Bien por Polanski en intentar llevar a buen puerto una obra tan dura, tan difícil. Bien por crear ese clima espeso y potente aunque esto ya es una "especialidad de la casa" para el director polaco. Bien los tres protagonistas por poner toda su enjundia y su bagaje técnico en la interpretación de esos personajes. Todo bien, la película nos mantiene atrapados y su final nos deja reflexionando. Aunque eso sí, hay que decir que estos temas lamentablemente tan latinoamericanos como la dictadura, la impunidad, el horror de la tortura y el atropello a los derechos humanos, suenan -pese a todo el esfuerzo y las buenas intenciones- tan artificiales en manos anglosajonas como esos "uobeugto mihuanda" que escuchan nuestros oídos latinos. Qué vamos a hacerle..

Despues de su excelente opera prima "Le goût des autres", Agnes Jaoui no ha vuelto a levantar cabeza. Es de lamentar, ya que se ven en esta directora condiciones interesantes y buen pulso para pintar caracteres y personajes, pero indudablemente sus últimas historias están debiluchas en interés y potencia dramática. Siempre es bueno lo de Jean Pierre Bacri, y correcto lo del resto del elenco -también la actuación de la propia realizadora- pero pareciera que salvo la obra ya nombrada, sus películas se reducen solamente a caracterizar con consistencia y buen gusto, pero sin dar luego vuelo e hilación a una trama interesante. Seguiremos esperando.

Hablando de curiosos casos, hay un subgénero cinematográfico típicamente yanqui: ejemplos: Forrest Gump, Tomates Verdes Fritos, mas recientemente La Vida Secreta de las Abejas; subgénero éste en el que los personajes todos (cuando digo todos digo TODOS), aún con sus miserias, son buena gente, y tooodos ellos son capaces de dejarnos una enseñanza, una flor de sabiduría envuelta en la más simple de las situaciones, un colibrí en alta mar. Perdonen la cursilería, pero justamente eso es Benjamin Button. Una plúmbea y cursi historia de amor plagada de momentos empalagosos y donde buena parte de sus 165 minutos consisten en preparar, presentar y enmarcar el gran momento gran en que el carilindo Brad Pitt va a poner su mejor mirada para la clientela -chicas y chicos- que lo espera con la mayor expectativa. Y esto no va en desmedro del actor, que no es malo, sino de la película en sí misma, que es un verdadero bodriecillo. No me explico qué vio la crítica seria en este producto.

Algunos comentarios extra:
Qué pena que Cate Blanchett esté mezclada en este asunto.
Qué insoportable que es la vocecita de la moribunda Daisy.
¿Qué pito toca Tilda Swinton? Al menos habrá cobrado un buen cachet..
¿Era necesario poner el despegue de un cohete de la NASA mientras la narración cuenta que efectivamente navegaban por esos cabos en Miami? ¿Era imprescindible mostrar en TV a Los Beatles? ¿No podían ahorrase alguna obviedad?
Lo del colibrí lo dejo pasar.. cubrámoslo con un piadoso manto.

La película es un fresco, una pintura de la Roma del nuevo siglo. Es despareja, tiene momentos muy logrados, y momentos pobres. Está muy lejos de las grandes películas de Ettore Scola, como La Familia, La Cena, Un día muy particular.. Pero hay que detenerse, frenar el mundo unos minutos y sentarse a paladear uno de esos momentos mágicos que regala el buen cine: la escena del hijo con su padre en el restaurante.. Imperdible. Para reír y lagrimear. Esa sola escena vale por varias películas. Un lujo.

Hermosísima película que trata impiadosamente una historia de amor que dejará marcas imborrables en sus protagonistas. No esperen perdón, reconciliación, encuentro entre víctimas y victimarios porque esta es una historia cruda y terrible que no admite esas licencias. Culpas íntimas y personales dentro de la gran culpa nacional de una sociedad como la alemana que todavía se pregunta el por qué de lo sucedido. Y en medio de esta narración, algunos pocos oasis refrescantes: el amor de dos almas necesitadas, ese pequeño coro en la iglesia, el reencuentro años después a través de las mil lecturas. Pequeñas grageas de ternura para atemperar el dolor y la frustración. Extraordinaria actuación de Kate Winslet, justamente reconocida con un Oscar, pero no se queda atrás Ralph Fiennes, cargando todo el dolor y el peso de aquel amor inicial que sólo supo de un devenir desgraciado al correr de los años y al arribo a la madurez. Una película dura pero imprescindible y llena de humanidad.