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España España · Madrid
Críticas de Alvaro3
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
1
15 de octubre de 2014
16 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupefacción total ante la alta nota que atesora este inmenso ladrillo, este erial de talento camuflado de trascendentalidad e intelectualidad.

Viendo mamotretos inservibles como esta cochambre a uno no le queda más remedio que curar su espanto acudiendo a los clásicos americanos, a Wilder, Wyler o cualquier director de segunda línea, refugios seguros. Cualquier director “artesano” norteamericano suscita más interés y hay más cine en la peor de sus películas que esta ridícula, grotesca y presuntuosa manifestación de la “nouvelle vague”, la corriente cinematográfica más injustificadamente prestigiosa desde la invención del cine.

Boyero, en modo alucinado y alucinógeno (pues solo un consumo intensivo de sustancias psicotrópicas lo puede explicar) habla maravillas de ella, y suelta que es la mejor película francesa de los 70.

Creo que la película efectivamente es un producto acabado de los 70. “La mama y la puta” es al cine lo que los pantalones de campana a la moda actual. No hay por dónde cogerlos.

Los risibles diálogos, las situaciones increíbles (de no creerse) y absurdas, la lamentable y artificialmente desmañada puesta en escena y sus 3 horas y 27 son elementos más que suficientes como para explicar mi pasmo ante ese insólito 8,1 que recibe.

La cosa esta puede verse en Youtube, el avisado espectador mientras digiere la pieza puede como entretenimiento contar las veces que se dice la palabra “follar” o sus derivados de forma gratuita y sin cuento.

Horrorosa de toda "horrorosidad" y con todas las agravantes.
Alvaro3
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7
15 de julio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años que los directores escénicos campan libremente en el mundo de la ópera. Estos indeseables -salvo raras excepciones- son la lacra de la ópera actual y veneno para la taquilla. Su objetivo: realizar todo tipo de tropelías para mancillar la obra de los compositores y libretista, trasladando (actualizando, dicen) acciones a geografías y tiempos distintos de los concebidos originalmente, importándoles una higa la obra del autor a machacar.

No es que haya ido mucho a la opera pero, con la dictadura de los escenógrafos, creo que la opera se ha convertido en un espectáculo degradado que no compensa su precio. Pagar 250 euros en el Teatro Real de Madrid por una Boheme para encontrarse en vez de un Rodolfo bohemio parisino y una delicada Mimí – enfermiza como manda el libreto- un Rodolfo (supongamos) traficante de drogas en Nueva York en los 80 o una Mimí, prostituta en Tailandia (que en lo de cargarse la propiedad intelectual moral de la obra, los analfabestias escénicos no tienen freno alguno) es un negocio al que no me apunto.

Por eso, reconforta ver una adaptación como esta: hoy lo revolucionario, lo verdaderamente atrevido y moderno es respetar la obra de los compositores, según fueron concebidas (recordemos, por ejemplo, que Wagner no solo era el libretista de sus óperas, sino que llegaba incluso a supervisar los figurines de los cantantes y, por supuesto, toda la tramoya escénica). Digo yo, ¿quién puñetas es un director de escena para cargarse la obra de Wagner en todos los aspectos meticulosamente concebidos por su autor?

Hace años se interpretaba las cuatro estaciones de Vivaldi por auténticos mamotretos sinfónicos, recordemos las versiones de Karajan con 150 músicos, o las películas de cine negro se coloreaban. Hoy se acepta que el respeto a los creadores requiere, en el primer caso, una orquesta barroca (mejor con instrumentos originales) y, en el segundo, el blanco y negro original (pues así fueron concebidas esas obras). Nada de eso sucede en la opera actual donde los directores de escena, sujetos que deberían estar en arresto domiciliario a la espera de juicio, no encuentran ninguna freno a la hora de perpetrar sus destrozos.

La excelente ambientación, el rico vestuario, y por supuesto las voces de la bella Netrebko y de Villazón suponen un espectáculo de una modernidad revolucionaria por ir valientemente a contracorriente de la tendencia desgraciadamente dominante.

Algunos “peros” impiden una nota superior:

- Villazón: lo suyo no es la actuación (roza la exageración en varios momentos). Tiene además este hombre unas cejas que piden recortes urgente y su sorprendente parecido con Millán Salcedo (de Martes y 13) me desconcentra.

- En el “sono andati” vemos unas imágenes que recuerdan a los videos de los karaokes. Imágenes a cámara lenta en blanco y negro donde los protagonistas se hacen carantoñas sin cantar. Se malogra este pasaje tan bello.

- La escena inicial de los bohemios siempre me ha parecido muy pesada, hasta el “che gelida manina”. A Puccini le pasa como a Wagner que tiene momentos sublimes pero pesadísimos cuartos de hora. No es culpa del cineasta obviamente, esta ópera es como es, pero no deja de afectar al resultado final.

