La película da inicio con una matanza de muertos vivientes que caen fulminados con balas que les pasan por el tórax, cuando todos sabemos que "mueren" solo con un disparo en la cabeza. De entrada se viola una de las reglas fundamentales del género. Enseguida hace aparición una especie de Rambo (Savini) que se perfila como el protagonista del film, pero las cosas le van mal cuando el loco Abbot Hayes le pega una fatal mordida. Es un muerto joven todavía, quien con el paso de los 14 años que señala el mismo film, da la apariencia que ha envejecido. Otra regla violada: los muertos no pueden envejecer, sino mantener siempre su apariencia. Este contagia y transforma en muertos a otros y los controla, permaneciendo en las sombras, esperando a que ellos hagan el trabajo. A ratos emociona, pero sus fallas conceptuales lo hacen flojo y mediocre.

Por más poético que le encuentren algunos, el filme se me antoja un tanto forzado: ¿qué es esa piedra? ¿quién la ha fabricado? ¿es un arma secreta?, en fin. El asunto es que sirve para provocar amor y solo amor. Quienes sucumben a su influencia deben estar cerca de ella para experimentar ese sentimiento, lo cual la hace en el fondo ser un peligro, porque como arma que parece ser, puede servir para manipular a reyes, presidentes y líderes mundiales. Justamente por eso la buscan con tanta insistencia. El alejarse de ella hace que el amor y la fascinación terminen. Pero todo era un sueño previo a la muerte del músico. Su "amada" transita por la ciudad, ajena a todo el relajo que ha armado.

El aspecto que se acrecienta a medida que corre el filme es el deseo de venganza. Todos deseamos que se salve y que le dé a su oponente lo que se merece. Deseamos que llegue lo más pronto a salvar a su esposa. Sencillamente el personaje central nos atrapa en su desgracia. El recurso de hacerlos hablar un idioma arcaico es interesante y le da más realismo al filme. Como ficción que es, está lejana a la verdad histórica y constituye una interesante construcción del pasado mesoamericano.

Este filme hay que verlo sin ojos de creyente, sino con ojos críticos. Los unos la rechazarán, los otros la admirarán. Los ojos de creyente la denostarán en su comentario, los otros tratarán de avisorar la habilidad del director, del libretista, del escritor del libro, de la trama, de la interpretación. Para ver esta película solo bastan los segundos. Por esta razón nunca la pasan en la denominanda "semana santa", por representar una ficción dentro de otra ficción que todos han creído que es verdad.

Una Grier nerviosa, firme a ratos, decidida, sensual es la que se enfrenta a un Jackson despiadado, ladrón barato y asesino, a quien solo le importa el dinero. Todo le sale mal. Hay un personaje que merece atención: Forster está a punto de caer en la red de sensualidad de Grier y protagoniza un acercamiento y complicidad que nos hace suponer que compartirán algo más que le dinero, pero sorprendentemente se resiste al final. La deja ir. La mira tras la ventana y todos pensamos que la va a perseguir y alcanzar, a la usanza de las típicas películas de amor y romance. Pero nada pasa. La deja alejarse con una enigmática actitud que nos hace pensar en muchas posibilidades: es un ser enquistado en su trabajo y se le hace difícill escapar, o bien no la considera a su altura por su color, es un sujeto negado para el amor, o definitivamete algo le sucede (recuérdese la foto de él junto a su robusto empleado moreno que Jackson trató de ridiculizar).