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España España · Baltimore
Críticas de ndpru
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de abril de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Hola, soy Michelle Pfeiffer y estoy tan enfadada desde que me quitaron el papel de Gatobus en "Mi vecino Totoro" que he decidido hacerle la vida imposible a mi hija, que encima la tía tiene la poca vergüenza de llevarse bien con una de las actrices más odiosas de Hollywood (ni me mires Renée Zellweger o me meto en tu mente otra vez). Se va a enterar la niña: la voy a pasear por casas de acogida de medio país para que sepa que aquí mando yo y, de paso, me voy a llevar la película de calle."

Vamos a ver, "La flor del mal" es un telefilm pretencioso con estética de cine independiente. ¿Cuál es su gran ventaja? Pues que Michelle Pfeiffer levanta la película cada vez que abre la boca, pero si no fuera por sus frases lapidarias y por una más que correcta Alison Lohman (a pesar de las peluquitas) la película no pasaría de ser el típico producto de sobremesa.

Así que gracias Michelle por sentenciar cada vez que hablas. Gracias por esa cara de gato que Dios te dio y tu cirujano te ayudó a estropear (aunque en "La flor del mal" estás muy guapa). Gracias por hacer "Grease 2" y seguir saliendo a la calle con la cabeza bien alta. Y gracias por hacerme disfrutar tanto de tu maldad en esta película. Soy incapaz de hacer zapping cuando veo que se emite "La flor del mal". Sin duda, uno de mis guilty pleasure favoritos.
ndpru
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6
2 de abril de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A) Voy fumada

Soy Garfield. Vivo con un tío super raro y canto La Internacional cuando salgo a la calle. Le bailo a los vados, reverencio a la Virgen de Montserrat y le hablo a la foto de John Waters que llevo en el monedero. Anna Faris ha hecho la película de mi vida, ojalá fuéramos amigas y habláramos incoherentemente de actrices afrancesadas hasta las seis de la mañana.

Z) No voy fumada

He sido Garfield, Pasolini y la Virgen de Montserrat en una misma noche. ¿A qué huele Baltimore? Anna Faris solía ser mi compañera de fechorías, aunque últimamente nos hemos distanciado un poco por su reciente maternidad. Un día de estos tengo que llamarla.

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¿Puntuar la película con un 10? ¿Un 8? ¿Un 6? ¿Es necesario verla bajo los efectos de las drogas? ¿Es necesario haberse drogado alguna vez para entenderla? Todas estas preguntas vienen a mí a la hora de hablar de "Smiley Face" y probablemente la respuesta a todas ellas sea SÍ.

Gregg Araki no pretende ser el Stendhal de los porretas, simplemente es un gamberro que hace el cine que le da la gana. La película es divertidísima y cuenta con la enorme Anna Faris haciendo de las suyas durante casi 90 minutos (lo de esta mujer de verdad que no es normal). Magnífica si no fuera por el cabreo que me llevé con Araki al final de la película (en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ndpru
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10
15 de diciembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La vida de Adèle" es una película tan necesaria como real. No por la trama homosexual, que al final resulta puramente anecdótica, sino por la honestidad con la que nos presenta esa necesidad de amar inherente al ser humano. Es la vida de Adèle y es la nuestra, la de aquellos que hemos querido y nos hemos perdido en sensaciones que no entendíamos; que hemos tenido miedo de sentir pero que nos hemos rendido ante la necesidad de hacerlo.

Hay tanto de verdad en ese -mucho más poético- "no es por ti, es por mí" que experimenta Adèle en su primera relación con un chico, que casi parece un espejo de lo que muchas veces nos ha tocado vivir. Adèle vive tan intensamente, y a la vez le faltan tantas cosas, que cuando no siente es tan difícil juzgarla como difícil es no ponerse en su lugar. Kechiche no censura los errores de su protagonista ni los edulcora, igual que no embellece las escenas más costumbristas de la película porque no hay nada más real que nuestra propia vulgaridad. Tampoco nos cuenta lo que sucede entre elipsis porque, al acabar conociendo las consecuencias de lo que no se muestra, inevitablemente lo imaginamos.

