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Críticas de kubrick_is_alive
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
9
30 de enero de 2015
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En tierra de nadie
La autonomía de la República de Abjasia ha estado siempre en entredicho por los países que la reclaman para sí, en una disputa territorial que parece no tener fin y que se remonta al siglo XI, casi tan antigua como la que se mantiene por otra zona de conflicto tristemente célebre como es Kosovo. Los rusos la consideran independiente, y los georgianos una república autónoma que les pertenece. Y sin aparente voz ni voto, en medio de toda esta trifulca, está el pueblo estonio, que lleva dos siglos asentado en el lugar.

“Tangerines” pone sobre la mesa este conflicto poco mediatizado trasladando la trama hasta comienzos de los 90, justo cuando las milicias pro-rusas eran atacadas por el ejército georgiano. Y lo hace desde la modestia más absoluta, a través de la historia de un carpintero estonio que ayuda a su vecino con su cosecha de mandarinas antes de que la guerra les alcance.

La propuesta del cineasta de origen georgiano Zaza Urushadze podría recordar a la que Danis Tanovic nos ofreciera en la imprescindible ganadora del Oscar “En tierra de nadie”, pero convirtiendo una simple cabaña en un escenario libre de cualquier tipo de hostilidad, en una especie de escenario pacifista donde conciliar las posturas de chechenos y georgianos.

“Tangerines” se beneficia de su intimismo y cierto halo poético que no desentona en absoluto con el crudo marco en el que se desarrolla, sin caer en ningún momento en la lágrima ni el discurso facilones. Y en ningún momento centra sus miras en ningún bando, no se posiciona. Porque su discurso va más allá de cualquier bandera, religión o ideología política. Es una cinta tremendamente humanista que aboga por tratar la guerra como una pelea entre hermanos sentados a una mesa dialogando, como una lucha fratricida en la que todos somos iguales. Es, como la denomina uno de sus personajes, La guerra de los cítricos. Da igual a qué nación defienda cada bando, sólo son hombres luchando por la tierra en la que crecen las mandarinas.

Una película tan pequeña como necesaria, contada con serenidad y sin prisas pese a su reducido metraje, que consigue una potencia y un impacto en el espectador que ya quisieran para sí otros productos más grandilocuentes. Un canto contra la guerra que también se beneficia de un guión sin fisuras y de un reparto totalmente acertado, destacando a su protagonista Lembit Ulfsak, y que merece todos y cada uno de los galardones que se le ha concedido. Y los que le quede por recibir.

A favor: su halo poético, su sinceridad, serenidad, y su canto antibelicista sin sentimentalismos
En contra: que pase desapercibida para el gran público
kubrick_is_alive
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10
10 de enero de 2015
35 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en la serie de Cartoon Network “Birdman: Attoney at law”, el superhéroe creado por Hanna-Barbera malvivía como abogado de los antiguos personajes de dibujos animados de la productora, en su nuevo trabajo Alejandro González Iñárritu presenta a un actor venido a menos que sigue viviendo a la sombra del héroe alado que le brindó la fama dos décadas atrás, mientras se embarca en la odisea de adaptar una ambiciosa obra de Raymond Carver que le permita surcar los cielos del estrellato de nuevo. Aunque su director ha negado cualquier conexión con estas referencias, no deja de ser llamativo el no origen de esta película.

Lo que no puede negar es que no es casualidad el haber escogido a Michael Keaton como protagonista de su historia. En el que es el mejor papel de toda su carrera, Keaton dibuja una caricatura de sí mismo, de sus tiempos como Batman y su ascenso y caída como estrella rutilante del séptimo arte. El actor da una de las mejores interpretaciones del año y se presta al juego del cineasta mexicano, el de ofrecer lo que no vemos tras los escenarios.

Original, divertida, mágica, brutalmente ácida y arriesgada en una estructura formal que bien merece desde ya el Oscar a mejor director, montaje y fotografía, pero que también puede cansar a más de uno u obligarle a buscar posibles fallos, “Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)” es un prodigio de narrativa cinematográfica. El magnífico uso de su banda sonora, su espíritu teatral respaldado por uno de los mejores repartos del cine reciente –todos, desde Edward Norton hasta Emma Stone, pasando por Zach Galifianakis y Naomi Watts, están soberbios-, y su guión ágil y mordaz que disecciona sin miramientos por igual todo lo que sucede entre bambalinas y lo que rodea al mundo del espectáculo son otros de sus grandes aciertos.

Egos desatados, lazos familiares y conyugales por unir, compañeros de profesión difíciles, críticos que no necesitan ver una obra para hundirla… Iñárritu dispara dardos envenenados contra todo lo que se mueve por las humeantes calles de Broadway. Pero si de algo trata esta joya es del amor. Del amor confundido con la admiración, ése del que viven esos actores que se meten en la piel de superhéroes de Marvel, o esos directores embebidos en franquicias taquilleras sin fin. Todo ese éxito acabará un día, y a partir de entonces, o sigues siendo Birdman o te elevas a los cielos como una leyenda.

