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Críticas de Criticoenserio
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de agosto de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy se ha estrenado una película basada en un superhéroe de cómic. Diréis ¿otra vez? ¿Cúantas van ya este año? ¿ocho? En realidad son sólo cuatro aunque parecen muchas más. ¿Y aquella de Seth Rogen? ¿La contamos también?

La que nos ocupa ahora es Capitán América por lo que ya conocemos su rango militar y su país de procedencia antes de empezar, lo que nunca viene mal. En este caso el Capitán América se llama Steve Rogers y es un héroe de la segunda guerra mundial.

En realidad Steve Rogers antes de convertirse en el capitán América es un tipo pequeñajo y enclenque con la cabeza de Chris Evans encima. Aunque toda la película se ambienta en 1942, en realidad es un flashback después de encontrar el cuerpo congelado de Rogers en el Ártico en el presente… y que nadie piense que le congelan para que no se pueda convertir en antorcha humana, porque, pese a que el actor protagonista era uno de los 4 fantásticos esta película no tiene nada que ver con aquella saga. Es que es un follón con tanto héroe en mallas.

El caso es que el enclenque cabeza globo en 1942 trata de alistarse una y otra vez en el ejército para matar nazis, y es tan pesado que al final le aceptan para experimentar con él. Y de ese experimento le convierten en el súper hombre de Capitán América.

Por supuesto aquí los malos son los nazis, lo que mola porque son fácil de reconocer y de odiar, pero hay un malo malísimo que está interpretado por Hugo Weaving, un terrorista nazi de la rama Hydra que tiene por cara una calavera roja que de vez en cuando cubre con la cara de Hugo Weaving. Y es que, sorpresa, es un super villano con súper poderes como los del capitán América… ¿Lo que pretende? No lo tengo muy claro, pero todos hablan inglés con acento alemán, así que a lo mejor ese es su propósito… No sé, imagino que en español será igual, todos hablarán castellano perfecto menos el malo que tendrá acento… También menciona eso de dominar el mundo, pero parece en segundo plano…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Criticoenserio
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8
25 de abril de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"En el medio del camino de nuestra vida, me encontré en un bosque oscuro, pues había extraviado el camino recto.” (Canto I, Infierno)

La Divina comedia de Dante Alighieri es la gran obra de la literatura toscana, un viaje espiritual través de los reinos del infierno, Purgatorio y Paraíso en la que el poeta viaja en busca de su amada Beatriz.

Alice Rohrwacher, también toscana, aparte de cineasta ha estudiado arte clásico y ha creado esta nueva historia sobre un hombre que busca a su propia Beatriz, en este caso llamada Beniamina y que se le aparece en sus sueños mientras busca la conexión y la puerta de entrada entre el mundo terrenal y el plano metafísico.

"Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis." (Inscripción sobre la puerta del Infierno)

Esta búsqueda la directora la enclava en el poder de los objetos, impasibles durante siglos en tumbas arqueológicas de los objetos con los que a los muertos se les enterraba para que les acompañaran en la próxima vida. Los objetos que hacen ese enlace entre los dos mundos por el que nuestro protagonista también quiere navegar. Un plano de realismo mágico, de realidad onírica, de sentimientos. Una búsqueda por una belleza “no apta para los ojos humanos”

Esta película crece entre las grietas, como la hierba y el musgo que sale entre cada baldosa, entre las rendijas de la casa de Rosellini que se niega a modernizarse. Entre las vías de la estación abandonada donde ya no hay tránsito.

“Aquel que me llevó al conocimiento supremo, me dijo que el amor era el motor que hacía mover el cielo y las estrellas." (Canto XXXIII, Paraíso)

El “argumento” (muy entrecomillado) sigue a un inglés recién salido de la cárcel que regresa a un pueblo rural italiano donde malvive literalmente en los márgenes de la sociedad. Un inglés que se presenta en un traje, que parece más sofisticado que el resto de gente con los que convive en ese tren en el que se despierta. Un tren en el que ya aparece una mujer cuyo perfil ya le recuerda a las representaciones clásicas etruscas. Ese traje que parece de aristócrata pero que paulatinamente vamos descubriendo lo mugriento que está.

En el destino le espera su antigua banda, un grupo de saqueadores de tumbas que utilizan su “Don” para sentir dónde se han enterrado reliquias históricas. El protagonista tiene una sensibilidad especial que le conecta con el siguiente plano.

