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España España · Madrid
Críticas de paki
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Críticas 203
Críticas ordenadas por utilidad
9
4 de enero de 2010
40 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
No le pongo un diez porque no es bueno revolcarse en la tristeza. Ni disfrutar tanto con ella como yo lo he hecho al ver esta película. No le pongo un diez porque me he mirado en el espejo de ese niño y me he reconocido ahí detrás. Me he recordado hace mil años cuando la niña que me miraba era pálida, fea, larguirucha, cuatroojos y sabihonda; y yo la quería linda, dulce, simpática y popular. No le he puesto un diez porque he reconocido a mi madre y mi padre y mis abuelos y mi hermana y primos y todos los seres maravillosos e inolvidables de mi infancia que nunca supe reconocer y querer en la medida que se lo merecían, que era inconmensurable. No le pongo un diez porque no me di cuenta que la imaginación eran unas gafas mal graduadas que idealizaban el mundo de los sueños, engrandeciéndolo, mientras me hacían la realidad tan pequeñita y desenfocada que nunca pude disfrutar de ella. No le pongo un diez porque, con los años, yo también me he perdido en la cordura, y no he sido capaz de mantener viva a la niña que fui: la que leía con la luz de la nevera o la linterna debajo de la manta; la que se enamoraba del vecino porque era idéntico al Ulises de vuelta a Ítaca, del dibujo marrón-azul de su libro preferido; la que cruzaba todos los días los puentes de su barrio de "entre vías" como si fuera una espía del orient express entre Estambul y París; la que iba en autobús con su madre, a visitar al médico, sintiéndose una pionera del viejo y lejano oeste; la que bailaba el lago de los cisnes en el descansillo del tercero mientras aplaudían los millones de sabanas de la casa de enfrente. Y la que escribía todo eso. Sin destino. Escribir para que nadie lo lea, solo para crearlo y recrearlo en el fondo de tu cabeza, dentro de un armario o en el fondo del mar... Lugares llenos de luz donde uno estaba a salvo y no acechaba la vulgaridad, la miseria, la rutina, la enfermedad o la locura. Ni el miedo. Lugares donde uno era libre.

Y no le pongo un diez porque, entre los sueños y la realidad, caímos en una tierra de nadie donde flotamos a la deriva, pero solos no, Léolo, yo contigo y tu conmigo. Tu te pareces a Ulises y yo soy una chica morena de finos tobillos que sabe canciones de islas blancas en medio del mar azul...
paki
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9
8 de abril de 2010
38 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto hoy en las noticias que van a cambiar los cuentos infantiles para que no sean sexistas (quieren decir machistas) y las niñas del mañana no sueñen con ser princesas que sueñan con príncipes azules que vengan a rescatarlas de madrastras, brujas, maldiciones o torres aburridísimas... No sé cómo lo harán. A lo mejor ahora serán mujeres autosuficientes, independientes, liberadas de toda servidumbre masculina y pueden aspirar a ser primeras ministras de países muy-muy-muy lejanos, empresarias de las minas de diamantes de los enanitos, diseñadoras de trajes de tules para princesas de gales ocupadas, o reinas madres solteras... Cualquier sabe. Pero a mi ya me ha pillado vieja para dormirme con otros cuentos que los tradicionales. Porque yo nunca quise ser princesa de cuento. Yo quería ser Jezabel, una princesa de cine... Una princesa muy original, es verdad, pero tan venida a más que llega a reina. Es la más. No sé si la peli la hicieron para que las "niñas" como yo, vieran a ese arquetipo de mujer deslumbradora y soñaran con ser así. Ay! que no se me enfade la ministra, que esto no es sexismo, machismo ni feminismo... son sueños, ilusiones, como quien dice: cine. Jezabel es caprichosa, claro; y se hace la tontita, o se mete en carajales donde no sabe cómo va a salir. Pero no porque sea bobita, sino porque le apetece. Por jugar. Por divertirse. Por salir del aburrimiento o de la rutina donde todos y todas están instalados, cada uno en su papel. No, ella se escribe el cuento, el guión o lo que sea, y si hay que sufrir, se sufre... pero porque ella quiere. Porque Jezabel no se cae, no: ella se tira...

