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Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2,924
Críticas ordenadas por utilidad
4
11 de noviembre de 2017
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un 7-Eleven es el centro neurálgico de las operaciones marginales/comerciales del desnortado y atontado protagonista (¿álter ego del director?). Y con ello no puedo, lo siento, con el corazón, que con el alma no puedo, evitar recordar un equipo ciclista de los USA que allí o mejor allá por los años ochenta tenía un cartel de lujo. En concreto me levanto y aplaudo por Raúl Alcalá y Andy Hampsteen (son los que ahora recuerdo). El primero fue un cometa fugaz (en el ochenta y nueve voló en una contrarreloj y poco después casi desapareció). El segundo, un sólido corredor de gestas incontables, aunque sin llamar demasiado la atención ni alzar la voz (nombro la mítica etapa del Gavia y todos a callar -ni los tercios de Flandes hubieran soportado aquel día de frío glacial y tanta adversidad en tierras italianas con Breukink, el fino holandés, de por medio). Fue, quizás, la otra cara del más destacado y espectacular Greg LeMond. Y ambos, los padres del tiburón felón Lance Armstrong. En mis entrañas están muchas de esas etapas. Son ya parte de mi sangre. Un hurra por ellos.
El absurdo no se puede contar a través de más absurdo. Eso es un error de novato. Solo supone flojera, fofas situaciones, ridículos resultados. Es justo al contrario. Debe ser tratado con exquisito y feroz rigor cirujano, desmenuzado minuciosamente, expurgado y calificado con denuedo, hasta que no quede nada de dispersión o consuelo. Es el único modo. Es lo mismo que pasa a la hora de escribir. Lo contrario de lo que se piensa, me refiero a que requiere, la escritura, si es buena de veras, y salvaje y a contracorriente y virulenta y revulsiva y lasciva, exige un autor espartano, de clausura, un monje claretiano que no gaste ni un gramo de fuerza en tontas distracciones, en vicios menores. Lo cual no ciñe su vida los trescientos sesenta y cinco días de año, también caben, toda virtud demanda sus numerosas excepciones, escapadas, huidas a lo oscuro, severas depresiones, decadencias morrocotudas, saborear el túnel, perderte y destruirte para poder volver más fuerte y sabio y nuevo.
En la sala de proyecciones en la que este humilde escribidor estaba, también se encontraba una buena mujer de risa generosa, exuberante, sin prejuicios ni vergüenza la exhibía, su constante alegría, a todo el que quería. Y eso me hizo darme cuenta de una cosa que ya había olvidado: el continente hace el contenido, el contexto crea la obra, las carcajadas de la buena señora provocaron en mí, por imitación y contagio y descubrimiento, también cierta gracia, logré entender el humor soterrado, escondido pero muy evidente, que se me había quedado desvaído, desangelado y un poco como desapercibido en esta obra o coso, sueco.
Nada tienen que ver estos tres párrafos consecutivos. Lo sé. ¿Importa?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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2
21 de marzo de 2017
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descerebrada, majadera y muy pedorra, además de ladrona, mentirosa, cotorra insufrible, egocéntrica sin medida y completamente tonta se alía, se hace amiga, es lo que tiene la suerte, de desquiciada zombi de ímpetus suicidas. Las dos, por supuesto, por no hablar de fumadoras o borrachas también cuando se tercia, son adictas a todos los medicamentos conocidos del mundo, los que ingieren en cantidades industriales, esa alegría que les adorna. Unas heroínas de nuestro tiempo.
Para llevárselas a casa y hacerlas tuyas para toda la vida. Para ponerlas en un altar y rezarlas todos los días. Para perder el sentío y disparatar sin avío. En definitiva, para que el espectador se identifique inevitablemente con ellas, suele pasar en las mejores familias, y las quiera a morir, cómo si no, sufriendo por sus penas sin remedio, empatía que se llama. Normal, teniendo en cuenta que el gran público, el espectador medio, seguro que comparte los fabulosos valores, anhelos y sentimientos de las dos protagonistas, seguro que las adora y quiere ser como ellas. Y si, por lo que sea, desgraciadamente todavía no es así, algún día lo será, alguna vez ese modelo olímpico de plenitud y fragilidad se impondrá y todos disfrutaremos de parecida alegría, libertad y amistad, a no faltar.
