La historia de un ya crecidito hombre (Lerner), empleado en una clínica oftalmológica que resulta ser un psicópata coleccionista de ojos, bajo la influencia telepática e hipnótica de su enana, pero tremenda madre (Rubinstein)...Una espléndida e ingeniosa película de Bigas Luna - en la mejor etapa de su filmografía -, producida por Pepón Coromina, que remite a esas fascinantes películas americanas de terror y serie B, así como al género "teen", pero resultando ser tan singular que "Angustia" es, en sí misma, una película practicamente única, en extinción.
Atmósfera inquietante y desasosegante, en la que resulta especialmente brillante el juego de espejos logrado en base a sus distintos niveles de percepción (efectivamente, el último se produciría asistiendo a la película en una sala de cine), que hacen de ella un film de terror casi autoral.
Excelentes interpretaciones para una película francamente memorable y querible, penosamente infravalorada y olvidada por muchos.

Adaptación cinematográfica de una exitosa obra de Broadway, que hoy día emerge como uno de los films más relevantes que haya parido el cine musical en los últimos 30 años (me tengo que remitir a la reciente "Bailando en la oscuridad" para encontrar algo mejor, quizás). Cuenta las andanzas de un joven americano a punto de alistarse en el ejército (Savage) quien casualmente topará con un grupo de hippies a los que se unirá en sus correrías.
Película cachonda, un felizmente irreverente musical lleno de frescas, atípicas, divertidas y notables canciones, transgresor como el propio clasicismo del género pues prescinde de los mínimos elementos coreográficos o de la brillantez estética que dicen los ortodoxos deben acompañar este tipo de producciones.
"Hair" propone un mensaje homogeneizador de culturas, ideologías y razas, muy divertido y "revolucionario" y oxígeno para sentirnos más libres con esta fábula moderna utópica y atípica realmente admirable, confirmación todavía mayor de la versatilidad apabullante de uno de los mejores cineastas de los últimos años: el checo Milos Forman. Colaboración especial de Nicholas Ray.

Thriller escabroso y de ínfulas oscuras que narra la historia de un psicópata que se dedica a asesinar víctimas ritualmente y a seccionarlas un hueso de su anatomía. Una joven policía (Jolie) descubrirá uno de ellos y será la encargada de esclarecer los crímenes, guiada por el experto e inválido policía (Washington) que antes llevaba este tipo de investigaciones.
"El coleccionista de huesos" no aporta nada a un género tan trillado y con claros síntomas de agotamiento como el thriller comercial y psicopático americano, aunque logra entretener. En esta película se acusan influencias directas de la inolvidable "Seven" y se añaden la informática y técnicas actuales para buscar mayor complicidad e interés en el espectador.
Hay truculencia, lluvia y oscuridad, se intentan crear momentos de pánico y leve suspense, y un argumento dónde además de predecible todas las claves se destapan con sospechosa e inteligentísima habilidad.
Queda una buena interpretación de Washington y una correcta fotografía, así como una penosa creación de Jolie, que únicamente sabe lucir "morritos", aunque esté a punto de ser asesinada o de descubrir un horrendo crimen. Queda, pues, un hijo regular de "Seven", uno más de la infinidad de thrillers americanos llenos de tópicos, justos de entretenimiento y faltos de cine.

Un western espléndido, que dura lo justo y se sigue con pasión. Walsh aplica su tono enérgico y tenso en la dirección, sacando partido de los paisajes y exteriores por dónde transita la acción, logrando practicamente una obra maestra.
Kirk Douglas está perfecto en su papel, Virginia Mayo está guapísima y Walter Brennan demuestra por enésima vez ser el mejor secundario de westerns de la Historia del Cine.
Obra limpia, dinámica, enormemente interesante, incluso muy superior a títulos legendarios de su gran director. Magnífica fotografía de Sid Hickox.

Una más que buena animación orquestada por Brad Bird, más enfocada en la fábula hacia lo adulto que a lo infantiloide o ingenuista, sin canciones rosáceas que decoloren la narración y con no poca crítica, dentro de su afán de entretenimiento abierto, al militarismo y al pensamiento único, como auténticas armas de destrucción masiva.