Con el paso de los años Adèle se equivoca tanto que al final tendrá que cargar con la búsqueda de una redención que se convertirá en su propia penitencia. Sufrimos con ella porque hemos estado en el mismo lugar y hemos tenido la misma herida abierta. Sabemos que el arrepentimiento dura toda la vida, como ese primer amor marcado a fuego que no se olvida porque nunca se ha querido con tanta libertad y vehemencia. La libertad para aprenderlo todo, que permite probar cosas nuevas y follar a escondidas entre carcajadas; que origina esos primeros celos y esa capacidad para sentirse infinito. Y cuando se pierde, no hay castigo más cruel que los recuerdos de nuestra propia intimidad.

Pero, más allá del guión, todo el mérito es de una Adèle Exarchopoulos capaz de aguantar larguísimos primeros planos ofreciendo la mirada más sincera de los últimos años. Ella es la Adèle despeinada que busca, que llora, que come, que se arrepiente, que suplica, que folla con tanta pasión que no puede reprimir las lágrimas. La Adèle pragmática que miente, que se contradice, la que se manifiesta contra los recortes y la que sólo quiere ser amada. Imposible discernir si la Adèle actriz ha estado alguna vez presente a lo largo de la historia o se ha abandonado a ese personaje universal con el que Kechiche nos ha pegado una patada en el estómago.

Al final, tres horas que se hacen cortas porque en ellas pasan la vida de Adèle y nuestros recuerdos, ahora más plenos desde que hay otra historia más a la que podemos llamar nuestra. Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux han llegado, han dado un golpe en la mesa y se han unido a ese club de élite de actores que han dignificado el amor que se mira en la gente corriente. Esos amores modernos que nos han dejado Ethan Hawke, Julie Delpy, Felicity Jones, Anton Yelchin, Ryan Gosling, Michelle Williams, Heath Ledger, Jake Gyllehaal, Tom Cullen y Chris New. A todos ellos, GRACIAS.
ndpru
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1
16 de marzo de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un mes en que la cartelera española traía cosas como "Gravity", "La vida de Adèle" o "Prisioneros", va el programador de turno y decide emitir "House of Versace". Y, aunque Sandra Bullock con peluca y escafandra era tentador, yo sólo podía darle prioridad al clan de diseñadores italianos. Qué queréis, a mí me dices "Telefilm + Lifetime + Donatella Versace + Gina Gershon desmayándose como Pepa Pajares" y se me hace el toto agua.

Así que de esta guisa estaba yo en octubre, ignorando los grandes estrenos cinematográficos de 2013 y llamando a mis amigos para disfrutar todos juntos del evento trash del año. Y estaba convencida de que me iba a gustar, pero a pesar de los desmayos, las pelucas de nylon y de una Gina Gershon pasadísima de rosca; descubrí que "House of Versace" no se salva ni por trash. Sin embargo, como soy benevolente, voy a enumerar todo lo que me fascina de este pedazo de mierda:

1. Ser consciente de que a Gina Gershon SE LA SUDA. Ella sabe que esto es infumable pero le da igual y, por supuesto, a mí también: a la Gershon se le perdona todo.

2. El desmayo de Doña Donatella a cámara lenta. Sólo faltaba Patricia Gaztañaga pidiendo un médico a gritos. (¡Un beso, Patricia!)

3. La presencia de Raquel Welch como tía Lucia. Una lástima que la otrora burbuja Freixenet no prestara su amplio catálogo de pelucas al film. El Product Placement nunca está de más, Raquel, y tú has desaprovechado una oportunidad de oro.