Alguno, muy pegijero y tiquismiquis, es posible que se desmarque del grupo calentito de la mayoría (siempre tiene la razón, está demostrado democráticamente, el mejor sistema con diferencia) y quizás diga que tampoco es para tanto, que conoce mujeres mejores, que estas dos son estupendísimas de la muerte, pero no tan santas como dicen por ahí las buenas lenguas.
A ese elemento que opina tanto y no sabe nada solo me queda contestarle en el spoiler, ahora se va a enterar por ignorante, insensible y malvado, le voy a dar tantas razones de peso que lo voy a hundir para los restos, ni levantar cabeza podrá el pobre.
(Spoiler aquí por la habitual falta de espacio en estos casos tan pistonudos y abre corazones)
Vamos a ver, ellas dos son lo mejor porque, aunque es verdad que el director solo nos las muestra haciendo el ridículo padre, el mamarracho a toda hora y comportándose como cabras histéricas/histriónicas; a la rica como a una despreciable y frívola clasista, racista y patética snob, bastante sinvergüenza y muy pelma; y a la otra como pánfila alelada que no se entera de nada la pobre, aunque eso sea lo que vemos todo el rato, así fue, también es cierto que nos dice más, mucho más, porque, por lo tanto, como decíamos ayer...
- ¿Qué?, ¿dime, amor?, dirá, preguntará ansioso ese espectador extravagante.
- Pues ahora te cuento. De la anoréxica nos explican que tiene una madre insoportable y un padre ausente (a pesar de que ella se crea, muy lúcida y despejada, qué él se desvive por ella). De la otra...
- Hombre, eso es malo, pero tampoco es como para querer matarse y a tu hijo contigo. Por lo que todavía no entiendo, ¿por qué son tan rebeldes?, ¿por qué el mundo las ha hecho ansí de mal a las pobres desgraciadas, tan buenas ellas? Explícame más, por favor te lo pido o yo ruego.
- Bueno, no es verdad eso que dices, ella solo... quiere matarse y a su hijo con ella, no, quiero decir que solo quería ya no sufrir más, nunca, que por eso se tiró con él, no para matar nada ni nadie, eso fue. Por piedad.
- Vale, acepto el grotesco eufemismo. Pero no me has explicado la causa. Lo de los padres no es motivo suficiente. Si cada persona que tuviera malos padres reaccionara así, el mundo desaparecería en unos años, a la vuelta de la esquina, poco más o menos. Además, te has olvidado de la madre de la otra, que parecía incluso normal, buena gente.
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Ferdydurke
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2
6 de octubre de 2016
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Burda, bruta, ruda dramatización de unos tiempos difíciles, horribles, de unos hechos espantosos, abominables, de unos asesinatos deleznables, atroces.
De mirada gallinácea, apenas sirve como artefacto cinematográfico en su reconstrucción de los sucedidos criminales, en lo referido a los escasos momentos documentales y a cierto reflejo del pulso, del aire viciado de aquellos momentos crueles. Y, para los que se quieran entretener y conozcan más al detalle el asunto, la aparición de personas "reales" muy conocidas o su reflejo, cambiado el nombre, ficticio.
