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Críticas de Sibila de Delfos
Críticas 4,480
Críticas ordenadas por utilidad
6
7 de diciembre de 2018
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe la menor duda de que la vida de Gabrielle Colette fue fascinante. Autora "fantasma" de su marido Henry Gauthier-Villars "Willy" durante años, mente pensante tras las exitosísimas novelas de Claudine, actriz, vedette, mimo y periodista, fue sin duda una adelantada a su tiempo, una mujer valiente y libre, que tenía relaciones con mujeres, que vestía a veces ropa "masculina" que vivía según le parecía y que se rebeló contra las convenciones de la época. En una palabra, como decimos, fascinante. Sin embargo, Colette, la película, no termina de resultar fascinante como lo merece la vida real de su heroína.
Wash Westmoreland, en su primera película en solitario tras el triste fallecimiento de Richard Glatzer (que a pesar de todo es co-guionista aquí y a quien se dedica el filme), ha filmado un elegante biopic,una película sin duda agradable y con suficientes elementos interesantes para recomendar su visionado, pero no es memorable, no es una obra maestra, y ni siquiera logra ser una cinta que deje con ganas de más de un visionado. Es excesivamente larga, aunque no llega a las dos horas, y hay escenas y momentos que podrían no haber estado y ralentizan innecesariamente el ritmo. Los personajes secundarios, como el de Fiona Shaw, no terminan de funcionar porque apenas tienen tiempo en pantalla, y ni siquiera a Missy, que sí goza de gran importancia en la trama por su relación con Colette, se le presta la suficiente atención. Es por ello que la relación entre ambas mujeres no termina de cuajar emocionalmente en el espectador, ya que apenas se nos ofrecen datos sobre su cortejo o los sentimientos que las llevan a iniciar una vida juntas (gran trabajo de Denise Gough como Missy, por cierto).
Aun así, Colette es una buena película, de eso no hay duda, con una dirección artística y fotografía maravillosas que nos hablan de los personajes a veces incluso más que el propio guión (atención a los desordenados papeles en la habitación mientras Willy lee por primera vez "Claudine en el colegio"). Se ve muy bien, entretiene y tiene escenas poderosas que sí se quedan en la memoria del público (la amarga despedida entre Willy y Colette). Y sobre todo, se beneficia de la presencia mastodóntica de su pareja protagonista.
Parece mentira que Dominic West se haya convertido en el actorazo que es hoy, teniendo en día que pasó bastantes años siendo uno de los actores más irritantes que se podían ver en una pantalla (300, La sonrisa de Mona Lisa, Chicago). The Wire y The Affair han hecho maravillas en la carrera del británico, cuya presencia aquí es magnética. Está carismático, encantador cuando toca, encantador de serpientes al máximo y por supuesto también irritante y manipulador a más no poder, hasta el punto de que cuesta entender cómo Colette no se cansa y le deja a los 5 minutos de película. Keira Knightley, por su parte, tuvo unos años más dubitativos entre 2008 y 2012, pero su vuelta a lo grande con Begin again demostró que lo que habíamos visto en películas como Expiación, Orgullo y prejuicio, la primera Piratas del Caribe, El rey Arturo o, después, Laggies o The imitation game no era flor de un día. Sin duda este va a ser un personaje por el que Knightley va a ser recordada. Escenas como aquella en la que finalmente se enfrenta a Willy, o su primer encuentro con Georgie, o su mirada y su gesto con Missy en el tren mientras viajan con toda su troupe ya bastarían para colarla en las quinielas de todos los premios importantes de la temporada (está duro este año, no obstante...).
En definitiva, una cinta correcta e interesante sobre una mujer fascinante, con dos actorazos como la copa de un pino dando muestras de su arte. Bravo.

Lo mejor: Knightley y West, enormes.
Lo peor: Daba para más.
