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España España · mADRID
Críticas de RARRA
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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
9
7 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las uvas de la ira” es una espléndida película dirigida por John Ford. Quizá no sea la mejor, pero es una de las que contribuyen a que sea correcto calificarle como uno de los mejores directores de cine. Pero que sea una gran obra no es incompatible con afirmar que suele estar sobrevalorada. A ello contribuye en que, más que someterla a análisis y crítica, los que hacen comentarios sobre ella no hacen sino expresar su inquebrantable adhesión a la lucha contra la injusticia social. Lo que en ocasiones les lleva a considerar que quien critica la pericial defiende solapadamente esa injusticia.
Es casi inevitable confrontar la película con su origen, la novela del californiano John Steinbeck. La realidad es que película y novela tiene mucho que ver y poco que ver. La primera se queda en un puro alegato contra las penalidades sufridas por determinados sectores sociales por la crisis del 29 y la actitud de Tom Joad/Henry Fonda frente a determinados problemas laborales. La novela de Steinbeck va mucho más allá: es un canto del individuo frente a la adversidad. Pero el personaje no es tanto Tom, Joad, sino su madre, que en la novela se identifica con el simple nombre de Madre. Ella articula la familia y ella es la que anima y contagia esperanza. Tom no deja de ser algo anecdótico. Por otra parte, los problemas laborales en la película desplazan a otros que amenazan a esa familia, como especialmente son los azotes de la naturaleza. Las desgracias de la familia Joad comienzan con problemas climáticos y cubren el final de la novela con los causados por una riada que supone un nuevo partir de cero, un amplio final que es ignorado por la película.
Digamos de paso que el título de la novela, hasta cierto punto extraño, deriva de lo que Steinbeck escribe cuando se refiere a la destrucción de alimentos para mantener los precios en un escenario de hambre: “...en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas, las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia”. De paso también hay que indicar que Steinbeck distaba mucho de apoyar ideas marxistas o, siquiera, revolucionarias; apoyaba simplemente las políticas del New Deal de su conocido Roosevelt, defendiendo al mismo tiempo los avances tecnológicos.
Pero hay que juzgar separadamente las dos cosas, novela y película. Steinbeck está escribiendo una novela y John Ford dirigiendo una película. Una película que tiene su sello y que se apoya en una admirable fotografía y unos artistas sólidos, entre los que destaca de manera increíble “Madre”, es decir Jane Darwell, aunque bien acompañada por Henry Fonda y John Carradine. No en vano los dos Oscar de la película los obtuvieron John Ford como director y Jean Darwell como actriz secundaria (¿?). La película fue vencida, sin embargo, por “Rebeca”.
Mención especial merece la fidelidad con que parece reflejarse aquel mundo de los 30 de camionetas desvencijadas, de emigrantes que llegaron a los Estados Unidos y no triunfaron, de una ruta 66 primitiva y de un Oeste que dejaba de serlo. Toda la historia rodea la furgoneta de los Joad, que parece compartir la fuerza y la confianza de Madre.
Pasado un año, John Ford filma “La ruta del tabaco”. Vuelve el escenario económico y rural, pero lo hace de una forma diametralmente distinta. Vale la pena verla para compararla.
RARRA
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5
27 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende que esta película haya ganado un Oscar a la mejor película. Sorprende que su director, Scorsese, haya ganado también un Oscar por su trabajo. O fue un año de películas de escasa calidad o la Academia es lo que tantas personas dicen que es la Academia. Es la película que por su duración se acomoda bien a una tarde domingo de invierno. Pero que no aporta nada al cine.
Si deja algún recuerdo es por la hondura del problema humano que plantea, el de un falso mafioso y la de un falso policía. El tema planteado, por lo tanto, atrae inevitablemente la atención de espectador, entre otras razones por lo incierto de su final. Mantiene la atención pese a que, por lo complejo de las situaciones, la acción atraviese momentos confusos.
Pero si nos paramos en el guión va a ser inevitable el recordar “Juego sucio” o “Infernal affairs” que era su título inglés utilizado en la película original rodada en Hong Kong. Llama la atención que las críticas de ambas películas desemboquen antes o después en su comparación, Ahí gana la película de Hong Kong por la simpe razón de su mayor edad, ya que nació en 2002, e “Infiltrados” se llevó sus Oscar en 2007. Quién copia está claro.
Y es que la copia que supone “Infiltrados” es excesiva, demasiado literal en ocasiones. Es una copia un tanto mala porque “Infernal affairs” tiene más claridad, utiliza el flash back con habilidad y dota a la historia de mayor verosimilitud. Lo que añade es justamente todo lo que sobra. Es decir, todo lo que sobre es lo que añade.
Sobra tanta sangre, tanta violencia, tanta brutalidad, tanto lenguaje soez, tanto malo profesional. El papel histriónico adjudicado a Jack Nicholson tiende a mover a risa por excesivo. Se olvida en cambio de la sutil utilización del morse.
Lo que llega a lo absurdo es que, siendo un remake muy remake recargado de otra película, reciba también un Oscar al mejor guión adaptado. La adaptación parece que consiste en añadir las más de 200 veces que se emplea la palabra “fuck”, incluir unos cuantos tiroteos más o menos inútiles y una hora de duración.
No obstante, como es lógico, es una película que no aburre. A lo más, cansa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RARRA
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6
6 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda la película se sacrifica a la visión de la tormenta. Para no presentarnos a unos tripulantes absolutamente planos, se dedica la primera parte de la película a dotarles de un respaldo familiar y humano que dote de profundidad a lo narrado. Un repaso demasiado superficial necesariamente y que va servir, sobre todo, para crear un puente con el final de la película.
