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España España · Barcelona
Críticas de Rómulo
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Críticas 355
Críticas ordenadas por utilidad
7
24 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Handia

El mismo equipo vasco que produjo la espléndida "Loreak" (Flores) -hace ahora cuatro años y que yo reseñé aquí en su día-, estrena ahora otra estupenda película totalmente hablada en vasco. Como en una sinfonía a dos manos, Jon Garaño y Aitor Arregui dirigen admirablemente esta hermosa cinta sin una sola nota discordante, con la seguridad que proporciona un pentagrama bien compuesto y mejor memorizado
"Handia" relata una historia basada en hechos verídicos. Transcurre durante la primera guerra carlista. En un humilde caserío perdido entre las montañas del municipio de Altxo, en la provincia de Guipuzcoa, se dará un hecho asombroso que luego cobrará fama mucho más allá de las estrechas fronteras que limitan la región vasca, en una época en la que ciertos fenómenos no tenían aún explicación científica. Con estos mimbres Garaño y Arregui confeccionan un relato que se mueve entre la realidad y la leyenda sin que sepamos nunca cual de las dos prevalece sobre la otra.
Algo así como una atmósfera de cuento infantil envuelve la totalidad de este testimonio y una atmósfera de sagrada y misteriosa liturgia sobrevuela en el espíritu de cada secuencia; es sutil y admirable la fotografía que capta con precisión el rigor de aquellos parajes; el aullido de los lobos invisibles tras una bruma que lo difumina todo, confiere al paisaje la desapacible impresión de un fantasmagórico y mágico escenario; sobrevivir sumergidos en la nieve, la lluvia, la humedad y el frío requiere de una vitalidad sobrehumana y mucho más si la miseria limita las posibilidades de resistencia de una familia confinada a la soledad de ese mundo hostil.
"Handia" es una película bellísima, emotiva, honesta pero también desgarradora y triste. Escarba dolorosamente en las raíces familiares y la vida rural de un pueblo aislado durante siglos. La apremiante necesidad que conlleva la pobreza despertará en ellos la ambición, la codicia del dinero y el protagonismo que proporciona la fama casi siempre efímera.
La intervención de dos magníficos jóvenes actores como Joseba Usabiaga y Eneko Sagardoy en los papeles protagonistas, perfectamente arropados por el resto del elenco, aportan intensidad y veracidad a la narración. Una ambientación acertadísima así como el vestuario y un dibujo muy bien perfilado de sus personajes contribuyen eficazmente a redondear un trabajo que merece calificación de notable.
Termino de verla y no puedo evitar una sonrisa de satisfacción y esperanza al pensar que, de cuando en cuando, también crecen "loreak" en este secarral que cubre una buena parte de nuestro territorio cinematográfico español. Plazemak gara, nire irakurle maiteak.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7
12 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tierra de Dios

No sé gran cosa de Francis Lee. Tan solo que nació en una humilde granja en el lado Oeste del condado de Yorkshire en Inglaterra, que durante años trabajó como actor de teatro, cine y televisión y que antes de rodar "Tierra de Dios", realizó apenas tres cortos que fueron muy bien acogidos por la crítica. De forma que estamos ante la "opera prima" de un joven director que además asume la autoría del guion.
Y sorprende gratamente descubrir que con tan escaso bagaje profesional sobre sus espaldas haya sido capaz de realizar esta pequeño milagro cinematográfico. Lee nos sitúa -conoce de lo que habla si tenemos en consideración sus orígenes- en un entorno rural de algún lugar de Escocia donde la dureza del clima y la resequedad de la tierra no ofrece otra opción a sus propietarios que la cría de ovejas.
En ese escenario, durante un despiadado invierno, en el que la soledad es el única compañía y la extrema severidad del trabajo deja poco tiempo libre para el ocio, surge una hermosa relación de amor entre dos jóvenes homoxesuales que Lee cuenta con tal sensibilidad y ternura que pone de manifiesto el talento y la sutileza expresiva de un narrador excepcional.
Lee se muestra parco en palabras para dar paso a los gestos, a las miradas, a prolongados silencios. Pone el acento en la belleza del paisaje, en el rumor impertinente del viento hasta perforar nuestros oídos, el murmullo del agua y la despiadada inclemencia del entorno. Los sonidos de la naturaleza sustituyen a la música instrumental que apenas suena brevemente en tres ocasiones a lo largo de la cinta. La grandeza de "Tierra sin Dios" radica en su difícil sencillez, es intensamente humana, sutil, una película, en fin que, a pesar de su emotiva sinceridad, bien pudiera producir el rechazo de un amplio sector de espectadores anclados en prejuicios tan trasnochados como decimonónicos, instalados aún en la más absoluta intolerancia, negándose a aceptar con normalidad las inclinaciones sexuales de ciertos semejantes sin entender que sus pulsiones son tan humanas e irreprimibles como las del resto de los mortales.
Si este primer largometraje de Lee supone el prometedor anticipo de una brillante carrera, felicitémonos porque, muy posiblemente, estemos asistiendo al providencial alumbramiento de un futuro gran director.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7
2 de agosto de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Baby Driver

