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Críticas de The Wild Side
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
9
26 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut de Ari Aster como director será difícil de comparar. La complejidad de su guión, rezagada un poco en la película del puesto anterior, se vuelve notable. El envolvente terror creado con delicadeza solo resalta el atormentado nicho familiar.

Una familia es acechada por las prácticas poco usuales de la abuela recién fallecida. La pequeña Charlie, la más allegada como nieta, guarda actitudes que pondrá en jaque a su madre (galerista con creaciones de gran relevancia para la producción), padre (arquitecto agnóstico) y hermano mayor (estudiante en las penurias de la adolescencia). Entre un drama familiar y nociones de brujería, la trama se verá cada vez más complicada y sofistacada en diversos giros argumentales hasta estallar dentro del pequeño recinto casera.

La producción es impecable junto a los diferentes subtextos que narran e hilan a la perfección las relaciones interpersonales. Una pena que pase desapercibida, como la magistral actuación no-oscarizada de Toni Collette junto al resto de la dirección actoral.

No dejen de ver la escena de un ataque de anafilaxia en la carretera, la discusión en una cena familiar junto gloriosa escena final.
The Wild Side
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9
13 de diciembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es interesante observar el desarrollo de la película completa, la cual comienza con una muestra excepcional de la tradición wayuu acompañado de una mezcla de sonido finísimo y de aquí la historia se procede a dividir en cantos (si no mal recuerdo) para llevarnos de la mano hacia el clímax y el esperado crepúsculo de cada uno de los integrantes envueltos por la decadencia, la ambición, la traición y el poder (en estas ultimas instancias podría tratarse de cualquier sociedad envuelta en el narcotráfico -México- y es lo que suma puntos para el largometraje). Es así como, a través de pasos bien esclarecidos, comprendemos la tradición colombiana de un pequeño poblado que se fue consumando poco a poco por la traición y no solo por el narcotráfico, que solamente fue el pequeño empujón a la salida de la miseria esencial del hombre (visto en múltiples visiones por las mujeres del filme en forma de plagas). Retomando la universalidad de los vicios con los que se podría empatizar, también cabe destacar valores como la amistad, el amor, la confianza y el respeto que, empero la severidad, de igual manera somos capaces de entender la necesidad de la trascendencia de estos valores para la preservación de la paz en nuestro núcleo social.

Con una dirección casi impecable (resaltando cada secuencia bien lograda y el manejo de cada personaje) logra contar una historia alrededor del desaforado y mediatizado mundo del narcotráfico ahora aludiendo a grandes producciones cinematográficas, como podrán observar en las primeras negociaciones entre el tío que maneja los plantíos con su casto sobrino Rapayet, al estilo del histórica encuentro con el coronel Kurtz en Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979).
The Wild Side
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7
29 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de la historia del cine se han intentado retratar algunos rasgos y trastornos de la personalidad que dotan a la trama con una pizca de verosimilitud con las alteraciones más mediatizadas y conocidas de la psique. Desde Psycho (1960) y los trastornos disociativos (relación que ya se mencionó en un texto anterior), Gone with the wind (1939) y el trastorno de la personalidad histriónica o el trastorno límite de la personalidad y Girl, interrupted (1999). Esto sale a flote principalmente por dos situaciones: 1) Al borde del terror colectivo mexicano desatado por el ahora globalizado ‘Monstruo de Ecatepec’ donde conviene analizar la perspectiva criminal; 2) y, al adentrarnos en la mente de un asesino serial, varias son las teorías del comportamiento que intentar profundizar en los motivos que incentivan la mente humana. ¿Qué pasaría si simplemente un pequeño escolar naciera con el yugo de la maldad? Ahora, relacionado al trastorno de la personalidad antisocial, un pequeño Michael Myers (Halloween, 1978) aparece desde la primera mítica escena con rasgos psicópatas (con el inicio precoz, la frivolidad, carencia de moralidad y remordimiento que afortunadamente John Carpenter tuvo la decencia de no ahondar en este ámbito como desafortunadamente lo intentó realizar Rob Zombie en Halloween del 2007) que posteriormente termina con rasgos psicóticos en esta nueva entrega a manos de David Gordon Green, esta vez bajo la tutela del mismo Carpenter y Jamie Lee Curtis.

