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España España · Santa Coloma de Gramenet
Críticas de Chacal
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Críticas 143
Críticas ordenadas por utilidad
4
24 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para 1980, la saga de Gamera estaba prácticamente muerta tras la debacle y bancarrota de su estudio cinematográfico, la Daiei. Noriaki Yuasa, es un director a reivindicar más por las ganas e ilusión que por su talento. El verdadero espíritu e impulsor de la tortuga gigante en su saga clásica, decidió darle un merecido homenaje con un curioso experimento titulado Supermonstruo Gamera (1980) y con el que apenas contó con dinero para su realización. En Supermonstruo Gamera, la octava película de la saga, narra como una amenaza extraterrestre se cierne sobre la Tierra y los aliens de turno despiertan uno a uno a todos los monstruos de las pelis anteriores para destruir la civilización, pero no cuentan con que Gamera estará ahí para proteger al mundo de tan terrible amenaza.
El film resultó ser toda una tomadura de pelo, ya que el curioso experimento con el que se inició el proyecto fue el de rodar el mínimo de material posible realizando un batiburrillo de stock shots de toda la saga. Apenas hay nuevos momentos con Gamera, exceptuando algunos planos estáticos de la tortuga volando y surcando los cielos.
Los extraterrestres despiertan a todos los monstruos de la saga (uno a uno, eso sí) lo que es una excusa para presentar y repetir las mismas batallas ya vistas en los títulos anteriores.

Hay una fuerte influencia de Star Wars y la gigantesca nave extraterrestre (incluso la forma en la que es presentada es calcada al inicio del Episodio IV de la saga galáctica), es deudora de la tropa imperial. Incluso no se duda en canibalizar escenas de films anime de la época como de ¡¡¡Space Battleship Yamato!!!. Como se puede ver, prácticamente el 80% del metraje son stock shots de otros films, sean o no provenientes de la saga de la tortuga. Para las escenas humanas, se incidió en la trama infantil con un niño pesado como protagonista. Lo más divertido (y delirante del asunto) es que al niño lo acompañan tres súper heroínas embutidas en trajes de licra con capacidades para volar o empequeñecer según la situación y que no dudan en realizar, a la mínima, coreografías dignas de admirar.

Un film entrañable, delirante y con un cierto tono paródico de la misma saga, además de las series de superhéroes imposibles de la época (sea involuntario o no) y que bien puede servirte como resumen de la saga clásica de la tortuga gigante (y así ahorrarte las peores entregas de la franquicia). Una película que intenta ser un homenaje a la tortuga y que lo consigue, presentando lo peor y lo mejor de dicha franquicia aunque sea canibalizando escenas de otras.

Además, el momento final y que marca el fin de una época (y el cual no desvelaré), me hacía saltar alguna lagrimilla de niño y rebosa su encanto. Supermonstruo Gamera (1980) pasó sin pena ni gloria por los cines y la tortuga desapareció de las pantallas hasta que en 1995 sucedió el milagro. Llegó Shusuke Kaneko con su trilogía de la tortuga y erigiéndose como la cima del Kaiju Eiga y la renovación espectacular del género.
Como curiosidad, la jefa de las súper heroínas, interpretada por Mach Fumiake, era nada más y nada menos que campeona japonesa de wrestling y decidió dar el salto al cine con este subproducto.
Poco más hay que añadir a esta túrmix de tortuga llamada Supermonstruo Gamera (1980).

