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Críticas de Cinemagavia
Críticas 4,007
Críticas ordenadas por utilidad
4
9 de julio de 2020
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Herencia familiar

Beda Docampo Feijóo es conocido en la industria cinematográfica y televisiva gracias a títulos como “El marido perfecto” o “Amores locos”. No obstante, con La maldición del guapo, parte de un libreto ligero, que busca únicamente un entretenimiento liviano. Pese a ello, el problema que surge es que el humor utilizado apenas llega a romper en carcajada, dejando un camino a medio gas entre comedia y un feel-good mal llevado. Sin duda, se puede comprobar que esta historia tiene en su ADN una idea interesante, como es la del cazador cazado. Aun así, no ha encontrado cómo resolver las problemáticas planteadas y se resuelve de una manera excesivamente abrupta y sin un ápice de profundidad. Además, se dibuja un retrato vago de las relaciones que se abordan y no se sostienen la mayoría de ellas, incluyendo las que afectan al propio protagonista. Foto de Filmax

Por otra parte, los personajes que aparecen en el film tienen la intención de formar una trama coral y en comunidad, que terminan por no encontrar su fin y se convierten en un estereotipo exacerbado de una realidad inexistente. Pese a su condición fantasiosa, lo que se espera es dar verosimilitud a lo que ocurre en pantalla. Pero, sucede lo contrario, no tiene autenticidad y cae en situaciones bastante forzadas. Luego, los giros de guion que buscan deslumbrar al espectador, incluyendo el del desenlace de la cinta, no tienen consonancia y se puede ver demasiado preparado, no fluye con naturalidad. Sumado a ello, se entienden las motivaciones principales de cada personaje, pero no están suficientemente consolidadas. Por suerte, hay algunas partes de la película que evocan a cierta ternura e, incluso, simpatía.

*Oportunidad perdida

Este universo de las mentiras, la seducción y las estafas tiene un reparto espléndido. La maldición del guapo tiene en su plantel grandes nombres del cine español. En primer lugar, Gonzalo de Castro se convierte en Humberto, el gran protagonista de la cinta. El actor derrocha personalidad, tiene carisma y demuestra manejar bien la comedia. Sin embargo, su mayor problema es que el guion no le permite brillar más en dicho papel. En cambio, no ocurre lo mismo con Juan Grandinetti. La razón es que el actor se encuentra en un plano encorsetado y sin apenas naturalidad en la mayoría de sus secuencias. Es más, a veces da la sensación de ser un autómata. No obstante, no todo es responsabilidad del argentino, dado que hay diálogos y escenas que no se pueden sostener en sí.

Una de las excepciones más plausibles es la de Cayetana Guillén Cuervo, que está maravillosa. Saca partido a su personaje y no deja que se quede en un punto superficial, sino que le da personalidad y un punto de picante. Por esta razón, hace que su Catalina sea uno de los personajes más disfrutables de la película. Gracias a ello, el espectador consigue simpatizar y disfrutar, sobre todo, las secuencias en las que aparece. Después, Ginés García Millán y Carlos Hipólito son grandes actores que no tienen la posibilidad de demostrarlo en este film. Sus papeles nadan en una simpleza excesiva. Por otra parte, Andrea Duro muestra una interpretación que cumple, pero no va más allá. Al contrario que Malena Alterio, que pese a las flaquezas que hay en el libreto, tiene fuerza y una expresividad muy personal.

*Otra comedia de situación

Durante las primeras secuencias parece que La maldición del guapo va a ir más hacia una comedia sofisticada, pero no tarda en romper el molde para llegar a un humor de a pie. No obstante, esto no es sinónimo de no haber podido reconducirla hacia otro tipo de estética y triunfar. Por lo que, en este caso, el conflicto que surge es la falta de identidad sólida, quedándose a medio gas entre un estilo y otro, lo que provoca cierta ambigüedad visual. Aun así, hay que aplaudir la labor de la dirección de arte que ha cuidado todo tipo de detalles y es innegable el valor de la creación plástica que ha hecho de cada uno de los personajes. Además, ofrece unos espacios pomposos, que aunque chirrían con el carácter final del film, analizándolos de forma independiente, están muy bien formulados y con una preciosidad remarcable.

Sin embargo, el montaje no llega a buen puerto y realiza un relato en el que la acción y el dinamismo se ven opacadas por la falta de sustancia enérgica. Por lo cual, hay momentos en los que se queda una sensación de que no pasa nada, y realmente no ocurre ningún evento destacable. Unido a ello, hay ciertas líneas de narración que no añaden mayor precisión creativa y se convierten en una posible distracción visual. Pese a ello, hay algunas escenas que ofrecen una coreografía bien estructurada y sacan partido a los elementos de la puesta en escena, lo que indica el potencial que pudiera haber tenido. Por último, la banda sonora no se distingue y se queda en un limbo que hace que sea realmente olvidable para el público. Además, hay que sumarle la instrumentalización de escenas que permanece en una estructura demasiado básica.