Sibila de Delfos
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8
8 de septiembre de 2013
30 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Neil Jordan no es fácil. Nunca es fácil. A primera vista puede parecer poco arriesgado o tradicional, pero a poco que se empieza a ver una de sus películas para darse cuenta de que esa trama que en un principio nos podía parecer un lugar común es de todo menos comercial y convencional. Con Byzantium pasa lo mismo. Tenemos una madre y una hija que se alimentan de sangre. Pero lo que nos propone Jordan no es un entretenimiento adrenalítico de vampiros volando por los aires. Byzantium tiene más que ver con Déjame entrar que con la saga Crepúsculo o con la propia Entrevista con el vampiro. Es una película rara, decididamente outsider, violenta, dura, marcada por un ambiente profundamente malsano y no apta para todos los paladares. Ha de disfrutarse con paciencia, dejando que la historia envuelva poco a poco, que las palabras de Moira Baffini vayan llegando a donde la guionistas y Jordan quieren. Habrá quienes se vean incapaces de conectar con la historia de Clara y Eleanor por la contemplación con que está contada, pero si se logra, el viaje resulta uno de los más fascinantes y negros vistos en los últimos tiempos. Hay verdadera inteligencia en la manera en que el guión va desgranando los acontecimientos y reconstruyendo la historia de esta madre y esta hija tan peculiares, y Jordan, con una cámara elegante y exquisita para los detalles (Eleanor bebiendo la sangre recogida del suelo) y la acción más sangrienta (el crimen inicial de Clara), se sirve de la inmensa fotografía de Sean Bobbitt para pintar de grises, azules y negros una historia muy diferente a un reguero de sangre vampírico. Si Déjame entrar, esa obra maestra sueca, versaba sobre el incipiente amor adolescente, Byzantium es un drama sobre las relaciones entre madres e hijas. Y resulta tan hermosa y emotiva, a pesar de su violencia, en parte gracias a Saoirse Ronan y Gemma Arterton. La irlandesa clava el carácter introvertido de Eleanor, y aunque es algo inexpresiva en ocasiones (exigencia del guión, por otra parte), muestra una solvencia dramática y una naturalidad que la pone a la cabeza de las actrices menores de veinte años de la actualidad (ver su conversación en la escuela con la gran Maria Doyle Kennedy). La británica, por su parte, es la gran revelación de la película, pues nunca en Quantum of Solace o Prince of Persia dio muestras de ser la actriz superdotada para el drama que demuestra ser aquí. Su entrega es digna de aplauso, y su esfuerzo dramático, capaz de partir el corazón cuando toca, sobre todo cuando comparte pantalla con Ronan.
Una lástima que Buffini tuviera que incluir la (parece ser que) inevitable historia de amor adolescente, la cual, pese a no ser especialmente pastelosa e intragable, sí es un pegote innecesario para la trama y un lastre para el ritmo, que es sin duda el fallo más importante de la película. Le sobran fácilmente quince minutos de metraje y la narración es demasiado contemplativa en muchas ocasiones.
Pero nada ni nadie le puede quitar a Byzantium el ser una de las más fascinantes y originales historias vampíricas de los últimos tiempos. Bienvenidos sean su sangre y su riesgo.

Lo mejor: La fascinación que produce, la inmensa fotografía y el soberbio trabajo de sus dos protagonistas, Saoirse Ronan y Gemma Arterton.
Lo peor: La historia de amor no aporta nada y el ritmo peca de lento.
Sibila de Delfos
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7
1 de abril de 2014
65 de 105 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divergente es una más delas sagas juveniles que juegan con los futuros distópicos en tiempos de crisis. ¿Una más? Sí y no.
Compartiendo ciertos elementos narrativos con Los Juegos del Hambre y muchos más con Un mundo feliz, la historia de Veronica Roth es ciencia ficción mezclada con acción y romance en sus justas dosis pensada al milímetro para atraer a adolescentes y jóvenes, lo que no quiere decir que no pueda ser disfrutada también por adultos que acepten qué clase de historia se les propone. Y lo cierto es que Divergente, la película, es una correctísima cinta de pura evasión y entretenimiento. Neil Burger recrea muy bien los ambientes de la novela y los distintos escenarios, de forma que resultan casi iguales a los que seguramente los lectores imaginaron al leer (atención al uso de la luz y las sombras en la sede de Osadía y su contraste con Abnegación o Erudición), las escenas de lucha están bien coreografiadas, hay unas cuantas escenas visualmente poderosas (atención a los saltos desde el tren) y sobre todo resulta de lo más entretenida e interesante dentro de sus parámetros. Un interés, sin embargo, que no se ve acompañado por la emoción que sería necesaria para identificar al espectador con los personajes y la denuncia social. El fallo más grande de la película es precisamente ese. Todo está tan calculado y tan medido que la narración es fría e impersonal. Nunca se logra transmitir la auténtica gravedad de quedar sin facción, la dureza del entrenamiento de Osadía (seguramente por la calificación por edades que se pretendía conseguir) o el propio concepto de la Divergencia. De igual modo, existe la duda acerca de si los no lectores del libro van a comprender realmente qué es el sistema de facciones y cómo funciona, porque la película tampoco logra nunca acercarse a los resultados de la exposición sociopolítica de la novela, que ya de por sí es algo fría y poco clara en todo su conjunto.