En este pueblo también vive Flora, una señora en una casa destartalada a la que todos llaman Ma’am y que se encarga de dar clases de música a una estudiante llamada Italia a la que trata como una sirvienta. Sin embargo el protagonista arranca huyendo de lo terrenal y sumergiéndose en sus sueños.

Contar el argumento de la cinta es como no contarlo porque “La quimera” es ese tipo de película que llevas una hora dentro y no sabes muy bien qué es o de qué va. Es una cinta que mezcla el costumbrismo con el realismo mágico, que mezcla música clásica con temas pop, que mezcla personajes interesantes con otros que parece que se han dado un golpe al nacer y no han recuperado la cordura. La quimera a veces parece maravillosa, artística y cargada de cultura y otras muchas una mezcla de situaciones que no parecen tener ningún sentido.

Todo esto adornado con desfiles de bandas, momentos musicales, otros de slapstick con la velocidad acelerada, cambios de formato, de luz, ruptura de la cuarta pared… Una mezcla de elementos tanto antiguos como nuevos que hacen que te plantees en todo momento qué te quiere contar y que cueste sumergirse en la historia.

Sin embargo, hay un momento que hace un “clic” que conecta, que te arrastre en su sensibilidad, que te alimenta de su alma y su esencia y que ese esfuerzo primero por tratar de comprender qué sucede se vea recompensada, en gran parte por una interpretación central de Josh O’Connor realmente interesante que te hace entender según avanza el metraje que se va sintiendo más en paz con ese costumbrismo porque en realidad y como dice un personaje “solo busca un pasaje para la siguiente vida”

"La mayor tristeza es recordar los tiempos felices en la miseria.”

La Quimera no es sencilla, la vida nunca lo es, pero es terrenal, es onírica y lírica, es extraña, es imperfecta y recuerda a compatriotas toscanos como Paolo y Vittorio Taviani, especialmente la escena en la que la discusión de los tombaroli desciende a ruidos de animales.

Fellini, al que se recurre en muchas ocasiones, arrancó “La Dolce Vita” con el traslado de una cruz enorme en helicóptero sobre la moderna Roma. Aquí sentimos lo mismo con las ruinas de lo que fue la toscana, su arte y su costumbrismo y el mágico realismo de la cinta, el naturalismo de las interpretaciones, el rodaje a pie de campo en localizaciones al aire libre y las historias al borde de lo fantástico.

La Quimera es rica en alusiones y evocaciones y durante la cinta comprendes que no hay una línea clara de argumento sino un espíritu atascado entre los entramados de la vida. Que todos nos encontramos en esa maleza que crece entre las baldosas, en esa fealdad bella. A veces el cine es como la vida, no tiene sentido sino sentimiento y ahí es donde La Quimera encuentra su razón de existir.
Criticoenserio
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8
20 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Amor de Sylvie [Eugene Ashe, 2020] - ★★★★

Algunas veces sólo quieres dejarte llevar por una historia bonita, bien contada, con actores llenos de carisma y que luzca preciosa en pantalla adornada por un bella banda sonora. Eso es lo que es El Amor de Sylvie [Sylvie’s Love, 2020] un espectáculo continuado de encantadores encuadres en un melodrama de aroma clásico que te envuelve como un Jazz meloso.

La historia se centra alrededor de Sylvie, interpretada por una maravillosa Tessa Thompson y Robert, un brillante saxofonista (Nnamdi Asomugha) que consigue un trabajo en la tienda de discos del padre de ell. Su pasión por la música hace aflorar una chispa de química que hará que apoyes a la pareja desde los primeros minutos, aunque ella esté ya prometida. Sus luchas por sus sueños tanto juntos como separados mientras aprender a respetar su amor hacen de la película una dupla perfecta con La La Land.

Hay algo refrescante en ver una película de época interpretada por gente de color donde la raza y la política no son los factores dominantes. No me malinterpretéis disfruté de “El Blues de Beale Street” o “Selma” como el que más, pero ver a personajes de la cultura negra perseguir sus deseos de amor, felicidad y carrera me ha hecho disfrutar de un cine donde la raza no importa sino el corazón. Y está puesto en el lugar exacto.

Porque donde brilla la película es en evocar ese ambiente Douglas Sirk que pocas producciones han conseguido plasmar con tanta dulzura —En la estela de “Brooklyn” o sobre todo “Lejos del Cielo” y “Carol” de Todd Haynes— el lujo de la atmósfera, el vestuario de ensueño diseñado por Phoenix Mellow (detrás del vestuario de And Mer), los colores y el diseño de producción rodado en 16mm.