"La diferencia entre vosotros y yo, es que yo me drogo para robar y vosotros robáis para drogaros"

Algunas razones que ahora no vienen al caso y que de ningún modo afectan a la salud y bienestar de mi familia, me han mantenido apartado de las salas de cine desde el pasado mes de abril. Y como en el transcurso de esta larga vigilia de cuatro meses, se han estrenado algunas películas ciertamente interesantes, procuraré, durante el presente mes de agosto -en que espero disfrutar, si nada lo impide, de una Barcelona deliciosamente desértica, exceptuando, claro está, las zonas de interés turístico por la que no tengo la menor intención de transitar-, recuperar el tiempo perdido para ver aquellas que todavía, milagrosamente, hayan permanecido en cartelera.
Siempre digo que el cine británico goza, salvo rarísimas excepciones, de sólidas garantías. Pocas veces defrauda y, en el peor de los casos, sus realizaciones se ciñen siempre a ciertos patrones académicos muy tradicionales por lo que habitualmente se ven con gusto.
Así, "Baby Driver", cinta que dirije y escribe el director inglés Edgar Wright es una disparatada y divertidísima humorada dotada de un endiablado y frenético ritmo que convierte sus casi dos horas de metraje en un fascinante espectáculo.
Un jovencísimo actor estadounidense del que no tenía noticia, Ansel Elgort -me perdí hace tres años su sonado éxito de taquilla "Bajo la misma estrella"-, da vida a Baby, un singular personaje que borda con absoluto descaro. Este desconcertante y, en ocasiones, histriónico muchacho, resulta tan atractivo -se va a convertir, y si no al tiempo, en el objeto de deseo de millones de alborotadas adolescentes- que tienes la sensación que el papel que defiende estaba reservado exclusivamente para él.
El trabajo de la "troupe" de actores es sencillamente memorable. La adorable Lily James aporta un toque de dulce romanticismo a un guion chocarreramente salvaje; Jon Hamm (el popular Don Draper en la serie "Mad Men"), un desmadrado Jamie Foxx y el desparpajo de la electrizante mexicana Eiza González, conforman la abracadabrante banda de temibles pirados a las órdenes de Kevin Spacey que, para variar, evidencia una vez más su abrumadora autoridad y solvencia interpretativa. Y para rematar, la pimienta de unos diálogos trepidantes, ingeniosos e incisivos y una música de excelente factura que suena sin tregua de principio a fin, dotan de excitante sabor un delicioso menú que se devora con irreprimible avidez.
Y si el cine, dicen, es un saludable y reconfortante entretenimiento, este dislate cumple con creces su objetivo. No se la pierdan.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
30 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ciudadano ilustre