4. El acento italo-politoxicómano de Gina Gershon. Poca gente tiene peor inglés que Donatella Versace y, si a eso le sumas unos dientes tamaño carroza rociera y un tabique nasal consumido por lo que otras llamarían "diabetes", tienes mensajes aquí y allá más difíciles de descifrar que la mente de Shonda Rhimes. De todos modos, la Gershon acaba conteniéndose, no vaya a ser que alguien de Tennessee se pierda en alguna de las conversaciones de gran calado filosófico entre Donatella y el mundo.

5. Donatella y Allegra haciéndose las afectadas frente a las imágenes del funeral de Lady Di. Fuck you, Camilla Parker Bowles, Princesa de Gales sólo hay una.

6. Descubrir, buceando entre entrevistas promocionales del film, que Gina Gershon escribió "In search of Cleo: How I found My Pussy and Lost My Mind" (ARTEEE de título), un libro sobre la pérdida y posterior búsqueda de su gata Cleo. Compra obligada para todos los amantes de la cultura basura, menopáusicas intrépidas y adoradores gatunos.

7. Por último, el despliegue de gifs que genera la película. Tumblr vive para estos estrenos.

De cualquier modo, resulta una oportunidad muy mal aprovechada para contarnos la obra y milagros de una de las sagas familiares más fascinantes desde los Pantoja. Con este material y con Lifetime detrás -haciendo trash de manera involuntaria desde tiempos inmemoriales- podría haber sido una caricatura divertida, pero se toma la historia demasiado en serio. Como consuelo, os propongo jugar al "Un, dos, tres" analizando las delicadas facciones de nuestra querida Donatella. Empezamos:

Por 25 pesetas, dígannos aquellas especies humanas involucionadas que habitan en el rostro de la Donatella Versace real, como por ejemplo, "homo ergaster"; un, dos, tres... responda otra vez.
ndpru
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7
27 de febrero de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os voy a contar una historia titulada "South of Nowhere vuelve a la gente gay" y, como está basada en hechos reales y no me va a caber entera, os revelo ya el final: la niña es bollera y la madre una pesada. Los nombres, lugares y fechas han sido alterados para preservar el anonimato de las susodichas. Así que conozcamos a Eunice y Rose Mary, madre e hija residentes en Forth Worth, Texas. Rose Mary tiene 16 años y cada viernes sintoniza "South of Nowhere" en su televisor. Eunice tiene 45 y básicamente se dedica a tocar los huevos en el Walmart más cercano cada martes a las 11.30 AM. Luego ya hablaremos de la serie.


"SOUTH OF NOWHERE VUELVE A LA GENTE GAY"

- Cariño, esto que ves... ¿Cómo se llama?
- "South of Nowhere"
- Mmmm... ¿Y esta chica?, la de la falda. Bueno, digo falda por llamarle algo más que trapo de cocina, porque una falda es lo que te llega al menos a la rodilla. Bueno, esta chica... ¿Qué está haciendo?
- Está en un bar.
- Eso ya lo veo. Pero la conversación... Spencer es nombre de hombre. ¿Por qué parece que hable de una chica?
- A decir verdad, es un nombre unisex, mamá. Y se está refiriendo a una amiga.
- ¿Qué tipo de amiga? Parece conflictiva.
- Del tipo de las que te foll... De las que te enamoras.
- ¿Enamorarse? Eso es una tontería.
- Mira la serie, mamá. Es bonita. Verás, sale esta chica, Spencer, que tiene un hermano negro que es adoptado, y se trasladan a Los Angeles y conoce a esta que dices tú de la falda. Y le entran dudas. La serie refleja problemas reales.
- ¿Dudas de qué tipo?
- Pues cree que le gustan las chicas.
- Eso no está bien.
- A mí también me pasa.
- Apaga la tele y no sigas con eso o acabarás en el infierno rodeada de sodomitas.


VISTA CON PERSPECTIVA

¿A qué venía la historia de Eunice y Rose Mary? Fácil. Hay que contextualizar la serie para poder valorarla.

“South of Nowhere” se emitía en The N, cadena de televisión asociada a Nickelodeon, y fue pionera en algo que de momento no se ha vuelto a repetir en ninguna serie adolescente estadounidense: utilizar la homosexualidad como hilo conductor de la historia.