Resulta un tanto superfluo el referirse a que se basa en un hecho real. Esto puede ser lógico cuando el hecho es insólito y excepcional. Desgraciadamente la muerte de pescadores en el mar no lo es. La misma película nos señala la muerte de cientos de pescadores. La memoria en seguida nos recuerda las referencias de Cela a los naufragios en las costas gallegas.
Es imposible ocultar que el atractivo de la película reside en los efectos especiales, centrados naturalmente en la tormenta. Y también que es perfecta la utilización de esos efectos. Comete quizá el error de extender en exceso la duración de las escenas de la tormenta, pero ello es explicable porque la tormenta va a ser la protagonista real de la película.
Pro al tiempo que se expone su magnitud extrema, se minimiza su entidad al desconocer en las escenas la magnitud que tienen las fuerzas de la naturaleza. Hombres que se caen una y otra vez al agua y son recogidos; olas que barren la cubierta sin mayores consecuencias; luchas de los marineros contra fuerzas de mar y el viento contra las que en teoría no tienen nada que hacer; helicópteros y aviones que sobrevuelan la zona azotada por vientos huracanados. Al final, la naturaleza aplasta, pero realmente eso tenía que haber sucedido mucho antes.
Pero por encima de estas críticas, es una película de gran dignidad, realizada con honestidad, aspectos que deben ser valorados en todo caso. Dignidad en todos los aspectos, incluyendo, como es lógico a los protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RARRA
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9
30 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es mal ejercicio ver “Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo Jima” dejando pasar poco tiempo entre los dos visionados. Incluso parece que esto, al rodarlas seguidas, estaba en la mente de Clint Eastwood, un director que sabido combinar un sentido clásico del cine alejado de efectos especiales y exorbitancias con un espíritu renovador, profundizador y, hasta cierto punto, experimental del cine.
¿Tiene algo que ver una película con otra? La realidad es que nadie puede desconocer que tienen de común el escenario, Iwo Jima, y la circunstancia de la guerra, de la que en ambos casos se ignoran los aspectos tácticos y estratégicos. Absolutamente nada más. Una trata de falsos héroes populares y otra presenta algo próximo a unos héroes obligados, o sea, a unos perdedores que no renuncian a la dignidad. En todo caso parece que Eastwood sigue fiel a exponer dramas humanos sobre un fondo de crítica social. En el caso de “Cartas desde Iwo Jima”, son evidentes los primeros, pero no lo es menos la critica que se dirige al Japón que les abandona en la isla, pero dejándolos atados a unos principios que les ha marcado.
Digamos que “Cartas desde Iwo Joma” está mejor contada que “Las banderas de nuestro padres”. O quizá contada de una forma distinta que llega más al espectador. Se trata de un película donde, por encima de todo, se impone una luz y un color peculiares que trasmiten al espectador una peculiar sensación. Las cuevas y la noche dominan. Acentuadas por la naturaleza negra y volcánica de la isla. La música está tratada muy cuidadosamente, interviniendo únicamente para apoyar discretamente esa sensación de derrota, muerte e inevitabilidad. Los actores trabajan espléndidamente y, quizá porque lo son, recogen perfectamente la exteriorización de sentimientos peculiar de los japoneses.
De los 22.060 soldados japoneses que había en la isla parece que sobrevivieron 216, la mayoría porque fueron recogidos mientras estaban heridos e inconscientes. Siempre supieron que no tenían posibilidades de retirada o de refuerzos. Esa es la película.
RARRA
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7
30 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una de las películas más controvertidas de Clint Eastwood, quizá por ser él el director y apartarse en muchos aspectos de sus escenarios clásicos, aunque conserve determinadas formas de hacer cine. En gran parte, las críticas se hacen por no ser Eastwood fiel a sí mismo, aunque miradas las cosas detenidamente no es así.
Da la sensación de ser una película mal entendida. Y en parte ello es culpa de la propia película. Se lanza como una película de guerra, concretamente del asalto a la isla japonesa de Iwo Jima, y está llena, efectivamente, de escenas de guerra en las que no se ahorran imágenes macabras y crueldades de todo tipo. Unas imágenes espléndidas que se intercalan como contrapunto adecuado a las amables escenas de la retaguardia y la postguerra Pero realmente no es una película de guerra, como lo prueba su complementaria, Cartas desde Iwo Jima.
Banderas de nuestros padres es una película de denuncia. Unos soldados que se han limitado a volver a instalar la bandera de los Estados Unidos en Iwo Jima, cinco días después de que en pleno ataque fuera izada la primera por unos soldados ya muertos, son utilizados para sustentar una campaña de emisión de bonos de guerra. Hay un respaldo de la tragedia vivida por esos soldados en la guerra, pero sirve únicamente para plantear la tragedia de sentirse, cada vez más, manejados como muñecos útiles, lo que les convierte en su conciencia en farsantes que reciben los homenajes que merecieron otros ya muertos.
Que no es una película de guerra lo evidencia el hecho de que no hay escenas de victoria ni se planean cuestiones tácticas; es una película sin apenas jefes militares en el frente. No resulta tan importante la batalla como los soldados. Es de destacar la tensión de los momentos anteriores al desembarco como, en el polo opuesto, las escenas de relajamiento del baño final en la playa.
El drama que plantea es el de los soldados captados para la campaña de bonos patrióticos. El problema que denuncia es la creación de mitos al servicio de la movilización de las voluntades de la personas.
Es un planteamiento típico de Eastwood: la mezcla del drama personal con el problema social.
RARRA
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