En su día la Academia de Hollywood ninguneó y con razón este discutible drama romántico dirigido y protagonizado por un Clint Eastwood que demostró también tener insólita una vena romántica. No me convenció cuando la vi en su día y ahora cuando se cumplen 25 años de su estreno tampoco. Aunque se trate de una hermosa historia realizada con exquisita sutileza sobre todo a nivel técnico en la que hay momentos de intensa emoción, tiene varios defectos graves.

El primero es su falta de credibilidad. No puedo aceptar que una profesora de mediana edad como el personaje que interprerta Meryl Streep se comporte como una veinteañera enamorada. Que a los 46 años una persona relativamente culta no comprenda todavía el sacrificio que supone el matrimonio no es de recibo. Además tampoco tiene motivos para abandonar a su marido al que en la película se le presenta como un tipo responsable y trabajador con el que se casó enamorada y con el que tiene dos hijos adolescentes que no les dan ningún problema. No quiere decir esto que una señora de más de cuarenta no pueda enamorarse, pero tan intensamente y en solo cuatro días de una persona que acaba de conocer me parece excesivo por mucho que descubran que están hechos el uno para el otro.

Como historia de amor es muy bonita y reconozco que también me emocioné con la escena final pero funciona más como una fantasía amorosa de una mujer de mediana edad que como una historia de amor real. Streep eso sí, borda su papel y fue nominada al Oscar por enésima vez por este trabajo. A Eastwood no le veo en este rol de fotógrafo enamorado. Le falta expresividad, no sabe transmitir ternura, sus miradas y expresiones me recuerdan a las mismas que suele poner cuando se dispone a liquidar a los delincuentes con su magnum. Está demasiado encasillado en sus papeles de tipo duro, en cuanto le sacas de ahí es muy limitado. A lo largo de su carrera ha demostrado ser mejor director que actor.

El caso es que la película fue un éxito de taquilla considerable pero en los premios se fue de vacío.

Después del enorme éxito de la primera parte, la secuela se hizo esperar y ésta llegó en el 87 dirigida por Tony Scott y con el mismo elenco de actores de la primera. El jefe de policía de Beverly Hills ha sido tiroteado de modo que Foley vuelve a la carga con sus antiguos compañeros para investigar lo sucedido. En su momento también hizo una buena taquilla pero hoy en día está desfasadísima. Los chistes y paridas de Murphy ya no tienen gracia y resultan cargantes. Las escenas de acción son de lo más convencional y el argumento previsible. Pocas películas habrán envejecido tan mal como la secuela de un clásico de los ochenta como fue Superdetective en Hollywood. Si la primera también está algo anticuada porque el humor de Murphy no está de moda, la secuela, que ya de por sí era peor que la original, es muy mediocre.

Lamentable subproducto de acción dirigido por el responsable de Commando en el que una pareja de policías interpretados por el macarra cachas Lundgren y el karateka Lee se enfrentan a la Yakuza terminando con ella en poco más de una hora. En medio tiroteos y peleas para dar y tomar filmados con la indiferencia que merecía la empresa. Lo único agradable es la presencia de la jamona Tia Carrere que muestra sus generosos encantos para deleite del sufrido espectador.

Aburrida película de vaqueros ambientada en Mexico con un Marlon Brando que iniciaba la decadencia hasta llegar a El padrino. No la recomiendo, a mi personalmente me pareció soporífera.

Mejor si no se hubiera filmado.

Innecesario remake, esta vez protagonizado por mujeres, que se saldó con un justo fracaso comercial y de crítica. Aluvión de efectos especiales y chistes malos, la película resulta ridícula desde el inicio y tan sólo los cameos del reparto original ponen algo de emocionante nostalgia al entuerto. Las chicas tienen su punto, en especial Kristen Wiig o la simpática Leslie Jones por lo demás prescindible.