Teniendo en cuenta lo dicho y, sobre todo premiando la valentía de una versión cuidadosamente académica va mi 7 final.
Alvaro3
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El último de los injustos
Documental
Francia2013
7.5
472
Documental, Intervenciones de: Claude Lanzmann, Benjamin Murmelstein
1
14 de enero de 2014
12 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dediqué justificados elogios en esta misma web a Shoah (1.985), documental (565 minutos) del que este “El último de los injustos” parece ser su continuación casi 30 años después.
Shoah (mi nota fue 9) ha sido uno de los documentales que más me han impactado sobre la tan terrible cuestión de los campos de concentración y guetos nazis, por lo que esperaba con mucho interés lo que habría de contarnos Lanzmann 30 años después.
Pero si aquel le otorgué un 9 el documental de hoy merece un rotundo 1. El espectador tiene derecho a saber a qué se va a enfrentar

(i) Aproximadamente 3 de las 3,38 horas de duración del presunto documental (más bien se le podría definir como un “talk show”) consiste en un soporífero conjunto de antiguas entrevistas (de finales de los 70 o principios de los 80) a un tal Mummerstein, uno de los Presidentes del Consejo Judío en Viena durante los años del horror.

El tal Mummerstein, que padece de una locuacidad verbal verdaderamente notable, se explaya en cuestiones banales que no tienen el más mínimo interés, en un relato totalmente confuso y caótico donde se mezclan nombres, fechas, lugares sin ton ni son, en un relato que las continuas e inoportunas interrupciones de Lanzmann – que solicita aclaración de datos sin relevancia- no logran reconducir su relato hacia una narración coherente y que despierte el más mínimo interés.

Lo irrelevante del relato (que en su aridez y prolijidad se ve acentuada por, generalmente, primerísimos planos del entrevistado hablando en alemán) puede explicar que, en su momento, se desechara incluirlo en Shoah. Lo que no se entiende es que necesidad había de rescatar tan pobre material 30 años después, que se ofrece sin devastar, a pelo, mal contado y peor montado.

(ii) Unos 30 minutos son imágenes actuales de los lugares donde se produjeron los hechos (insisto pesimamente contados). Junto con las imágenes en off se oye a Lanzmann que lee algunos de los pasajes de un libro escrito por el mencionado Mummestein. En otros casos, el director autorretratándose en plano fijo se limita a leer en unas tristes cuartillas con pausada premiosidad pasajes de dicho libro.

(iii) Lo que queda son (i) unos dos minutos un rabino cantando a pelo no sé qué oración en una sinagoga y (ii) lo único interesante, un documental propagandístico de los nazis sobre las presuntas bonanzas de las condiciones de vida en la “ciudad” de Theresienstadt, en realidad un campo de concentración encubierto de donde partían deportados muchos de ellos a campos de concentración cercanos a encontrar la solución final.

De la entrevista lo único que tiene interés es lo que cuenta Mummestein de su relación con Adolf Eichmann, el protagonista del famoso libro de Hanna Arendt y su peligrosa y estúpida teoría de la “banalidad del mal”, mecanismo que niega la responsabilidad de los propios actos amparados en noseque excusas (“ellos no sabían” “ellos no querían” o “eran parte del sistema”). Mummerstein dice que Eichmann conocía todo el proceso de la solución final y le atiza a Arendt y lo que resultaron insultantes teorías para los supervivientes del holocausto.

En resumen, recuperen “Shoah” y olvídense de este ladrillo, que ya voy incluyendo en mi listado de truños galácticos del año.
Alvaro3
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7
29 de mayo de 2009
12 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Ford ha sido uno de los directores que, desde hace algunos años, se ha revalorizado de forma un tanto excesiva, pues, en mi opinión, ni por el número de obras maestras se le puede acercar a un Hitchcock ni por la amplitud de los géneros abordados está a la altura de un Billy Wilder o un William Wyler, por ejemplo.

La crítica usualmente ha valorado más algunas películas que no son totalmente de mi agrado como “El hombre tranquilo” o “Centauros del desierto”, en detrimento quizás de las obras que a mí más me gustan como el emocionante “Que verde era mi valle” o la durísima y –desgraciadamente- de triste actualidad, “Las uvas de la ira”.

En el campo del western (o “películas del Oeste” como se decía en mi niñez) Ford fue un consumado maestro (como es conocido el se presentó una vez como director que “hacía Westerns”) siendo en mi opinión “La diligencia” y “El hombre que mató a Liberty Valance” las obras más destacables de su producción en este genero.

