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Estados Unidos Estados Unidos · Over the rainbow, Kansas
Críticas de Wild In Love
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Críticas 150
Críticas ordenadas por utilidad
2
22 de marzo de 2008
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vil metal. ¿Cuántos hombres a priori nobles se arrodillaron ante él? ¿Cuántas almas se hicieron pedazos a cambio de un precio? ¿Cuántas personas con talento mandaron sus dones a paseo a costa de las más altas riquezas? Oh, el vil metal.

El último actor con talento surgido en América, el último con glamour, el último con magnetismo, el último que escogía sus papeles con inteligencia sin importarle demasiado su futura cuenta corriente, el último tipo que se paseaba con clase y carisma sobre los podridos cimientos de Hollywood, se ha tirado al fin por un precipicio infinito de tontería, gilipollez y mal gusto, mientras iba recogiendo durante el descenso monedas y monedas de centavo de Dólar, aún a sabiendas de que solo tendría como colchón de su caída un mugriento estercolero.

¿Eras tu Johnny ese ¿pirata? cutre que ayer vi en una sala de cine?. ¿Eras tu Johnny uno de los responsables de semejante bodrio que no llega ni a palomitero en su aburrimiento irritante, pretencioso, antihumorístico, soporífero y desesperante? ¿Eras tu haciendo el imbécil, multiplicándote en plan milagro mesiánico, poniendo cara de estreñido, imitando al insufrible Jim Carey, haciendo ¿chistes? de frenopático, amanerándote innecesariamente? ¿Eras tú?.

Duda razonable que se ramifica hacia atrás. Johnny, tu fuiste Eduardo Manostijeras ¿te acuerdas de eso?. También fuiste Ed Wood Jr ¿Te acuerdas?. Y Donnie Brasco, Al Pacino habló maravillas de ti, ¿te acuerdas?. Y de aquella pequeña joyita “¿a quien ama Gilbert Grape?” ¿y de tu hermoso papel en “Chocolat”? ¿Cuándo te cortaron la cabeza, Ichabod Crane?.

Y lo más cómico es que habías sido un pirata toda tu vida. Ya desde tu adolescencia cuando militabas en una de las bandas de Rock más prometedoras de Los Ángeles que se esfumaría en su propia nube de autenticidad, o cuando conectaste de manera brillante con la mente de Burton en el mismo instante de conoceros.

Sí, eras un pirata y tal vez por eso ahora se intuye que tan solo habías estado navegando en diferentes barcos buscando un enorme cofre repleto de millones de dólares. Pero, piénsalo bien, ahora que lo has encontrado, se ha perdido el encanto, se ha perdido la magia, se ha perdido el glamour y se ha acabado tu viaje. Ni siquiera te quedan la sangre canalla ó el sentido del humor de tu entrañable padre estoniano, ya que éste por lo menos sigue gobernando su propio galeón y sabe reírse de si mismo y por supuesto del resto del mundo con mucha más gracia, pasión e ironía que ese aprendiz de grumete en el que te has convertido. A ti, Jack Sparrow, con el barco hundido ya solo te queda engordar y volverte un capullo.

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Wild In Love
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8
15 de octubre de 2010
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando tuve conocimiento de que el próximo proyecto de David Fincher iba a versar sobre la gestación de Facebook lo primero que vino a mi cabeza fue que había perdido definitivamente el rumbo después de su decepcionante inmersión en el mainstream con la edulcorada historia de Benjamin Button tan alejada de sus anteriores películas. A priori retratar un breve periodo de la vida del adolescente que pasó de ser un nerd anónimo a multimillonario en un tiempo record no parecía prometer una joya de guión y ejercicio cinematográfico si no una obra totalmente insulsa y carente de gancho.

Esta percepción comenzó a variar ante la abrumadora llegada de críticas positivas tras el estreno del film. No suelo prestar mucha atención a lo que los grandes medios tienen que decir sobre las películas pero en cierta medida me sorprendió la unanimidad con la que se recibía a la cinta de Fincher, y la curiosidad fue tomando forma en base a averiguar si un tema que no tenía para mi ningún interés podría de alguna manera entretenerme o llegar incluso a cautivarme.

Una vez vista me ha sorprendido bastante porque realmente es eso lo que ocurre, de la nada salta un gran guión que te mantiene atento y consigue situarte en la piel de los protagonistas en una historia de traiciones y ambición, arribismo y falsa amistad donde el Facebook encaja perfecto como macguffin haciendo que la trama se mueva en torno a un elemento de incipiente actualidad y reconocido por todos. Sin embargo en ocasiones se hacen concesiones en la estructura narrativa que lastran al film pues restan credibilidad a lo que estamos viendo al romperse la sensación de realidad que es la que debería buscar en todo momento la película por basarse ésta en una historia real, siendo los recursos citados más propios de la ficción.


