Si Underworld y su intrascendente secuela nos contaban la ancestral guerra entre vampiros y licántropos, ahora nos llega, precedida de una innecesaria precuela, la cuarta película de la saga, el último intento hasta la fecha de rentabilizar un universo que hace ya tiempo no da para más.

La película “funciona” si la entendemos, y asumimos, únicamente como una sucesión de escenas de acción, en algunos casos de factura impecable y espectacular, y en otros con unos resultados un poco pobres o cutres, sobre todo en aquellas escenas en las que intervienen los licántropos digitales que, aunque parezca increíble, están peor conseguidos que en las anteriores películas de la saga.
Por lo demás, la historia, que parte de una premisa interesante, y quizás aprovechable en otra producción al margen del universo Underworld, como es la erradicación de vampiros y licántropos por parte de los humanos, tiene un desarrollo escaso y ridículo, que no es más que una excusa para entretenernos viendo a Kate Beckinsale repartiendo mamporros a diestro y siniestro.

En conclusión, una película de consumo fácil (ver y olvidar), solo recomendable para auténticos seguidores de la saga.


Lo mejor: Kate Beckinsale y el látex.

Lo peor: Que se sigan produciendo secuelas y precuelas sin más motivo que hacer caja.

Enmarcada históricamente en el siglo XIII, la película narra el asalto al castillo de Rochester por Juan I de Inglaterra en su intento por recuperar un importante punto estratégico militar en la disputa que mantenía con sus barones. Uno de los opositores al rey reunirá a un reducido grupo de hombres de su confianza, a los que se unirá el templario del título, en su heroica defensa de la fortaleza frente al asedio del ejercito comandado por Juan.

A pesar de tomar como base estos hechos, e independientemente de la fiabilidad o exactitud que en términos históricos pueda o no tener, cosa que escapa a mi conocimiento, “Templario” es fundamentalmente una película de acción y aventuras y no histórica.

La película no da tregua en casi la totalidad de su metraje, a pesar de ello no mantiene un ritmo acelerado sino que, en general, se toma el tiempo suficiente para cada una de las cosas que nos quiere contar, en un trama no excesivamente complicada pero eficaz. El filme está plagado de escenas de acción, combates para ser mas exactos, en los que podemos asistir a un festival de amputaciones, decapitaciones y mutilaciones de todo tipo. La realidad se muestra en este sentido con mucha crudeza, sin que podamos dejar nada a la imaginación, algo que seguramente no sea del gusto de todos los espectadores por considerarlo excesivamente violento, para otros, en los que me incluyo, este aspecto se torna en una de sus mayores virtudes.

En los momentos mas relajados, “Templario” nos cuenta brevemente las tramas políticas y de poder de la época, o cómo la atormentada alma de nuestro guerrero pone en tela de juicio unas, ya no tan firmes, creencias religiosas de una vida consagrada a Dios.



Lo mejor: Las (sangrientas) escenas de acción.

Lo peor: Que la violencia de algunas escenas perjudique la visión global de la película por parte de algunos espectadores.

Pongámonos en situación: Soy un director de cine y me encargan hacer una película pero no tengo ni idea de como empezar. No hay problema, las personas que producen la película (algunas incluso actúan en ella), como me han visto muy verde y además ya saben exactamente lo que quieren, me dan un librito con instrucciones y me mandan que visione otras películas tipo De repente, un extraño (Pacific Heights, 1990), Durmiendo con su enemigo (Sleeping with the Enemy, 1991), Mujer blanca soltera busca… (Single White Female, 1992), Acosada (Sliver, 1993) etcétera, sólo y exclusivamente para que me haga una idea de lo que esperan de mi trabajo.
Dicho y hecho, tras seguir las indicaciones de mis productores, y rodar la película, el resultado es totalmente satisfactorio. La dirección es correcta, los actores están correctos, el argumento es correcto, y todo sucede como tiene que suceder. Además he contribuido de manera definitiva al asentamiento y desarrollo de un nuevo género cinematográfico que podríamos definir como “Filmenstein”, es decir, el filme que toma elementos de muchos otros para crear uno nuevo aunque no sea mejor que ninguna de sus referencias.
Ante tanta precuela, secuela, remake y remake del remake, mi película supone un soplo de aire fresco tanto para la industria cinematográfica estadounidense como para el público, con el valor añadido de no haber incluido a un tipo con superpoderes enfundado en unas mallas.
Antes del estreno, mis productores encargan también un trailer-spoiler digno de mi obra. En su infinita sabiduría deciden contar con pelos y señales absolutamente todo el argumento resumido en menos de cinco minutos para advertir al espectador poco avezado que no espere sorpresas, sustos, intriga, o nada original y que lo que van a ver, si se atreven con tanta emoción, sólo supone un ejercicio de manual de cómo hacer una película “ferpecta”.

