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España España · IvoDelgado.com
Críticas de Criticoenserio
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Críticas 201
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
25 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paris, 1990.
El escritor Gabriel Matzneff se sienta en un programa literario para hablar abiertamente sobre su nueva novela en la que narra sus conquistas sexuales de una joven a la que triplica en edad. Matzneff habla sin tapujos sobre cómo prefiere a las mujeres menos de 20 porque todavía son amables y no están duras.

Solo una novelista canadiense, Denise Bobardier, le confronta por estas afirmaciones. Un crítico días más tarde le llama zorra por juzgar la literatura en esos términos.

Este es el mundo real.

No es hasta 30 años después, en 2020 cuando Vanessa Springora publica unas memorias, tituladas “El Consentimiento” narrando cómo se sintió entre la edad de 14 y 16 completamente abusada sexualmente por el escritor y luego explotada comercialmente en su obra, no es hasta 2020 cuando el país despierta en furor y este hombre huye cual Polansky de Paris a la Riviera Italiana, se abre investigación y se programa un juicio para este año.

Este hombre había publicado testimonios como que “dormir con un niño es una experiencia sagrada, un nuevo bautismo y que tras poseer a un niño o niña de 13 años el resto de la vida se siente absurdo e insípido”

Las pruebas son abismales: Yves Saint Laurent pagó por su hotel para que pasaran estos encuentros, el Presidente Mitternad le dio casi una carta de libertad de la cárcel cual Monopoly y en 2013 le dieron el prestigioso premio Renaudot. Este hombre ha sido celebrado por su obra.

30 años le ha llevado a su víctima procesar todo y entender la situación.

Ahora nos llega la adaptación cinematográfica de sus memorias donde Springora ejerce de guionista con Vanessa Filho de directora de una recreación dramática que aunque no termina de ser un éxito cinematográfico tiene una gran valía por sumarse al debate y a tratar de mover el mundo hacia adelante.

Basándonos en lo estrictamente cinematográfico la película narra la historia de manera casi cronológica y tratando de que entendamos tanto a la presa como al cazador, con palabras bonitas en principio pero que se van tornando en cada vez más perturbadoras. Como si nosotros fuésemos Vanessa y poco a poco se fuese cayendo la venda.

Esta elección, aparte de ser la más obvia es también el gran error de la cinta porque ese romanticismo de la primera parte nunca termina de resultar creíble en ningún espectador adulto y el tratamiento tan dulcificado tampoco provoca ninguna reacción extrema. Es como si casi cuestionase o justificase más a la víctima que al agresor, como si casi pidiera perdón por haberse dejado llevar. Esa fascinación por el hombre mayor no consigue que tratemos de entender realmente sus motivaciones, tampoco lo desdibujada que está su madre en una Laetitia Casta desaprovechada y que otras películas como la sublime “An Education” muestran mucho mejor y resultan mejor ejecutadas.

Nada que objetar a la interpretación protagonista una muy correcta Kim Higelin. También parece ligeramente forzadas varias escenas con el escritor en gafas de sol y gabardina al que solo falta un periódico con agujeros para dar un aspecto más turbio y siniestro. Amén del desnudo integral del mismo que parece forzar en nuestra garganta un regusto manipulador que no se ve en otras escenas, un contraste que no tiene el impacto que busca la directora principalmente porque se le ven las costuras y provoca cierto rechazo.

También el tramo final resulta apresurado y forzado cuando la película ha tenido un ritmo totalmente diferente y no culmina en su pegada a pesar de tener ideas interesantes, principalmente por haber tratado al espectador de manera un poco burda como si no supiese leer entre lineas.

En Resumen, “El Consentimiento” no es una gran película pero sí que tiene una historia importante detrás y trata el asunto con la debida pulcritud y ya solo por eso merece que la rescatemos abiertamente aunque en conjunto desaproveche bastante de sus opciones.
Criticoenserio
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8
25 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En el medio del camino de nuestra vida, me encontré en un bosque oscuro, pues había extraviado el camino recto.” (Canto I, Infierno)

La Divina comedia de Dante Alighieri es la gran obra de la literatura toscana, un viaje espiritual través de los reinos del infierno, Purgatorio y Paraíso en la que el poeta viaja en busca de su amada Beatriz.

