Fue una ópera-rock muy famosa y la película dirigida con frialdad por Jewison también. Se trata de plasmar la vida de Cristo desde el musical, sin guión, todo a través de extrañas y poco memorables canciones, con unas coreografías marchosas y chillonas, esto es, bajo la ética y estética hippies.
La película resulta de dudosa verosimilitud y autocreencia en sus posibilidades, pareciendo ser un mero producto funcional que no guarda tampoco una suficiente coherencia interna que se desprenda hacia el espectador. Vamos, que me quedo con el Cristo más académico de "La historia más grande jamás contada", fíjate como será la cosa.

Advierte el fascista Vizcaíno Casas que esta película ha de tomarse como farsa y que quien se pica ajos come. en un país como España, con una democracia tan tambaleante, con tanto patriota suizo y con un monumento a un dictador asesino y a sus legionarios (muchos más de lo que uno se puede imaginar), como es el valle de los Caídos, y dónde no se han cerrado, sino que se se ensanchan cada día más, las heridas guerracivilistas, este infame y repugnante producto es un ejemplo de lo añorado por tantos. En la mañana del 20 de noviembre del 78, un camionero recoge a un individuo, de gran parecido con Paquito, que le pide apearse en el museo del Pardo... Rafael Gil (señero cineasta en plena dictadura) y Vizcaíno Casas hacen un equipo de pacotilla, dónde el cineasta arrastra su talento cinematográfico a lomos de la partidista y penosa veta literaria del otro. El resultado, una tremendamente maniquea y vomitiva loa, sin gracia alguna, a los dictatoriales tiempos pasados frente a los terribles tiempos democráticos. En 1980 se hacían basuras como esta, una desFACHAtez ridícula y altamente peligrosa, nula y pésima desde lo cinematográfico, con un grupo de muy competentes actores que es para hacernoslo mirar.

En su tiempo fue un casi clásico del cine español, cine de "interés nacional", un gran éxito de taquilla y hasta de crítica. Hoy esta odisea de un reducido grupo de aguerridos soldados españoles en Filipinas que aguantan casi un año el asedio filipino y después de haber perdido la colonia sin éstos tener conocimiento oficial de ello, es un espectáculo superficial y en todo caso muy mediocre, patrioterismo acartonado y vehemente sin ton ni son, falto de toda brillantez cinematográfica o atisbo de talento en el inocuo Román y sostenida por un buen grupo de actores.