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España España · Jerez de la Frontera
Críticas de Manu Gutiérrez
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de marzo de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Sentirse culpable de ser uno mismo?

Hay veces en que te puedes llegar a sentir mal por ser gris, por contemplar infinitas perspectivas. La moneda ya no tiene dos caras, se torna icosaedro.

Melancolía es una oda a la bipolaridad que aparece como síntoma inequívoco de esa eterna duda existencial. Cuando contemplas como toda la sociedad se deleita con las mieles de lo frívolo y mundano, hasta el punto de envenenar el huerto que contiene las emociones más puras que podemos cultivar.

De cuando en cuando necesitas anestesiarte, acudir al Prozac de síntesis propia, y ver la vida de color rosa. Es entonces cuando Kirsten Dunst sonríe. Cuando come tarta. ¡Qué dulce!

Y como le ha ocurrido muchas más veces, ya no quiere ser falsa, no le basta con engañarse. Ya es mayorcita y deja que las emociones no sólo fluyan por su interior, sino que les permite materializarse en forma de comportamientos aleatorios. Entonces llega la noche, la influencia de Melancolía. De su campo magnético, cuyo flujo de iones que perturba nuestra atmósfera mientras tanto la suya como la nuestra copulan, imbuye la piel de Justine.

Y necesitas fotogramas de demencia que depositen trazas de sal sobre la miel anteriormente procurada.

Y se acerca el fin del mundo, y entonces descubres que no había por qué sentirse culpable. No haces daño a los demás porque no les utilizas, te limitas a ser sincero contigo mismo.

No sufres porque no esperas nada de la vida. "A veces es fácil ser yo." Te limitas a vivirla.

A vivir la vida hasta tal punto que puede llegar a anularte, a hacer que un simple baño se convierta en toda una odisea. Pero en el fondo estás más vivo que nadie. Porque estás sufriendo la desgracia de vivir, que es el mejor regalo que existe.

Sólo tú mismo puedes procurártelo.
Manu Gutiérrez
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8
13 de diciembre de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buscaba una película fresca, y pienso que no me equivoqué. Los planos de Barcelona saben enmarcar la historia en un tono suave y mediterráneo, perfecto para el no tan sutil arco argumental. Porque es una película de sentimientos, y el espectro de los mismos va de un extremo a otro. Pasa, eso sí, por varios "saltos cuánticos", personajes que se ubican en un punto dentro de esa transición.

Tenemos a un (más o menos) equilibrado Javier Bardem, con un punto bohemio muy sugerente y una elocuencia atractiva durante toda la película. Tenemos a Vicky, que es una mujer a priori convencional y que se desarrolla de una forma muy natural, a través de una fenomenal interpretación de la actriz que le da vida. Y es que un personaje comedido es a veces más difícil de plasmar que uno más pasional. Vemos además a una genial Scarlett Johansson, quien interpreta a Cristina, una chica que se deja llevar por la vida en un continuo vaivén del que no sabe bien cómo desprenderse. Sabe lo que no quiere, pero no lo que desea. Ella es así. Por último, el aporte latino de pasión flamígera de la mano de Penélope Cruz, en una actuación más que creíble y que le da esa garra, esa vibración sin la que la película tal vez no tendría ni tanta gracia, ni tanto carácter.

Lo único que no acaba de convencerme es esa Barcelona turística tan perfecta que se expone, ese abuso de vinos, ese entorno perfecto que no cuadra con personajes tan bien hechos, pese a que en líneas generales es un bonito encuadre como expuse al comienzo.

Un film que explora la conducta humana a raíz de sentimientos, o más bien, de genética. Porque nos hace ver que las personas podemos segmentarnos en grupos distintos bien diferenciados de los que nos puede costar toda una vida escapar. Porque tal vez, sencillamente, nacimos así, o porque nos hemos ido gestando así durante toda una revolución hormonal adolescente, y luego es tarde para remediarlo.

Los fieles, los liberales, los contenidos, los fulminantes, los bohemios, los cuadriculados. Para todos, Vicky Cristina Barcelona, esa película agradable, que invita a la reflexión sobre la vida y sobre uno mismo, sobre qué lugar ocuparíamos cada uno de nosotros tanto en ella como en la obra de Allen.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manu Gutiérrez
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7
3 de diciembre de 2012
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Una película de clima tropical. El propio desarrollo de guión, acontecimientos y personajes me resulta como la atmósfera manida de bajas latitudes. Denso, casi tangible; tórrido.