Pero aporta poco, casi nada, la observación es plana, el retrato de los facinerosos responsables es penosa, no pasan de grotescos fantoches; ni se escarba ni se profundiza ni se relaciona a estos mangantes con los verdaderos poderes de la época, no se alzan del suelo estos creadores, se conforman con las piezas más fáciles, débiles y ridículas (se dirá, tal vez como justificación, que en ese momento no se podía, vale, lo aceptamos, pero entonces, si el arte "intervencionista" no es capaz de decir más que lo obvio y consabido a través de un trampantojo tan cutre, de una representación tan limitada y pueril, entonces, para qué nos sirve, en qué queda, si en una foto solo te dejan oler los feos pies de los presentes y ni hablar de acercarte a los tobillos, si no se aprovecha para hablar del cuerpo entero enfermo, qué retrato es ese, valga la, también, grosera comparación). El contexto es pobre (salvo dos o tres peroratas, tres o cuatro líneas informativas, alguna reunión y unas pocas imágenes de archivo, no se ilumina ni aclara lo que pasaba, no se explica la situación coyuntural, los juegos de los poderes, los intereses en conflicto, solo un hueso podrido nos dejan mirar, una recreación simplona, famélica), los movimientos dramáticos son raquíticos, los personajes, de risa (están tan mal definidos y construidos que no tienen peso ninguno, apenas caricaturas truculentas, gritonas; mamarrachos de vergüenza), los diálogos, indigentes, el conjunto, lamentable.
Quizás en su protagonista, muy mal actor, dicho sea de paso, quede reflejado la nula calidad artística de esta obra, no tiene un pase, es de un patético, estúpido, cobarde, abyecto, estirado, petimetre y mequetrefe ese lamentable personaje, además de, por supuesto, inverosímil, que ni el novelista más zarrapastroso tendría los huevos de darle nombre y echarle a andar como ser de ficción. Hasta como malo de telenovela sería rechazado por no dar la talla, ni para asustar pajarillos nos vale. Lo mismo, casi, que la troupe o claque que le rodea entera, a cada cual más paródico y esperpéntico. Deben creer que la sutileza es el nombre de una hiena hambrienta o que como es cine político las buenas gentes tragan con todo, garganta profunda, les da igual ocho que ochenta, lo que a un melodrama no se permitiría por penoso, cuando es denuncia todo nos vale, y no, me temo.
Lo dicho, carece de todo, de una observación mínimamente analítica del entorno, de reflexión sobre lo mostrado, de elucidación de los procesos históricos, aunque sea solo un poco, tampoco pedimos tanto, ni en su aspecto político (alguna arenga primaria), ni como arte creativo, ni teatralización aceptable, es que no hay donde por donde cogerla o agarrarse. Solo puede valer para los que desconocían estos sucesos negros y para visualizar una época de tanto cambio y espanto.
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Ferdydurke
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2
21 de marzo de 2015
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alucinante suma de disparates, incongruencias y majaderías; de patadas al sentido, giros de guion grotescos y encuentros absurdos. De tan mala, hay momentos que casi parece de broma.
Llena de diálogos delirantes y frases tremendas; de cortes bruscos y transiciones chapuceras; con personajes sin construir ni explicar que tienen comportamientos gratuitos y fortuitos; con acciones arbitrarias, casualidades imposibles y traspiés considerables.
Por cierto, ¿no puede haber un amor luminoso, pleno, inteligente, de una vez por todas para variar, maduro además, adulto incluso, es tanto pedir, por qué os hacéis de rogar?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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3
23 de septiembre de 2020
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un estupendo sermón. La chica decente y el buen partido. ¿Cuando surge el verdadero amor, el universo entero conspira para destruirlo o por lo menos corromperlo?
Lo tengo dicho, hay que follar antes del matrimonio, bajarse al pilón, o por lo menos, efecto placebo, tener conexión a internet, si no quieres convertir tu vida en un estrambótico descalzaperros, agonía exangüe, semen retentum venenum est, furor uterino y pierdo el tino.
De cómo en los años sesenta, terrible época, anuncio pavoroso de lo que vendría después y hoy, ahora mismito, conectamos en directo, disfrutamos en su máximo apogeo, esa abrasiva represión disfrazada de enfermiza libertad, ese control total de la población vestido de preocupación, esa censura omnímoda, esa mediocridad abismal, esa corrupción infinita, había clima de cambio, de ciclo concretamente, como en el fútbol, qué divertido, ya la estrella del espectáculo, el showman no era el mismo, ahora tocaba otro, había que renovar el equipo titular para poder disputar la champions otra vez, el cura ya no pintaba nada, nadie le hacía caso ni escuchaba, nos dormía a todos, el rey del mambo era ya el psiquiatra, mola mazo, ganamos mucho con el cambio, qué ser tan sabio, simpático, comprensivo y justo, cómo nos gusta, estamos en las mejores manos científicas y cabales, no como las de antaño, tan supersticiosas e irracionales.