A toda esta maravilla súmale una banda sonora de jazz exquisita de Fabrice Lecomte que adorna con éxitos de Sam Cooke, Jackie Wilson y Martha Reeves & The Vandellas.

Es cierto que hay alguna casualidad de personajes que se encuentran de repente exponiendo partes del argumento cruciales de manera muy casual, pero uno no puede obviar todos estos detalles por lo placentero que es el viaje.

El Amor de Sylvie [Sylvie’s Love, 2020] es el equivalente a ponerte unos pijamas limpios, arroparte por un esponjoso edredón recién lavado que huele a suavizarte y beber a sorbos una caliente taza de té. Si algo peca es de dulzura, pero eso es precisamente lo que necesitamos hoy en día. Romper barreras con películas como Sylvie’s Love.

Lo mejor: Lo precioso que es todo
Lo peor: Que se termina la magia al final

Valoración: 8,5/10
Criticoenserio
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6
22 de septiembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El diablo a todas horas adapta una novela de Donald Roy Pollock dela que el director Antonio Campos lleva años prendido. Tanto es así que se ha convertido en su proyecto personal y creo que esa fascinación por la novela y por hacerle justicia ha terminado siendo el gran punto flaco de una cinta que sin ser mala termina siendo fallida.

De hecho es el propio autor de la novela aporta la narración de la voz en off de la cinta que termina siendo reiterativa, monótona y resta potencia a unas imágenes que tendrían mucha más crudeza en pantalla sin ella.

Es inquietante cómo una película tan violenta, con mutilaciones, suicidios, tiroteos, PTSD, fanatismo religioso hasta el extremo y actores en estado de gracia no consigue trascender la pantalla y no logra dar con el pulso y nervio como trascender.

Pero la voz en off no es el único problema, el estilo fragmentado del guión contado cómo la novela saltando de personaje en personaje no termina calando. En una novela pasas unas horas y conoces a los distintos personajes y sus motivaciones, aquí los retazos a minutos de sus historias se terminan convirtiendo en eso: en pequeñas pinceladas de un cuadro mayor que tarda demasiado en llegar.

De hecho mientras veía la cinta pensaba si una miniserie no hubiese sido mejor formato para explorar todo el contenido de la cinta. Como si hubiese demasiados personajes e historias, como si el ángulo de visión es demasiado ancho para llegar a donde queríamos llegar. Es “demasiada” película comprimida en 140 minutos. Me recordaba a la fallida “American Pastoral” de Ewan McGregor, mismos errores de querer abarcar demasiado.

Pero no todo es negativo, el retrato de pueblo pequeño en medio de la América rural está muy bien construido con ciertos ecos de “No es país para viejos” e incluso ciertos sermones acercan el ambiente de “Pozos de Ambición” aunque no logran la profundidad o impacto de esas cintas.

Pero lo mejor de la película son las interpretaciones, Skarsgard consigue transmitir constantemente su sufrimiento y sobre todo tanto Robert Pattinson como Tom Holland están brillantes. Holland en cada gesto y en dar cuerpo y voz a cada palabra rasgada en su perfecto punto de tensión a punto de bullir. Pattinson en ese cura más amanerado y con un abroche más desenfadado de la seriedad del conjunto pero francamente robusto en toda su aportación.

La película está vistosamente puesta en pantalla, con reminiscencias musicales que abarcan el cambio de décadas (la historia va desde los 40 hasta los 60) y con un buen diseño de personajes pero termina viéndose lastrada por una falta de impacto y profundidad y esa voz en off que hace que cuando termine la cinta pienses que ha sido un viaje sin sobresaltos a pesar de todo lo que ha sucedido.

En resumen, en “El diablo a todas horas” Antonio Campos ha mordido más de lo que puede masticar y claro, se termina haciendo bola.
Criticoenserio
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9
13 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jojo Rabbit es una de esas películas polémicas que o la amas o la odias. Bueno yo estoy en el primer grupo para mi Jojo Rabbit consigue crear una sátira absoluta del nazismo pero no va tan lejos como para ser irrespetuosa, dentro de su locura el guión, las interpretaciones y la dirección de Waititi están tan atinados que consigue dar en la diana de las emociones, de la explicación de lo que supuso vivir en esa Alemania nazi y de como hacer lo que uno pueda y aguantar con las emociones de la vida como vengan, y como sobrevivir y hacer lo que uno pueda es la respuesta más bella.