Entre los actores, sin duda quien más destaca es Theo James, que no sólo es el perfecto Cuatro sino que además tiene la mirada y planta perfectas para plasmar la complejidad del personaje, con su mezcla de bordería y encanto. Shailene Woodley estuvo maravillosa en Los Descendientes y seguramente mejorará en las secuelas, pero aquí pasa demasiado rato a medio gas. Se la ve incómoda en muchas escenas y su rostro no siempre logra expresar a veces la emoción necesaria (ver cuando ejecuta un disparo especialmente dramático o cuando cae por el abismo en la sede de Osadía el día de su llegada a la facción... digamos que interpreta muy bien a la Tris abnegada, pero no tanto a la Tris osada y mucho menos a la divergente), aunque también ofrece momentos que dejan ver la excepcional actriz que es o va a ser en el futuro (ojo a cuando llora una pérdida importante o cuando se enfrenta a Cuatro y a Janine). De Kate Winslet ya hay poco que decir a estas alturas. Aquí, en el rol de villana sin escrúpulos, resulta elocuente y elegante sin esforzarse nada y poniendo el piloto automático, a pesar de que su Janine no resulta ni la mitad de amenazante y odiosa que en la novela.
En definitiva, una buena propuesta de acción y ciencia ficción juvenil pensada para entretener y hacer pensar (aunque sea un poquito) a muchos tipos de público, lo que siempre es de agradecer en los tiempos difíciles. Como el de Divergente. Como el nuestro.

Lo mejor: Theo James, el aspecto visual de la cinta y lo entretenida que es.
Lo peor: Le falta alma y corazón para emocionar.
Sibila de Delfos
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9
4 de abril de 2014
63 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Darren Aronofsky siempre polariza y siempre es polémico. Siempre. Desde Pi hasta Cisne negro pasando por Requiem por un sueño, El luchador o La fuente de la vida, el neoyorquino siempre polariza a crítica y audiencia. unos ven a un genio incomparable y un maestro mientras otros lo consideran un pretencioso que se regodea en imágenes vacías de contenido y aires de grandeza. Pues bien, tomen eso y métanlo en una batidora. Añadan un personaje bíblico también presente en el Islam (porque ya saben... el cine religioso/bíblico siempre, siempre, siempre genera polémica porque siempre hay alguien que queda descontento por una razón u otra), aprieten el botón y... he ahí la mezcla perfecta para el escándalo: Noé.
Guste o no guste Aronofsky, enamoren o exasperen sus películas, hay algo que no se le puede negar y es que es un tipo que comprende el poder visual del cine. Sus películas son imagen pura, como ya demostró en las citadas La fuente de la vida y Cisne negro, y tiene un don para crear imágenes sobrecogedoras, bellísimas, que se quedan en la retina del espectador para siempre. Aquí, por supuesto, está ayudado por unos efectos visuales impresionantes que alcanzan su culmen, como no podía ser de otra forma, en la larga secuencia del viaje del arca, pero es Aronofsky el responsable de esos travellings vertiginosos de las narraciones de Noé o los animales poblando la tierra, o de ese color y ese movimiento de cámara que puebla la película y la hace tan única. Que nadie espere un peplum o cine bíblico tipo Los diez Mandamientos. Esto es cine espectáculo del siglo XXI, con más en común con Jerry Bruckheimer que con Cecil B. de Mille, y a ratos más cercano a Mad Max o Cormac McCarthy que a la epopeya de Charlton Heston (atención al comienzo con esos paisajes desérticos y esos humanos asalvajados) .