Bueno, creo que en la película hay muchas otras lecturas interesantes: la agonía del estilo de vida del sur, con la esclavitud, el sistema de valores rígido y férreo de una sociedad dividida en clases de las que no es posible salir; códigos morales y éticos conservadores para defender esa sociedad que no desea ser removida a despecho de los nuevos tiempos y de la evolución vital... Es verdad, hay muchas cosas de las que hablar, pero yo sigo viendo a Bette Davis, la reina del cine, interpretando a la princesa del Sur, el eterno femenino de lo misterioso, desquiciante, mudable y seductor... Ah! y esa colección de "recortables", como nos gustaba de pequeñas: Bette metida en el miriñaque, saliendo del vestido soso de uniforme de señorita; Bette con el vestido rojo, el escote "palabra de honor que no te miento" y el colgante, estilo siglo XX, de antes de la Guerra de Secesión... Pero yo me quedo con esa mujer preciosa a su manera, llegando con su caballo medio salvaje, como ella, entrando en su casa, dando una patada al vestido y recogiéndolo al aire con la fusta... ¡Dios, qué glamour, qué personalidad y qué fuego! No me extraña que el pobre Henry Fonda estuviera acojonadillo... ¿Ve usted, señora ministra, cómo nada es cómo parece...?
paki
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8
1 de junio de 2009
33 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que la gente iba diciendo al salir del (abarrotado) cine es que les había gustado más la novela. Así que, suerte para mi, que iba completamente “virgen” de la historia, y pude disfrutarla como una cosa nueva y sorprendente. La gente susurraba y se sonreía en la oscuridad del cine, o pataleaba un poquillo cuando la historia parecía que se desviaba del libro que tanto les había gustado. Peor para ellos, pensé. Me pareció un poco que la gente dejó de disfrutar de lo que estaba viendo por recordar lo que había leído. Eso siempre un error, que te impide relajarte y disfrutar de las películas, porque en vez de espectador ingenuo y maravillado te convierte en un tenebroso censor y un crítico despiadado, que sale del cine con el ánimo bilioso y la lengua afilada despotricando de guionistas y directores, como si ellos siempre lo hubieran hecho infinitamente mejor... Una pena. Yo no. Yo disfrute horrores, haciendo mis propias cábalas y pesquisas sobre la historia; dudando sobre quién podía ser el asesino; sobresaltada con los sustos, sorprendida con Lisbeth, enamorada de Michael y rendida ante el cine sueco, que por segunda vez en un mes, me ha hecho sucumbir a sus encantos como a un Alfredo Landa en Benidorm... Qué maravilla de paisajes, qué estilazo de personajes, los buenos como los malos, qué sociedad inteligente, democrática y abierta, y qué creación de personajes tan carismáticos como los de los protagonistas. Eso me ha encantado particularmente. La trama es buena, quizás recuerda a otras películas de psicópatas con rituales y tal; pero es una auténtica película de “suspense” que consigue engancharte desde el primer momento. Tiene todo el gusto clásico de las novelas de Agatha Christie, con muchos sospechosos, historias familiares, amores, odios, envidias, rivalidades, miedo... En fin, lo mejor de lo mejor de las mejores historias de detectives... Y, ahí quería yo llegar: los detectives son fascinantes. Lisbeth te enseña los dientes nada más empezar y te parece una tía borde durante los primeros 10 segundos exactos, porque a partir de ese momento solo quieres protegerla, aplaudirla y esperar que no le pase nada (más) malo. Es un “cromo” de mujer pero cuando la miras dos veces solo recuerdas que es tremendamente inteligente y vulnerable. Hace mucho que no veía en el cine un personaje tan fascinante. Y el periodista es otro que tal: honesto, brillante, simpático y guapo de morirte... No sé... yo estoy muy contenta de no haberles conocido antes, y verles y oírles por primera vez en pantalla gigante y estéreo, para no perderme nada de ellos... Confieso que no me compré el libro por esnobismo: había veces que mi libro era el único que se desentonaba en un vagón de metro tomado por “Millenium”, y me gustaba sentirme diferente, como Lisbeth, más o menos. Pero ahora estoy conquistada y enamorada. Voy a ver si consigo esperar a la segunda parte del cine, o me voy a la librería para saber qué pasó con la chica del bidón de gasolina.
paki
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9
4 de noviembre de 2009
27 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi amigo Esteban vive a quinientos kilómetros de mi casa. Más o menos, la distancia que tiene que recorrer Alvin para reencontrarse con su hermano. Esteban y yo no estamos separados más que por esa distancia de kilómetros, porque no hay obstáculos de soberbia, egoísmo o tozudez que nos separen. Somos amigos. A mi me gustaría poder sentarme con él, habitualmente, para mirar las estrellas; o que tuviéramos un porche con una silla vacía para que el otro pudiera venir a hablar o a pasar un rato. Que pudiéramos contarnos nuestras historias pasadas y nuestros proyectos futuros. O cómo ha sido el día de hoy. Tal vez, algún día... De momento, Esteban, a falta de su compañía, que es lo que yo añoro, me hace regalos. Como esta película. Me la ha mandado, como si tal cosa, junto con su música. Todavía no le he contestado para decirle que ya la he visto. Que me ha parecido preciosa la historia de un hombre que, a fuerza de años y de vida, ha conseguido la paz consigo mismo y con los demás. Y ha aprendido a perdonarse y a comprender. A escuchar y a ayudar. A separar el grano de la paja. Y sin más herramientas que una voluntad capaz de mover un cacharro inverosímil a través de un camino imposible. Y llegar.

