Lo peor; que el hijo tenga 15 años. Si fuera más pequeño podría colar que soporte a su canguro "friqui" y que tan pronto odie como ame a su padre, sin venir a cuento.

Lo peor; ¿qué hace el "friqui" de Fernando Tejero en un restaurante de alta cocina?. Ah, si, fregar...¿no? ¿O era entrevistarse con el crítico de la guía Michelin? ¿Cuál es su papel? Es que no me aclaro.

Lo peor; ¿quién se cree que ninguna tía, y menos de esa edad, se monte semejante movida con un tío con el que ha cruzado un par de miradas, por muy desesperada que esté?.

Lo peor; ni el guionista ni el director han tenido contacto con niños pequeños, o eso parece, porque los personajes están a su servicio, para poder hacer más gracias, ja, ja.

Lo menos malo; el argentino, un tio simpático que hace lo que puede con su personaje (incluyendo colocarse la toalla de la ducha en las caderas lo más bajo posible, ¡que mono él!)

Lo único bueno; que cambie el restaurante de lujo por uno de barrio. Buen final. Por bueno y por final.

¿De verdad en plena razzia de represalia se ocuparon las SS en buscar un gramófono en un pueblecito para ponerlo en el momento de las ejecuciones? ¿Aporta algo? Si, claro, Wagner y el nazismo, su banda sonora. Gente cultivada pero sádica, según el arquetipo. Y a ver quien es el guapo que entra en la casuística, que es de lo que van los juicios, por mucha condena moral que nos merezca la legislación dictada en tiempos sin duda peores.

En fin, lo del gramófono me abrió los ojos. No es verosímil. Y claro, ya tampoco me creo el cambio del hijo por el padre, ni que el hijo se haya sentido delator de su padre, ni que el soldado lo remató con su pistola (para que sepamos por que el empresario comprende que le van a ajusticiar en cuanto entra el italiano en su casa...). Ni que a nadie le sorprenda que un italiano desconocido mate a un empresario alemán y que ni la prensa indague en ello, cuando es sabido por todos que por su edad pudo perfectamente haber estado en Italia durante la guerra.

En fin, el autor elimina todos los obstáculos que complican el debate entre lo que fue y lo que debió ser, entre el pasado y el presente, y carga las tintas creando el mas melodramático de todos los casos posibles, como si no confiara en que es suficiente poner en cuestión el derecho internacional que permitía en el pasado el asesinato de rehenes y condenarlo. Como si no confiaran en el juicio del espectador. Como si hubiera que meternos la historia por el buche para hacernos fuagrás el hígado antes de poder digerirla. Es muy significativo que el vengador (asesino también, por mucha empatía que genere) se suicide en la cárcel, para que el autor no tenga que molestarse en pensar qué condena le corresponde en el civilizado mundo del presente. Y que esto lo escriba un juez de profesión, me parece tramposo y de poco nivel. Como juez que es el novelista sabe que los motivos de un crimen importan, si no no existirían los eximentes, pero también sabe que, por fortuna, la venganza no está entre ellos.

Según cita Barnes, Flaubert decía " no se hace arte con buenas intenciones", afirmando que "no se debe abrir los libros en busca de una píldora social o moral". Y no sé en la novela, pero desde luego sí en la película todo está al servicio de hacernos tragar la píldora moral construida y dejar que adulen nuestro buen corazón.

Vale que los niños estén enfermos y no sientan dolor, pero de ahí a que se hagan heridas y se les pudran sin que los padres se enteren... Que se los lleve la guardia civil es de coña. El tratamiento psiquiátrico está concebido por un enfermo mental. Los nazis, rojos y fachas van al buen tuntún mecidos por los tópicos. La historia actual tampoco es creíble, ni en el desarrollo de la relación con los padres ni en el descubrimiento del torturado testigo de la época metido en pulmón de acero domiciliario.

Escena inicial . Una pareja se baja de un coche que deja en el medio de la calle, estrecha y sin posibilidad de aparcamiento. Entran a un edificio y en la calle se forma un atasco. Salen del edificio con una niña. El se monta en el coche y arranca. Ella se queda en la calle, revisando y venga a revisar unas bolsas que ha bajado y diciéndole algo a la niña. Todo esto de lejos, no se sabe que dicen. Baja una señora que lleva un algo con ruedas. Aparece el coche, que debe haber estado dando la vuelta a la manzana, se ve que el hombre pasa a recoger a la mujer que iba con el y a sus paquetes. La señora se lleva a la niña. Toda esta nada sucede en tiempo real, échale diez minutos. Después, créditos sobre fondo negro durante tres minutos.
Desde luego, si te quedas en la sala no será porque el director no te haya avisado de sus intenciones.