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España España · Madrid
Críticas de paki
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Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de marzo de 2010
34 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto no es una crítica, es una despedida. Y yo soy de esas personas que no saben decir adiós. Soy de los que se despiden a pie de estación, sin una lágrima, mirando cómo se va un tren que nunca volverá. Con las manos apretadas en el bolsillo para no hacer un último gesto, con la tristeza en los ojos y la sonrisa en los labios, mintiendo un "hasta luego" que jamás llegará. Lo bueno es que, mientras se aleja el tren, se lleva las cosas que no gustaron: los reproches, los malentendidos y los desencuentros. Y la bruma de la pena, que siempre queda flotando detrás de esos últimos trenes, disuelve la amargura de los malos ratos para dejarnos solo el recuerdo de los buenos momentos. Será por eso, por despedirnos de todos ellos, que esta parte, la última, me ha parecido mejor que la segunda. Lisbeth ha quedado vengada. Los malos se han llevado su merecido. Michael estaba más guapo que nunca. Y, después de despedirme de ellos, me senté en el ventanal a contemplar una preciosa Estocolmo en la oscuridad de la noche. Todo estaba tranquilo y en paz. Pero yo estaba triste, y no precisamente por ver una mala película, sino, tal vez, por poner punto final a una grandiosa historia.

De Stieg Larsson no me he despedido. Después de compartir sus novelas con él, cerré la penúltima página de Millenium 3 en el mismo momento en que él apagó su ordenador, recogió sus cosas, apagó la luz y salió a la calle. Hacía frío en Suecia, pero no en el lugar adonde él se dirigía. Tenía un pasaporte con otro nombre en el bolsillo, un billete de avión para esa misma noche, un bloc de notas y un lápiz. Y una idea genial para desarrollar en dos mil nuevas páginas. Una nueva vida comenzaba. Pero, de momento, iba a descansar un poco. Se lo merecía.
paki
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10
30 de noviembre de 2010
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mil veces que la pusieran, mil veces que la vería... ¿Mitomanía? ¡claro! El cine es la fabrica de los sueños ¿no? y quien se puede permitir dejar pasar un sueño. O un trabajo como el de esas dos mujeres. Sobre todo, Bette, la verdad, porque esa mujer es el Cine, la Actriz, el Espectáculo, el Arte... Con su carita arrugada, empolvada, la boca pintada y los ojos... ay! sus ojos, maquillada como un mimo, que es como una pizarra donde trasladar mil y un gestos, expresiones, dolor, asco, miedo, felicidad, inocencia, perversidad... Lo que quiera. Porque solo Bette Davis es capaz de interpretar a una mujer vulgar, decrépita, desastrosa, mala, envidiosa y torturadora de su única hermana... y arrancarte, en un imperceptible segundo, todo un repertorio de compasión y de comprensión hacía ella, sin que sepas cómo lo ha hecho. El guión es magnífico, claro, pero ella lo hace pedazos si quiere, y se lo guarda en su vestido pasado de moda, de niña vieja, y ya no es una actriz sino la pobre Baby Jane, muñeca rota y juguete olvidado, y anciana apolillada por la envidia y el remordimiento.

Y, a su lado, pero siempre enfrente, doña Joan Crawford, digna, pulcra, dulce y perversa chantajista emocional.

Y las dos en una casa-mausóleo-prisión donde habita el olvido de los demás y el odio común de la una por la otra. ¿Es posible una representación más dura y terrible del mal rollo y de la incomprensión familiar? Creo que no, que es tan asfixiante que, cuando ya no puedes más, cuando estás dando vueltas alrededor de ellas y de su tragedia, de repente, en uno de los finales más espectaculares, que aunque hayas visto mil veces lo volverías a ver otras mil, y sorprendentes del cine... esas dos señoras monstruosas, en el mejor y el peor sentido de la palabra y del guión, vuelven a ser lo que nunca fueron y siempre deberían haber sido...

Magnífica, bestial, genial... Me refiero a Bette, a Joan, a la película y al cine...
paki
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8
13 de abril de 2010
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frank Machin no es un ingenuo ni un salvaje, es un patán. Cómo voy a escribir sobre mi impresión subjetiva y personal, no voy a repasar en ningún diccionario de autoridades el significado de la palabra. Para mí, está muy clara: es una persona grosera, egoísta, sin educación, sensibilidad ni empatía algunas. Va a conseguir sus objetivos y no hay razonamiento, ni sentido común, ni lógica, ni reflexión que sea capaz de hacerse, porque eso implicaría el uso de un músculo que tiene hiperatrofiado: el cerebro. El patán primero actúa y luego piensa; lo inmediato en él es el golpe, el insulto, el desprecio y la patada (tal vez esa sea la etimología de la palabra). Luego se arrepiente, pero también en eso es un patán recalcitrante, y sus disculpas siguen la misma lógica del "me-cago-en-tó" que le quitan toda credibilidad al gesto. Es un "sostenella y no enmendalla" en la cerrazón y la brutalidad del argumento exclusivo de la fuerza, del egoísmo o de la mala educación.

