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Sudán Sudán · Me la
Críticas de hate
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Críticas 132
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
10 de octubre de 2022
8 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, salgo de ver “EN LOS MÁRGENES”. Lo único que puedo hacer es darle las gracias a Juan Diego Botto por este regalo que nos ha hecho a todos los que alguna vez hemos pisado una asamblea. Cine social con MAYÚSCULAS. Que hace pupa. Que te revuelve las tripas. Que va a perdurar. Botto es nuestro nuevo Welles: escribe, actúa y dirige. Y espero que tenga mejor suerte que Welles a la hora de encontrar presupuestos. Además de esta peli, hay que recordar que lleva un año de ruta con su obra de teatro “Una noche sin luna” (Premio Nacional de Teatro 2021), donde se mete en la piel de un conmovedor Federico García Lorca. Sublime.

No me olvido de Olga Rodríguez y de ese guión donde todo va encajando, donde nada chirría y, sobre todo, donde no hay paternalismo ni se busca la lágrima fácil (aunque llores a mares). Y ese retrato del Madrid obrero, oscuro, angosto, asfixiante, sin grandes avenidas, el Madrid del ladrillo visto y los locutorios. La ciudad, hostil y laberíntica, es un personaje más ejerciendo presión sobre los protagonistas. Maestra. Titana.

Ayer leí a “nostálgicos” acusando a la peli de machista (van a la desesperada y a lo loco). Piruetas y triples saltos mortales que a duras penas enmascaran su propia mediocridad, que ladran rabiosos cuando se cuestiona, con calidad y éxito, la sacrosanta propiedad privada.

Sólo hay dos motivos por los que no te puede gustar este peli: o nunca has sido pobre o no has pisado una asamblea en tu p. vida. Así que elige tu motivo porque yo he hecho las dos cosas.

Diego Botto y Olga Rodríguez en modo Loach y Laverty es lo que necesitaba el cine de este país. Espero que sea el inicio de algo bonito y duradero. Ahora ya sólo nos queda fantasear con ellos escribiendo y haciendo una peli sobre la Guerra Civil. 'LA PELÍCULA' que seguimos esperando sobre el conflicto. Y no los truños equidistantes y 'espíritu de la Transición' que se han hecho, la verdad. Porque ni Berlanga tuvo huevos (con perdón) a romper el relato de la guerra fratricida entre hermanos.

Si acaso se salva “La voz dormida” de Zambrano, pero es más sobre la represión franquista post guerra y no una película de guerra propiamente dicha. Y Boyero la tildó de maniquea. Venga ya hombre.
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9
22 de marzo de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Séptimo largometraje de Berlanga, el segundo en colaboración con Rafael Azcona tras “Plácido” (1961), con la colaboración inestimable del guionista italiano Ennio Flaiano. Considerada por muchos críticos, no solo como una de las mejores películas españolas de la Historia, sino también de todos los tiempos. Lo que nos lleva a pensar en la mala suerte de Berlanga en el extranjero y por eso sus películas no tienen el reconocimiento que, por ejemplo, puedan tener las de Luis Buñuel. Pero eso no quita para que el cine de Berlanga avance a pasos agigantados, porque no solo “El verdugo”, por supuesto una obra maestra en la Historia del Cine, es también “Plácido”, es “Bienvenido Míster Marshall”, es “La escopeta nacional”, etc. Es uno de los más grandes maestros no solo del cine europeo sino del cine mundial. Ver “El verdugo” es, además de ver una película excepcional, uno de los grandes acontecimientos culturales del siglo XX.

Nadie como Berlanga ha retratado en el cine la mezquindad, la mediocridad y la frustración de una colectividad miserable. Pero siempre lo ha hecho con una mirada compasiva, quizás cómplice, y me atrevo a decir que hasta cariñosa. En el cine de Berlanga no se sabe qué te produce más placer: si lo que te cuenta o el cómo lo cuenta. Porque a lo largo de su obra, Berlanga ha construido y mejorado una forma singular de mirar, un estilo propio inconfundible. “El verdugo”, entre otras muchas cosas, indaga como nadie lo ha sabido hacer en los sutiles mecanismos en los que la sociedad en la que vivimos es capaz de presionar, manipular y chantajear emocionalmente al individuo hasta forzarle y obligarle a hacer lo que no quiere, empujándole a traspasar la barrera, muchas veces sutil, de su propio compromiso moral. Y todo ello, que parece un tema muy trascedente y muy serio, con un estilo cruel pero inteligente, patético pero divertido, sin caer jamás ni en la vulgaridad ni en la solemnidad, y empleando el humor como arma destructiva.