Alice Rohrwacher, también toscana, aparte de cineasta ha estudiado arte clásico y ha creado esta nueva historia sobre un hombre que busca a su propia Beatriz, en este caso llamada Beniamina y que se le aparece en sus sueños mientras busca la conexión y la puerta de entrada entre el mundo terrenal y el plano metafísico.

"Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis." (Inscripción sobre la puerta del Infierno)

Esta búsqueda la directora la enclava en el poder de los objetos, impasibles durante siglos en tumbas arqueológicas de los objetos con los que a los muertos se les enterraba para que les acompañaran en la próxima vida. Los objetos que hacen ese enlace entre los dos mundos por el que nuestro protagonista también quiere navegar. Un plano de realismo mágico, de realidad onírica, de sentimientos. Una búsqueda por una belleza “no apta para los ojos humanos”

Esta película crece entre las grietas, como la hierba y el musgo que sale entre cada baldosa, entre las rendijas de la casa de Rosellini que se niega a modernizarse. Entre las vías de la estación abandonada donde ya no hay tránsito.

“Aquel que me llevó al conocimiento supremo, me dijo que el amor era el motor que hacía mover el cielo y las estrellas." (Canto XXXIII, Paraíso)

El “argumento” (muy entrecomillado) sigue a un inglés recién salido de la cárcel que regresa a un pueblo rural italiano donde malvive literalmente en los márgenes de la sociedad. Un inglés que se presenta en un traje, que parece más sofisticado que el resto de gente con los que convive en ese tren en el que se despierta. Un tren en el que ya aparece una mujer cuyo perfil ya le recuerda a las representaciones clásicas etruscas. Ese traje que parece de aristócrata pero que paulatinamente vamos descubriendo lo mugriento que está.

En el destino le espera su antigua banda, un grupo de saqueadores de tumbas que utilizan su “Don” para sentir dónde se han enterrado reliquias históricas. El protagonista tiene una sensibilidad especial que le conecta con el siguiente plano.

En este pueblo también vive Flora, una señora en una casa destartalada a la que todos llaman Ma’am y que se encarga de dar clases de música a una estudiante llamada Italia a la que trata como una sirvienta. Sin embargo el protagonista arranca huyendo de lo terrenal y sumergiéndose en sus sueños.

Contar el argumento de la cinta es como no contarlo porque “La quimera” es ese tipo de película que llevas una hora dentro y no sabes muy bien qué es o de qué va. Es una cinta que mezcla el costumbrismo con el realismo mágico, que mezcla música clásica con temas pop, que mezcla personajes interesantes con otros que parece que se han dado un golpe al nacer y no han recuperado la cordura. La quimera a veces parece maravillosa, artística y cargada de cultura y otras muchas una mezcla de situaciones que no parecen tener ningún sentido.

Todo esto adornado con desfiles de bandas, momentos musicales, otros de slapstick con la velocidad acelerada, cambios de formato, de luz, ruptura de la cuarta pared… Una mezcla de elementos tanto antiguos como nuevos que hacen que te plantees en todo momento qué te quiere contar y que cueste sumergirse en la historia.

Sin embargo, hay un momento que hace un “clic” que conecta, que te arrastre en su sensibilidad, que te alimenta de su alma y su esencia y que ese esfuerzo primero por tratar de comprender qué sucede se vea recompensada, en gran parte por una interpretación central de Josh O’Connor realmente interesante que te hace entender según avanza el metraje que se va sintiendo más en paz con ese costumbrismo porque en realidad y como dice un personaje “solo busca un pasaje para la siguiente vida”

"La mayor tristeza es recordar los tiempos felices en la miseria.”

La Quimera no es sencilla, la vida nunca lo es, pero es terrenal, es onírica y lírica, es extraña, es imperfecta y recuerda a compatriotas toscanos como Paolo y Vittorio Taviani, especialmente la escena en la que la discusión de los tombaroli desciende a ruidos de animales.

