El año 2019 fue excelente para el matrimonio de directores formado por Greta Gerwig (todo un éxito su versión de “Mujercitas”) y Noah Baumbach, cuya levemente autobiográfica crónica de un divorcio (el suyo con la estupenda actriz Jennifer Jason Leigh, “los odiosos ocho”) obtuvo un gran éxito de crítica y “público”, no en los cines sino en la plataforma donde se distribuyó.

Nominada a seis Oscars, se llevó uno, mejor secundaria para Laura Dern por clavar a una abogada de éxito (por tanto, algo despiadada) en plan “Big Little Lies”, por cierto, arrebatándoselo entre otras a su compañera Scarlett, bi-nominada como principal por esta cinta, y como secundaria por “Jo Jo Rabbit”.

También Adam Driver, el actor fetiche de Baumbach logró su nominación, y es que ambos protagonistas estaban sensacionales, en un film tan duro como emotivo y bien resuelto, con un fenomenal guion (también nominado) del propio director, que se lució mostrándonos las múltiples aristas del interesante tema: los hijos, los abogados, los rencores, las dudas, la permanencia del cariño… todo está ahí, magníficamente plasmado.

El hoy día semiolvidado guionista y director Lawrence Kasdan era uno de los más destacados en esos tiempos, y firmó una de sus mejores películas con esta estupenda cinta, mi favorita suya junto a “Grand Canyon”.

Basada en la novela homónima de Anne Tyler, Kasdan coadaptó con gran acierto el guion, una de las cuatro nominaciones al Óscar que obtuvo el film: la propia película, mérito mayor cuando se elegían cinco y no nueve o diez como ahora; la preciosa partitura del maestro John Williams; y la única que se llevó: la de mejor secundaria para la entonces en boga y siempre gran actriz Geena Davis, que llegaría a la cima tres años después con su inolvidable “Thelma”.

El éxito de la película se debió sobre todo a la bonita historia, muy bien presentada, contada e interpretada por magníficos actores de esa época, como William Hurt y Kathleen Turner.

Esta excelente y preciosa película cuenta una emotiva historia real que nos permite conocer otra interesante perspectiva de la Segunda Guerra Mundial (de todas las guerras, en realidad): el papel de las personas que se encuentran cara a cara con el conflicto bélico cuando sus creencias religiosas les impiden actuar como el resto de la gente en tales circunstancias.

La cinta obtuvo un notable éxito de crítica y público, y dos Oscars técnicos de seis nominaciones. Es uno de los mejores films de Mel Gibson como director, y destaca por su virtuosismo formal y un gran trabajo de producción, pero también por la humanidad de la historia, increíble pero verídica, que resulta muy cercana al espectador.

Muy bien interpretada por todo el reparto, emocionante e intensa, es una de las mejores películas de su promoción, y una de las destacadas en el género bélico.

Sobre una novela de Richard Condon, coautor de la adaptación para el cine junto a Janet Roach (una de las siete nominaciones a los Oscars que recibió), el veterano y reconocido John Huston dirigió esta buena película, a vueltas con el subgénero mafioso, pero más orientada hacia la comedia negra y a la vez romántica (sin llegar al nivel de parodia de cintas posteriores como “Balas sobre Broadway” o “Una terapia peligrosa”).

Su hija Anjelica fue la única que se llevó la estatuilla, por su acertada y atrayente composición de nieta sin nada que perder del capo mafioso, el también nominado William Hickey.

La cinta, de ritmo pausado que luego va acelerando, se beneficia de su trama interesante y bien construida, de la mano firme de Huston tras la cámara, de las buenas interpretaciones de todo el reparto, y de la magnífica química entre Jack Nicholson y Kathleen Turner, ambos muy en su papel (cínicos y divertidamente atractivos). Merece la pena.

Basada en la novela homónima de Richard Yates, y con un estupendo guion adaptado de Charles Leavitt, esta sensacional película, de temática similar a su debut, “American Beauty”, y con parecidos méritos a ésta (muchísimos), recibió una tibia acogida en Estados Unidos y algo mejor en el resto del mundo, pero no reportó al gran Sam Mendes las satisfacciones a nivel de reconocimiento (sólo tres nominaciones sin premio en los Oscars) que en mi opinión demandaba.

Para mí, su dirección artística es un escándalo (la música de Thomas Newman, el vestuario, la fotografía de Roger Deakins… todo destacadísimo) y la historia, tan dura como interesante, está muy bien contada, otra vez centrada en la dificultad de conciliar las expectativas con las servidumbres en el ámbito familiar.

Por último, las interpretaciones: Si Kate Winslet y Leo DiCaprio (primer coprotagonismo tras “Titanic”) están fantásticos, con escenas de diálogo magníficas que podrían haber sido igualmente parte de una gran obra de teatro, qué decir de Michael Shannon, al que le deberían haber dado la estatuilla de secundario y no sólo la nominación. En general, todo el elenco está a la altura, en una cinta que va ganado enteros según avanza el metraje hasta llegar a un tramo final impresionante, lleno de detalles fenomenales (el sonotone del padre de Shannon, la amargura sin palabras del amigo y vecino…). Gran film.