Junto con la menos vista pero también extraordinaria "El mundo sigue" de Fernando Fernán-Gómez, también del 63, son las dos películas que dan una imagen más terrible y más certera de lo deprimente que podía ser la vida, específicamente madrileña, en la España de ese momento. Y las dos, aunque puedan parecer caricaturescas o totalmente exageradas, se han convertido en los documentos sociales sobre cómo era España en esa época más fieles que películas de apariencia o ambición más realista, más trascedentes o más de actualidad. Por debajo de los elementos que tiene grotescos, falsescos y divertidos, hay un elemento de patetismo terrible. La única que mantiene la dignidad, como en Plácido era Elvira Quintillá, la mujer del protagonista, aquí es Emma Penella.

La película llega en el cénit de madurez de su carrera. El guión de Berlanga, Azcona y Flaiano, y la puesta en escena de Berlanga consiguen la perfección de la armonía. Es muy difícil lograr empastar en una sola película una comedia de costumbres (con aspectos documentales de la época), una película de tesis (la pena de muerte) y todo un microcosmos humano en el que aparece la comedia negra, el melodrama, etc., con el protagonista (característico de las películas de Berlanga) atrapado por un compromiso, no solamente moral, sino vital (si se casa o no se casa, cambiar la vida de un hombre por un piso, etc.) y lograr que todo eso sea armónico, que te rías, que reflexiones, resulta extraordinario. Termina con la leyenda menospreciadora de que las películas de Berlanga
son más interesantes por los personajes y las características que por la técnica. Demuestra que, aparte de un extraordinario guionista y creador de personajes y situaciones, era un enorme director de cine por cómo utiliza la profundidad de campo, cómo planifica las escenas, cómo aprovecha los personajes dentro del propio cuadro, etc.

El reparto coral, habitual en las películas de Berlanga, es asombroso, encabezado por el trío protagonista: Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert, y acompañdo por un séquito de secundarios de lujo, aunque se echa en falta a uno de sus secundarios fetiche: Manuel Alexandre. Berlanga quería el papel protagonista para López Vázquez pero al tratarse de una coproducción hispano-italiana le impusieron a Manfredi, algo que nunca llegó a ser del agrado del director. Mención especial al doblaje (también habitual en Berlanga que sus películas se doblaran enteras puesto que odiaba el sonido directo) y como curiosidad destacar que a Manfredi lo doblaba el actor Jose María Prada, con el que comparte alguna escena en la película. Alfredo Landa, por ejemplo, también aparece doblado.

"El verdugo" es una maravilla desde su título, porque titular así una película en el 63 es bastante significativo y no sé cómo la censura lo dejó pasar.
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9
21 de marzo de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que era a Bogdanovich al que le preguntaron que cuáles eran sus películas favoritas. Y él respondió: "Perdonen, pero de mi vida privada no me gusta hablar." Algo así sucede con Plácido, es una pequeña joya que quieres guardar para ti nada más. Sexto largometraje de Berlanga, el primero en colaboración con Rafael Azcona, (quien venía de rodar con Marco Ferreri "El pisito" y "El cochecito") que ya serían inseparables, y que, entre otras muchas cosas, le influyó en su humor negro (la escena del encuentro de la comitiva de las "estrellas llegadas de Madrid" con el sepelio lleva su firma). Se estrenó en 1961 y fue nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa en 1962, premio que iría a parar a "Como un espejo" de Ingmar Bergman. La acción se desarrolla en una ciudad de provincias (Manresa, aunque en el film no se nombra) en una secuencia de 10-12 horas, desde el mediodía a la medianoche del día 24 de diciembre, lo que hace recordar a "Solo ante el peligro" de Fred Zinnemann.

Según el propio Berlanga, fue su película más conseguida, la más fluida y la que mejor le salió. Un film asombroso, en teoría es una comedia, pero no costumbrista, más bien "malacostumbrista". Berlanga refleja los pequeños vicios y las pequeñas maldades de la sociedad acompañados de sentido del humor. Es una crítica, además de social, al individuo, al ser humano (su egoísmo, su hipocresía, etc.) que te deja un malestar muy divertido.

