Quizás si hubiera tenido mayor protagonismo el fantasma sádico que posee a una de las personalidades de la niña, cuyo expediente da el nombre al film, se podría haber aspirado a una saga a la altura de "Halloween" o "Pesadilla en Elm Street" Los demás personajes, a mi entender, habría que cambiarlos. Son aburridísimos. Hoy en día si hicieran los coreanos o japoneses una cinta de las cenizas de ésta, saldría una auténtica y aterradora pesadilla destilada desde la locura.

Por momentos casi creí ver una obra del Studio Ghibli adaptado al celuloide con personajes de carne y hueso. Ver como una criaturita de seis añitos lidia con la más dura realidad, con único el escudo de su propia y fantástica visión del mundo, me recordó las incunables "La tumba de las luciérnagas" o "Totoro".
Un padre que ve como la enfermedad va a quitarle la vida antes de los esperado,dedcide hacer madurar a su hija enseñándole a cazar, a valerse por sí misma y a no tener miedo a la adversidad. Este descerebrado padre golpeado por la desgracia es viudo y tiene que dejar sola a su hija en muchas ocasiones por motivos de salud. Mientras, la cría, con su particular universo creado y alimentado por el recuerdo de su madre va subsistiendo entre su particular filosofía y las inclemencias del mundo. El resto de la humanidad que le rodea, impasible, se da a la desidia por agotamiento.

El ritual de ponerse delante de un espejo con siete postales de vírgenes entre dos velas en plena oscuridad o de levantarse todas las mañanas a lidiar con la realidad. Explicar cómo una película de Alberto Rodríguez se te mete por los ojos y te llega al alma es muy difícil. Pero como cualquier alquimista del cine da sus claves en la misma cinta para poder entenderla. Cómo se adueña la trama poco a poco hasta que encuentra un resquicio de debilidad y rompe sin piedad. Como el amor de una abuela moribunda que profesa por sus nietos y que uno de ellos la saca a bailar el día de su boda. O de cómo el destino te arrebata el primer amor de tu vida o a tu amigo del alma. O de como la realidad se va tornando sueño, para después pesadilla. En esta película todos corremos desesperadamente junto con Tano para que el destino no nos atrape.Pero lo más importante es la mitología que crea el director sobre un barrio obrero, lleno de personas interrelacionadas, un universo de trapicheos, rencillas, drogas, prostitución y siniestra ensoñación.