Fellini, al que se recurre en muchas ocasiones, arrancó “La Dolce Vita” con el traslado de una cruz enorme en helicóptero sobre la moderna Roma. Aquí sentimos lo mismo con las ruinas de lo que fue la toscana, su arte y su costumbrismo y el mágico realismo de la cinta, el naturalismo de las interpretaciones, el rodaje a pie de campo en localizaciones al aire libre y las historias al borde de lo fantástico.

La Quimera es rica en alusiones y evocaciones y durante la cinta comprendes que no hay una línea clara de argumento sino un espíritu atascado entre los entramados de la vida. Que todos nos encontramos en esa maleza que crece entre las baldosas, en esa fealdad bella. A veces el cine es como la vida, no tiene sentido sino sentimiento y ahí es donde La Quimera encuentra su razón de existir.
Criticoenserio
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8
23 de abril de 2024
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía una crítica escrita diferente pero ha sido leer la reseña más valorada en filmaffinity y me he quedado alucinando con los comentarios de la gente criticando que en la serie aparezca gente negra en la Rusia Bolchevique. El protagonista es escocés, la coprotagonista americana, está filmada en Manchester y todos hablan inglés. Pero por supuesto hay que machacar la nota porque aparezca gente de raza negra en una serie en la que actores interpretan personajes y la raza no es en ningún punto vinculante.

Volviendo a Un caballero en Moscú es un drama amable, apacible y que se y se disfruta gusto y con gusto. La mejor metáfora que encuentro es el decir que parece que estamos viendo una bola de cristal de esas que si las agitas mueves la nieve, esta encima con uno de los grandes actores de nuestro tiempo en plena forma.

Si algo caracteriza a la producción es el buen gusto con el que está llevada a cabo, con un pulso firme y tranquilo que recuerda a los dramas de domingo de la BBC. Se nota que detrás está el creador de todas las criaturas grandes y pequeñas que sabe cómo narrar algunas tragedias pero que el visionado sea siempre una experiencia agradable y con encanto. 

Un encanto que va acorde con la fotografía y con la banda sonora, pero que encuentra la pieza clave en Ewan McGregor que está maravillosamente encantador. Es intoxicante en su alegría y conmovedor en su tristeza, es absolumante creíble desde la primera escena con ese bigote imposible y tiene una gestualidad y una pose que creas por completo que es ese caballero al que alude al título.

Toda la serie tiene ese aire de fábula y de cuento y McGregor borda todas y cada una de las escenas con todos los cambios tonales que tiene. Mary Elizabeth Winstead también juega un papel importante en la producción como una estrella de cine que acude al hotel y que además tiene el añadido de ser la mujer de McGregor en la vida real.
Criticoenserio
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5
29 de marzo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tracker es el nuevo procedimental que seguramente ya has visto varias veces: un hombre con un pasado traumático (usualmente relacionado con problemas paternofiliales) que compensa su dolor con una notable inteligencia en un área específica. A veces son genios informáticos, otras veces físicamente fuertes, y en esta serie, nuestro protagonista destaca por su habilidad para seguir rastros.

Por supuesto, este personaje no presta sus servicios al Estado ni a una profesión en particular; suelen ser solitarios que más tarde desarrollan vínculos con algún personaje femenino, estableciendo raíces y ayudando a la gente. La serie es tan evidente en lo que está haciendo que en cierto momento incluso lo narran como: "Tu padre desapareció, y por eso ahora ayudas a la gente...", como si el guionista odiara tener que seguir un procedimiento tan básico.

Seamos honestos: Tracker es esa serie procedimental que ya has visto. Cada episodio presenta un caso de desaparición (al estilo de "Sin rastro") y nuestro protagonista utiliza su inteligencia para llegar donde los inútiles policías nunca llegan, porque si lo hicieran, no habría serie. ¿Debemos creer que la policía ni siquiera revisa las cámaras de seguridad en el lugar donde un niño desaparece? Aunque parezca imposible, ese es el nivel de superpoder que tiene el protagonista.

