Michael Sannon es la película. La interpretación del actor sirve para mantener y hacer razonable la visión apocalíptica del mundo (no solo el físico como tal, sino el personal)
La lucha interior del personaje para buscar remedio a su situación y su posible lucha contra la locura hereditaria contra una historia sin más pretensión que hay gente más dispuesta a escuchar lo que ocurre a nuestro alrededor nuestro con una conexión especial con la naturaleza.
Sin el efectismo de “El incidente” (los medios de producción también se notan) Curtis LaForche (Sannon) busca a través de la reconstrucción de un refugio para tormentas obsesivamente la liberación para no enfrentarse a algo peor como puede ser la esquizofrenia. Y en “su lucha” su mujer y su hija sorda son las únicas que le apoyan y le entienden, provocando una mayor soledad y aislamiento de la sociedad de la cual intenta huir para salvarse.

El debut en la dirección del guionista "El ultimatum de Bourne" es un intento fallido de intentar trasladar una road movie con una historia de amor que tiene que ocurrir a pesar de un ser supremo, llamado “El Director” se empeñe en que el destino de los dos personajes principales tiene que ser otro.
La sensación soporífera que supone durante casi hora y media de un previsible final, sin ninguna emoción ni en la historia de amor, ni en los posibles impedimentos que les ponen en su camino, ni en las tristes y absurdas (y pocas) persecuciones impide que disfrutemos mínimamente de la película sí no fuera por la utilización como escenario de la capital del mundo, Nueva York, la cual está bien representada en varios de sus más emblemáticos escenarios. Y de la pareja protagonista que merecen algo más que una tonta demostración de que no el todo vale para realizar una love story…sino, más bien, para realizar una “fool story”.

La vuelta de Robert Zemeckins a las películas de imagen real se queda en un simple aprobado, pero no por el guión, sino por él, Denzel Washigton.
No sé sí es por la falta de ideas o por la necesidad de vender al espectador un gran inicio pero, últimamente, nos podríamos repetir que muchas películas adolecen del mismo error: un gran inicio y un bajón en picado en el resto de la historia. Esto mismo ocurre en “El vuelo” con unos 20 minutos que mantienen al espectador en su butaca e interesado pero ahí se acabó.
El resto es una serie de aburridas secuencias dónde ni Denzel Washington consigue salvar del hastió que produce.
Se puede decir que lo más interesante es la interpretación del protagonista, el cual su aparición en pantalla de por sí sirve para una nominación (y también porque es uno de los mejores actores que sabe caminar en una pantalla).
Pero señores Directores y Productores del mundo el dar vueltas para buscar finales con moralina lo dejamos para Intereconomia o 13TV pero no para películas de más de dos horas insufribles para la espalda y la vista del espectador.

Aprovechando el tirón de Omar Sy (cómico con gran popularidad en Francia y el único capaz de arrebatar a Jean Dujardin el premio César en el año de “The Artist”) nos llega una entretenida película dónde un de la brigada criminal del Distrito de París y un policía de la brigada de fraude de un distrito de la periferia capitalina tienen que unir sus fuerzas para averiguar qué hay detrás del asesinato de la mujer del jefe de la patronal relacionada con timbas clandestinas.

Lo de menos es la historia en sí, mil veces vista. Aquí lo que importa es la química de los dos actores, un Omar Sy en estado de gracia, que, encuentra su contrapunto en Laurent Lafitte, actor perteneciente a la comedia francesa y con el que ya había trabajado anteriormente.
¿Qué durante momentos nos recuerda a “Arma Letal” o “Tango y Cash” por poner algún ejemplo? ¿Y qué? Es un pequeño homenaje que propone pero con su toque francés con referencias actuales a la política y la sociedad francesa actual.

No debemos olvidar que una de las grandes ventajas que tiene el cine francés respecto al cine patrio es que sabe atraer al espectador con una mezcla de cine comercial, grandes actores todoterreno y coger un poquito de aquí y allá (en este caso trasladar las típicas históricas de dos compañeros policías antagónicos pero perfectamente compatibles de las películas americanas), y esto mismo, es lo que hace agradable “Incompatibles”.

Martin Scorsese tiene la gran virtud de elegir muy bien los actores para sus proyectos y este fue el caso de la película “Infiltrados”, la tapada de los Oscars del 2006. Di Caprio y Nicholson en estado de gracia hacen que el remake de la película “Infernal Affairs” se convierta en un pequeño clásico que aguantara bien el paso del tiempo. Es absorbente, con una historia que produce empatía tanto en los buenos y en los malos y entender el por qué y para que actúan de esa forma. Diálogos brillantes, relaciones falsas y sobre todo el pulso de la calle, de los bajos fondos y de la policía. Te tiene en tensión a lo largo de sus más de dos horas de metraje que se te pasan como un suspiro.
Recomendable ver cada cierto tiempo para degustar buen cine en un menú que incluya “Uno de los nuestros” y “Casino” como trilogía del buen cine negro.