La película cuenta la vida de Jojo, un un joven fascinado por todo lo Nazi que se prepara para el campamento Nazi. Con sólo la introducción donde vemos que aparece en su cuarto Adolf Hitler como un amigo imaginario que le ayuda a perfeccionar el saludo nazi, la escena marca el tono de la cinta entre lo ridículo, lo escandaloso y lo divertido dentro de un marco que no olvida el drama que encierra y un mensaje de cómo el odio alimenta más odio.

No voy contar más elementos sobre la película porque ese una de esas en las que merece la pena sumergirse casi virgen y dejarse llevar para que cuando el puñetazo emocional te golpee no sepas de donde viene pero lo entiendas perfectamente.

Lo que sí que quiero decir es que Jojo Rabbit empieza como una pieza satírica y va evolucionando poco a poco a algo mucho más serio y profundo sin perder su tono de vista. Yo no diría que es una comedia sino que es una película con comedia dentro, una tragedia con el corazón en el sitio preciso algo un poco más usado de tuercas pero en la línea de La vida es bella o El Gran Dictador. Conseguir el tono exacto y el equilibrio en un tema así es complicadísimo y la película lo consigue en todo momento.

En muchos momento el perfecto diseño de producción, la galería de secundarios surrealistas y el uso del color y la música nos hace llevar a una precisión en el estilo muy Wes Anderson que le sienta maravillosamente a Taika Waititi.

El director ejerce de guionista, productor y se reserva el papel secundario de Hitler, el mayor villano de la historia representado como un mentecato que no deja de ofrecer cigarrillos e ideas terribles a un niño de 10 años. Es una caricatura con mucho más dentro de lo que parece, desde ese cameo con el atuendo de los indios nativo americanos (https://www.rogerebert.com/chazs-blog/hate-breeds-hate-why-adolf-hitler-is-wearing-a-plains-indian-headdress-in-jojo-rabbit) hasta su discurso pasional o su unidimensionalidad en el odio que no le deja ver más allá y va consumiéndole poco a poco.

En los secundarios ofrecemos un abanico liderado por una excelente Scarlett Johansson en el papel de madre. Johansson sabe dar y cambiar el tono con dos frases y pasar de la comedia disparatada al drama o la fragilidad en un momento. Sam Rockwell y Rebel Wilson dan dimensión a su personaje, especialmente Rockwell que os hace entender todo sobre el personaje en un par de gestos incluida su relación con la madre, Jojo y su compañero.

Y luego tenemos el gran trabajo de Waititi con los actores infantiles: El personaje de Thomas McKenzie está un pelín desdibujado y ella no le saca partido como en la brillante No dejes Rastro (Leave No trace, 2018) pero Roman Griffin Davis aguanta todo el peso de la película sin pestañear siendo un absoluto debutante, toda la película gira desde su punto de vista (acierto de la dirección) y está en todas y cada una de las escenas de la misma y realmente sabe llevarnos por su ingenuidad y emociones y eso que el personaje tiene un arco bastante extenso. Pero las mejores líneas de la cinta se reservan para Archie Yates que en el papel de Yorki nos roba el corazón con gran acierto.

Pero si algo me ha entusiasmado es el guión, la solidez de la película una vez que la revisitas, los detalles y frases que se mencionan y se repiten más tarde, el paso a la madurez y como en una frase nos devuelve a la realidad cuando Yorki tras el drama de la guerra dice “Voy a ver a mi madre, solo quiero un abrazo” y nos matiza que todos ellos son solo niños.

En resumen, Jojo Rabbit es una película que va a dividir y está nacida con esa vocación. Es irreverente, divertida, tierna y contiene un pulso dramático y un ritmo increíble. La producción visual y artística de la cinta es una gozada y las interpretaciones brillantes. Cierto que el desenlace es demasiado “convencional” para lo que hemos visto antes. Puede que algunas cosas se podrían haber llevado un poco más allá, pero es innegable que está cargada de detalles brillantes desde el arranque (el montaje comparando la gira de Hitler con la Beatlemanía) y que esta historia de madurar y crecer a la vida adulta en medio de la segunda guerra mundial en Alemania es una delicia para los amantes del cine.
Criticoenserio
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