Es un retrato de la España de finales de los años 50 y principios de los 60, del nacionalcatolicismo, aislada del mundo, la España de la dictadura de Franco. Berlanga escribió que no pretendía mandar ningún mensaje, sino más bien, al estilo de Valle Inclán, pasar un espejo a la realidad, una realidad que es esperpéntica. El trasfondo es una crítica implacable a la hipocresía social y a un concepto de la caridad. Berlanga decía que no creía en la caridad, que la caridad era un acto de egoísmo. Aquí vemos la caridad elevada a caricatura. Los ricos que sientan a un pobre a su mesa lo hacen por quedar bien, no hay sentimiento de generosidad en ese acto. Refleja a España en sus cuatro costados y no pasa de moda. Está claramente influenciada por las películas italianas de la época (Zavattini, Fellini, etc.).

Son estupendos sus famosos planos-secuencia. En este aspecto, supera a Robert Altman y le emparenta más con Max Ophüls. No son planos largos porque sí, sino que un personaje habla con otro y después con otro, y con otro... La cámara no encuentra el momento de terminar. Una puesta en escena maravillosa. Es una película muy perfeccionista, están cuidados todos los detalles, no hay ni un solo plano que falte o que sobre. Lo que se tenían que divertir Berlanga y Azcona organizando todo eso.

Los personajes son geniales. Todos, salvo quizá la mujer de Plácido (estupenda Elvira Quintilla), tienen su punto de miseria, todos van a la suyo, ponen sus intereses lo primero por encima de cualquier cosa. En cuanto al protagonista, a pesar de ser un reparto coral, Cassen no era la primera opción, era Paco Rabal. Era el primer papel de Cassen en el cine que venía del mundo cómico pero, a pesar de sus dudas iniciales, Berlanga acabó muy contento con su actuación. El pobre hombre arrastra la fatalidad de la burocracia, quiero hacerlo bien pero siempre le falla algo. A pesar de que es una película cruel, al final hay piedad.
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2
22 de febrero de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Detrás de esta “simpática” comedia religiosa, se esconde el modus operandi de la Iglesia Católica durante el siglo XX y todavía en el XXI. Bajo el pretexto de una noble causa (un hospital infantil), dos monjitas no tendrán los menores escrúpulos en llegar a acuerdo con un jefe de la mafia para que les ceda el terreno a cambio de una ¿una vidriera para su hijo? (cuando en la realidad sabemos que el mafioso controlaría el negocio en la sombra). Además, aprovechan su “sagrada” posición para pedir todos tipos de favores, donativos y exenciones a las que estamos obligados todo hijo de vecino, pero que ellas se saltarán bajo la excusa de un “mandato divino”. Lo que tampoco cuenta la película, es que seguramente una vez levantado el hospital infantil, solo podrían acudir los niños previo cheque de sus pobres papás, mientras la Iglesia seguiría lucrándose y evadiendo sus obligaciones fiscales. Así pues, el film queda como un interesante documento histórico de lo dañinas, gravosas y fuera de lugar que están las religiones (todas ellas) en las sociedades modernas. Su lugar está en la Edad Media y allí deberían de haberse quedado.
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6
22 de enero de 2022
56 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que no me parece una mala pelicula. Los fans del biopic deportivo y del tenis saldrán de la sala (si es que queda alguien que vaya al cine) con una sonrisa de satisfacción. Es entretenida, bien narrada y aunque se haga un poco larga, sus buenas interpretaciones la hacen llevadera, encabezados por un Will Smith, en un film hecho por y para su lucimiento, y, especialmente, por una Aunjanue Ellis brillante (¿nominación mejor actriz de reparto?) como la sufridora y sacrificada madre de las hermanas Williams, teniendo que soportar al cantamañanas de su marido.
Lo que me da reparos para subirle la nota y no me termina de convencer es el tratamiento casi santificado del padre de las criaturas por parte del director y su equipo. En mi opinión, si bien es cierto el mérito de ese señor en advertir el talento natural, repito NATURAL, no gracias a él, de sus hijas para jugar al tenis y su esfuerzo para introducirlas en un mundillo tan exclusivo como el tenístico en una familia de pocos recursos, su papel en la carrera profesional de sus hijas debería haber terminado ahí. Su famoso "plan" estrafalario solo sirvió para entorpecer la trayectoria de sus hijas. Estoy convencido de que Venus y Serena, a pesar de su brillante carrera. la hubieran tenido todavía mejor si se hubieran apartado de ese charlatán de pacotilla, que fue el culpable de muchas de sus salidas temporales del circuito de la WTA. Atribuir sus éxitos deportivos a los disctubiles métodos de su padre es cuanto menos una idiotez.
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