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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9
23 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shusuke Kaneko había logrado llevar el Kaiju Eiga a la gloria absoluta gracias a las dos primeras entregas de la trilogía de Gamera en los 90. Si con Gamera 2: el ataque de Legion (1996), Kaneko supo coger los mejores y más puros elementos del género Kaiju para llevarlos a la perfección de una manera impecable y con una estética espectacular, Gamera 3: la venganza de Iris (1999) ya está en otra liga. El nivel de exigencia y trabajo que se puso para elaborar la última entrega de la trilogía fue altísimo, hasta el punto que se invirtieron hasta 2 años de trabajo para lograr la mayor perfección técnica en las escenas de monstruos y los momentos de destrucción. Gamera 3 (1999) supone pues, la culminación no solamente de una saga o de un personaje, sino también la culminación de un género en sí mismo. En el film Gamera acaba con Gyaos, pero una joven encuentra el huevo de una criatura al que llama ‘Iris’. El huevo contiene un sangriento feto que rápidamente se transforma en una malvada criatura que siembra el caos en la humanidad.
La película nos ofrece muchos elementos a destacar. Para empezar, la historia y línea argumental va por derroteros muy estimulantes y poco explorados en el género, y sorprende por su grado de profundidad. Nada más empezar, el film te pone en alerta y abre unas expectativas monumentales: regresa la ornitóloga Nagamine (tras Gamera: guardián del universo), quien descubre nuevos pájaros Gyaos, mientras que paralelamente un grupo de investigadores se topan en las profundidades del océano con un cementerio repleto de Gameras muertos.

La continuidad respecto a las anteriores entregas está muy bien atada y explora caminos interesantes, ya que no solamente se recuperan personajes de la primera entrega (que resultan muy agradables y carismáticos) sino que se exploran las consecuencias del desastre ocurrido en ésta a nivel humano y el trauma psicológico generado. Todos estos planteamientos se concentran en el personaje de Ayana. El tratamiento de este personaje es el punto más destacable del film; una adolescente solitaria y que siente odio hacia Gamera, ya que sus padres murieron sepultados durante la batalla entre Gamera y Gyaos en el clímax de Gamera: guardián del universo (1995). Un personaje complejo e interesante que parece encontrar la culminación de su venganza en el descubrimiento de una pequeña criatura mitológica en una cueva cercana llamada Iris, con la que inicia una relación de dependencia, a ratos inquietante. Un punto de vista interesante, ya que esta vez logra acercarte la catástrofe y las criaturas gigantes a un nivel mucho más humano. Por supuesto, Iris irá creciendo convirtiéndose a mitad del film en una criatura tentacular de titánicas proporciones, conectada mentalmente con Ayana y que entablará un combate definitivo con Gamera.

Un punto negativo del film es que quizás intenta abarcar demasiado para convertirse en el film más grande posible del género y se pierda en varias líneas argumentales pretenciosas o innecesarias. La pareja de nerds obsesionados con Gamera tampoco aportan demasiado a la trama, más que algunas frases interesantes relacionadas con Gamera y su sentido dentro del mundo (incluso se menciona y se explica el por qué Japón siempre es atacada por monstruos). El tratamiento filosófico que se le quiere dar a la presente entrega quizás acabe rechinando, pero resulta interesante por lo inédito en un film de estas características. Lástima que conceptos tan interesantes como el cementerio de Gameras o la supervivencia y pertenencia de los monstruos dentro de nuestro planeta sean tocados de pasada y sin profundizar excesivamente. El tratamiento que se le da a Gamera también es muy acertado. Presentándolo de una manera aún más explícita que anteriores entregas, como un anti-héroe temido y oscuro, una criatura que nos defiende pero que parece no importarle reducirlo todo a cenizas y dejar la ciudad hecha un Cristo. Elementos ya presentes y que se intuían en las dos entregas previas pero debidamente exploradas en profundidad para el presente film. Además, el diseño de la tortuga para la ocasión es aterrador (dark y toda hecha una motherfucker).

