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Críticas de Sergio Berbel
Críticas 921
Críticas ordenadas por utilidad
2
21 de marzo de 2021
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Netflix tenía que ser. No la hace nunca limpia. Nadie puede dudar a estas alturas que la edición de los Oscars 2021 es la más floja de la historia. Confiemos en que las circunstancias pandémicas lo justifiquen, porque cualquier otra razón sonaría seriamente indigna. Estamos ante un páramo absoluto que ni tan siquiera es capaz de justificar la inclusión de una basura cinematográfica con la pestilencia que derrocha “El juicio a los 7 de Chicago” de Aaron Sorkin entre las candidatas al Oscar a la Mejor Película. Para que encierren a una Academia capaz de vomitar tamaña decisión.

Sólo existe una cosa más patética que constatar con terror que unos terribles acontecimientos históricos dan lugar a una comedia absurda, y es que dicha comedia no sea capaz de arrancarte una sonrisa en ningún momento. La comedia menos divertida de la historia del cine derrocha chistes de parvulario, inapropiados y fuera de lugar, por doquier en la primera mitad de esta aberración fílmica. Un despropósito absoluto que en su segundo acto trata de torcer a través de recalar en el puerto del drama, igualmente anodino e insípido, y con un aroma made in Hollywood manido, sobado y explotado hasta la náusea, que es justo lo que me ha producido la visión de este engendro.

Nada funciona en la película, absolutamente nada. El injusto juicio que el sistema preparó en 1969 contra la izquierda que tomó las calles durante la Convención Demócrata en Chicago para exigir el fin de la terrible y absurda guerra de Vietnam, que tantas vidas norteamericanas estaba costando para nada, por gusto y negocio de unos pocos, merecía una dignidad de la que carece absolutamente la cinta, esperpéntica de principio a fin sin pausa ni respiro.

Una dirección terriblemente espantosa de Aaron Sorkin (especialmente desagradable en su prólogo, pura adrenalina forzada en la sala de montaje tan del gusto contemporáneo) sin personalidad y con aliento de telefilm para sostener un guión lleno de tópicos, exageraciones que no funcionan, chistes que producen ganas de llorar, personajes estereotipados de cartón piedra y sin aristas que resultan increíbles y a ratos bochornosos… Un estropicio absoluto que no merecía el celuloide gastado en tan execrable resultado final.

Pero lo peor viene después, en las interpretaciones de su elenco actoral, todos ellos impresentables, fuera de juego, exagerados, incapaces de comunicar nada, excéntricos por vocación injustificada… en conclusión, insoportables.

Y me resulta un escupitajo en la cara y una acción que debería estar tipificada en el Código Penal haber nominado al impresentable y vomitivo Sacha Baron Cohen al Oscar al Mejor Actor de Reparto por una interpretación que produce vergüenza ajena, sobreactuada e intragable, con un pelucón comprado en el saldo del chino que hay enfrente del estudio en la cabeza… Un esperpento para vomitar y no parar, como el resto de la cinta.
Sergio Berbel
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10
4 de marzo de 2021
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras visiono las nominadas a los Goya 2021, a punto de tirar la toalla pensando que toda comedia es sinónimo de estulticia inasumible y neuronas anestesiadas, al fin llega la ansiada excepción que confirma la regla gracias a Cesc Gay. El cineasta catalán nunca falla y sus apuestas siempre suelen ser cine de muchos kilates y altísima calidad. “Sentimental” responde a esos parámetros: una comedia que esconde un drama insondable donde se trata al espectador como a un adulto con capacidad intelectual y nivel cultural. La única en el páramo de comedias de estos Goya, por desgracia.

De aliento y vocación teatral, haciendo gala de ello y suponiendo un aliciente y nunca una rémora, se suceden los diálogos inteligentes, con chispa, con mucha mala leche y aún mayor carga de profundidad, lacerantes, sarcásticos donde los haya… un goce para el intelecto es en lo que se convierte la adaptación cinematográfica de Cesc Gay de su propia obra teatral “Los vecinos de arriba”.

Una maravilla con ecos del mejor Woody Allen y cierto poso del destructivo humor marca Haneke de “Happy End”, el autor de obras maestras inconmensurables como “En la ciudad” o "Truman" eleva el nivel intelectual y actoral de estos Goya con una película redonda de principio a fin, y sobre todo muy teatral:

1.- Teatral en cuanto a su duración. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y esa máxima se desarrolla magistralmente por parte de Cesc Gay en apenas 80 minutos, como si del mejor Woody Allen se tratase, para contar la compleja cena de una pareja que invita a sus vecinos de arriba, ruidosos sexualmente más allá de lo sostenible.

