Creo que la serie tiene diez capítulos, de los que yo he visto dos. Básicamente consisten en recordarte lo que pasa si te saltas la ley del dios salvaje (el del antiguo testamento y las tablas de la "ley") y la de la autoridad militar, que por supuesto está por encima de la razón, la justicia y la supervivencia por sus cojones. Si consideramos las consecuencias éticas de ambos capítulos, llegamos a la conclusión de que de hecho los dos han sido financiados por el vaticano: El primero explícitamente, el segundo en tanto que nos recuerda que la autoridad hay que acatarla aunque sus preceptos sean contrarios a la lógica y a la supervivencia; y eso sin entrar en el hecho de que la mayor fuente de ingresos de la Banca Vaticana (y de la Ambrosiana, que viene a ser lo mismo pero encima "rescatada" por el Estado italiano, que sepamos) son sus participaciones en grandes industrias armamentísticas. En fin, no pienso seguir viendo una serie que reporta beneficios a la Usurera de Babilonia.

P.S. para el corrector: Esas instituciones van en minúscula por decisión meditada.

Película inverosímil e intolerable de principio a fin, por varias razones, unas peores que otras:

- Primero, tenemos a un fascista soplón como Robert Taylor con la cara pintada de indio, lo que ya nos da una idea del nivel ideológico de la película, que sólo puede acabar como acaba.

- Segundo, una mujer joven y guapa haciendo de abogada de un indio en mitad del oeste americano, que se supone que además es la buena de la película (y no estaba en clase el día que enseñaban historia universal; suponiendo que en EEUU se enseñe historia, de ningún tipo, en los colegios, más allá de lo que cualquier historiador aficionado consideraría propaganda).

- Un argumento que se resume en una sola palabra: "Patria", idea a la que se pliegan sin mayor reflexión, explicación ni profundidad, los soldados yankis, los indios orgullosos, los abogados defensores de su bolsillo, desde luego los racistas -empezando por los productores judíos y acabando por los niños indios, a quienes seguro seguro les satisface morirse de hambre y ver morir a sus madres y hermanos por no faltar al respeto del Imperio).

Un dos le doy a la película por la excelente pelea del bar al principio, y las dos primeras luchas en campo abierto, también excelentes. Si no fuera por ellas se merecería un menos diez; en resumen, menos ocho.

Si fuera una revisión de los "Tiempos modernos" creíble e inteligente, como la original, me habría encantdo, pero no lo es. Otro comentarista ya ha señalado lo inverosímil de la situación laboral, tanto en los años veinte como en los cincuenta. En este caso resulta que la película no va de eso salvo 'más de la mitad', así que no importa...

La otra 'menos de la mitad' de la película es Jennifer Jones, que siempre me ha parecido una pésima actriz (y para mayor mal se parece a Maribel Verdú que es otra pésima actriz), aparte de fea fea por lo recauchutada, y que además aquí hace un papel de hija de la grandísima sí misma y su egocentrismo feo. Aunque también hace de esquizofrénica que hace la vida imposible a su marido (a los hijos ni los mira, por cierto, qué lista) en los términos más crueles y en la escena siguiente están los dos chupi de acuerdo. ¿Qué ha pasado entre medias? ¡Aaaaaaaah, se siente, haber mirado ('padentro', porque 'pafuera'...)!

Bueno, hoy no estoy para -intentar- ponerme intelectual. Digamos que la película es una mierda con paliativos y ya.

Rollazo insoportable de historia patriótica y ampliamente católica, con una Rivelles dejándose los pulmones intentando parecer la heroína -y por consiguiente la actriz- (el demérito de lo cual atribuyo al director, no a la susodicha) y un argumento que "algún desprevenido" ha considerado un canto a la libertad... Estamos listos.

No se debe perder el tiempo con este exíncastillos envuelto en las brumas de ideología franquista. Recomiendo, en cambio, las excelentes comedias de este mismo director, así como la obra mejicana de la protagonista.

Lo mejor de la película es Shelley Duvall, actriz peculiar y resultona.
Tal y como se plantea, y lo mal que lo hacen todos, yo también querría cargarme al niño, y al padre, y al cocinero, y al gerente y sobre todo al director. Coñazo donde los haya.
A los del doblaje habría que torturarlos antes de cargárselos.
No perdáis el tiempo; si os apetece un Kubrik, ved Senderos de Gloria, por decir algo, aunque tampoco es mi director favorito.