Lo que ya es más difícil de ver y muchos no compartirán es el alma que tiene la película. Noé es una película en la que el apabullante despliegue visual se ve si cabe eclipsado por una pasión narrativa sin igual y una historia que apasiona a su director y acaba apasionando a la platea. Es una narración visceral, arriesgada, con la que sabían que iban a levantar muchas ampollas entre los más fanáticos de varias religiones, y aun así ahí está. Noé es una historia de supervivencia, sí, pero también una oda a la naturaleza, una reflexión sobre el poder y la corrupción y una o varias historias de amor. Y en todas esas facetas triunfa porque hay una conexión inmediata entre público y personajes, y eso es así porque el guión alcanza unos niveles de emoción que hacía mucho que no se veían en una película de medios tan grandes. He ahí secuencias como la historia que Noé cuenta a sus hijos acerca de la Creación, toda la última parte del viaje en el Arca, la relación de la familia con los Vigilantes o el peligroso lazo entre Cam y Tubal-Cain, momentos absolutamente maravillosos que entroncan directamente con ese gran cine clásico de Hollywood con el que la película no tiene nada en común en lo formal y visual, pero sí en su fondo, a pesar de lo que puedan decir algunos. Y encima, con ese reparto gigantesco que tiene Aronofsky, poco espacio más puede haber para la queja. Russell Crowe y Jennifer Connelly forman una gran entente desde Una mente maravillosa (son quizá la mejor pareja artística el uno del otro), pero aquí rozan lo excelso. Juntos son el amor en todo su esplendor, ese amor que nunca se marchita pero sí evoluciona para bien y para mal. Por separado, el neocelandés está enorme en todas las facetas de Noé, el padre cariñoso, el siervo de Dios (ese gran ausente por su nombre y sin embargo omnipresente) y el cruel ejecutor lleno de demonios, mientras que Connelle demuestra una vez más que podría emocionar hasta a las piedras si se lo propusiera (atención a la escena en que Naameh recrimina a Noé lo que se propone hacer con unos inocentes). Y qué decir de Emma Watson, que forma junto a Mia Wasikowska y Jennifer Lawrence el tridente de oro de las actrices menores de 25 años del planeta, soberbia en su recreación de una joven que ha de madurar por amor y obligación antes de tiempo, o del cada día más interesante Logan Lerman (aunque le ha tocado bailar con la más fea... el personaje de Ham es ciertamente irritante), o de un Douglas Booth que aporta serenidad y aplomo.
Noé. Un Noé muy humano que, sospecho, es lo que tanto está molestando y molestará a algunos. Fuera prejuicios. Es cine de primerísima categoría. Es desde ya una de las mejores películas del año.

Lo mejor: Casi todo, y muy especialmente la emoción y pasión que desprende la narración y las interpretaciones de todo su reparto (especialmente Crowe, Connelly y Watson)
Lo peor: Es posible que le sobren unos diez minutos en su segundo tercio, desde que la familia construye el arca hasta que comienza el diluvio.
Sibila de Delfos
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10
15 de febrero de 2009
43 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si The reader llegará a gustarme tanto como Las horas, pero de lo que no cabe la menor duda es de que Stephen Daldry tiene un talento especial para contar historias sobre los seres humanos. Tan sencillo y a la vez tan difícil.
The reader es una auténtica maravilla, un puñetazo a la razón y al corazón, un torrente de emociones. El guión magistral de David Hare nos hace uno con Michael Berg (interpretado brillantemente por Ralph Fiennes y, sobre todo, por el extraordinario David Kross), haciéndonos sentir su desgracia y su felicidad, ambas causadas por la misma persona, Hanna Schmidt. Y es que, a pesar del pasado criminal de la mujer, acabas compadeciéndola por la vergüenza que le supone su gran secreto, que no desvelaré aquí, y que acaba marcando su vida para siempre.
De Kate Winslet no haría falta decir nada, porque sólo el verla en pantalla ya lo dice todo, pero aún así voy a hacerlo. Me resulta sorprendente que en un momento de la producción, Daldry pensara en Nicole Kidman para hacer el papel de Hanna. A mi juicio, y a pesar de que Kidman es bastante mejor actriz de lo que se ha dicho en los últimos años, creo que jamás habría podido darle al personaje lo que le da Kate Winslet. Esa sencillez pura, sin aspavientos, sin sobreactuación ninguna... Éso es lo que hace a Kate Winslet una de las mejores actrices de la historia. Éso y lo bien que ha escogido siempre sus papeles. Desde Sentido y sensibilidad hasta ahora, su presencia en un reparto ha sido sinónimo de que la película iba a ser como mínimo interesante, y en la mayoría de las ocasiones, excelente. Ojalá siga así muchos años.
Recomendable al 100%, The reader es un drama sobre la condición humana, sobre la vergüenza, sobre el remordimiento y, obviamente, sobre el amor. Y triunfa en todos ellos.

Lo mejor: David Kross (ver cuando se dicta sentencia contra Hanna), todo el trabajo técnico, el guión de Hare, la puesta en escena de Daldry y, por supuesto, Kate Winslet, sobrenatural.
Lo peor: Nada, aunque quizás el final se alargue más de lo necesario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sibila de Delfos
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