*Conclusión

La maldición del guapo es una comedia que busca ser sutil, elegante y sofisticada, pero pronto rompe con su intención para dar una historia excesivamente sencilla. Lejos de ofrecer un guion que haga de su humor las delicias del film, se queda a medio gas y no consigue explotar bien el concepto de cazador cazado. No hay una comedia dialéctica, pero tampoco física. Aun así, hay algunas secuencias que se disfrutan. Después, el reparto no consigue dar lo mejor de sí, aunque hay ciertas excepciones como Cayetana Guillén Cuervo o Malena Alterio, que brillan con personalidad y fuerza. A nivel estético, se mueve entre dos aguas, lo que provoca que no obtenga una identidad propia. Un robo a mano armada que empieza con buenas intenciones y acaba con una cuarta parte de lo que podría haber sido.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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7
7 de abril de 2020
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Activistas contra el apartheid

El apartheid fue un sistema de segregación racial heredado de la época colonial de principios del Siglo XIX. Por increíble que parezca, no fue abolido hasta 1992, hasta ese año la población de raza negra seguía sin derecho al voto, por ejemplo. La película Fuga de Pretoria, cuenta la historia real de Tim Jenkin, Stephen Lee y Alex Moumbaris, tres activistas blancos anti apartheid que fueron apresados y convertidos en presos políticos por difundir panfletos.

Según parece, la inspiración de Jenkin para fugarse de la cárcel fue el libro Papillon de Henri Charrière que le regaló su padre. Si la adaptación cinematográfica del mismo realizada por Franklin J. Schaffner es indudable que puede considerarse como uno de los grandes clásicos entre los dramas carcelarios, parece más complicado que logre lo mismo Fuga de Pretoria.

*Otra película de cárceles

Fuga de Pretoria no es una mala película. Resulta entretenida y tiene secuencias donde mantiene un alto grado de tensión. Sin embargo, la profundidad psicológica de los personajes o la denuncia política y social de aquella Sudáfrica pro apartheid, quedan muy desdibujadas en un segundo término, dando prioridad a la acción y el suspense.

Es una decisión que funciona en la escena de la fuga y sus preparativos previos, pero se echa en falta una mayor ambición discursiva para no quedarse en otra «película de cárceles». Y acaba siendo eso. La acción transcurre por los cauces previstos y sin demasiadas sorpresas. Está bien realizada y mantiene el interés hasta el final, aunque no creo que permanezca en nuestro recuerdo demasiado tiempo.

*Radcliffe, más allá del niño mago

Fuga de Pretoria está protagonizada por el ex mago Daniel Radcliffe, empeñado en mostrarse como un actor ecléctico que, una vez superada su etapa potteriana, se agradece su capacidad para tomar riesgos. Por ejemplo, fue el inolvidable cadáver flatulento de Swiss Army Man (Dan Kwan y Daniel Scheinert, 2016). En esta ocasión, encarnando a Jenkin, no logra dotar a su personaje de la entidad reivindicativa y heroica que era necesaria.

En un reparto donde los funcionarios de prisión son estereotipos de cartón piedra, la película busca el entretenimiento por encima del realismo. La acción por encima del drama personal. La épica por encima de la radiografía social. Una vez asumes todo eso como espectador, la película te hace pasar un buen rato asistiendo a la minuciosa preparación de la fuga, con secuencias que bajo enseñanzas hitchcockianas estiran el suspense hasta acelerarte el corazón.

*Conclusión

Fuga de Pretoria es un drama carcelario inspirado en hechos reales. Está dirigido por Francis Annan, que firma el guion junto a L.H. Adams y Karol Griffiths. Toma como base el libro autobiográfico escrito por Tim Jenkin, un activista anti apartheid que fue apresado en 1978 e ideó un minucioso plan de escape de una cárcel de alta seguridad de Sudáfrica.

La película resulta entretenida y tiene momentos de gran tensión, pero se echa en falta un retrato con mayor carga psicológica y social. Recomendada para pasar un rato emocionante y, de paso, reflexionar sobre una etapa bochornosa de nuestra historia reciente. La segregación racial siguió vigente en Sudáfrica hasta 1992.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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6
3 de octubre de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como bien remarcan en la película: “interpretar música no es solo tocar las notas, es interpretar lo que hay detrás”; y en este interesante film de la época de entreguerras, la música supone un viaje espiritual a través de las sensaciones que Antonia va viviendo en cada momento.

