El contraste entre nuestra sociedad y la nuestra es sin duda lo más sorprendente y agradable de la serie. Aparte de esto, es un buen vehículo para descargar adrenalina criticando a la protagonista, una Lisa completamente egoísta, insoportable, consentidora con sus inútiles hijos propios y siempre crítica con todos lo demás. El desequilibrio mental de este personaje hace que la serie, por otro lado magnífica, pierda toda la credibilidad.

Casi desde la primera escena se barrunta un argumento espeso como la melaza. A lo largo de más dos horas eternas de escenas repetidas, de reiteradas inexpresivas expresiones, de los mismos diálogos sin sentido, la melaza se va espesando hasta que ya no sabes cómo sentarte y tu voz interior, con ese mismo estridente acento coreano, quiere gritar que ya no aguantas más semejante soporífera tortura.
Si algo bueno tiene esta pesadilla es el momento de la liberación, cuando se encienden las luces, se desentumecen los músculos y la mente recobra esa cordura que te lleva a preguntarte en qué momento decidiste comprar la entrada.
Si la magnifica "Parásitos" te descubrió el cine coreano, la tediosa "Decision to leave" logrará que no le des otra oportunidad.

Los primeros cuatro capítulos consisten en elucubraciones mezcladas con recuerdos y paranoias varias. A partir del quinto, parece que se barrunta un argumento coherente. El sexto y séptimo te ordenan la historia que en los cuatro primeros aparecía a trocitos, como los vitrales que fabrica la protagonista. Y ya el último te deja sumido en el más sincero arrepentimiento, preguntándote qué misteriosa razón te llevó a ver esta serie pretendidamente oscura, absolutamente irreal y, sobre todo, profundamente aburrida. Lo único que compensa la pérdida de tiempo es esa Alba Flores, siempre inmensa y esas apariciones esporádicas de un Miguel Ángel Solá, que merecería mucho más protagonismo para enmendar, aunque fuera en parte, este desaguisado.

Si "La línea invisible " nos mostró el desatino de unos jóvenes descerebrados, si "Patria" nos contó de forma tan intimista el sinsentido de estas vidas perdidas en la ignorancia, si " Fé de etarras" nos movió a la risa ante sus ridículas existencias, "Maixabel" ha venido a conmovernos al humanizar a estos fantoches, marionetas rotas. Lástima que muchos de los que aún se atrincheran en las cárceles de una absurda lucha perdida desde siempre, no tengan siquiera la inteligencia suficiente para llegar a entender alguna vez que en esta "Maixabel" está su redención, la única posible.

Resumo con el título el contenido: cámara casi fija en el rostro de la niña protagonista. El resto: situaciones inconexas, escenas a trompicones y el reflejo absolutamente anacrónico de la infancia provinciana de la directora. Situados veinte años antes, los manidos tópicos que conforman el paupérrimo argumento, habrían merecido cierto interés. Hoy en día, no se entiende el éxito de esta película sino por el absoluto protagonismo femenino, tan de moda. En fin, darse a conocer así es fácil. Veremos si a esta cinta le siguen otras...Bueno, personalmente no lo veré: con esta he tenido más que suficiente.