Si hablamos de los momentos monstruosos de la cinta no tienen comparación con ningún otro Kaiju realizado anteriormente, y he de decir que contiene algunas secuencias que hoy día siguen sin ser superadas. El grado de perfección técnica conseguido en los momentos de destrucción, la presencia de los monstruos gigantes o las batallas en sí, son sin ninguna duda los más perfectos, dramáticos y espectaculares de la historia del género, consiguiendo una simbiosis perfecta entre efectos tradicionales, disfraces y maquetas junto a los efectos digitales. Shinji Higuchi y el resto del equipo de FX del film cambia para siempre la estética de la destrucción dentro del Kaiju Eiga; tanto, que a partir de entonces Godzilla (en las entregas Millenium) tuvo que ponerse las pilas para no quedarse atrás. Ningún Kaiju posterior a Gamera 3 (1999) ha conseguido alcanzar el nivel de dramatismo y potencia destructora, salvo quizás, algunos momentos de Shin Godzilla (2016). Tanto el impecable primer enfrentamiento nocturno entre Gamera y los Gyaos como el impresionante clímax final quedarán para la historia del género. Esa aura apocalíptica que recorre todo el metraje y estalla en el tercio final está muy conseguida, llegando a lo sublime en los últimos 5 minutos, simplemente soberbios y con una amenaza imposible de solucionar cerniéndose sobre Japón, en la que un moribundo Gamera parece despedirse de la audiencia en medio de un escenario desolador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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10
25 de agosto de 2017
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra maestra de la serie Z. Con un presupuesto inexistente Robot Monster alcanza cotas difícilmente superables en el mundo del cine. La historia es bien simple, una invasión extraterrestre aniquila toda la raza humana de la faz de la tierra salvo a un pequeño grupo de supervivientes formado por una pareja de ancianos, una atractiva joven, un apuesto científico y 2 niños repelentes, un extraterrestre viaja al lugar para acabar con ellos.

Robot Monster tiene el honor de presentar a uno de los extraterrestres más carismáticos y espectaculares de la historia, el alienígena en cuestión es una persona con un disfraz de gorila adornado con un casco de buzo y acompañado de una máquina que expele burbujas... ahí tenemos a nuestro alienígena, ver para creer. ¿Queréis más motivos para no perderse este film?
En sus poco más de 60 minutos de duración podemos ver ciudades destruidas, feroces dinosaurios apareciendo sin ningún motivo, explosiones atómicas… (Imágenes provenientes de imágenes de archivo y de otros films por supuesto), además de un final sorpresa que deja boquiabierto por su originalidad (nótese la ironía) y un elemento que nunca puede faltar en un film clásico de ciencia ficción: el extraterrestre se enamora de la joven protagonista. Si señores, el gorila del espacio le resulta irresistible la tentación de la carne y eso le distrae de su misión.

Robot Monster puso el listón muy alto hasta la llegada de Ed Wood y su Plan 9 del espacio exterior (1956), es un film el cual los amantes de la serie Z y el cine más cutre y sin complejos no deberían perderse.
Chacal
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8
30 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dúpla de films de The Raid causaron toda una revolución en 2011 y 2014, respectivamente. Desde Indonesia, el inglés Gareth Evans creó una de las obras definitivas del cine de acción mostrando un ritmo desenfrenado, una violencia descarnada y unas luchas de artes marciales que quitaban el hipo. Dando tullinas teníamos a Iko Uwais quien volvió a demostrar su técnica marcial en la notable Headshot (2016) dirigida por Timo Tjahjanto. Tjahjanto, procedía del género de terror más “disgusting” como demuestran la brutal Macabre (2009) o el inolvidable segmento "Safe Heaven" de VHS 2 (2013) que realizó junto a Gareth Evans. Headshot (2016) era un producto palomitero para los fans del género, un film que pese a su carácter ligero te lo hacía pasar pipa. Los espectadores no estaban preparados para el avenimiento de algo como The Night Comes For Us (2018). Tjahjanto se superaba a sí mismo con esta auténtica burrada que empezó a crear entusiasmo en todos los festivales cinematográficos por los que se proyectaba.
The Night Comes For Us (2018) cuenta la historia de Ito, un hombre que trabajaba para la mafia, el cuál tendrá que proteger a una niña y escapar de su anterior banda criminal, en una violenta batalla en las calles de Jakarta.