2- El atrevimiento teatral de reducir la historia a un solo espacio en el que echar a pelear a cuatro personajes, lo cual no dejó de recordarme (para bien) al Roman Polanski de “Un dios salvaje”, para que se descuarticen entre ellos. Una limitación espacial que jamás hace rutinaria la narración cinematográfica sino todo lo contrario, ayuda a crear la claustrofobia necesaria para que sus criaturas se asfixien en ella para mayor goce del espectador inteligente.

3.- Un estilo cinematográfico que sabe hacer bailar la cámara alrededor de sus personajes y los deja hacer sin molestar, que es lo mejor que se puede decir de un director que decide rodar teatro.

4.- Unos diálogos lacerantes, sarcásticos, utilizando la mejor ironía posible para contar verdades muy dramáticas y dolorosas. El humor como arma del drama, como si de la reencarnación de Billy Wilder se tratase. Cómo hubiera disfrutado esta cinta el maestro Wilder si la hubiera podido ver… La brillantez del aspecto menos llamativo del sexo, cuando se convierte en motor de disección de todo lo que pone en evidencia al ser humano.

5.- Y, lógicamente, como no podría ser de otra forma en una propuesta de cuatro personajes encerrados en un único espacio, unas interpretaciones antológicas de todo el elenco actoral. Funciona como siempre Belén Cuesta interpretando a una psicóloga vocacional abierta a todo tipo de experiencias; interesante descubrimiento el de la actriz argentina Griselda Siciliani encarnando a una mujer asqueada de su matrimonio varado y sin posibilidad de futuro, asfixiada por su vida y por todo lo que la rodea, ávida de nuevas experiencias para poder sobrevivir con los restos del naufragio de la dignidad perdida; un Alberto San Juan cum laude como el bombero provocador y chulito que ha llegado a cenar con su pareja a casa de los vecinos dispuesto a reventar todo por las costuras; y ….

6.- …, por encima de todos ellos, un Javier Cámara excelso, dueño y señor de la escena, de la cinta, de los mejores diálogos, de las expresiones más exactas, del dominio absoluto del devenir de la historia, de un sarcasmo rebosante en cada gesto, en cada mirada, en cada expresión facial. El Goya al Mejor Actor Protagonista debe ser suyo sí o sí, porque el recital que Cesc Gay obtiene de Cámara es, como mínimo, idéntico al logrado en “Truman”, y eso ya es mucho decir.
Sergio Berbel
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8
7 de octubre de 2023
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que cuenta “20.000 especies de abejas” es muy necesario y además está muy bien contado. La cineasta vasca Estíbaliz Urresola Solaguren sabe lo que hace, demuestra una sutileza extraordinaria y se toma el tiempo que la historia que narra requiere para contarla. Pero, sobre todo, elige la perspectiva infantil para introducirnos en el drama, y ahí es donde más y mejor acierta. Se cimenta, además, en dos interpretaciones maravillosas de la siempre solvente Patricia López Arnaiz y me descubre a una actriz preadolescente portentosa llamada Sofía Otero. Y, si todo es lo que debe ser, ¿por qué no me emociona?

Esa es la gran pregunta que me hago ante un film fantástico y multipremiado (con justicia) sobre una niña atrapada en el cuerpo de Aitor que necesita ser entendida, respetada y aceptada por su familia. El verano en el que su madre vuelve a la Euskadi rural para pasarlo en la casa familiar de la abuela con su hermana, su hermano y ella pero sin su padre, porque ese matrimonio tiene las horas contadas, encontrará en ese ambiente matriarcal de Euskadi el caldo de cultivo imprescindible para comenzar a expresarse con autenticidad, especialmente delante de su tía abuela Lourdes, apicultora y más abierta y menos enclaustrada en el ambiente conservador que rodea a la niña.

Estíbaliz Urresola Solaguren encuentra el tono adecuado para llevarnos de la mano de manera pausada y sutil por el, desgraciadamente, excesivo metraje de la cinta y nos introduce en su ritmo pausado gracias a una preciosa dirección de fotografía de Gina Ferrer.

El guión, de la propia directora, es sostenido por el trabajo actoral superlativo de madre e hija, de Patricia López Arnaiz (¿cuándo no está a la altura de lo que se le exige esta extraordinaria actriz?) y de una Sofía Otero que nos regala una mirada limpia y triste a cámara como si de la Ana Torrent de “Cría cuervos” de Carlos Saura se tratase. No me puedo explicar finalmente por qué no me ha calado más este film.
Sergio Berbel
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10
25 de noviembre de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tea Lindeburg nos presenta una absoluta obra maestra de la cinematografía danesa. Una cinta de época que bucea con certeza y crueldad en el universo femenino de la mujer danesa de finales del siglo XIX en una pequeña población rural. Con pocos elementos narrativos pero una lucidez impresionante, nos sumerge en una joya del cine contemporáneo que navega por varios géneros, cogiendo sabiamente lo mejor de cada uno de ellos, oscilando entre el drama de aliento bergmaninano o del mejor Dreyer, el cine sobre la adolescencia, la denuncia del fanatismo de la religión, la crítica social sobre las duras condiciones de vida del campesinado, el miedo atávico ancestral, algunos elementos de terror y la condición de la mujer en una sociedad profundamente patriarcal.

