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España España · Granada
Críticas de Ygorla
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Críticas 133
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de mayo de 2021
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No hay nada nuevo bajo el sol de ‘The Swindlers’, pero si lo que buscas es una película entretenida, con mucho hilo del que tirar, no encontrarás nada mejor. Con un reparto estelar, de esos que encandilan y que incluso le echa un pulso a ‘The Italian Job’ o ‘Ocean’s Eleven’, ‘The Swindlers’ entrega lo prometido y te deja con dos horas de diversión asegurada, que probablemente vuelvas a ponerte en alguna que otra ocasión.

Se rumorea que un estafador que ha sido declarado muerto después de cometer un gran caso de fraude está vivo. Un fiscal, Park (Yoo Ji Tae) que estaba en connivencia con el estafador necesita eliminarlo para evitar un escándalo de corrupción. Al rastrear al estafador, Park se encuentra con otro estafador llamado Ji Sung (Hyun Bin) que también está detrás del mismo hombre para una venganza personal. Al darse cuenta de sus objetivos comunes, deciden formar un equipo, pero con motivos ocultos.

Es cine coreano, por lo que ‘The Swindlers’ no podía estar carente de fondo social. La cinta comienza como otras muchas producciones del país, en torno a un tema demasiado candente y recurrente, las estafas piramidales que sacuden una y otra vez a las familias más desfavorecidas del país. Es así como se gesta una película más de venganza que añadir al repertorio coreano. Solo que esta vez, le vamos a agregar un ingrediente que nunca se hace viejo y este es un ladrón/estafador con más o menos escrúpulos, según a quien le preguntes con muchas ganas de resarcirse de un pasado doloroso.

‘The Swindlers’ es un paseo por territorio conocido, eso la hace muy cómoda de ver, y por supuesto muy atractiva, visualmente. Nos pasea por Seúl y nos lleva a localizaciones tan conocidas como la torre de Seúl o Incheon, combinando esas localizaciones más turísticas con otras mucho más ligadas al subterfugio que por supuesto aparecen repletas de todos los sistemas técnicos que son necesarios para llevar a cabo una estafa a buen nivel.

Lo verdaderamente sorprendente es el hecho de que nos coja con la guardia baja cada quince minutos y que con un giro brusco en la trama o con la inclusión de un peón más en el tablero todo lo que creíamos ocurría se vea sacudido. Entre las piezas más importantes del tablero de juego, además de Yoo Ji Tae o de Hyun Bin de quienes hablaremos más adelante, encontramos la fuerte presencia de Nana, una actriz que se ha consolidado a su manera y por méritos propios, no solo en su país natal sino en el extranjero gracias a trabajos como ‘The Good Wife’ o la actual ‘Oh! Master‘ y que en esta cinta hace las veces de estafadora bajo el nombre de Choon Ja.

Junto a ella no pasan tampoco desapercibidos en pantalla Park Sung Woong o Bae Sung Woo. El primero te arranca más de una sonrisa a lo largo de todo el metraje y que con su mera presencia ya hace más que necesario el visionado de ‘The Swindlers’ interpretando a Kwak Seung Gun, uno de los secuaces del malo malísimo de la película. (Sí, lo recuerdas, y mucho, en ‘La sonrisa se ha ido de tus ojos’). El segundo, si, también sale en ‘The Great Battle’, y en esta cinta aporta el toque de seriedad justo, solo en algunos casos, que lo hace imprescindible.

Ahn Se Ha como Kim (hacker estafador) y Choi Duk Moon como Lee Kang Suk (estafador cercano a Do Chil) completan ese reparto de infarto del que te veníamos hablando donde verdaderamente hay que destacar el trabajo exquisito que sobre todo hace Yoo Ji Tae, quien lo mismo es el personaje con mayor temple del mundo que uno que pierde los papeles de forma peligrosa con una facilidad pasmosa. Su interpretación es sin lugar a dudas de 10 a lo largo de las casi dos horas de metraje, llegando a ensombrecer incluso a Hyun Bin, lo cual no es tarea nunca fácil. Aquí nuestro protagonista entrega una interpretación más bien corriente, quizá solo alguna sonrisa socarrona y su mirada sean lo más destacable de un personaje al que podrían haberle sacado mucha más punta.