Tengo ganas de verte, Esteban. Tengo una vieja silla y un cacho cielo para que nos pongamos debajo... Tenía muchas más cosas pero las he ido perdiendo, o tirando, por el camino. Ya soy poco más que ésta que ves. Una persona que te quiere. Nada más...
paki
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8
24 de abril de 2009
37 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dedico esta crítica a mi mamá: primero, porque la ví con ella, y segundo, porque la quiero mucho. La echaron una noche por la tele, hace mil años, y mi madre y yo nos quedamos a sufrir juntas, seguramente con una tableta de chocolate para pasar el mal trago. Mi padre se fue a la cama porque decía que, para pasarlo mal, prefería oír a José María García hablando de su equipo en el partido del domingo... Los hombres no entienden ciertas cosas, porque nosotras, con el corazón “oprimío” y todo, ¡que "bien" lo pasamos con esta peli! ¡Cómo nos sentimos de identificadas con ella: una madre y una hija luchando por sobrevivir y por hacer que la otra sufriera menos que una!

Yo veía a Sofía y veía a mi madre. Y eso que mi madre es mucho más guapa que ella (yo no, yo me parezco bastante a la Loren) Porque mira que Sofía es arte puro, y carne y pasión. Y verdad. Que guapísima estaba desgarrada, o enfadada, o violada, o pobre, o enamorada sin remedio y sin medida... Que belleza y que fuego de mujer, sólo la veías a ella (o, como mucho, a su escote) cuando estaba en una pantalla. Ni Marcello ni nadie, solo ella... Pues en esta película, cuando ella quería, porque ella manda, solo veías una MADRE. A lo bestia. Con mayúsculas.

Y ¡qué grande es el cine! ¡y qué buenos ratos! Y cuánta nostalgia de algunas películas y momentos! Solo por compartirlo con la gente que amas, ya merece la pena el invento...
paki
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