Aunque pudiera parecer a simple vista que el único hilo conductor de la película es la música, La directora de orquesta trata más bien la lucha de una mujer por la igualdad de oportunidades ante una sociedad machista que intenta recluir a las mujeres únicamente en los roles de la casa y del cuidado de la familia.

En demasiadas ocasiones veremos como la mirada de Antonia se pierde en el horizonte meditando incrédula cómo es posible que la gente sea tan corta de miras y crea verdaderamente que por el mero hecho de ser mujer se es inferior a un hombre.

La fuerza, la energía y la pasión que Christanne de Bruijn pone en La directora de orquesta nos hace ver a una Antonia que se planta ante todos los que la critican por demostrar que el talento no entiende de géneros, algo que obviamente no dejará indiferente a la sociedad del momento.

A pesar de que Antonia Brico no tuviera una gran trascendencia dentro del mundo de los directores de orquesta, La directora de orquesta nos muestra como su determinación seguramente abrió camino a otras muchas mujeres de la época en su afán por alcanzar la igualdad.

Aunque pudiera parecer a simple vista que el único hilo conductor de la película es la música, La directora de orquesta trata más bien la lucha de una mujer por la igualdad de oportunidades en un mundo dominado por los hombres.

Escrito por Manuel Lara Rodríguez
Cinemagavia
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4
31 de agosto de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Falling inn Love (Amor de Posada)

Para que nadie pierda el tiempo y antes de comenzar con este pastelito rosa, totalmente repleto de calorías y grasas saturadas, solo les advierto y después decidan, que no es ni más ni menos (siendo benevolente), que cualquiera de las películas de sobremesa de los fines de semana, en cualquier canal en abierto, ahora suelen ser preferentemente, de origen teutón.

Dicho queda y sigo.

Chica americana, joven y guapa, en paro y sin pareja (lo del ex novio de la niña, es para que pase a los Anales del Cine), es agraciada (manda eggs), con un hotel en Nueva Zelanda.

¿Sigo?

El hotel está medio en ruinas, pero ello se afana en restaurarlo. Eso sí, previamente ha conocido al soltero de oro del lugar Jake (Adam Demos), que por un nuevo azar del destino, es contratista.

No sabemos si estamos en Nueva Zelanda o en Disney World; todo el pueblo es maravilloso, desde el galán hasta la supuesta mala de la película.

No faltan la pareja enamorada de gays, que la reciben con los brazos abiertos, el dueño del Bricomart que está loco con ella, porque en vez de Norman lo ha llamado Norm, la dueña del Vivero que parece su madre o su hermana y hasta una cabrita que se lleva la mitad de la película dando calor.

Para que todo no sea felicidad, al pobre galán se le murió la novia hace tres años y además encuentran unas cartas de amor dentro de un tabique e investigan si pudo ser de la anterior dueña de la casa.

Gotas de humor (se rompe un grifo, se cae una puerta o el chillido que pega la nueva dueña del hotel cada vez que ve a la cabrita), y sinceramente mejor me callo, porque me estoy conteniendo y bastante enfadado ando con los amigos de Netflix, a los cuales suelo defender a ultranza, pero queridos, lo defendible, no lo totalmente indefendible, que no soy espartano.

*La afortunada y el contratista

Gabriela, la afortunada, (Christina Milian), excelente cantante de R&B (para esto tenemos un experto en Cinemagavia, pero bueno, con tu permiso Fran); una especie de música jazz, movidita y con ritmo).

Como sin con un par de participaciones intrascendentes en el cine, llega Mediaset y pone a Rosa López a interpretar la segunda parte de Love Story (1970), pero además, pasada por el filtro de Esta casa es una ruina (1986) y Bajo el sol de la Toscana (2003).

Zapatera a tus zapatos, por Dios, que te llevas toda la película chillando, poniendo caritas y luciendo tipito. Pésima en la presunta parte cómica y horrible en la presunta parte dramática, al menos podías haber cantado algo, querida.

Jake, el galán contratista (Adam Demos), actor australiano de televisión, su primer papel protagonista en una cinta; Lo siento, pero más de lo mismo y además este no canta, júzguenlo ustedes, le deseo lo mejor.

*El que pasaba por allí

El director (Roger Kumble), estadounidense; guionista (no aquí), director de cine y dramaturgo.

Con dos obras curiosas en su haber, o al menos no desdeñables; Crueles Intenciones (1999) y La cosa más dulce (2002).

Un drama adolescente, con una maquiavélica apuesta y una simpática comedia, que se apartaba un poco de los cánones tradicionales.

Querido, ni Netflix ni San Netflix, que no me creo, que no supieses a donde iba destinado, el medio engendro que estabas realizando.