Fincher en su trabajo tras la cámara cumple de manera correcta limitándose a que la película fluya sin cobrar demasiado protagonismo, algo que no ocurría en sus anteriores films donde su presencia era más notoria, confirmándose un poco más como un mero ejecutor de guiones ajenos dejando poco margen a la capacidad de creación e innovación. En este sentido haber sido el elegido para realizar el remake americano de la saga Millennium no parece presagiar un futuro demasiado prometedor para el antaño arriesgado director que parece dispuesto a ser finalmente engullido por la implacable maquinaria de Hollywood.

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Wild In Love
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Toy Story 3
Estados Unidos2010
7.9
117,025
Animación, Voz: Tom Hanks, Tim Allen, Joan Cusack, Don Rickles ...
9
29 de diciembre de 2010
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando era niño era un desastre con mis juguetes. Les daba uso pero son incontables aquellos que rompí durante mis juegos o que abandoné por juguetes más novedosos. Al hacerme mayor empecé a valorar mejor las escasas cosas que poseía y mi apertura a otros mundos como la música, el cine o los libros fue dando paso a un coleccionismo de fan que aún perdura en la actualidad. Y de entre todas las colecciones que atesoro existe una que me mantiene unido de manera inseparable a la niñez: Peluches. Me encantan los peluches y mi habitación puede dar buena prueba de ello. Ocupan la estancia con sus animadas formas, un erizo aquí un conejito allá. Y los cuido y los mimo con sumo cariño y cuidado, les pongo nombres propios y me imagino que cuando yo no estoy a su cargo tienen vida propia y corren sus propias aventuras o viven sus propios romances.

Una vez, hace muchos años escribí una canción para mis peluches. Era una época en la que escribía canciones sencillas para mi y mi pareja, cuyas letras eran una especie de código cifrado que solo nosotros podíamos entender. En ella salían todos mis peluches llamados por su nombre interactuando de una manera divertida, casi infantil. Nunca nadie salvo ella y yo la ha escuchado o cantado.

Aparte de mis peluches, colecciono también objetos o figuras de cosas que me gustan que pueden también a su manera ser considerados juguetes. Tengo por ejemplo varios muñecos de muelles o soles y lunas que cuelgan de las estanterías o del techo. Todo ello daba forma a una habitación que se mantenía de alguna manera siempre llena de vida. Una vida de color y fantasía y un lazo permanente a los rincones más olvidados de mi infancia.

Sin embargo, hace relativamente poco tiempo he tenido una mudanza. Y tras el cambio de domicilio solo me he traído de momento unas pocas cosas de mi colección. El problema viene dado por cuestiones de espacio. No sé donde podré recolocar a todos mis viejos amigos. Ahora mismo continúan en mi ya antigua habitación esperando a ser rescatados. Tal vez se encuentren nerviosos y teman por su suerte pues cuando regreso a buscar alguna cosa lo cierto que es que parecen estar ansiosos por que las cosas vuelvan a ser como antes.

La verdad es que no deben preocuparse. El visionado hace unos pocos días de la tercera entrega de la saga de Pixar me ha hecho echarlos a todos muchísimo de menos. En breve estaremos juntos de nuevo y volveremos a cantar nuestra canción como si nada hubiese ocurrido.

Dedicada a la mujer que amo, que sabría entenderla como nadie.

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Wild In Love
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5
8 de mayo de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La campaña promocional de La Vida de Pi vino insistiendo desde un primer momento en el espectáculo visual de altísima magnitud que su visionado iba a suponer. En las propias declaraciones de Ang Lee se incidía sobre esta cuestión y así fueron llegando los primeros trailers que dejaban entrever por donde iría la estética y las técnicas utilizadas en la película.

En mi caso lo visto en estos adelantos me dejó con una sensación fría, no me cautivaron en demasía unas imágenes que parecían situarse entre un toque naif cercano al utilizado por Tarsem Singh en The Fall y un Big Fish descafeinado pero a sabiendas de que había una novela detrás confiaba en que una buena historia sirviera para ir tejiendo una película cuanto menos interesante.

Con estos antecedentes tomé contacto finalmente en una sala de cine 3D con los avatares de Pi. El comienzo a priori parece estimulante, Pi se ofrece a relatarle a un escritor su experiencia para que este la plasme en papel sin embargo tras comenzar su relato demasiadas cosas empiezan a chirriar. En 40 minutos se encadenan varios sucesos de su vida, algunos tan poco trascendentes como el porqué de su nombre. También se relata en esta primera parte la aparente búsqueda de Dios por parte de Pi durante su infancia abrazando este de manera encadenada diversas religiones pero de una forma totalmente ridícula y poco creíble. Es este el primer gran fallo de la película pues desde el inicio se hace incidencia en que lo que veremos nos hará a los propios espectadores creer en Dios. Los primeros contactos de Pi con diferentes creencias resultan del todo vacuos y constituyeron al menos en mi caso un importante lastre para conectar con la supuesta búsqueda de la espiritualidad que Ang Lee pretendía reflejar. Se adentra a su vez llegada la juventud de Pi en el descubrimiento del amor pero de nuevo aquí la película vuelve a fallar. No hay un ápice de emoción en la presunta historia de amor que se narra, resultando ser totalmente insípida y baldía.

