagandísticos.

Tras la invención del sonoro, a lo largo de aproximadamente 50 años, algunos autores brillantes explotan las cualidades del medio con películas como M o Ciudadano Kane y como es lógico, desde Hollywood se aprovecha las tremendas oportunidades que ofrece el cine para manipular a conveniencia a los espectadores. ¿Pero casa esto con una visión personal y artística del cine?. Esto no es excluyente con la propaganda, pero si que son dos conceptos que a priori pueden chocar: para que el autor ofrezca su obra al público como una idea propia (es decir, como arte), no puede adaptarse a una historia cuya razón de ser es influir de una forma particularmente determinada en el número más amplio posible de espectadores. No es excluyente porque hay ejemplos evidentes de que una película con tintes propagandísticos puede tener un enorme valor artístico: la filmografía de Frank Capra es un buen ejemplo de ello; el cine es, al fin y al cabo, manipulación, lo que cambia es si esta se hace bien o se hace mal. Ha habido películas peores que Que bello es vivir destinadas a la propaganda más exacrbada que sencillamente no han pasado a la historia, pero hablamos de una época en la que cuesta trabajo realizar una película con un fin determinado: los guionistas deben rascarse la cabeza para lograr obtener una narración lo suficientemente buena que permita identificarse con el protagonista al target al que va dirigido la película, y a la vez no había la tremenda cantidad de efectos especiales que hoy en día tenemos al alcance.

Tras la revolución cinematográfica de los 70 (simple apéndice de la revolución hippie, que cambió la sociedad al completo) surgen nuevas medios que en un principio beben del cine, que pasan a ser influencias del mismo: videojuegos, videoclips… Así, el cine de hoy en día está tan alejado del cine anterior a 1975 como el sonoro está alejado del mudo, con lo que resulta necesario establecer un canon estilístico acorde a los tiempos actuales. Para ello, se cuentan con nuevos medios: la cantidad de escenarios que se pueden recrear mediante los fx de una forma hiperrealista posibilita cualquier historia, se puede recrear prácticamente lo que queramos. Además, y esto es clave, vivimos en la época del Big Data. Se dispone de una cantidad gigantesca de información referente a todo. Es muchísima más información que la que se disponía hace 30 ó 40 años. En términos propagandísticos, la ventaja de esto es evidente: los publicistas conocen al dedillo las ambiciones y las rutinas de una persona estándar, y a partir de la ingente cantidad de datos que manejan, pueden crear una historia con un target amplísimo. El resultado es que las películas tienden a ser clónicas. Basta con realizar una pequeña modificación de guión que afecte a la forma pero no al fondo de la película para fabricar un nuevo producto; y no hay límites en las posibles e infinitas modificaciones de estas historias, porque sea cual sea el mundo y el contexto deseado, se podrá recrear. Así, el espectador avezado puede distinguir en cada película cuando viene la escena lacrimógena, cuando viene el plano-contraplano con diálogo sobre la necesidad de luchar por tus sueños, cuando viene la escena cómica para quitarle hierro al asunto… como si existiese una enorme fábrica de montaje en la que se construyesen sin descanso todas estas cintas
(sigue en el spoiler sin desvelar detalles de la trama)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kiwo
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10
28 de enero de 2014
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un principio, los buenos eran los buenos y los malos eran los malos. Todos sabíamos con quién ibamos, y no había más que hablar.

Entonces algunos se pusieron a innovar, y empezaron a crear personajes de dudosa moralidad y que atraían al espectador. Claro que de aquella las normas eran estrictas, y tampoco se podía salir uno mucho de la raya. (recordemos el final de Atraco Perfecto) Además, estaba la censura, con la tijera a punto para cualquier imprevisto. Pero las normas empezaron a flexibilizarse, la censura desapareció, y comenzó la modernidad, los malos eran los buenos y los buenos eran los malos, ¿con quien empatizamos ahora? Empezaron a proliferar matones, pura clase, con traje y cigarrillos, y apareció el subgénero de gangsters o mafiosos, que tocó techo en su película más paradigmática: Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990), donde Scorsese realizó un viaje hipnótico al corazón de la mafia italoaméricana. En el discurso final de su principal protagonista, se deja bien claro el enfoque que se ha dado a la película ("Y ahora todo se acabó. Eso es lo más duro. (...) Ni siquiera me mandan comida decente. Nada más llegar aquí pedí spaghettis con salsa marinara y me mandaron macarrones con ketchup. Soy un don nadie, y tengo que vivir el resto de mi vida como un gilipollas"). Es imposible ver Uno de los nuestros y no tomar como propia la primera frase en voz en off que se oye en la película: "Desde pequeño, siempre quise ser un gangster."

Desde entonces, se han traspasado todas las barreras posibles. Desde las pantallas del cine (y la televisión) nos han bombardeado con personajes cuyo código ético haría vomitar a una cabra y han tratado que empatizemos con ellos. Nos han puesto como protagonistas principales a asesinos sin escrúpulos, a hijoputas de la peor calaña, nos han mostrado la transformación de frustrado profesor de química a capo de la droga y nos la hemos creido. Entonces vuelve Marty, esta vez para mostrarnos los excesos de uno de esos tipos que con su proceder han llevado a una crisis económica sin precedentes en los últimos 50 años, que en este caso no aprietan ningún gatillo, si no los números del teléfono para vender más y más acciones; nos lo rodea de una mujer de quitar el hipo y muchos barcos y putas, y volvemos a caer en la trampa. Un delirio absoluto de luces y colores, 3 horas que pasan volando, sin darte cuenta, y media docena de escenas de reirte a carcajada limpia.