El otro superpoder es ser increíblemente atractivo e irresistible para cualquier ser humano que menstrúe. Todas las mujeres caen rendidas ante sus encantos. Justin Hartley se lleva toda la producción a sus espaldas, lo conoces por la serie "This is Us" y sobre todo por ser el exmarido de Chrishell de Selling Sunset. Es un actor bastante limitado, pero la serie es tan consciente de lo que es que tarda apenas 3 minutos en quitarse la camiseta, como si fuera indispensable llevar poca ropa para resolver el caso.

De hecho, todo es tan previsible que cada episodio termina con un tono inspirador y una moraleja del tipo "tienes gente a tu alrededor que te quiere", en un aire muy propio de las series americanas, con una pareja lésbica para la inclusión y jefes de policía negros para que todo sea políticamente correcto. Aún así, no todo lo que he dicho es malo. A pesar de ser un cliché, la serie es efectiva, se pasa rápido, tiene una buena selección de música americana y es efectiva cuando y donde debe serlo.

¿Es suficiente para destacar en el actual panorama televisivo, donde se estrenan nuevas series semanalmente? Creo que no, pero si te gusta lo que he descrito, la serie no tiene nada que impida recomendarla.
Criticoenserio
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9
18 de marzo de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te vas con tus mejores amigas de vacaciones a Grecia mientras esperas los resultados de tus A Levels. Son tus amigas. No. Son tus mejores amigas. Compartís ropa, confidencias, sisterhood. Son las vacaciones de una vida. Al año siguiente empieza la universidad y las responsabilidades. 

Entre chupitos, cheesy chips y noches de karaoke te dicen que hay que elevar la fiesta. Conocer chicos.
Tus amigas quieren sexo, gente y alcohol y crees que eso es lo que quieres. La sociedad te ha dicho que eso es lo que quieres. La cultura te dice que eso es lo que quieres, las redes sociales, los programas como Geordie Shore, Ibiza Weekender, Love Island, Ex on the Beach, The valleys y media parrilla de la MTV te dice que eso es lo que tienes que hacer. Que eso es lo que quieres hacer.

Ahora o nunca.

No te gusta pero te fuerzas a que te guste. Son las vacaciones que debes recordar el resto de tu vida. Tienes ese miedo de no disfrutar lo suficiente.

“How to have sex” es una película que narra perfectamente las presiones de la edad, de la sociedad y sobre todo la influencia de los amigos y la gente alrededor que te presiona constantemente hacia una dirección que no tiene que ser necesariamente tu decisión.

Lo hace sin adoctrinar sino colocando la cámara en la presencia magnética de Mia McKenna-Bruce, a la que vimos en la serie Get Even pero que aquí debuta en largo con tanta naturalidad, hipnotismo, fragilidad, compasión, lealtad, confusión, vergüenza, humillación y un dolor muy muy profundo. Todos sus sentimientos se ven claros como el cristal y tiene un arco desde los gritos de alegría desmedida de las vacaciones hasta las escenas más introspectivas como la del aeropuerto.

Brillante en su estilo visual, cargado de neones y luces fluorescentes que contrastan con las mañanas empapadas de sol y resaca, un montaje que ayuda este frenetismo con algún salto temporal perfectamente encajado. Hay grandes cambios entre la noche y el día, en la energía de todos los componentes cinematográficos que hacen sentir a la película totalmente real.

Pero en el fondo la película confiere una tristeza dentro de todo el aparente desenfreno que parece tener. Muy pocas cintas han dejado tan claro esa sensación de que las compañías te arrastran a quien no eres y no quieres ser pero que te fuerzas en tratar de ser porque es lo que se supone que debes ser y en un ambiente en el que no quieres ser el aguafiestas. 

Por encima de todo “How to have sex” nunca juzga, nunca adoctrina, nuca fuerza ninguna situación simplemente narra como las lineas de esas amistades y necesidades se van haciendo borrosas en esos años en los que buscas encontrar tu propia voz y a veces es difícil entre todo el ruido que grita la sociedad. “How to have sex” es una grandísima película.
Criticoenserio
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