“Fort Apache” es una película notable, a la que doy un 7, fundamentalmente por las prodigiosas escenas de galopadas (generalmente retratadas con soberbios travellings paralelos a las carreras de los caballos de poderosa fuerza visual), la escena del baile, y por la soberbia y sobria interpretación de Henry Fonda en su retrato del altivo y amargado Coronel Thursday. También son admirables los paisajes de Monument Valley y la presencia inquietante de los indios, que en muchos casos, vienen (o se van) envueltos en fantasmagóricas nubes de polvo.

Sin embargo, esta película padece un defecto muy usual en otras películas de Ford (especialmente en “El hombre tranquilo”) y que perjudica al producto final. Me refiero al peculiar sentido del humor Fordiano, de trazo grueso, infantil y que a mí me produce poca gracia y sí bastante vergüenza ajena. En esta película, hay varios episodios que son auténticos insertos de comedieta de ínfima calidad; fijaos por ejemplo, en toda la larguísima secuencia de la instrucción de los soldados, donde se presentan unos personajes que, por lo que dicen y por su gestualidad infantiloide, parecen sacados de un show de Benny Hill o de alguna opereta bufa o representación colegial. Este tipo de pastiches me producen bastante rubor y, como digo, son prescindibles injertos que le sientan fatal al tono épico del resto de la película. Suele intervenir en ellos el para mí siempre insufrible, e histriónico Victor Maclagen, actor cuyo registro se basa en una sola expresión en todas las películas de Ford y cuyo lugar natural debería ser las comedia de cine mudo.

Lo mejor: travellings paralelos en las galopadas, secuencia del baile e interpretación de H. Fonda. Paisajes de Monument Valley.

Lo peor: las secuencias pretendidamente graciosas en la instrucción de los cadetes y en la secuencia del baile. En general, la actuación de V. Maclagen
Alvaro3
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1
21 de enero de 2014
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando elijo (no sin cierta pereza) una película de cine mudo de las reputadas clásicas, voy ya con ciertos prejuicios (lo reconozco) contra la gestualidad histriónica característica de esa época que me resulta tan chocante y ridícula.

Doy por hecho que voy a ver unos excesos interpretativos propio de un momento en la que actores y actrices carecían de la posibilidad de expresarse por otros medio.

Descontando esto, las películas de esa época las intento valorar objetivamente, sin añadirle coartadas, ni disculparla con argumentos extra cinematográficos.

Con este planteamiento considero que “La huelga” en 2.014 no se puede ver; ni siquiera tiene interés como mero documento histórico.

Es un film propagandístico de una puerilidad lamentable en su retrato de personajes, desde los capitalistas orondos, con su sombrero de copa, sus puros, sus miradas torvas y risas sardónicas pasando por los llamados “informadores”, que en simplista metáfora se asimilan a alimañas poco fiables con los que comparten denominación y, al parecer, las mismas aviesas intenciones y rastreros comportamiento. El efecto de sobreimpresión de las imágenes de cada uno de esos personajes con su animal “homologo” es un recurso tan burdo que hace incluso dudar que en aquella época se pudiera tomar en serio.

Como producto propagandístico resulta hasta cierto punto comprensible que las iras de Eisenstein se centren más en los “informadores” (obreros al servicio de los capitalistas) que en los propios capitalistas. Resultan más repulsivos estos que aquello, pues la píldora ideológica a endosar al pueblo espectador es que más reprobable que un capitalista con sombrero de copa es el obrero descarriado que no comulga con el ideario revolucionario.

En cuanto a las metáforas visuales son igualmente toscas, destacando como ejemplo señero la asimilación de la matanza del toro con la represión de los obreros. ¡Sutil comparación!
Por otro lado, está la infeliz elección de la banda sonora (supongo que no en todas las ediciones de DVD será la misma). En la que versión que he visto, una pequeña orquesta de viento con frecuencia imita con agudos y disonantes intervenciones las risotadas de los malvados informadores o las burlas de los capitalistas que se limpian desdeñosos los zapatos con el papel que contiene las reivindicaciones obreras (otro momento de delicada metáfora). Este procedimiento musical propio de los dibujos animados, si bien no es imputable a Eisenstein sí que acaba por arruinar la película.

La película se divide en 6 capítulos de los que solo se salva el último: la represión de la policía a caballo en esa especie de corrala sí resulta interesante, pero insuficiente para perdonarle el 1. Por lo demás, si a estas alturas Uds. no han visto “El acorazado Potemkin” la recomiendo. Hace unos años le di un 10 a una película que solía estar en el top ten de las mejores películas de todos los tiempos aunque desde hace años ha caído en desgracia y con suerte sale entre las primeras 25. Miedo me da volverla a ver. O tempora o mores…
Alvaro3
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