Está claro que el film de Coppola presenta una fotografía inmensa como ella sola. Parajes que quitan el aliento, sabiendo aprovechar los encantos de la orografía y vegetación de la Indochina más salvaje. Escenas que se graban a fuego en la memoria; esas palmeras cuya retaguardia es un cielo incendiado por el napalm, o el reducto camboyano del coronel Kurtz, rezumando arquitectura y misticismo Khmer, un pedacito de onirismo y exotismo orientales colocado como una joya delicada entre tanta suciedad moral.

Y la moral es, tal vez, el eje del mensaje que desea transmitir la cinta. El título de la crítica bebe de esa visión de las dos caras de la moneda que ambos protagonistas -nuestro soldado y el coronel que ha perdido el juicio- bien conocen. Uno de los mayores logros de esta obra es transmitirnos la empatía hacia las mentes dubitativas, de neuronas deshilachadas por el esfuerzo de tratar de comprender al ser humano arrojando luz sobre sus mentiras. Y también de inocularnos cierto asco hacia la mentalidad hedonista del grueso del ejército yankee.

La última media hora de metraje me resulta exquisita. No solo la ya citada fotografía alcanza su punto álgido -dentro de una grandiosidad como norma- sino que la filosofía se adueña de la pantalla y de la narración con un genial Marlon Brando. Lo reconozco, no soy alguien ducho en cine, y menos en subgénero bélico, por lo que ha sido esta parte final la que me ha cautivado. No obstante, el resto de la película se me hace muy farragosa y pasa demasiado tiempo contando demasiado poco -a mi parecer-. Eso me provoca algo de pena puesto que, de haberse mantenido en la frecuencia final, para mí habría sido redonda.

Me quedo con los paisajes, con el aura vietnamita que tanto se permite, con el componente autocrítico americano, con la carga del diálogo -arma de doble filo durante toda la película- y con Kurtz y su visión tan compleja de la realidad, ya enferma de no poder cotejar tantos datos para traducirlos de manera razonable. Y es que si bien no noto -salvo en el protagonista, y es indiscutible- demasiada evolución en los personajes, si que me ha llegado la forma en la que han cambiado. No el proceso, sí el resultado. Y es bastante inquietante e invita a la reflexión.
Manu Gutiérrez
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7
27 de octubre de 2013
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soy una persona muy orgánica a la hora de valorar el cine. No me paro demasiado en las florituras con que nos pueda deleitar el guión ni tampoco soy muy partidario del ámbito de lo "chulesco". Partiendo de ahí, y de lo poco afianzado que está el género negro en mí, he de decir que esta película no me ha transmitido demasiado. Creo que cada uno debe valorar a una película por lo que le hace sentir; eso por encima de todo.

"Muerte entre las flores" me ha entretenido. Me parece que posee un guión muy elaborado, -pese a descansar sus cimientos en un, a mi ver, excesivo control de la situación y deducción de la actitud posterior que tomarán los personajes por parte de Tom (Gabriel Byrne), a quien todo le sale redondo, por lo que la trama adolece de ciertas soluciones para salir del paso-.

Lo malo de la escrupulosa arquitectura de dicho guión, es que resta peso en el metraje a mostrar la evolución psíquica de los protagonistas, lo que nos lleva a un final, en mi opinión, un tanto forzado (1) y (2). (Esta parte la desarrollaré en la sección Spoiler)

Las actuaciones son algo frías -en relación con el párrafo previo-, sin que lleguen a calar las inquietudes y pretensiones de cada personaje. Creo que debido a esto, al abuso de lo racional y calculado, la escena en el bosque, no llegó a emocionarme del todo -si bien el uso de la canción y el entorno paisajístico eran buenos-, ni los encuentros con Verna (Marcia Gay Harden).

No obstante, he de decir que el ritmo de la película me ha parecido muy correcto; en ningún momento se hace pesada. Además,la estética es digna de mención y, como mayor punto positivo, me quedo sin duda con el asalto a la casa de Leo (Albert Finney), una de las mejores orquestas visuales que he disfrutado en una película.

Otra de sus virtudes son los diálogos; me han parecido densos, bellos y muy disfrutables, y palian en cierto grado esa parte en la que considero que este film tambalea, que es precisamente "lo que no se dice".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Manu Gutiérrez
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