"Esto es lo que yo quiero y lo que necesito, y lo que quiero lo tengo, porque soy el más fuerte, el macho más macho del pueblo y el mejor jugador del equipo al que todos admiran y respetan..." Lo malo empieza cuando ese argumento se utiliza ante una hembra curtida por todas las inclemencias de la vida, de vuelta de todos los sufrimientos posibles, frágil en apariencia pero forjada por las peores experiencias. Y, entonces, se cuadra delante de él y le describe en diez crudas palabras: "Eres un gran mono corriendo por un campo de rugby". Es la verdad, lo que pasa es que Frank es un patán y quiere ser la estrella del campo, donde tiene que competir con otros machos y romper los dientes antes de que se los rompan a él, ser el amante único en el pensamiento de una mujer que tiene las botas de su difunto marido en el centro de la cocina, el padre de unos hijos que no son suyos y el hombre que no va a llevar la vida miserable, solitaria, ardua y feroz que adivina en cada uno de los miles de espectadores de los partidos de cada domingo. Él está salvado mientras esté en el otro lado: en el de los que juegan y son admirados; en el sitio de los que tienen dinero y se codean con la gente importante, en el lugar de jefe de familia de una compañera sumisa. Pero...
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paki
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7
8 de septiembre de 2011
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Mari encuentra a Roberto encantador, sensible y buena persona. Como de puntillas, reconoce que es un poco gruñón y maniático, aunque (suspira) ¡tiene una mirada tan linda! Claro, es que la Mari está enamorada... porque solo así se explica que haya descubierto el hombre tierno y dulce que vive debajo de las 60 (exactas, ni 59 ni 61) capas de acero inoxidable que guardan el corazón de Roberto.

La verdad es que Roberto es muy buena gente, tiene sentido del humor, es inteligente y tiene una linda mirada de color azul mar. Sí, sí, pero tiene un carácter de mil demonios, es un gruñón constante, un maniático compulsivo, un tío pesimista y un amargado del quince (ni catorce ni dieciséis).

Y, lo peor de todo, está cómodamente instalado en esa coraza aburrida en que ha convertido su rutinaria y aislada vida. Parece que así se siente a salvo de los azares de la fortuna (negra, por supuesto) que pueden caerle encima, como alguna vez le pasó, y dejarle más solo y perdido de lo que está. Porque la vida, ahí fuera, está llena de trampas, de absurdos, de locuras y de golpes de mala suerte, como las que colecciona en su álbum de noticias increíbles pero ciertas. Desde la mesa de su comedor, en su casa, al lado de su ferretería, recorta los periódicos con los sucesos que no le sucederán nunca mientras viva seguro en su lugar de siempre, haciendo las mismas cosas, a la misma hora y con la misma gente.

Así que el día que, saltándose todas sus propias normas y reglas, porque sí, Mari, tiene tan buen corazón como tú pensabas, y recoge a un extraño y se lo lleva a su casa, se le cae el mundo encima. Aunque se trata solamente de convivir provisionalmente con otro ser humano. Sí, sí es verdad que es chino, y que no se le entiende nada y que es raro, sí, pero es flexible como un junco, Roberto. Se ha recorrido medio mundo sin miedo y no tiene casa ni cosas, ni rutinas ni costumbres, ni nada de nada. Pero está vivo y aprende todos los días algo nuevo y se esfuerza. Y sonríe. Y no protesta. Da que pensar, ¿no, Roberto?

Mari y Jun se han metido en tu vida, boludo, y tienes que reconocer que la compañía no siempre es mala. Que estás aprendiendo más cosas a su lado que todo eso que recortas de esos periódicos grises en tu casa gris mientras vives tu vida gris. Porque ellos no tienen miedo, ni coraza, ni manías, ni rutinas, ni soledad, ni amargura. Porque ellos son valientes y se arriesgan a los azares de la fortuna (buena y mala, ellos lo saben) e improvisan cada día un día distinto, a ver qué pasa. Y les han pasado cosas malas, Roberto, a lo peor a Jun le ha caído del cielo una tragedia tan increíble como cierta o, como Mari, están enamorados de un autista. Pero van a luchar por seguir adelante sin miedo para mejorar lo que puedan. Como deberías hacer tu, Roberto, guapo, que tienes los ojitos muy azules pero un carácter tan feo como las bisagras plateadas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
paki
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10
8 de abril de 2012
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por ponerle un título ingenioso, pero no me ha parecido una pelicula que viniera de la otra punta del mundo. Ni mucho menos. Y me ha encantado, además.

Es una de estas historias mágicas que conectan contigo totalmente y te hacen experimentar todas las emociones y sentimientos de los protagonistas en el mismo punto y hora en que ellos los "viven" en la pantalla, aunque parezca al principio que no tienen nada en común contigo ni con tu vida. Por no estar, ni está doblada al castellano, pero consigue comunicar tan maravillosamente las ideas y sensaciones de diferentes personas en sus distintas edades que parece que dibuja tu infancia en tus recuerdos, la adolescencia que viviste con sus ilusiones, incertidumbres y problemas, la madurez con sus crisis y preguntas y la vejez como la imaginas. Y en cada uno de sus personajes te reconoces en su intento por conocerse, en la búsqueda de la felicidad, del amor, del primero inolvidable y el último en el que te encuentras sobreviviendo, la familia, la responsabilidad, los hijos, la inseguridad y la prosperidad de tus asuntos, los amigos, los fieles de siempre y los que aparecen como un milagro cuando no los esperas...

Y resulta increible que se parezcan tanto a ti y a tu vida en su esencia; tanto que firmarías cada una de esas frases que ni siquiera puedes entender en su idioma original. Pero la comunicación, cuando se consigue, es asi de simple y de perfecta. Como esta película, que creo que está fabricada con ese material mágico y maravilloso que hace que el cine sea a veces una experiencia tan íntima, universal y prodigiosa que, cuando la experimentas, ya no podrías prescindir de ella.
paki
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