Dios ha muerto, viva Freud, aparta el confesionario de mi vista, me echo en el diván que es mucho más cómodo, dale. El cielo es el sexo, el infierno, su ominosa ausencia o dolorosa negación, de todo ello, ni un triste polvo y me vuelvo loco, o copulamos o la armamos.
Película que durante sus casi dos horas supone un ejercicio de sadismo severo, sin compasión ni perdón, a puñetazos de delirio, a brochazos gordos de histrionismo, a la carrera de disparates, exageraciones y manipulaciones, una vez más el cine considera al espectador el saco de los golpes, un ser ni siquiera humano, casi como un retrete donde los artistas del séptimo arte que tanto nos quieren y respetan hacen sus deposiciones, llenas de vergüenza, locura y homilía.
En la línea de aquel otro tormento imposible, "Rebeldes sin causa", tan parecidas en tantas cosas, con los padres, símbolo evidente del pasado y el orden que hay que superar, como el objetivo a derribar, enemigos públicos números uno y dos, aquí representados especialmente por dos monstruos absolutos, el padre de él, obviamente, y la madre de ella, quién iba a ser si no, sus compañeros son solo calzonazos, de los dos sexos, uno de ellos hasta llama mamá a su mujer o parienta, no digo más.
Después de superar las dos guerras mundiales, muy seguidas, y atravesar más o menos feliz y plácidamente la próspera y correcta frigidez de la década de los cincuenta, llegaron las ganas de juerga, esto es una marea que siempre vuelve, se suceden las épocas, se repiten los modos de otra forma, de quemar energía sobrante, de alzar la copa y brindar por lo que nos queda que de las manos se nos escapa, de soltarse el pelo y echar una última cana al aire antes de volver al convento, tal vez psiquiátrico, quién sabe, es lo mismo, en el que estamos metidos tan dichosos ahora todos dentro, era todo lo más bueno, los jipis, las drogas, la música nueva, la lisergia, la psicodelia, el zoom, toda la fiesta bella, las soflamas, el amor libre, la hermosa primavera, París, Praga, la nouvelle vague, el color a todo babor, el pelo, ay, amor, que me pierdo y no me encuentro.
Por eso esta película es tan extraña y bizarra, porque mira los felices años veinte, tras la primera gran guerra, sus finales, del 28 en adelante, que es cuando empieza esta película, que anunciaban tragedia, derrumbe, catacrack, el famoso socavón del 29, la superación de la época del jazz, el chárleston, la bolsa que sube, el petróleo que nos cubre, todo eso lo cuenta de manera marciana, con mucho melodrama, con los anteojos de treinta años más tarde, por eso es solo una excusa para cultivar su discurso y hacernos pasar un mal rato, que les gusta joder (nos) sin descanso.
Y si en la de Nicholas Ray, Dean hacía de las suyas, en ambos casos la pizpireta Natalia rompe la pana con su de chiquilla torbellina gracia, aquí tenemos a Beatty para que no falte de nada, en el mismo camino o senda de perdición en la actuación, pero un millón de veces peor, imposible superar esta mala interpretación, tan envarada, ortopédica y absurda, eso, por ejemplo, de que cuando hablas con alguien, da igual que sea el panadero o tu santa enamorada, en lugar de mirar a la persona que tienes delante de tus narices, suele ser lo más conveniente, prefieres girar el cuerpo, contorsiones varias mediante, para encontrar la posición corporal más incómoda y/o ridícula, y así poder mirar a gusto el infinito, en lontananza, o a un árbol que esté a una milla de distancia, seguro que él te entiende mejor, naturalidad se llama.
En definitiva, una película rabiosamente moralista, a martillazos, viscosa, pringosa, reprimida, obsesiva, tosca, exacerbada, grotesca, chillona, agresiva, salvajemente mensajeadora y de intenciones tan claramente obvias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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