La acción transcurre veloz, no hay tiempo para el descanso, y no siempre es fácil seguir por donde van los tiros ya que quien verdaderamente está dentro de una enorme estafa piramidal al final eres tú. Si somos honestos podemos decir sin miedo que realmente ‘The Swindlers’ podía haber aportado algo más al cine coreano, pero no es así. Se atropella así misma con tanto giro, cambio de cámara e incluso con tanta perspectiva, ya que la mayoría de las veces no sabes de quien es la historia que estás siguiendo.

Pero, si te gusta el género de acción y las tramas de ladrones mezclada con serios tintes políticos por los que pasar de puntillas, apúntala, al menos sabes que vas a estar entretenido durante dos horas que van a pasar volando.

Nota 3 sobre 5
Para MagaZinema.es
Ygorla
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5
13 de marzo de 2021
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Los 10 episodios de este drama nos hacen bucear en las vivencias de su protagonista por partida doble. Eli Ben-David, el director y actor protagonista de ‘The Attaché’, nos cuenta la historia de Avshalom, un judío israelí de ascendencia marroquí que se muda a París debido al trabajo de su mujer que comienza una nueva etapa labora como agregada de la embajada israelí en París. Es esta historia una personal, ya que gran parte de las situaciones que aparecen reflejadas están basadas en la experiencia personal de Ben David.

Gracias a esto nos encontramos con un retrato honesto con unos carices privados muy marcados, que es lo que hace diferente a ‘The attaché’. Se ataca desde primer momento cómo el personaje masculino aprende a vivir poniéndose en un ‘segundo’ plano, ya que seguirá a su mujer a un nuevo lugar, donde el desarraigo y el ego le lleven a conflicto tanto interno como externo mientras aprende a desarrollar un papel de apoyo.


Aunque tras leer la sinopsis pensemos que vamos a ver una serie marcada de forma absoluta por el racismo y los prejuicios, y cómo la vida de la familia va a verse afectada por esos atentados, la realidad es que no deja de ser un fondo muy pasajero. Ciertamente habrá situaciones complejas y difíciles que partan de ese evento, pero tendrá más que ver con la paranoia que se crea en el protagonista que con hechos mucho más elaborados. Aún así, este cariz nos permite ver una serie más completa a nivel social y emocional, y con ello gana muchos puntos porque no se regodea en el tema, pero tampoco lo olvida.

‘The attaché’ habla de cambios, de crecimiento personal y sobre todo de adaptación. No es fácil para nadie el cambio, da miedo, vértigo, y cuando no es un cambio que te enloquezca de alegría, el proceso es mucho más complejo aún. Eso es lo que no falla en mostrar esta serie, ya que vemos como la pareja protagonizada por Anabelle y Avshalom lucha continuamente para seguir hacia delante, adaptándose a su nueva realidad. Ambos personajes lo hacen a su manera y sufren esas transformaciones personales con nosotros como testigos.

Las situaciones y diálogos que surgen en torno a este apartado son cándidos y muy realistas, vemos aquí esa experiencia personal del director. Ambos se hieren el uno al otro intentando encontrar su lugar y a sí mismos en una nueva realidad y nuevos roles, pero lo hacen desde una posición de amor por su relación. Las interpretaciones, sobre todo la de Héloise Godet es deslumbrante, si le añadimos que la actriz francesa no sabía nada de hebreo cuando se acercó por primera vez al proyecto rápidamente quedamos fascinados ante el trabajo y dedicación de la actriz. Héloise nos ofrece a una mujer que por vez primera es el centro de acción de su familia. Es por y para ella que los cambios llegan a su hogar, y la vemos luchar por su sueño a pesar de las trabas que se encuentra en casa y en la oficina.


