Sorprendentemente física, tanto o más que "El renacido". Sientes físicamente lo que el protagonista: hueles la podredumbre, pisas el fango, notas los empujones.
Hipnótica. Un prodigio formal. El cómo se cuenta al servicio de qué se cuenta.
Humana. Sobre la vida y -valga la redundancia- el azar y la jerarquía y la amistad y la muerte.
Emocionante. A la altura de "Senderos de gloria" y de "Salvar al soldado Ryan".

Preciso policiaco que esconde una preciosa historia de amor. A los 5 minutos atrapa y ya no es posible soltarse. La razón es que dosifica con una inteligencia poco común las claves de la espléndida intriga para mantener el interés, la intensidad, y la tensión durante todo el metraje. Díselo a todos: hay que ver esta película, es toda una lección de rigor, medida y entretenimiento. Su visionado es un gustazo, es una película para ver y disfrutar varias veces.

Conviene remarcar lo de "preciso". Su trama es sobresaliente en rigor narrativo y argumental: huye de las trampas y simplificaciones narrativas, usa con moderación las convenciones del género, apenas deja cabos sueltos en la lógica de la historia, las circunstancias demasiado casuales brillan por su ausencia y todo encaja sin esfuerzo aparente.

Sugerente al comienzo, evocadora en los cortos flashbacks asociados a recuerdos, emotiva al final, absorbente durante todo el metraje. A ello contribuyen, además de la precisa trama ya citada, una dirección y una puesta en escena muy funcionales que no hacen ostentación de estilo y se vuelcan en contar la historia, un amplio reparto en estado de gracia y una banda
sonora sugerente complementada con una acertada selección de canciones (Otis Redding, Antony and the johnsons, U2).

Desconfiar de todo porque sólo se puede llegar a conocer una parte de las cosas: los sentidos no lo perciben todo, las apariencias engañan, no se puede llegar a conocer totalmente a una persona, las cosas de la vida funcionan intrincadamente con unos mecanismos que se nos escapan. Este concepto tan interesante se plasma en un vistoso pero epidérmico ejercicio de
remarcado estilo cuya superficialidad se olvida de la más que atractiva profundidad que trata.

El contexto que desarrolla son las trampas del sistema económico basado en el consumo y la usura legal que es el sistema bancario de créditos. Este interesante tema se pierde entre ocurrencias visuales y argumentales y queda disperso y desperdiciado. Es lo que sucede cuando se vuelcan las energías creativas en el artefacto visual sin subordinarlo al concepto
y al contexto que se tratan: que se obtiene una deslumbrante esfera hueca en su mayor parte.

La narración también se dispersa buscando el ingenio por el ingenio, sin supeditarse al tema principal. El resultado de tanta dispersión al margen de la idea central es una propuesta original desaprovechada por su flojo desarrollo. Se la puede aplicar su propio concepto: desconfiar de las películas visualmente ostentosas, pues pueden trivializar su contenido.

El viejo chico-conoce-chica refrescado con gotas de humor comedido y aromas de western. La mezcla ni funciona ni deja de funcionar: unas veces resulta cansina como al principio, otras agradable como en la secuencia del baile, otras sosa como en la justificación de la forma de ser del protagonista, otras insulsa como en las escenas de los malos, otras entrañable como
al final. Entre tanta irregularidad destacan por aquí y por allá momentos cómicos, románticos y reivindicativos (ligero alegato contra las armas de fuego) que merecen la pena verse.

Tarda en arrancar porque se centra demasiado en unos gags que ralentizan el planteamiento y retardan el desarrollo de la acción. La historia de amor comienza insegura pero logra convertirse en la columna vertebral de la trama gracias a Sienna Guillory, que regala una actuación muy atractiva. En cambio, la interpretación del protagonista principal dice bastante
poco: en las partes cómicas tiene poca gracia y en las románticas le falta encanto.

A pesar de sus momentos flojos y del comportamiento final bastante obtuso del protagonista, su visionado deja sensaciones positivas: un aire de simpática ligereza algo ingenua, el recuerdo de la protagonista y la cuidada fotografía de exteriores.

No se entiende su título tan pretencioso, si por algo destaca es por su irregularidad y por la falta de armonía entre sus partes. Un aburrimiento carcelario más que drama carcelario por su flojedad de contenido y de estilo. Transita sin valor narrativo entre sus pocas ideas argumentales dando tumbos sin un objetivo claro.

Por su contexto, la historia debería resultar interesante; sin embargo, sólo provoca indiferencia porque el desarrollo queda plano y sin fuerza y no se identifica el objetivo perseguido. ¿Será la adaptación de la personalidad al entorno? Si es así, resulta fallida porque las reacciones del protagonista son poco creíbles ya que no se molesta en explicarlas dramáticamente, las muestra sin más y por eso no se percibe ningún proceso de transformación en él, tan sólo se ven saltos abruptos en su comportamiento.

Las imágenes expresan menos de lo pretendido y necesario. Algunas escenas parecen querer imitar el estilo de Kieslowski sin conseguirlo. Abundan los tiempos muertos al intercalarse bonitas estampitas sin ningún objeto.