Quiero agradecer a la filmoteca valenciana la posibilidad de recuperar una película como ésta: un magnífico ejemplo de cine negro (en color) de los años 70. La trama: un ex convicto se ve en la necesidad de enfrentarse a la mafia para vengar la muerte de su hermano, junto al que había atracado un banco ignorando que estaba bajo el control de una siniestra organización.
Actores estupendos, una banda sonora cuidadísima, un desarrollo pautado, clásico, contenido. Totalmente recomendable para los amantes del cine negro. Tres hurras por Flynnn (que es el guionista y director).

Buenos actores y una trama que hubiera dado más de sí en manos más hábiles. En nada comparable a las películas de Hitchcock, ni siquiera a las charadas y arabescos de Stanley Donen. Una película entretenida, sin más, con poca gracia y anticuada, para ver en dos sesiones nocturnas, después de fregar los platos y antes de irnos a dormir. Un Edward G. Robinson haciendo doblete (lo mejor del filme), una Elke Sommer disfrazada de Barbie y un simpático caradura (Newman) a quien no imaginamos ni por asomo recibiendo el premio Nobel.

Hay una zona oscura en mi alma que, si me descuido, me arrastra hacia productos como éste. A veces me dejo llevar por el fango y prefiero ser un cerdo satisfecho que un Sócrates insatisfecho. Lo malo es que a veces el fango tampoco me colma. Ni me colma ni me calma. Aggggg. Debo acabar esta crítica, me estoy cagando. Brevemente: Torrente cuatro es todavía peor que aquella otra de los payasos y la trompeta, ¡que ya es decir!. ¡Menudo negocio se están montando los amiguetes! Un par de chistes aprovechables y a poner el cazo. En fin, un fenómeno sociológico. Ciao, me voy a cagar.

Hemos pasado una muy buena tarde sin apenas entender nada. Atender sin entender. Ésta es la clave. Y atiendes porque la cosa lo vale: hay acción, chico y chica guapos, tensión, peligro y una explicación para listos. Incluso sale un (¿científico?) cojo y negro que sabe lo que significa el código fuente, y además lo explica. Total una simple cuestión de paraboloides cuánticos. Ahí es nada. Pero nos lo creemos, que para eso nos gusta la ciencia ficción y el cine, en general.

Cuando se revisitan películas y repites aquellas que en su momento te impactaron, es inevitable juzgarlas desde una nueva perpectiva. Ahora puedes dejar de lado el asunto central (que otros comentaristas ya destacan y lo hacen muy bien), y fijarte en aspectos que pudieran pasar desapercibidos. En esta ocasión, quizá por razones de edad o por afinidad moral, mi interés se ha centrado en el personaje del padre de familia, un señor mayor y anticuado al que todos llaman "capitán". Y lo dicen en serio, a pesar de que nadie le hace caso y que sus esfuerzos por imponerse son vanos. Dotado de un gran afecto por su familia, y dotado también de un extraordinario sentido común, es incapaz de mantener su criterio frente al del resto. Está en manos de su hija (sordomuda y ciega), de su mujer, y de la maestra de su hija, una autoritaria Anne Bancroft. Creo que hasta los sirvientes de la casa lo tienen bien calado: es un buenazo al albur de las circunstancias. Chilla, se enfurece, amenaza,... y cede. Como buen escéptico, o como cualquier padre de familia razonable. El filme es magnífico, vale la pena revisarlo.