Con un guion digno de Ed Wood en su peor momento, unos actores pésimos (córcholis, hasta los secundarios, solo se salva la cabra), un montaje hecho por tu peor enemigo, y lo peor de todo, querido, que consigues justo el efecto contrario que buscas, casi hacer llorar cuando pretendes hacer reír y viceversa.

Y por Dios Roger, ¿No había más estereotipos que añadir a tu flamante cinta?.

*Conclusión

Hoy lo siento, queridos navegantes. No voy a recomendar que vean Amor en obras o Falling Inn Love (su título en Inglés). Hagan lo que estimen conveniente.

Amor en obras es un despropósito de principio a fin, la presunta comicidad es nula y hasta absurda y la presunta parte dramática, la he visto mejor en Torrente (1998).

Tirón de orejas y gordo a los últimos estrenos Netflix, ya sean producidos o distribuidos, no sé que ha pasado, pero parece que el capricho de Scorsese de 3 horitas y 160 millones de dólares, ha dejado las cabezas de los altos ejecutivos de la plataforma tan vacías como sus arcas.

Escrito por Miguel Ángel Santos Isidoro
Cinemagavia
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7
1 de agosto de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

Una entrada magistral

El film arranca con dos secuencias que se contraponen. La primera es un plano fijo sin diálogos que recrea el abandono de una casa. Pero la calma absoluta, pasamos a un restaurante concurrido, donde hay una discusión entre dos hombres por conseguir una mesa para cenar. La situación se pondrá peor cuando en la calle, uno de los dos le espera a la salida.

Ya con solo estas dos secuencias merece la pena ver esta película, es una lección de cine plano tras plano. Es una clase de puesta en escena y en dirección de actores, resaltar el uso de los figurantes que marcan la situación de tensión con sus silencios. De una situación absurda se crea un clímax de incertidumbre, que junto a una gran mezcla del sonido, te conviertes en otro comensal más del restaurante, atento por si el enfrentamiento sigue.

Te marca una premisa tan impactante que te deja enganchado al asiento en tan solo diez minutos, empiezas a elaborar teorías y te identificas rápidamente con el protagonista.

El revés y el impulso en una película

La cinta sigue su curso, centrándose en la familia del abogado, intentando aparentar que lo que ocurrió en aquella noche no pasó. Conocemos la casa abandonada y a otros ciudadanos del pueblo. Poco a poco las expectativas se van bajando, ya que al parecer estamos viendo escenas que no tienen mucho que ver con el inicio, no existe ese impulso en el guión. El impulso tiene lugar cuando una escena conduce a la siguiente y así sucesivamente sin descarrilarse de la línea argumental, pero es esta la película que nos quería contar Benjamín Naishtat, en el siguiente punto explicaré la razón.

Pero aquí entra el personaje del detective Sinclair (interpretado magníficamente por Alfredo Castro) que llega para producir un revés de 180 grados, vuelve la presión, ahora transformada en un thriller policiaco, vuelve el misterio. Dicho esto, la variación del termómetro de tensión está minuciosamente medido, gracias a un montaje sólido con un buen ritmo.

La resolución y el trasfondo social

Sin desvelar nada, puede que el desenlace de la cinta no sea del agrado de todos. Es un final amargo sin resolución aparente, pero es exactamente donde tiene que acabar.

Aunque no esté basada en hechos reales, narra la situación argentina en los años 70, por lo tanto requiere que el espectador tenga nociones básicas del contexto histórico, ya que el film no te lo pone fácil. Sufrió una dictadura violenta donde las autoridades no se hacían cargo de los desaparecidos. Hasta en el pueblo más recóndito de Argentina, donde nunca pasa nada, la violencia y la crisis también llega, ahí está la película que Benjamín quiere contar.

Marcado con Rojo

El título de la obra, como era de esperar no está puesto por casualidad. Aunque en la paleta de colores destaque el pardo, el café, los amarillos apagados, el rojo siempre está persiguiendo a Claudio (Darío Grandinetti), ya sea en su jersey, en una corbata, en las telas del espectáculo de magia, etc.

Desde el momento que conoce a ese misterioso hombre, la pantalla se va llenando de rojos. Nuestro protagonista a primera instancia parece una persona respetada, pero poco a poco nos adentraremos más en su oscura y corrupta personalidad, está marcado por el rojo de la violencia que se manifiesta por completo en la escena magistral del eclipse donde todo el mundo ve el mundo teñido de rojo, y aún así nadie dice ni hace nada.

Conclusión

Rojo está llena de sorpresas, la maestría por parte del director de crear escenas impactantes con tan poco es digna de admirar. De lo mejor del cine argentino, con un gran elenco y una propuesta estética interesante. Sin duda una lección de lo que es la puesta en escena y el cine en general.

Escrito por Daniel Vicente Bermejo
Cinemagavia
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