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Críticas de Ángel Moreira
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Críticas 43
Críticas ordenadas por utilidad
9
21 de enero de 2019
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez son más escasas las ocasiones en que encontramos una película en la que cuyo autor se erija como el principal reclamo para hacerte salir de casa e ir al cine a ver cine. Yorgos Lanthimos es esa rara avis que provoca-evoca esa sensación ilusionante cada vez que llega a oídos de un servidor que un nuevo proyecto suyo está en marcha.

Con “La favorita” Lanthimos consigue otra delicia más en su corta, peculiar y genial filmografía. Esa elipsis de una narrativa audiovisual que hace tan suya, la cuidada puesta en escena perteneciente a un cine que ya no se hace hoy en día con esa óptica de una panorámica que produce una sensación extraña como si se doblara la imagen pero que encaja perfectamente en ese universo con esa fotografía y esa iluminación tan “Barry Lyndon” no sólo es fantástica, se establece como un personaje más durante todo el metraje. Todo el reparto está fantástico y sus protagonistas femeninas están jugando en una liga superior. Pero lo realmente encomiable es ver a un director que no se limita a deglutir y regurgitar donde su trabajo siempre trasciende el guión de la película, que en manos de un director más prudente sería un manido drama de época, donde se destacaría la ambientación y el vestuario más que cualquier otra cosa. Pero al tío Yorgos le resbalan las reglas y los convencionalismos, el es el piloto de su propia nave y por eso se arriesga a filmar bailes de extravagantes coreografías y hablar de pollas pequeñas o de menstruaciones interminables en pleno siglo XVIII, por qué el siempre va más allá en sus historias llevando a sus protagonistas a lugares internos mucho más lúgubres consiguiendo de ellos unas interpretaciones inusuales y contenidas, mostrando con violento paroxismo la sexualidad, tratando temas cotidianos de manera enfermiza y hablando de lo paradójica que es nuestra especie y como ciertos organismos crecen y pululan en alguna grieta oscura dentro del ser humano, siempre autodestructivo, impregnándolo todo de un perturbador humor negro que produce una placentera incomodidad en el espectador.

“La favorita” no es una obra más ni una película menor, es la culminación de un estilo. Lo nuevo de Yorgos Lanthimos tal vez no sea el típico drama de época que cualquiera esperaría ver. Pero eso sí, es brillante.
Ángel Moreira
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4
22 de julio de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un niño desaparece entre la maleza de un lúgubre bosque situado a pocos metros de su casa, cuando este regresa su madre sospecha que quien ha vuelto tal vez no sea su hijo.

Intentando sortear algunos obstáculos impuestos por unos códigos preestablecidos en el género, Lee Cronin, director de origen irlandés, utiliza un tempo lento para contar una historia en la que no puede evitar tropezar en ciertas formas tan manoseadas como un viejo trapo de cocina, preocupándose más por no equivocarse que por acertar. Y a pesar de mostrar de forma inteligente algunos excelentes planos detalle, parece que siempre llueve sobre mojado y que el camino que estamos recorriendo se dirige hacia algo que ya hemos visto en numerosas ocasiones, y es en el desarrollo y la inminente conclusión del tercer acto cuando efectivamente podemos confirmar que la latente sensación de déjà vu vivida durante sus noventa minutos de duración, hacía prever de la redundancia de un cierre tan abstruso como poco estimulante.

En una época en la que se habla tanto de “Terror elevado” (término utilizado por aquellos a los que les cuesta reconocer que existen muy buenas películas de terror) podemos decir que “The Hole in the Ground” no lo es.
Ángel Moreira
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9
29 de julio de 2019
20 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de su excelente debut cinematográfico con “Hereditary”, una obra maestra única en el género, todas las miradas estaban puestas en la segunda película de Ari Aster, un joven director y guionista poseedor de un talento y una mirada demasiado versada y áspera para alguien de tan solo 33 años. Una madurez fílmica que muchos de los mejores directores no llegan a desarrollar hasta una edad provecta, pero parece que la genialidad de Aster va acompañada de una capacidad única para absorber de manera fagocitadora todo el cine habido y por haber hasta la fecha, hasta desarrollar su propio sello de autor y cambiar las reglas establecidas exprimiendo la fruta del clasicismo e instaurando nuevas claves y haciéndolas tan propias y genuinas como si de su propio ADN se tratara. Es una nueva voz, no dentro del cine de género, si no del cine en general.

Si en su ópera prima Aster mostraba el terror y el drama utilizando como receptáculo representativo de estos a una familia condenada a heredar el mal que por su linaje le viene dado de cuna. Aquí utiliza la toxicidad corrosiva de una relación de pareja. Con “Midsommar” lo que Ari Aster consigue crear, es un paraíso idílico donde lo bucólico, lo onírico y lo lisérgico se dan la mano, acompañado de un perturbador humor negro capaz de poner de los nervios al espectador más aguerrido. Al mismo tiempo que juegan y danzan preciosas muchachitas níveas, todo se va impregnando lentamente a tú alrededor de manera cruda e inmisericorde con el aroma de las flores del mal. El sabe como entrar en tu cabeza y no llama pidiendo permiso, echa la puerta abajo de una patada y cambia tu mundo por completo con la inquietante profundidad psicológica que alcanza su cine, nunca paternalista ni compasible con el espectador. Aquí marca la carne a fuego lento, pero cuando se lo propone, también sabe sacarse de encima los cartílagos y atacar directamente al hueso. Todo funciona a las mil maravillas, aunque a diferencia de otras películas del género, no se utiliza el cuerpo humano como simple trozo de carne destinado al sufrimiento, nuestro director prefiere que ese cuerpo sea portador del dolor para ver como sus personajes lidian con él durante el desarrollo de la historia, hasta llegar a un sorprendente y catártico final tan bizarro como icónico con el paso del tiempo.

Pero esto es algo que va más allá del terror, alcanzando cotas mucho más altas difícilmente definibles, elevando el horror y lo grotesco a nivel de arte. Aquí vuelve a deleitarnos una vez más con una puesta en escena y una fotografía únicas, utilizando en esta ocasión colores muy vivos y desarrollando casi toda la historia a plena luz del día. La utilización de planos grandes y largos con una increíble profundidad de campo donde se dan diversas situaciones dentro del mismo marco es realmente asombrosa, jugando en todo momento con unas figuras geométricas que producen una sensación de extrañeza en el espectador difícil de explicar. El sonido de la naturaleza envolviendo cada escena, así como el ruido de la cubertería cuando llega la hora de la manduca, o el uso de su banda sonora que nunca cae en el simple latemotiv , es el resultado de un cuidadoso orfebre que narra con admirable precisión. Y a todo esto tenemos que sumar unas actuaciones maravillosas donde Florence Pugh es un regalo que se eleva por encima del resto de sus compañeros. Ella está simplemente perfecta.

Con sólo dos películas en su filmografía, ambas piezas únicas, ha conseguido destacar en el panorama cinematográfico como pocos. Con el paso del tiempo, “Midsommar” será para las sectas macabras lo que “Jaws” (Steven Spielberg, 1975) para las playas de verano.
Ángel Moreira
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