En breve: "El Don apacible" sería al cine soviético lo que fue "Lo que el viento se llevó" al americano de la que podríamos llamar su Primera Edad de Oro (la segunda, lógicamente fue en 1969-78). La diferencia más sustancial es que, en este caso, la novela-río (y nunca mejor dicho) de partida es mejor.

Tras un comienzo a lo Hitchcock (abrimos con un terremoto y luego vamos a más) y en modo casi documental, en cuanto comenzó a aflorar ese realismo afromágico que parece impregnar la película, me comenté a mi mismo: "me temo que de las infinitas maneras en que se podría afrontar esta historia el director ha escogido la peor". Por suerte no se lo dije a nadie más y me ahorré el tener que rectificar. En contra de toda lógica ese tono funciona -maravillosa escena la del lazareto para albinos, sobre todo si eres fan de Salif Keita-: hace ágil un film que podría haber sido monolítico, permite respirar al espectador y transmite su mensaje con una eficacia a la que un envoltorio más "tremendista" podría haber perjudicado.

De siempre me han encantado las películas (y las novelas, y los cuadros también) que comienzan pareciendo una cosa y al final, o de pronto, a mitad de camino, acaban siendo otra completamente distinta. Películas como 'Bulhead'... que arranca como un thriller sobre tráfico de hormonas y de repente, a los veinte minutos, destapa como sin querer un pequeño suceso ocurrido años atrás en la vida del protagonista -brutal, por otra parte- y le da la vuelta como a un guante a una película que se convierte en otra: sensible, emocionante, por momentos conmovedora, y todo sin siquiera cambiar de aspecto, con la misma fotografía triste y gris como la propia Flandes, con el mismo protagonista que se diría incapaz de transmitir, dentro de ese inmenso corpachón, el más mínimo sentimiento (¡y vaya si lo logra!). Amour fou, amistades de infancia que regresan de golpe, pecados inconfesables, bilingüismo activo -como parte fundamental de la trama-, final al más puro estilo cine "noir": casi un melodrama de Douglas Sirk sin salir del país más aburrido de Europa. Y un pedazo de actor como la copa de un... roble.

Un votante de Bush ex combatiente en Vietnam se cruza en camioneta medio Estados Unidos para intentar descubrir qué le ha pasado a su hijo, primero desaparecido y un poco más tarde salvajemente asesinado. De vuelta a casa comprende que no está muy seguro de haberlo descubierto pero que, a cambio, sí sabe lo que le ha pasado a su país.
De largo, la mejor película realizada hasta la fecha sobre la guerra de Irak, apenas entrevisto a través de un teléfono móvil.
Con un tema completamente distinto, como radiografía moral recuerda poderosamente a la mejor película americana de lo que va de siglo: el "Mystic River" del gran Eastwood (tan buena tan buena que los académicos, avergonzados por no haberle podido dar el Oscar al estar reservado "por imperativo industrial" para "El señor de los anillos", se lo dieron el año inmediatamente posterior por una estampita floja y casi cursi por comparación: "Million Dolar Baby").

Me equivoqué y terminé viendo una película dirigida a las espectadoras de "Los juegos del hambre". Ya, ya lo sé, la protagonista es la misma, tampoco era tan difícil darse cuenta, Pues tardé media hora. treinta minutos que no recuperaré jamás. Avisados estáis...