Muchas series adolescentes han introducido personajes secundarios homosexuales a nivel casi testimonial, pero en "South of Nowhere" la sexualidad y su desarrollo fue siempre la trama principal. Y, aunque se emitió en 2006, ese fue el acierto pero también el problema. Muchísimos adolescentes se engancharon a la serie porque no utilizaba la homosexualidad como arco argumental de dos o tres capítulos, sino porque intentaba reflejar el "qué soy y hacia dónde voy" por el que muchos de ellos estaban pasando.

Pero, en contra de lo que pretendían mostrar actores y guionistas, la serie se vio acotada a lo que la cadena pensaba que era suficientemente moderado como para poder emitirse, y obligó a los creadores a rebajar el tono para evitar el boicot de cientos de padres que acusaban a “South of Nowhere” de convertir a sus hijos en gays (nota: volveremos a esto en el desenlace de la historia de Eunice y Rose Mary). Hasta que, después de marear bastante la perdiz, The N canceló la serie a pesar a ser lo más visto del canal y de haber obtenido varias nominaciones a los GLAAD y Teen Choice Awards. Tiempo después, intentaron resucitar la serie mandando un pseudo piloto a MTV que situaba la historia algunos años después del final de la tercera temporada y permitía a los protagonistas algo tan insólito como pronunciar la palabra "fuck". No funcionó, pero podéis verlo en Youtube si buscáis "South of Nowhere: Redemption".

Y, ahora sí, paso a comentarla.

“South of Nowhere", aunque a ratos adopta un tono de culebrón de Telemundo innecesario, es un proyecto repleto de buenas intenciones. Así que teniendo en cuenta que es una serie muy low cost plagada de errores argumentales y técnicos, me voy a centrar en la parte positiva porque es, probablemente, la serie que muchos quisieran haber visto en su adolescencia.

La primera temporada es todo lo que debería ser una serie así. Con un estilo bastante guerrilla (parecido a "Friday Night Lights" pero en cutre), se acerca más a lo que en realidad viven los adolescentes que el 99% de producciones que están en el cielo de las series teen (un saludo "One Tree Hill" y "Sensación de vivir").

Partiendo del traslado de una familia de Ohio a Los Angeles, muestra a personajes con dudas y miedos en relación a amistad, sexo y raza. Y lo hace bien: con respeto, inteligencia y humor. Hay personajes a los que agradeces poder odiar y otros a los que te llevarías a casa para taparlos con una mantita. Las protagonistas tienen una química apabullante y lo que empieza con un planteamiento inicial que podría resultar convencional, se convierte en una historia preciosa. Son personajes que intentan encajar a medida que se encuentran a sí mismos en el proceso; lo que, a fin de cuentas, resume la adolescencia como periodo.

Es esa magnífica primera temporada la que recuerdo con especial cariño y por la que no le pongo mala nota a la serie. La segunda y la tercera ya son otro cantar: tienen algún buen momento, pero se pierde el espíritu que marcó el tono inicial de la serie justamente por ese miedo de la cadena a dar un paso adelante. La serie se vuelve típica, inverosímil, ñoña y rocambolesca, llegando a superar en más de una ocasión el nivel de vergüenza ajena que mi mente es capaz de soportar. Si estás en esa edad quizás te importe menos, sino prepárate para cerrar los ojos muy fuerte y esperar a que la cosa pase rápido.

Y, como sucede en cualquier serie adolescente, sus protagonistas van a ser estos personajes de por vida. Gabrielle Christian y Mandy Musgrave van a estar más encasilladas como Spencer y Ashley que James Van Der Beek como Dawson, ¿pero a quién le importa? Fueron una de las parejas más adorables de la televisión, y supongo que con eso basta.

Para terminar, el desenlace de la historia de Eunice y Rose Mary (en spoiler). Por supuesto, basada en hechos super reales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ndpru
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