El guion presenta seres reales, con infinidad de deslices, errores y palabras mal escogidas que se entremezclan con profundos momentos de decepción, pero también de felicidad. En ese verismo, en vernos reflejados en pantalla es donde destaca ‘The attaché’. Nos introduce en un momento muy particular de la vida de una familia que lo tiene todo, pero que aún así tiene que luchar, como hacemos todos, por la felicidad, la estabilidad y el entendimiento.

Cinematográficamente hablando la serie es bastante seria. Los juegos de escenarios y las transiciones entre ambientes es ideal, todo fluye como lo hace un día a día y nunca te encuentras fuera de lugar. No hay momentos para escenas grandilocuentes pero si para momentos bonitos fotográficamente hablando, claro, que París quizá tenga mucha culpa de ello. La intensidad de las escenas es la suficiente para no quedarte dormido, pero tampoco te mantendrá en vilo. Si te apetece una serie honesta, sin artificios y mucho diálogo, probablemente hayas encontrado una serie de la que disfrutar.

Para MagaZinema.es
Nota 2.67 sobre 5
Ygorla
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6
4 de marzo de 2021
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‘Gangnam 1970’ es la cinta en la que no esperabas encontrar a un fantástico Lee Min Ho. La promesa coreana, que nos tiene acostumbrados a papeles mucho más encasillados y suaves, se presenta como el personaje de acción definitivo en la cinta dirigida por Yoo Ha, a quien recordarás por ser el director de ‘A Dirty Carnival’.

Como habrás descubierto al leer la sinopsis, nada nuevo se presenta ante nosotros en ‘Gangnam 1970’. De hecho, con un metraje extremadamente largo, la cinta no consigue atraparnos en su historia, llegando a veces a perdernos en una marabunta de personajes y diálogos que no cobran el sentido que deberían. En este aspecto, el de guion no desarrolla la historia como la trama realmente merece.

Cuando comenzamos, rápidamente nos encontramos en una realidad de la que es muy difícil hacerse partícipe o empatizar. Se nos presenta un mundo que nos queda distante y los protagonistas no consiguen activar nuestra empatía, lo cual hace que sea complejo comprender el embrollo en el que estamos a punto de adentrarnos. Una Seúl que se encuentra en pleno crecimiento, donde el capitalismo arrollador consume las almas de aquellos que intentan escapar de una vida de miseria en el campo, creyendo encontrar la panacea a todos sus pesares en la ciudad se muestra ante nosotros a través del barrio de Gangnam.

Un barrio, a día de hoy, de los más lujosos de Corea, pero que en los años 70 era solo un espacio baldío con el que especular y explotar si tenías el dinero suficiente y los pocos escrúpulos para hacerlo. Este es el mundo en que Lee Min Ho da vida a Jong-Dae. Un mundo salvaje, en el que la violencia y el sexo explícitos se muestran sin pudor o tapujos. Habrá escenas en las que sentirás que hasta tu vas a terminar manchado con la sangre que salpica aun caliente de los numerosos cuerpos que acaban sin vida en las más de dos horas de metraje.

Los secundarios, quienes deberían marcar la historia general de la cinta y la personal del protagonista no consiguen pasar de la superficie, y es una pena, porque podríamos haber añadido a ‘Gangnam 1970’ a nuestra lista de favoritas si así hubiera sido. Se da un espacio nimio para hablar de amor fraternal, ganas de vivir y hacerlo honradamente. Se pasa muy por encima del papel de la mujer a nivel social, de cómo buscan labrarse un futuro y ser respetadas, mientras las arrolla un mundo de maltrato y pobreza extrema que es confrontada con el lujo en el que viven solo unos pocos.

El cambio de escenarios, sin mucho orden o concierto, también nos despista mucho. Ninguno de los escenarios nos proporciona una sensación de arraigo, calidez o sentido de pertenencia, y eso que la trama lo requiere. Eso si, en todas y cada una de las localizaciones tiene lugar una escena de pelea en la que todo vale con tal de ser el último hombre en pie.