En la era de los remakes, este nuevo largometraje de la ondulante saga que sigue a Michael Myers (con cerca de una decena de filmes) se centra nuevamente en la relación de éste con Laurie Strode, aquella niñera que logro de manera improvisada escapar del filo de Myers. Ahora, 40 años después se ha estado preparando para el inevitable desenlace por la supervivencia en forma de un claro homenaje a la primera entrega desde los créditos iniciales con la misma tipografía y con la mítica banda sonora hasta algunas escenas, diálogos e incluso el tambaleante final.

Ante la maleable e inocente consciencia de un niño y su libre albedrío, la psicología menciona que a partir del goce estético cualquier infante trastornado sería capaz de dominar sus impulsos alterados, pero ¿qué sucedería si el niño contempla un asesinato como una obra de arte, tal como la hace Myers al inclinar la cabeza para observar su transgresión? Una de las principales diferencias que subyace esta secuela es la desordenada serie de homicidios relacionado con el cambio al diseño del personaje. Aumenta la brutalidad desde el primer asesinato. En el primer filme pretendía ser el guardián contra la impureza de sexo y ahora radicalmente pasa a ser el verdugo de la inocencia para sellar su frívola maldad. El guion trastabilla en las incoherentes y múltiples historias que solo atenúan la tensión entre los personajes principales perdiendo la relación de la causa del desato del mal y las tres generaciones que pretenden ser un reflejo simbólico de melancolía pero que carece de importancia en la entrega, incluso en la subversiva intención de exaltar la participación femenina.

Los grandes atinos de esta secuela que equilibran la balanza con lo antes mencionado son la tensión mantenida que sigue la búsqueda de cada uno de los protagonistas y su encuentro, así como los ingredientes esenciales del dogma del slasher, la participación de la consagrada Jamie Lee Curtis y múltiples escenas que logran estremecer la piel (véase la escena que concluye con el rostro de una mujer mirando por las persianas de la ventana con un cuchillo que le atraviesa la garganta) o con encuadres sin explícita violencia que no parece necesaria ante nuestra infinita imaginación. Sin duda esta saga renació una vez más, consolidando uno de los personajes que más puede crear terror.
The Wild Side
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10
8 de octubre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Para que se entienda la introducción solo es posible mencionar y relacionar el título con el desenlace de la trama para evitar spoilers).

En el mundo de la psiquiatría existe un debate entre lo que define los trastornos neuróticos y los trastornos psicóticos, ambigüedad que reside en tres planos: la autoconciencia de la enfermedad, la influencia psicológica y los trastornos neurobiológicos mediadores. Los trastornos psicóticos (psicosis), y la esquizofrenia como prototipo, son de especial importancia por su sensibilidad en cuanto a la alteración de la percepción y la gravedad inherente relacionada estrechamente con el suicidio donde las alucinaciones y los delirios son los síntomas principales.

Dentro de los trastornos neuróticos existen los controvertidos trastornos disociativos (amnesia disociativa, trastorno de despersonalización/desrealización, trastornos facticios, etc). Secundario a un trauma y/o abuso, pero no necesario para el diagnóstico, el ego puede llegar a fragmentarse para desencadenar el trastorno de identidad disociativa (recordando a Sally Beauchamp como primera paciente) que, de manera sintetizada incluye: perturbación de la identidad con dos o mas estado de la personalidad, lapsos recurrentes y deterioro funcional. La mediatización ha complicado la exploración y la inclusión de los síntomas que comparte, sobre todo el cine y la sugestión ha jugado un rol importante. Recordemos filmes como Fight club (1999), The three faces of Eve (1957), Split (2016) y, el filme central de hoy: Psycho (1960), basado en el libro de Robert Bloch.

Después de un encuentro amoroso en donde el problema económico sale a flote, caen en las manos de Marion Crane (Janet Leigh) $40 000 dólares en el negocio de bienes raíces donde labora y lo cual se ajusta a las necesidades para perpetuar su idílica relación. Tras una noche lluviosa en el escape, logra desviarse del camino y varar en el inhóspito Motes Bates, atendido por el apacible y sobreprotegido Norman (Anthony Perkins), lugar donde se teje una serie de crímenes con un giro de tuerca final.