Desde aquí no tenemos más que aplaudir a Netflix, en primer lugar por producir el film y en segundo lugar por permitirle total libertad a Timo para hacer todas las burradas que quisiera. The Night Comes For Us (2018) es un consuelo para el aficionado mientras espera la llegada (cada vez más imposible) de The Raid 3. El film recoge la herencia del film de Gareth Evans pero convirtiendo los momentos de acción en explosiones salvajes y abrumadamente gore. Nuestro protagonista, Ito, está interpretado por Joe Taslim, quien ya pudimos verle repartir en el primer The Raid aunque como secundario, soportando esta vez sobre sus hombros el peso protagónico de la trama. Que su personaje sea perseguido por su anterior banda criminal es la excusa perfecta para que arranque una sucesión espectacular de secuencias de acción.
Los primeros 50 minutos, en ese sentido son impecables y te quitan el aliento con una predilección por las set pieces de acción en diferentes escenarios y de forma paralela. Nuestro Iko Uwais repite y se agradece que se le relegue a un tipo de personaje diferente siendo en esta ocasión el villano de la función. Tras dejarnos con la boca abierta en The Raid 2, Julie Stelle también regresa para volver a hacernos una demostración de mandobles bien dados.

Como menciono, The Night Comes For Us destaca como expresión gore de la acción, un filtro masoquista que multiplica por 10 la violencia intrínseca de las secuencias de artes marciales de The Raid. En ese sentido, los momentos de acción son impecables, salvajes y no dan ni un minuto de respiro con una sucesión de momentos inolvidables de principio a fin y que no deja de superarse minuto a minuto. Desde la pelea en el matadero hasta esa salvaje y cartoon lucha final entre Uwais y Taslim. Desgraciadamente, el film parece querer encontrar un punto medio entre la historia directa y mínima del primer The Raid y las pretensiones más amplias y profundas de su secuela quedando su historia a medio camino de ello y encontrándose con algún bajón de ritmo especialmente en el meridiano del metraje. Quien más sufre la dejadez de la historia es el personaje de Julie Stelle, sintiéndose su presencia algo gratuita ya que no sabemos muy bien sus intenciones dándote la impresión que es únicamente una excusa para tener un personaje más para repartir hostias a los malos. Y es una lástima porque es un personaje que podría dar para su propia película.

The Night Comes For Us (2018), pese a todo, es la culminación del género, una obra que logra aglutinar el silat (las artes marciales indonesas), el cine de acción de Hong Kong, las artes marciales chinas y el gore cartoon de La historia de Ricky (1991). Un premio de consolación para el que esté esperando más The Raid. De obligado visionado para los amantes de las tullinas sin complejos, del gore salvaje y de la acción desenfrenada. Pude ver el presente film en el Festival de Sitges 2018 y la sesión en la Sala Tramuntana fue un festival de gritos y aplausos inolvidable. Puro Sitges.

(https://orientparadiso.blogspot.com/)
Chacal
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7
23 de mayo de 2021
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Debido al exitazo de King Kong contra Godzilla en 1962 la cual hizo cambiar las reglas del juego convirtiendo al Kaiju Eiga en un festival colorido y pop de batallas entre monstruos y el cual le hizo despojarse poco a poco de toda su carga alegórica respecto al trauma atómico, hizo que Tomoyuki Tanaka (productor de la Toho) atara a Ishiro Honda para siempre a la realización de cintas de monstruos gigantes. El progresivo desinterés de Honda frente a Godzilla no evitó que realizara otros Kaiju la mar de interesantes y exitosos como Frankenstein conquers the world (1965) y su pseudo-secuela; La batalla de los simios gigantes (1966). Si bien, hay cierto consenso entre el aficionado a destacar a Dogora, The space monster (1964) como una de las aportaciones menos interesantes de Ishiro Honda al bestiario Kaiju. No puedo estar más en desacuerdo con tales afirmaciones.
Dogora da comienzo con hechos extraños relacionados con robos de diamantes de manera casi simultánea y en diversos puntos del mundo. El inexperto inspector Kommei es asignado a rastrear una banda de ladrones de piedras preciosas. Pero a medida que avanza la investigación, empiezan a relacionar la desaparición de los diamantes con la presencia de un gigantesco monstruo espacial que se encuentra en la órbita de la Tierra. Y es que la ameba gigante parece alimentarse de todos los derivados de carbono.