A nivel estructural de guion puede no ser la obra más acertada, pero donde no cabe dudas que lo borda, es en el apartado técnico. El trabajo de montaje es excepcional. En pocas películas se puede presumir de escenas de pelea tan complejas, duras, incluso gore, como en ‘Gangnam 1970’. El tempo de las mismas es sencillamente perfecto. A pesar de lo largo del metraje, siempre que la historia requiere de un elemento subversivo aparece alguna escena tan brillante como brutal sacándote del estupor que pudiera haber generado la trama.

Lee Min Ho nos sorprende con su actuación e involucración en las escenas más difíciles y peligrosas. Pocas veces vemos repartir guantazos con la intensidad que él lo hace. Su personaje parece transformarse cuando la adrenalina empieza a correr por sus venas, y lo que se presenta como un joven amable y bondadoso ve desaparecer esas características cuando el instinto de supervivencia entra a gobernar todo su ser.

Otra de las grandes bazas de ‘Gangnam 1970’ es su banda sonora, que nos transporta en el tiempo y nos deja saborear como era la vida en una Seúl incipiente que está construyendo sus cimientos con corrupción y locales de luces de neón y decadencia. Junto a una mezcla de sonido muy trabajada, que nos permite escuchar hasta el último estertor de quienes están siendo masacrados frente a nuestros ojos, la cinta consigue redimirse.

Violencia gratuita por doquier, aderezada con más violencia, esta ya, requerida por la trama, que muestra un salvajismo que nos coge desprevenidos aun cuando llevamos ya un rato de visionado. Película no apta para aquellos algo remilgados con la sangre, pero una apuesta segura para los enamorados de la acción y las buenas luchas frente a una cámara que no deja ni un solo ángulo sin cubrir.
Ygorla
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6
18 de febrero de 2021
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¿Quieres una película con un guion de esos que no has visto nunca, con un tratamiento maduro sobre un tema complejo socialmente y que además tenga violencia gratuita por doquier? No lo sabías, pero estás de suerte. Solo te tienes que mudar al cine coreano y darle una oportunidad a ‘Man on high heels’.

Aún me sorprendo, y espero seguir haciéndolo con unas cintas de acción que tienen un toque oscuro e historias verdaderamente conmovedoras, humanas y reales. El protagonista de esta cinta, Ji-wook no recuerda no encontrarse en lucha consigo mismo. Nunca se ha sentido identificado con su género, y, a pesar de todos sus esfuerzos por intentar obviarlo, cuando lo conocemos en la cinta ya ha tomado la decisión de dejar de ocultarse, y se encuentra en pleno tratamiento hormonal para ser la mujer que siempre ha sentido es.

‘Man on high heels’ es una oda al verdadero ser y a la lucha continua a la que sometemos por presiones sociales a una parte de la sociedad que solo quiere ser reconocida por cómo se siente, no por como ha nacido. En este aspecto, el guion hace un trabajo formidable. Nos lleva de la mano del protagonista y nos muestra su realidad desde dentro. Cómo sus compañeros del cuerpo de policía lo perciben y valoran, como le temen los gánsters y criminales a los que se enfrenta, y sobre todo, vemos cómo asume todos esos juicios sobre su persona.



Unos juicios que giran en torno a etiquetas y concepciones sociales que fuerzan sobre la masculinidad ciertos parámetros, que chocan frontalmente con el verdadero yo de Yoon Ji-wook. El es todas esas cosas que piensan sus compañeros, es capaz, fuerte, arrojado y valiente, pero eso no lo hace más hombre a sus ojos, de hecho, le hace luchar consigo mismo, llegando al extremo de tener que abandonar la realidad que conoce para poder comenzar a vivir libre, aunque no alejado de dudas y prejuicios.