El director Alfred Hitchcock recurre a la grabación de la película con un módico presupuesto en 35 mm ante la negativa para financiar un filme cargado de sexualidad, crimen y lo aterrador de la psique, aspectos que en ese entonces no parecían del todo agradables; sin embargo, es evidente la perfección y el sello del mismo por crear un largometraje de alta calidad con lo que tuviera a sus manos (múltiples tomas de una sola escena, la creación y los detalles del set principal), lo que le mereció la candidatura a múltiples premios de la academia en ese entonces. El unísono de violines nos acompaña y estremece paso a paso con el clímax perfecto en la ya mítica escena en la regadera. Cabe resaltar las actuaciones de los protagonistas donde cada movimiento de cámara pretende englobar toda la intensidad y capacidad actoral de los histriones acompañados de meticulosos detalles en la producción y el montaje. Finalmente, la narración trata de ahondar en lo mas profundo de la mente humana con el intento de relucir una condición psicológica/psiquiátrica.

Tal vez el color y el lento inicio (pero sublime desde los créditos) sean las barreras que impidan acercarnos a tan maravilloso filme (o al menos es lo que me sucedió), pero la hegemonía de Netflix y su limitado catálogo sea el motor de arranque para que nuestros 109$ mensuales valgan la pena por un momento; aunado a la vigente e imperdible exposición en la Cineteca Nacional, y principalmente, el ciclo cinematográfico. Innumerables referencias, secuelas, remakes, libros (véase la reedición del libro de Guillermo del Toro) e incluso una serie de televisión son motivo para este obligado largometraje.
The Wild Side
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9
22 de febrero de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil hallar el significado de la felicidad. Con una potente introspección y catarsis, tal vez pueda llamarse así al fruto de nuestras motivaciones y deseos del pasado. Un pasado al que nos remontamos décadas atrás, sin la rigurosidad de una introspección hipnótica pero tan tangible como un recuerdo, y somos conscientes de la persona en que nos hemos convertido. Con algún esbozo de sonrisa o no (y no quiere decir que seamos felices, aclaro).

Años 70. En una villa italiana, llamada Inviolata, habita un marginal grupo de campesinos bajo la orden de la marquesa Alfonsina de Luna; limitados en libertad, recursos y educación, sin saberse ‘esclavizados’ de manera moderna, viven el día al día de manera austera y complaciente. Ahí es donde habita Lazzaro (Adriano Tardiolo), un adolescente introvertido, simpático, sumiso y bondadoso (quien a su vez también es humillado por sus congéneres), tendra una fugaz pero sustanciosa amistad con el hijo de la marquesa, Tancredi (Luca Chikovani/Tommaso Ragno). Hasta aquí todo parecería una comedia ambientada en una antigua Italia. De pronto, atraído por un potente viento, son evidenciadas todas las injusticias de la marquesa que se trasponen al brinco temporal que transporta al bonachón Lazzaro a la modernidad para hallarse con su antigua familia y amigos quienes lo hacen parecer un ‘santo’. Aquí ocurre lo interesante y se comienza a asumir un sentido con un tono de tragedia y crítica social.

La felicidad de Lazzaro no parece desvanecerse jamás, y es ese esbozo de sonrisa lo que debería perdura décadas. Con la evidente inspiración religiosa, toma estas parábolas o mitos como recurso narrativo y crear un guion balanceado (religioso en cuanto a referencias católicas, pero también animistas por la eterna semblanza del lobo acompañante del viajero temporal). El seco y asolador paisaje de la primera mitad de la película contrasta con los grises citadinos del presente, cada uno preservando una sociedad marginal esclavizada, cual extranjero en la Antigua Grecia como en la referencia a Edipo Re (1967) de Pasolini (esa misma áspera región con la larga caminata del protagonista, incluso el marcado salto temporal), que forma parte de la misma inspiración hacia la creación de crónica de una muerte anunciada (incluso el protagonista Santiago Nasar presta su inocencia a Lazzaro) y su adaptación cinematográfica por Francesco Rosi (1987). La clara referencia del portavoz colombiano del realismo mágico, Gabriel García Márquez, no es en vano y es preciso mencionar también la noche boca arriba de Julio Cortázar, para comprender la estética y la audaz historia (en forma también de homenaje italiano) que nos cuenta Alice Rohrwacher en la eterna búsqueda de la felicidad.
The Wild Side
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