Lo mejor: Que según la Constitución de mi país tengo derecho a guardar silencio.

Lo peor: Que, en un giro argumental sin precedentes, el apartamento de Hilary Swank no fuera un punto estratégico para la conquista de la Tierra por parte de los Decepticons.

Los sustitutos plantea la posibilidad de un mundo en el que los seres humanos puedan vivir sus vidas a través de copias robóticas que permiten lucir un aspecto físico mejorado respecto a sus alter ego. Confinados en sus hogares, los humanos se relacionan unos con otros a través de estas máquinas casi perfectas sin mantener contacto físico real.

Sobre esta base, una historia muy aprovechable y prometedora, quizás más por un problema de guión que de dirección, Los sustitutos no ofrece el resultado final que merece. Esto no quiere decir que sea una mala película, sino una película que no te satisface por completo.

El director realiza un trabajo estimable a medio camino entre el thriller de ciencia-ficción, la acción (no demasiada) y el cine con mensaje, por llamarlo de alguna manera, y esto precisamente es el mayor defecto del film, puesto que, en el contexto futurista antes descrito, no se decanta claramente por un camino con el que dar a la cinta un estilo propio, más definido. Además sin llegar a ser una película trascendentalmente seria no da concesiones en ningún momento siquiera a una pizca de humor, salvo el aspecto de Bruce Willis con peluca claro...

Un punto claramente a su favor es el taquillero Bruce Willis, en el que descansa todo el peso de la película, un actor al que se le pueden discutir muchas cosas salvo la fuerza de la que impregna su mera presencia en un film. La guapa Radha Mitchell tiene una participación correcta, de mero acompañamiento de Willis, siendo siempre de agradecer su presencia.

En todo caso, y de forma general, sus pocos defectos frente a sus mayores virtudes no desmerecen una oportunidad de pasar un rato entretenido.


Lo mejor: Que aunque no llena del todo cumple con las necesidades básicas de todo cinéfilo aficionado a la ciencia-ficción.

Lo peor: El (lamentable) pelucón del sustituto de Willis.

Evidentemente, a todos los que crecimos con la serie original, se nos abrieron los ojos como platos cuando supimos que habría adaptación al cine con actores de carne y hueso de, casi toda seguridad, la mejor serie manga de la historia.

Cuando fuimos viendo las primeras imágenes y los primeros vídeos de la película la cosa pintaba bastante mal, pero claro, uno nunca se imagina que alguien podría perpetrar semejante experpento. Si eres fan de la serie, lo único que vas a encontrar reconocible en la película serán un puñado de nombres de personajes, que no se corresponden ni en apariencia física ni en personalidad con sus homónimos, y en unos pocos elementos, como las bolas de dragón y poco más. Por lo demás Dragonball Evolution no es Dragonball.

Pero claro, lo peor de Dragonball Evolution es que, si nos pudieramos olvidar por un momento de que está basada ligerísimamente en Dragonball, tampoco podríamos decir que es una buena película, sino todo lo contrario: es una auténtica castaña que haría llorar al menos exigente de los espectadores, a menos que éste tuviera menos de cinco años claro.


Lo peor: Que habrá segunda parte, y tercera...

Lo mejor: Que a poco que se esfuercen, por ejemplo contratando a un grupo de chimpancés para que escriban el guión de las próximas secuelas, mejorarán con mucho el resultado final de éstas.