No tengo claro si Dogora, the space monster iba a ser inicialmente una historia policiaca que luego por exigencias de la Toho obligaron a Honda a introducir la figura de un monstruo gigante para atraer más a la audiencia. La verdad es que era toda una práctica habitual en la época. En Gorath (1962), también de Ishiro Honda, se introduce sin tapujos una escena que no pinta mucho donde aparece una morsa gigante o en Agente 04 del imperio sumergido (1964) la serpiente Manda también hace acto de aparición de manera más bien gratuita. El problema principal con Dogora y seguramente motivo por el que el fandom ha denostado el film es la poquísima presencia en pantalla del Kaiju de turno quien no aparece más de 5 minutos y donde la habitual trama científica de avistamiento/ investigación/ descubrimiento del punto débil del monstruo, es tratada de forma más bien secundaria. El film prefiere centrarse en toda la trama policiaca en torno a la persecución de una banda de ladrones de joyas y diamantes. Un hecho que, por lo menos a mí, me resultó un soplo de aire fresco que agradecí y más cuando además dicha trama está realizada con un mínimo de ritmo, gracia y diversión.

Así, mientras que todo el asunto con los ladrones de joyas ocupa buena parte del metraje las apariciones del monstruo Dogora, destacan por méritos propios. Dogora es una criatura espacial y tentacular, similar a una medusa, se alimenta de carbono y sus ataques, son sin duda, algunos de los mejores momentos del kaiju clásico. Esos tentáculos apareciendo de entre los cielos y descendiendo hacia la gran ciudad hubieran hecho regocijarse de placer al mismísimo H.P. Lovecraft. El equipo de efectos especiales de Eiji Tsuburaya raya la perfección en esta ocasión (las escenas con el monstruo fueron muy difíciles de conseguir consumiendo muchísimo tiempo al equipo de Tsuburaya) por lo que es toda una lástima que el monstruo tenga tan poca presencia con lo excelente de sus apariciones. Desgraciadamente, Dogora no ha vuelto a prodigarse en las pantallas si exceptuamos el pequeño cameo de la criatura en el anime de Netflix; Godzilla: El planeta de los monstruos (2017). Akira Ifukube vuelve a teñir el film de sus portentosas partituras musicales realizando un impecable trabajo como era habitual aunque su estilo tenga cierto elemento repetitivo.

Si hablamos del cast del film, Yosuke Natsuki se encarga de interpretar al agente Kommei acompañándole un actor occidental como es Robert Dunham (quien aparece en escenas del remontaje americano de Mothra (1961) o en films como Batalla más allá de las estrellas (1968) de Kinji Fukasaku o La guerra de los poderes ocultos (1974) de Jun Fukuda), quien hace a su vez del agente Mark Jackson, un personaje sin demasiado interés por mucho que la trama intente darle esa importancia. Supongo que escogieron a Dunham por sus buenas capacidades con el idioma japonés porque su interpretación es más bien justita, algo, por otro lado habitual en todas las apariciones de occidentales en el género Kaiju a excepción del galán Nick Adams (Los monstruos invaden la tierra (1965)). Lástima que Adams muriera tan pronto. De entre el grupo de ladronzuelos podemos destacar a la atractiva Akiko Wakabayashi quien envuelve de sensualidad su interpretación. Tanto Wakabayashi como Natsuki aparecerán en otro Kaiju del mismo año como es Ghidorah, el dragón de tres cabezas (1964). El film recurre a viejos conocidos del género y que son una presencia más que agradecida como Hiroshi Koizumi (Mothra (1961), Jun Tazaki (Los monstruos invaden la tierra o también El más allá (1964) o Ran (1985)) o Hideyo Amamoto (King Kong escapa (1967)).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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