A favor: su arriesgada y original propuesta, y su prodigio narrativo e interpretativo
En contra: su estructura formal podría hacérsele cargante y rocambolesca a más de uno
kubrick_is_alive
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7
20 de enero de 2015
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asociar mafia con violencia es una constante en el séptimo arte. Esta asociación está grabada a pistoletazo limpio en el imaginario colectivo gracias a cineastas como Martin Scorsese, Brian de Palma o Raoul Walsh. El propio Scorsese ya nos advertía que la historia de Estados Unidos se escribió con sangre en la reivindicable “Gangs of New York”.

La nueva propuesta de J.C. Chandor se sitúa en el otro extremo de la baraja. Habla del clásico sueño americano, del inmigrante latino que cual Tony Montana persigue ganarse la vida en suelo estadounidense. Pero, al contrario que el violento personaje de “Scarface”, su búsqueda no está bañada por la sangre. Abel Morales ha sabido ganarse una reputación en el negocio de los combustibles a base de esfuerzo, huyendo de esa imagen del magnate que avasalla a sus competidores a punta de revólver. No quiere ser como su predecesor en el cargo, no quiere ser como otros compañeros del gremio, se niega a usar armas en su negocio y ni siquiera tiene un libro de contabilidad B. Abel encarna el sueño americano sin los tópicos del cine de gánsters.

En “A Most Violent Year”, Chandor habla de la violencia que salpica las calles neoyorquinas, pero sin un ápice de violencia desmedida por parte de su personaje protagonista, que vive una situación financiera crítica rodeado de un ambiente francamente hostil. Lo hace desde la aparente austeridad, pero de manera grandilocuente, ayudándose de una buena ambientación, una banda sonora que acompaña de manera perfecta a las imágenes, un guión solvente, y una realización pausada pero provista de un increíble nervio narrativo. Y, sobre todo, de una pareja protagonista sublime, Oscar Isaac y Jessica Chastain, que encarnan las dos caras de la misma moneda. Persiguen los mismos intereses, pero sus métodos son radicalmente opuestos.

Esta historia de violencia sin violencia, del empresario que lucha por no ser un gánster en tiempos difíciles, confirma a su realizador como un nombre imprescindible para el nuevo cine norteamericano. Su tercer trabajo tras las cámaras corrobora lo que ya apuntaba en sus anteriores propuestas, que Chandor es un excelente cronista del género humano, ya sea enfrentándole de manera coral a la crisis financiera, a solas contra la naturaleza, o al año más violento de la historia, y un formidable dramaturgo a la altura del mismísimo Sidney Lumet. Y sin embargo, no es ésta la mejor cinta del cineasta. “A most violent year” viene a ser la más convencional de todas sus obras. No tiene la capacidad de análisis y sorpresa de “Margin Call”, ni supone la epopeya existencial que vivía Robert Redford en “All is lost”. Es, sin más, una buena película, mucho mejor que otras que han acabado encabezando las listas de la Academia de Hollywood. Y eso ya es más que suficiente.

A favor: Jessica Chastain y Oscar Isaac, y el nervio que mantiene pese a su ritmo pausado
En contra: es la más convencional de su director
kubrick_is_alive
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3
14 de octubre de 2015
47 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
El terror siempre ha sido un género consciente de su propio carácter retrospectivo, tanto que aquellas propuestas que nos llegan con el cartel de innovadora colgando del cuello a modo de reclamo son en realidad un refrito de algo que ya hemos visto. Y aquí se incluyen algunas cintas recientemente laureadas, como “It Follows”, que en realidad suponen un soplo de aire no tan fresco como ellas creen, y acaban demostrando que el género no es más que un monstruo que se retroalimenta con el tiempo.

Lo importante, a fin de cuentas, es que el mejunje funcione, que la dosificación de ingredientes nostálgicos sea la adecuada y la cocción final del producto no se pase de tiempo. “The Final Girls” llega no con ese espíritu de innovación, pero sí que trata de erigirse como la burla del año. No al nivel de las spoof movies del trío ZAZ, pero sí al de la divertidísima “Tucker & Dale Vs Evil” y la magnífica “The Cabin in the Woods”. El juego consiste aquí en romper esa cuarta pared que separa realidad y ficción, al más puro estilo “La rosa púrpura del Cairo” –o mejor, al estilo de la injustamente denostada “El último gran héroe”-, para reírse de las constantes del slasher de los 80, con no pocas referencias a la saga “Viernes 13”, e incluso para mofarse de aquella resurrección del subgénero que supuso “Scream” en forma de geek aficionado que se sabe al dedillo cómo sobrevivir a un serial killer cinematográfico.