Desde pequeño, siempre quise ser un broker.
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Kiwo
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7
12 de septiembre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta demencialmente divertida sit-com me ha dejado sin palabras. Así que dejaré que Sheldon Cooper, el personaje de ficción más memorable desde Ignatius Reilly, hable por mi.

-Es muy sencillo, mira. Tijeras cortan papel. Papel tapa a piedra. Piedra aplasta a lagarto. Lagarto envenena a Spock. Spock rompe tijeras. Tijeras decapitan lagarto. Lagarto devora papel. Papel desautoriza a Spock. Spock vaporiza a piedra. Y como siempre, piedra aplasta a tijeras.

-¿Por qué lloras?
- Porque soy estúpida.
- Esa no es razón para llorar, uno llora cuando está triste. Por ejemplo, yo lloro porque los demás son estúpidos y eso me entristece

- Gravedad, ramera despiadada.

- ¡No puedo ser imposible, porque existo! Supongo que habrás querido decir: "Me rindo. Eres improbable".

- Soy el Dr. Sheldon Cooper. Necesito cancelar mi afiliación al planetarium. Bueno, yo también lo siento. pero no hay espacio para ustedes en mi nueva cartera. Era entre ustedes y el Museo de Historia Natural, y francamente, ustedes no tienen dinosaurios. Los echaré de menos también, adiós

- Sheldon, piénsalo bien, ¡vas a pedirle a Howard que elija entre el sexo y el Halo!
- No, voy a pedirle que elija entre el sexo y el Halo 3. Y que yo sepa el sexo no ha sido mejorado ni incluye gráficos 3D ni armas de nueva generación.

- Pero hay alguna pobre mujer que va a poner sus esperanzas en mi esperma. ¿Y si tiene un niño que no sabe si usar una integral o una diferencial para resolver el área bajo una curva?

- ¿Un poco desordenada? El complejo de grupo números de Mandelbrot es un poco desordenado. Esta habitación es un caos. Explícame un sólo sistema de organización que comprenda una bandeja de cubertería encima de un sofá. ¡Esto no es una casa, es un retorcido vórtice de entropía!


¿Que, a que es grande? Pues más en el spoiler
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Kiwo
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Exit Through the Gift Shop
Documental
Reino Unido2010
7.6
14,340
Documental, Intervenciones de: Thierry Guetta, Banksy
8
27 de febrero de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ver el documental, la persona que había organizado el percal (era un evento por la semana de las artes o algo así) nos comentó que el documental no era basado estrictamente en hechos reales, y que al final teníamos que sacar nuestras propias conclusiones sobre la veracidad de lo contado. El caso es que conforme avanza el documental, - en teoría sobre Bansky - uno se va adentrando en la fascinante figura de Thierry Guetta, un tipo que se dedica a ir con su cámara grabando a los demás. El documental se podría definir como la historia del tipo que quería hacer un documental sobre Bansky, lo que permite al propio Bansky permanecer en un segundo plano, y centrarse en las excentricidades del padre de familia francés. Así asistimos a su particular ascenso al mundo del arte callejero con el sobrenombre de Mr. Brainwash. Entre medias asistimos a una de las bromas pesadas de Bansky, con Thierry grabándolo todo, y a una descojonante escena en la que se nos muestra la paranoia que resulta de tratar de hacer una película (Life Remote Control) con todo lo que Thierry ha grabado a lo largo de su vida. Hilarante.
El caso es que llega el final, Mr. Brainwash presenta su mastodóntica exposición, Life is Beautiful, gracias al hype creado por las recomendaciones de aquellos a los que grabó anteriormente y llegan las preguntas: ¿Que demonios es esto?
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Kiwo
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1
27 de febrero de 2011
74 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta puta mierda nos la pusieron hará tres años en el colegio. Aún no se si los genios de los profesores que escogieron esta película no habían entendido bien el mensaje, o es precisamente la mofa al pobre y el amor al dinero lo que nos pretendían inculcar. Me inclino por la segunda opción, aunque no descarto la primera.
La película es sencillamente asquerosa. Hay una escena en concreto, que resume la esencia de la película, en la que un Will Smith sin un duro pasa por delante de un edificio del que empiezan a salir brokers trajeados con caras de estar puestos de ácido, y Smith piensa: "Que felices se les ve. Ojalá yo llegara a ser uno de ellos" El mensaje es tan nauseabundo que me impide valorar los restantes aspectos de la película con total objetividad, aunque tampoco hay mucho que rascar, siendo serios. A Will Smith y al hijo apetece inflarles de ostias de dos en dos hasta que sean impares.
America nos invade mientras permanecemos impasibles. El american way of life empieza a estar omnipresente allá donde vayas. Europa pierde su identidad, los niños reciben regalos por Santa Claus, Halloween es celebrado como si fuese una típica tradición española y en San Valentín tienes que hacerle un regalo a tu novia. Y lo peor de todo, su enfermiza obsesión por el dinero empieza a hacer mella en todo el mundo.

Dios nos pille confesados.

PD: Que la moda de esta película sea un 8, me deprime profundamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kiwo
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