Solo por todo este debate existencial ya merecería la pena ver esta cinta. Es lo que tienen las buenas premisas, que atrapan y te hacen acercarte sin dudarlo. Lo bueno de ‘Man on high heels’ es que además de todo eso cuenta con una fotografía impresionante, que nos ayuda a cambiar de escenarios, ambientes y sensaciones con pasmosa facilidad. La fotografía es lúgubre cuando se pasea por lugares turbios, y es viva y brillante cuando nuestro protagonista se encuentra rodeado de quienes lo aceptan.

Las interpretaciones son serias. No hay gran número de personajes que intervengan en la trama, pero lo hacen con la intensidad suficiente para ser recordados los justo a lo largo de las dos horas que dura la película. No hay excesos ni elementos que nos descuadren en ninguno de ellos. El conjunto es adecuado, aunque ciertamente la estrella, sin lugar a dudas es Cha Seung-won, que excede todas las expectativas y se arriesga, dejándonos una interpretación que pasó demasiado desapercibida en su día a pesar de la enorme complejidad interpretativa del papel.


Las escenas de acción, son casi imposibles de seguir, y no por incoherentes, sino por todo lo contrario. Son brutales, extremas y muy rápidas. La concatenación de golpes, movimientos y giros es impecable en todas las escenas, y ya no hablemos de aquellas bajo la lluvia, a las que bien podríamos tildar de genialidad. Eso sí, no serían tan memorables de no ser por la mezcla de sonido, que está muy cuidada. A ello hay que añadirle una preciosa banda sonora, que pasa del techno a la guitarra flamenca abriéndonos así una cantidad de mundos y sensaciones tan amplios como por los que pasa Yoon Ji-wook.

La venganza es la categoría perfecta para guardar ‘Man on high heels’. Es el encuentro de submundos que colisionan dejando ríos de sangre. Todos ellos quedan ligados en nuestro protagonista. Desde el mundo profesional, con la comisaria de policía, a ese más velado que son los clubs nocturnos sin dejar atrás el de la corrupción, y la criminalidad abusiva de los gánsters que se piensan por encima de la ley. Todos ellos se funden creando un mundo que deja huella.

La venganza no es lo que mueve a nuestro protagonista, pero sí a sus antagonistas, con Oh Jung-se, dando vida al jefazo que hará de la vida de Yoon Ji-wook una mucho más difícil. Seremos así espectadores del enfrentamiento entre la necesidad de escapar y vivir o de cumplir con el deber, ajusticiando a aquellos cuya crueldad y avaricia no conoce límites. Tendrás que ver ‘Man on high heels’ para descubrir quien queda en pie. Te avisamos que no hay pausa o tregua alguna.

3.6/5
Escrita para magazinema.es
Ygorla
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8
11 de febrero de 2021
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Hacía mucho tiempo que una película me sorprendía y agradaba tanto. ‘Castaway on the Moon’ sorprende por su mordacidad escondida, por su calor humano casi sin tener presencia de estos y por un guion de una originalidad extraordinaria. Porque si, has visto películas de náufragos, pero esto es otro nivel. Es pasarse el juego añadiéndole temas tan complejos como el suicidio, el abandono social y la necesidad de encontrarse en paz con uno mismo lejos de las convenciones sociales.

La película se desarrolla durante casi dos horas, que por cierto, vuelan, y lo hace en dos localizaciones muy particulares. Una isla llena de basura en mitad del río Han y una habitación, dentro de un apartamento, la cual dista mucho de pasar por habitable para un amplio porcentaje de nosotros. Pueden no ser los sitios más atractivos del planeta, pero sí donde nuestros dos protagonistas encuentran un remanso de paz y seguridad.


El
El sobrenombre de nuestro protagonista bien podría ser ‘desesperación’. Jung Jae-young ha alcanzado su límite cuando lo conocemos. La única solución que ve a su imposible situación es la del suicidio, y ni eso es capaz de lograr. Los primeros minutos de metraje nos presentan a un hombre que clama al cielo, de forma totalmente silenciosa, por ayuda. Cuando despierta en la isla, intenta por todos los medios ser rescatado, y es entonces cuando las situaciones hilarantes comienzan y ríes a carcajada limpia, aun a sabiendas que nuestro protagonista está sufriendo.