Todo ello lo toca la cinta y lo hace de forma cruda e impactante para narrarnos la vida de Lise, de 14 años de edad y la mayor de seis hermanos. Va a ser la primera en abandonar la remota granja familiar para ir al colegio y comenzar una nueva vida. Va a dejar atrás las duras condiciones de la vida en el campo, de tener que cuidar a sus hermanas y hermanos pequeños y de atender a su madre que está de nuevo embarazada a punto de dar a luz. El padre no entiende ni comparte la necesidad de que Lise vaya al colegio, lo considera un derroche innecesario y prefiere que la joven se quede ayudando a la madre al frente de la granja, pero la madre de Lise insiste en darle educación a su hija.

Cuando parece que se está despidiendo de su rudo mundo diario para abrazar una nueva vida, la madre de Lise se pone de parto y algo no parece ir bien. A partir de ahí, Lise se va a asomar al terror de lo desconocido, al sentimiento de culpa, al fanatismo religioso que se le ha inculcado, a la pobreza del entorno en el que vive, a las tradiciones atávicas, a un mundo cerrado del que quizás resulte imposible salir.

La dirección, completa y mágicamente esteticista, de Tea Lindeburg acoge la frialdad y dureza del mejor cine de radiografía familiar de Bergman o Dreyer con la plasticidad bucólica de Terrence Malick, conformando una película certera e imposible de olvidar.

Y que se sostiene muy especialmente por la interpretación de la joven actriz danesa Flora Ofelia Hofman Lindahl, absolutamente apabullante y PERFECTA. Una mirada a cámara suya vale por más de cien líneas de guión. Conforma una interpretación de una joven sensible y distinta, abrumada por las circunstancias, con una vida interior que se asfixia en aquel lugar, absolutamente impresionante. Esta actriz promete ser parte del cine europeo del futuro porque lo suyo no es de este mundo.
Sergio Berbel
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1
4 de septiembre de 2022
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un guionista lobotomizado y un director con los sentidos embotados por la ingesta masiva de sustancias psicotrópicas decidieron (para nuestra desgracia) ver un día ese clásico incontestable que es “Atrapado en el tiempo” de Harold Ramis y, en lugar de quedarse quietecitos en casa contándose los dedos de los pies y/o de las manos, pensaron que podían emular la gesta de crear unos personajes atrapados en un bucle temporal y perpetraron “Palm Springs”, pura basura fílmica.

Se vendió en su estreno como la comedia romántica que había roto todos los clichés y todas las convenciones del más terrible de los géneros cinematográficos. Quien haya afirmado eso debería ser detenido en nombre de la ley y privado de libertad hasta que su cerebro se recupere de sostener semejante estupidez. No es que estemos ante una comedia romántica con guión salido del “todo a cien”, es que incluso tiene gags más patéticos y vergonzosos que la mayoría de sus hermanas en el género cinematográfico más peligroso que existe para la inteligencia humana.

El esperpento no hay por dónde cogerlo. Es infame de principio a fin. Chico-chica que se conocen en una boda, que se gustan, que se tocan (pero muy poquito para no escandalizar a nadie) y que, por un avatar de la vida ridículo, intragable, tramposo e insostenible, terminan ambos intentando llevar la vida del gran Bill Murray en “Atrapado en el tiempo” pero careciendo totalmente de su talento natural para la comedia.

Porque pena de prisión no sólo merecen Max Barbakow (una pena que no se apellidara Barbacoa, que es donde debería haber terminado la cinta) y Andy Siara por ponerse ciego de anfetas para escribir este bodrio, sino que su pareja protagonista, los insulsos y cargantes Andy Samberg y Cristin Milioti no colaboran para evitar nuestro suicidio e igualmente perpetran otra serie de vergonzosos y manoseados lugares comunes interpretativos en la comedia romántica.

Dicho sea de paso, no puedo comprender como el genial J.K. Simmons se dejó engañar para sobreactuar patéticamente en un personaje secundario infame, mal escrito y peor perfilado que no hay por dónde cogerlo. Y es que todo es un espanto mayúsculo en “Palm Springs”.
Sergio Berbel
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