En algunos segmentos, el cóctel funciona moderadamente bien. Cierto plano secuencia en la cabaña, la utilización de los créditos y letreros en la trama, los decorados circulares de los que no es posible escapar… Tiene ideas resultonas, bien encaminadas, pero al film le falta más mala leche y poner toda la carne en el asador. Es una parodia del slasher muy light, excesivamente ñoña, sin demasiada sangre ni los suficientes desnudos, prevista para un espectro de audiencia más amplio que el simple fan de turno. Y ahí es donde pierde, cuando no eres capaz de ver en ella más que disimuladas y tímidas referencias al tipo de películas que pretende homenajear/parodiar. Tampoco ayuda un guión con agujeros que van desde la edad de una Malin Akerman que no da el tipo como scream queen o ese incendio forzado que da pie a la trama, ni más de un error cronológico como la inclusión del "Cherry Pie" de Warrant en pleno 1986.

Así, “The Final Girls” ni siquiera debería entusiasmar a los amantes del slasher, porque se queda en un reflejo tan deforme y naif que podría verse como un insulto al espectador más conocedor de este tipo de cine. Podrá ser entretenida, pero le falta garra. Sus diálogos ni siquiera tienen la comicidad que creen poseer. Si el objetivo era que te metieras en la película, como les ocurre a sus protagonistas, no lo han conseguido. Y menos cuando la acompaña constantemente un sentimiento Kumbayá que, más que de terror, deja la sensación de haber visto una cinta de Disney Channel.

A favor: ciertos momentos de ingenio
En contra: su espíritu naif
kubrick_is_alive
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4
19 de junio de 2015
33 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el que sigue siendo su mejor trabajo hasta la fecha, “Una historia de Brooklyn (The Squid and the Whale)”, Noah Baumbach planteaba con mordacidad, de una manera triste pero cómica a la vez, el conflicto generacional que surgía cuando dos hermanos trataban de encajar el tumultuoso divorcio de sus padres y la posterior desestructuración de la unidad familiar.

Con su nuevo trabajo, que no el último, el cineasta neoyorquino no realiza una deconstrucción generacional, sino que habla justamente de lo contrario, de la importancia de afrontar la cuarentena y con ello la relevancia de asumir tu propia edad, aunque ello conlleve la necesidad de formar una familia. Lo hace enfrentando a la pareja protagonista, interpretados por unos destacables Ben Stiller y Naomi Watts, al reflejo de lo que eran veinte años atrás, a la pareja formada por el convincente Adam Driver y la solvente Amanda Seyfried. Aunque lo hagan intercambiando los papeles. Los cuarentones viven en la sociedad de la conexión global tecnológica, mientras los veinteañeros leen libros, escuchan discos en vinilo, escriben utilizando máquinas de escribir y frecuentan esa enorme red social que es la calle.

Baumbach vuelve a utilizar los recursos habituales de su filmografía. Es decir, la espontaneidad de un guión repleto de diálogos cotidianos intercalados con pinceladas culturales, interpretados por un buen plantel de actores y una selección musical que va desde la música clásica hasta las composiciones de James Murphy. Todo ello aderezado con una puesta en escena independiente que algunos se empeñan en comparar con el cine de Woody Allen.

Sin embargo, en esta ocasión, tanto en guión como en ritmo, su propuesta no acaba de encontrar el tono adecuado entre comedia y drama, no logra una comedia agria que mantenga el interés durante los escasos noventa minutos de duración. A ratos funciona y está inspirada y a ratos aburre, especialmente en un tramo central en el que el director apuesta por mostrar el ridículo en el que acaban cayendo sus dos protagonistas por intentar seguir pareciendo jóvenes, sin llegar a arrancar nunca una sonrisa. Llega un punto en el que parece que su planteamiento ha sido ya explotado en su media hora inicial y que no sabe encarrilar la historia, estancándose tanto como el personaje de Stiller con ese documental que lleva casi una década tratando de sacar adelante sin éxito.

Sólo vuelve a remontar el vuelo en sus minutos finales, cuando se preocupa por asentar la moraleja de esta errática e irregular comedia que quizá hubiera dado mejor resultado con mucho menos metraje, incluso en formato corto. Una moraleja que constituye, eso sí, un sonoro bofetón en toda la cara. Hagas lo que hagas por ponerte al día y resultar moderno, la sociedad siempre avanzará mucho más rápido que tú. Les toca a las nuevas generaciones conquistar el nuevo mundo. Así que asume la edad que tienes y deja de hacer el ridículo.

A favor: sus actores, especialmente su pareja protagonista, y la moraleja que encierra
En contra: acaba estancándose en su propia historia
kubrick_is_alive
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