Como en las mejores familias, aquí todo se queda en casa. Mariano Cohn y Gastón Duprat, argentinos, cuarentones en efervescente plenitud, socios y amigos, fundadores y propietarios del canal norteño "Televisión Abierta", en el que han cosechado éxito tras éxito en numerosas producciones para su cadena, se encargan de la dirección de esta soberbia y demoledora cinta que es "El ciudadano Ilustre. El hermano de Gastón, Andrés (director del Museo de Bellas Artes), escribe el guion y la fotografía también corre a cargo del mismísimo Mariano Cohn. Desde el altar de la excelencia en donde sólo ofician los elegidos, este trío de formidables talentos ha construido un estupendo relato. Como justo reconocimiento mereció la Copa Volpi en el último Festival de Venecia y ha sido recientemente elegida por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina para representar a su país en la carrera de los Oscar a la mejor película extranjera. Así que no estamos ante cualquier producto manufacturado para consumir y arrinconar de inmediato en el desván del olvido. Sería temerario conjeturar sobre si el destino que le espera a esta contundente realización en tan extenuante prueba son los laureles del ganador, pero sí me atrevería a asegurar que llegará muy lejos porque reúna todos y cada uno de los elementos que hacen de ella una seria candidata al título.
El espectador tendrá al comienzo la sensación de que va a asistir a un sainete costumbrista algo engolado y presuntuoso, no exento de casposo humor gaucho en algún extraviado lugar alejado de Buenos Aires sobre los interminables horizontes de la pampa argentina. Pero a medida que la historia avanza, lo que en un principio son gruesas pinceladas de hilarante comicidad provinciana pronto se convertirán en la más profunda y espeluznante de las pesadillas. El retrato de la bestialidad humana, su feroz e ilimitada ignoracia, la envidia y el odio eternamente adheridos como una segunda piel, el desprecio por todo lo que nos eleva y dignifica están fielmente reflejados en una comunidad estancada y condenada a permanecer en los orígenes cavernícolas del tiempo. Una despiadada crítica, irónica y punzante, se expresa a través de un humor ácido, correoso, casi tenebrista y unos diálogos brillantes y descarnados, donde la narración enfrenta la civilización a la barbarie, el juicio y la reflexión a la estupidez y, en cierta forma, recrea el mito salvaje de la caverna que Platón nos expuso con pasmosa lucidez.
El veterano actor, autor y director de teatro Óscar Martínez, que como ya he dicho, consiguió en Venecia el premio a la mejor interpretación, es el ilustre ciudadano que vuelve -en mala hora y después de 40 años- a sus humildes orígenes luego de haber conquistado fama y prestigio mundial muy lejos del terruño que le vio nacer. En él recaerán todas las miserias, el egoísmo y la recalcitrante pobreza intelectual y moral de un rebaño asilvestrado que se enerva hasta la locura cuando no entiende más argumentos que la sinrazón que ha conocido desde que tiene memoria.
Y si el deseo subconsciente, o esa incorregible vanidad porteña que todos cultivamos con mayor o menor perseverancia, se ha proyectado o no en la evocadora ensoñación de sus geniales creadores es algo que tampoco me atrevo a aventurar. Pero no deja de ser muy llamativo que la gloria universal que exhibe su imaginario personaje, el escritor Daniel Mantovani, pampero de pura cepa, desgraciadamente adversa a la realidad argentina, sea una distinción que ni siquiera el inmortal Borges pudo alcanzar.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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6
29 de abril de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El secreto de una obsesión

Si les he de ser sincero, he sopesado mucho reseñar esta película ¿por ser, tal vez, una cinta de poco calado, insustancial o definitivamente aburrida? Pues no, por ninguna de esas tres razones, o al menos, no precisamente por ellas. Trataré de explicarme.
"El secreto de una obsesión" es un thriller solvente, sólido, bien logrado, muy al estilo norteamericano. Su director, Billy Ray, ha realizado un buen trabajo; la banda sonora que acompaña a la película mantiene en tensión al espectador en cada instante. Aunque Nicole Kidman resulta fría y algo distante en esta ocasión, continúa siendo una gran y bellísima actriz a pesar de su recauchutada imagen y Julia Roberts y Chiwetel Ejiofor interpretan sus respectivos papeles de manera soberbia y convincente.
¿Luego entonces? Pues sencillamente porque "El secreto de una obsesión" es un remake o más bien 'una adaptación' para ser más exactos (ya que trastoca el género de uno de los principales personajes e incurre en importantes modificaciones por exigencias de su ubicación) de la maravillosa e inolvidable "El secreto de tus ojos" que Juan José Campanella filmó en 2009.
Y claro, ahí es donde estriba gran parte del problema. Uno no puede dejar de pensar en el alma sofisticada que latía bajo la piel de la versión argentina; imposible tampoco sustraerse a la fina ironía que salpicaba sus diálogos, ni olvidarse del sutil y delicado tratamiento narrativo, de la ambigüedad y riqueza de matices de sus personajes con un inconmensurable Darín, para variar, al frente del elenco. En general, la cinta aglutinaba felizmente todos aquellos detalles que hacían de ella una obra maestra indiscutible.
Así pues, mis queridos amigos, si no han visto la versión de Campanella, no lo duden, vayan a ver este estreno, les gustará e, incluso, puede que mucho. Pero nunca ha sido muy recomendable, y este es el caso, acometer segundas partes si no pueden mejorar la primera.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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