La invisibilidad y el ostracismo han tomado su vida. Ha sido despedido, su novia lo ha dejado y nadie lo toma en serio. Las únicas llamadas que recibe son las del cobrador del frac y las de la compañía telefónica de turno vendiéndole una tarifa irresistible. Ésta bien podría ser la vida de una parte enorme de la población y ahí está la grandeza de la idea que plasma y del juego del guion, que nos presenta una vida corriente que sufre un giro inesperado.


Con una interpretación sobresaliente, Jung Jae-young, nos lleva por todos los estadios y aprendizajes emocionales que pueden sacarse a ‘quedar varado’ en una isla desierta rodeado de civilización. Hay en él algo de locura transitoria que se mezcla con un despertar o renacer al encontrarte a ti mismo en la supervivencia más básica e instintiva. Es una persona que encuentra la felicidad al perderlo todo menos la vida. Solo necesita una isla desierta y quedar aislado de toda tecnología para darse cuenta del verdadero sentido de la vida.

Entramos así de lleno en un mundo que cuestiona el sistema político, económico y social en el que nos encontramos imbuidos, y sin quererlo nos cuestionamos si nosotros también seríamos felices con tan poco. ¿Encontraríamos propósito y una vida plena alejado de todo y todos? ¿Nos volveríamos locos intentando volver a nuestra, a veces, infeliz realidad o sucumbiríamos a la situación y nos dejaríamos llevar?

Son tantas las respuestas posibles que la cinta podría haber sido muy diferente desde su base, pero acaba escogiendo justo las emociones y situaciones perfectas para calar en el espectador, y aunque algo escatológica de cuando en cuando, es siempre inteligente, divertida y muy irónica.

Ella

Nada sería sin Jung Ryu Won y su perfecta transformación para este largometraje. La joven a la que da vida, vive sin vivir. Su vida es una segura monotonía con la que intentar escapar de un mundo cruel en el que no encuentra seguridad o aliciente alguno. Solo necesita su cámara, su podómetro y latas de maíz para sobrevivir el tiempo que sea necesario aislada de todo y todos.

En ella encontramos una transformación brutal. El sentido de aventura crece rápidamente en ella cuando descubre a ese ser extraño que habita una isla frente a su ventana. Esa compañía que no buscaba y que queda totalmente lejana y por lo tanto es segura, será lo que sacuda todo su mundo, su rutina.

La necesidad imperiosa de comunicarse con ese ser que capta su atención la hará modificar su comportamiento y forma de sentir. Pronto, ese ser que había olvidado el sentido tras las palabras ‘ser social’, hará todo lo posible por formar parte de la vida de Jung Jae-young. Y así se introducirá de forma lenta, pero inexorable, el cambio de registro en ‘Castaway on the Moon’, haciendo madurar la trama, dejándonos no solo con una comedia negra sino con un romance de esos extraños que tanto calan en nosotros.

Glutamato monosódico

Si debiéramos mencionar uno de esos aciertos, esa genialidad, que hacen de una película, una memorable, en ‘Castaway on the Moon’, sería la incorporación en la trama de un elemento que todos pasamos por alto y que damos por sentado como algo banal e incluso bastante ‘pobre’. Si, hablamos del ramen de bolsa, ese que viene cargado de doscientas mil calorías vacías que no aporta gran cosa nutricionalmente, pero que ansiamos comer de cuando en cuando (bendito/maldito glutamato monosódico).

Llegará un momento en que algo tan trivial pase a ocupar toda tu atención, tal y como le ocurrirá al personaje protagonista y entonces te darás cuenta de que son las pequeñas cosas las que conforman la alegría de nuestra existencia. Ahora solo queda encontrar con quien compartirlo una vez salgamos de nuestra particular isla.
Ygorla
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