Nada relevante que destacar por tanto en esta larga introducción que dará paso (tras la secuencia un tanto aparatosa de un naufragio) al grueso del film, comenzando así la odisea interminable de Pi a bordo de un pequeño bote salvavidas con la única compañía de un tigre de bengala.

La película se adentra entonces en un relato de supervivencia donde se introducen elementos fantásticos bajo unas imágenes que entrañan en ocasiones una gran belleza. Sin embargo todo resulta demasiado lineal en su conjunto y el tempo de la historia se estanca o se ralentiza demasiado. Ese es otro de los grandes problemas del film, está bastante mal medido y estructurado. Como ejemplo de esto cabe señalar que el que es mi opinión el tramo más bello, aquella isla en la que recala Pi y que resulta tener vida propia, se despeja en apenas unos minutos, mientras otras escenas en alta mar de mucho menos interés y simbolismo acaparan gran parte del metraje tornándolo repetitivo y cansino.

El film se cierra con una disertación de Pi sobre la fantasía y la realidad tan hueca como apresurada y lejos de una supuesto acercamiento a lo espiritual la película termina solamente por provocar en mi la sensación de que bajo la imagen había muy poca palabra y que normalmente es necesario algo más que un par de sugerentes estampas del mar bajo un cielo estrellado para ganar mi corazón cinéfilo. Los vericuetos de la fe mejor los dejamos para otra ocasión pues se entrelazan a la vez que colisionan en un territorio que a Ang Lee le viene, sinceramente, demasiado grande.

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Wild In Love
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8
25 de noviembre de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando en una película su creador decide salirse de los límites más o menos establecidos se corre el riesgo de caer en el más profundo de los vacíos y de los ridículos, pero también cabe la posibilidad de elevarse hacia lo más alto. Leos Carax se la juega y se acerca a lo segundo, con una de las propuestas cinematográficas más atractivas vistas en años.

La obra de Carax apuesta por una rotura con la realidad, de manera que todo lo que vemos en pantalla puede traspasar (y así lo hace) las barreras de la lógica, pero lejos de ser una amalgama de escenas sin sentido lo que dota de gran fuerza a la película es que existe a su vez un hilo conductor, un guión más o menos lineal que funciona como un todo, a pesar de que está estructurado en pequeños episodios que se van desarrollando dentro del film sin romper la estructura principal.

Una vez vamos entrando en la sugerente historia de ese hombre que a bordo de una limusina se va transformando en diferentes personajes, asumiendo diversos roles en un París tan onírico como a ratos surrealista, mientras interactúa con otras personas en lo que parece ser un inmenso escenario al aire libre, se empieza a visualizar el film como un gran juego y experimento cinéfilo que lo es tanto para los que están en la pantalla como para nosotros los espectadores. Sobre que y quienes se esconden en realidad tras los diferentes encuentros y performances se nos dice muy poco, quedando abierto a nuestra interpretación, si bien no es tampoco la intención de Carax explicar de manera racional los acontecimientos que se suceden.

Debido a lo leído sobre ella antes de enfrentarme a Holy Motors esperaba encontrarme con un cine cercano al Lynch más experimental pero no, el nivel de abstracción es mucho menor, y sí que la relaciono en cambio con las películas surrealistas de Luis Buñuel. En concreto habría que citar El Fantasma de la Libertad como una referencia obvia por tratarse también de una película estructurada en episodios, si bien los temas a tratar son distintos pues mientras Buñuel se vale del surrealismo para tocar sus temas habituales (crítica a la hipocresía de la burguesía y a sus instituciones) , Carax se decanta por utilizar técnicas parecidas para reflexionar sobre el cine en si mismo indicándonos que este debe tender hacia una transformación radical si no quiere desaparecer en un mundo cada vez más etéreo y cambiante, y nos habla a su vez de la soledad del hombre como realidad y como metáfora de nuestras sociedades modernas, donde a pesar de la creciente tecnología los lazos humanos son cada vez más débiles e invisibles.

Tras haber tenido una gran acogida en el ámbito cinéfilo y una distribución bastante generosa en salas, sería deseable que Leos Carax encarase su próximo film con optimismo y vitalidad entregándonos pronto otra buena película pues hasta ahora sus proyectos se han espaciado mucho en el tiempo. Con Holy Motors se ha reafirmado como director de culto pero a su vez asequible a un público amplio y parece asentarse como uno de los directores europeos más interesantes de la actualidad. Desde luego frente al comatoso cine mainstream constituye todo un revulsivo y, como en una vuelta de tuerca a la propia Holy Motors, una pieza necesaria para evitar la definitiva muerte de ese ente en relativo punto muerto llamado séptimo arte.

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Wild In Love
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