Se hace raro ver una película de alguien que no sabes quién fue pero que lo conocen millones (muchos millones) de personas. La motivación es bien distinta, tras una trayectoria larguísima de este presentador de televisión se sabe todo, sus buenas intenciones, su inmaculada moral y absoluta entrega por el beneficio de los menores, por educarlos y por entretenerlos. Y yo sigo sin conocerlo. ¿Quién es?; ¿qué hacía?; ¿a qué dedica el tiempo libre?; ¿existe alguien tan sano, tan amable y tan bueno?; y la mejor de todas las preguntas: ¿no es empalagoso?

Arranca la película con una canción que hasta la vamos a escuchar de forma espontánea en el metro, unas escenas que, lo admito, tienen mucho mérito, valen mucho la pena. Pero luego está la moralina del padre y el hijo, lo que está bien y lo que está mal y la moral cristiana zumbando por los aires y colándonosla queramos o no. No es una película de un cura, pero casi. Y eso es muy molesto.

Interesa, mucho más que lo que aporta el personaje de Hanks, el conflicto que sufre el personaje que interpreta Rhys, que malvive con unos demonios en su interior con los que no es fácil seguir adelante, y menos cuando acabas de ser padre. Pero en realidad, ¿tan buena es?; ¿vale tanto la pena?... Creo que es muy justita...

Poco importa si se afeita el bigote o no Alain Delon, queda claro ya desde que lo vemos deambular por la carretera que va a traer problemas a quien se cruce con él porque es atractivo. Si fuera una mujer diríamos que es una femme fatale, pero como no lo es y no se me ocurre nada en masculino que se le acerque simplemente apuntaré que queda claro desde el minuto uno que ese hombre traerá problemas. Al otro lado tenemos a la maravillosa Signoret, mujer sufridora enfrentada con su familia política que necesita más que nadie el afecto y el cariño que nunca ha tenido. Que no le hablen de dolor, de soledad o de amor...

La película es bastante sencilla y fluye sin cambios bruscos, todo se hace demasiado evidente, lo cual no sabría decir si es más virtud o defecto. En todo caso no es ningún desastre, vemos delante nuestro a dos grandes nombres propios del cine francés, tampoco sabría decir si pertenecientes a generaciones distintas ya que él en ese momento tenía 35 años y ella 50. Sea como sea no es poca cosa verlos coincidir delante de nosotros, es cine minoritario absolutamente alejado de lo que nos toca vivir en el siglo actual, así que permanecerá ahí en un rincón, pero creo que es una historia que vale la pena conocer.

¿Alguien sabe lo que es un juicio sintético a priori?; pues ponme un ejemplo, yo sé perfectamente lo que es, pero demuéstrame tú que lo sabes para ver si estás a mi altura. Luego podemos analizar tu personalidad a través de tus actos, reafirmar la coherencia de tu conducta y mientras la primavera avanza no dejaremos un minuto sin que nuestra capacidad de entendimiento lo deje todo atado. Puede que acabemos matando a la libertad, porque no hay espacio para las sorpresas, y del desorden ya ni hablamos, porque si mencionamos esas palabras satánicas nos desviamos de la moral correcta. El que quiera ver pasión, caos o mala leche se ha equivocado de cine...

La verdad es que algo sí tiene, de otra manera no hubiera aguantado hasta el final. Pero precisamente cuando acaba te das cuenta que el momento de máxima intensidad se produce cuando un hombre se acerca a una mujer, con su permiso, se sienta a su lado en el mismo sofá y le pide un beso casi de adolescente. No puedo dejar de pensar en lo ridículo que es "Cuento de primavera" si atendemos a la realidad que nos es enseñada en imágenes. También es posible pensar mal de los personajes porque son unos burgueses que no dan un palo al agua, que no van a pasar hambre ni frío en sus vidas, pero claro, un obrero de la construcción o un taxista no lee a Kant...

Donde quiero llegar es al aburrimiento, que es lo que fácilmente puede sentir cualquier espectador normal. Los que van más allá de esa normalidad sentirán fascinación por lo que dicen estos personajes, por sus vidas, por su presencia. Qué sé yo, a mí este Rohmer me ha dejado bastante frito.

La historia de la Gumer, una chica que recién sale de la cárcel, llega a nuestros días con una carga emocional muy especial para quienes conocimos la ciudad condal de esa misma época. La película podría ser una obra maestra o un desperdicio absoluto con independencia de su localización, pero para mí, que soy el que escribe ahora mismo dando mi opinión, su valoración recibe un empujón más sólo por ver ese puerto de Barcelona que ya no existe tal cual, el metro, sus calles y la gente vulgar que vivió una época de transición para no olvidar.

Cuarenta años ya, de la película y de la ciudad. Puede que el guión no merezca grandes elogios y la historia caiga en una gran simpleza, pero valoro mucho la valentía de una realización que en su época era novedosa por muchas cuestiones. La zafiedad y el feísmo lo ocupan todo, las escenas de sexo son brutas, las actitudes son chabacanas y yo no sé si es modelo típico de cine kinki, como el que se hizo en Madrid. Aquí no hay descampados ni abusos explícitos de droga, aquí hay una historia de venganza: no es Eloy de la Iglesia.

Pero me gusta su brutalidad. Me gustan los pantalones apretados de la Gumer y de su compañera Charo, que sean ellas protagonistas, las que sufren las circunstancias de una vida nada sencilla.

No, no es una obra maestra, está lejos de serlo, es más, seguro que ellos sabían que no lo era ni falta que les hacía. Pero es buena y única en su terreno, en el asfalto barcelonés, con su suciedad, esas discotecas y pubs, la mala gente...

Sí, la mala gente. Es una película de mala gente...

No es recomendable si se tiene en mente otras de mafiosos japoneses, no hace falta señalar a los grandes clásicos (del cine japonés), incluso en las profundidades del cine de serie B (japonés, evidentemente) no es difícil encontrar mejores propuestas. No pasa del montón, tirando a floja.

Reviso la filmografía de Suzuki y algo tiene que no me gusta, "La juventud de la bestia" es la tercera película que veo y sigue sin motivarme. Hay un momento de la película en el que uno de los jefes mafiosos, el supuestamente sádico, confiesa que está harto de los tejemanejes del protagonista (traducción tal cual, tejemanejes); ante lo cual yo mismo he pensado eso, que hay demasiado lío, demasiadas tonterías, demasiadas vueltas para llegar al final y de una manera u otra acaba llegando el desánimo y la indiferencia. Puede que sea culpa del actor, ¿por qué no?; ese hombre de mofletes imposibles, Jo, le pone mucha voluntad, como si fuera un Charles Bronson de ojos rasgados, pero no llega, inevitablemente no llega.

Siento no decir grandes cosas de esta película, los que amamos todo lo que se hace en Japón no debemos perder el norte, no todo lo que lleva su sello es bueno, no todo es original, ni especial.