Los protagonistas poseen escaso carisma, podríamos decir que por su aspecto se asemejan a los actores secundarios de cualquier producto de gran consumo.

La serie pretende apoyarse en la originalidad del planteamiento, marcando diferencias con otras, sin que consiga alejarse demasiado del mismo trazo.

Red oscura, explicaciones sobre como hacer las cosas bien, para no ser pillado vendiendo drogas online, y algún que otro acierto en cuanto a escenas sorprendentes... bien resueltas.

En conjunto no basta con lo que entrega, aburre, incluso los capítulos de media hora, globalmente se hacen tediosos.

Se adhiere a un concepto muy original que desea transmitir, pero el mensaje se diluye entre tanto diálogo. Los personajes que se reúnen, representan un poco a todos quienes podemos verla, quizá interesarnos y juzgarla. Cada uno de ellos personaliza esa idea mental propia y su respuesta.

Durante media hora traté de aceptar lo que allí se contaba. Me di cuenta que la premisa era buena, pero no más que cualquier obra de ciencia ficción; la diferencia se encontraba en que aquí todo parecía construido para aportar credibilidad, a... algo profundamente increíble.

Resulta singular, dentro de una hipótesis reflexiva, si aceptas lo que allí se cuenta sin demasiados planteamientos que incidan en la precariedad del relato.

Me hubiera encantado hallar algo que me llevara a considerar a su creador Jerome Bixby, como un visionario... o bien alguien que tuvo acceso a un conocimiento que le condujo a transmitirlo en forma de libro y al fin en película, tras su muerte.

No deseo parecer prepotente, al afirmar que una gran parte de quienes la han valorado con nota elevada, consideran que se encuentran ante un planteamiento en cierta medida real, que pudiese oxigenar nuestras ideas de sociedad maltrecha, con origen ciertamente desconocido y carente de un claro destino.

Joanna Scanlan, acomete una interpretación contenida, de esas que llegan, transmitiendo el dolor con serenidad. Aporta escasos diálogos en sus minutos iniciales, tampoco los precisa... las imágenes resultan ciertamente elocuentes; traspasando esa profundidad dramática con ausencia de teatralidad.

Su cocción se produce de manera lenta y un tanto parsimoniosa. El ritmo es fundamental en este género, pues puede correrse el riesgo de fracturar la historia.

Con pocos diálogos (no hacen falta) su construcción se basa durante un gran tramo, en la sutil narrativa visual. Zac Efron contaba 33 años cuando la rodó, consiguiendo diseñar un personaje con rigurosidad; se nota que ha logrado aprovechar la experiencia profesional, sacándole todo su jugo, desde que debutara en 2.002.

Una historia aventurera, donde la desconfianza se encuentra presente en todo momento. Muy entretenida, bien resuelta, con un argumento que avanza con determinación y temple.

No me interesó, fui incapaz de entrar en ella; me parece violenta, inconcreta e incluso carente de entidad para captar la atención, relatando hechos donde lo que menos parecía importar era quienes los protagonizaron.

Shaka King, atraviesa con sigilo por la historia, aparenta no querer participar de ella. Evita acometer el verdadero problema, donde sus protagonistas lo hacen como una caricaturas de la realidad, restando el periodo donde acontecieron los hechos.

Dicho todo esto, creo que soy el único que le ha dado una calificación tan baja, porque incluso alguna crítica negativa que he leído, la puntuó con un 6.